sábado, 28 de enero de 2017

Reapertura del memorial de Moisés en el monte Nebo

Fachada de la nueva basílica del Memorial de MoisésDespués de años de trabajo, este pasado fin de semana se han abierto las puertas del santuario del Memorial de Moisés en el monte Nebo, uno de los más famosos de Jordania a peregrinos y turistas. Situado a pocos km de la ciudad de Madaba, el lugar es propiedad de la Custodia de Tierra Santa desde 1932 y es de gran importancia tanto para los cristianos como para judíos y musulmanes, que consideran al patriarca Moises como uno de sus profetas más importantes.

En la cima del Nebo, en una especie de balcón natural que domina el valle del Jordán y permite llegar con la vista hasta Jerusalén, la narración bíblica (especialmente el capítulo 34 del libro del Deuteronomio) sitúa aquí el lugar en el que Dios mostró a Moisés la tierra prometida a los israelitas, una tierra en la que no puso el pie pues aquí murió y fue enterrado. Aunque el lugar de la sepultura es desconocido, una comunidad de monjes se estableció en el monte Nebo, perpetuando en él la memoria de Moisés, desde el siglo IV al IX. A lo largo del siglo XX, los arqueólogos de la Custodia de Tierra Santa sacaron a la luz el antiguo monasterio, la basílica y los maravillosos mosaicos que había en su interior. Con el fin de cubrir y proteger el sitio arqueológico, y al mismo tiempo exponer los mosaicos realizados por los monjes en distintos períodos históricos, se ha construido el nuevo edificio inaugurado hace un par de días.

Todos los detalles de la ceremonia de inauguración se pueden consultar en el sitio institucional en internet de la Custodia de Tierra Santa. Desde hoy, el santo lugar abrirá regularmente sus puertas a los visitantes.

El programa de celebraciones incluye momentos formativos dedicados a los guías turísticos, especialmente talleres impartidos por fray Eugenio Alliata, responsable científico del proyecto de restauración, el arquitecto Osama Hamdán, director de las obras de reapertura del Memorial, y por Franco Sciorilli, responsable de la restauración de los mosaicos. Los escolares podrán inscribirse para las visitas guiadas del próximo mes de noviembre.

Tras los recientes descubrimiento y con ocasión de la reapertura del Memorial de Moisés, fray Eugenio Alliata ha escrito la historia del monte Nebo y del Memorial, recorriendo los testimonios antiguos e ilustrando los trabajos de los arqueólogos franciscanos (Sylvester J. Saller, Bellarmino Bagatti, Virgilio Corbo, Michele Piccirillo, Eugenio Alliata y Carmelo Pappalardo), hasta el proyecto actual. En espera de que se publique la guía completa, se puede consultar en el sitio en internet del santuario un breve estudio del autor.

http://www.terrasanta.net

sábado, 21 de enero de 2017

Arqueología y tradición cristiana en Jericó

Ruinas de JericóErnst Selin y la sociedad Deutsche Orientgesellschaft (1907-1909) iniciaron allí excavaciones sobre el montículo llamado Tell es-Sultan. Fueron continuadas muy extensamente por John Garstang (1930-1936); en 1952 fueron reanudadas por Kathleen Kenyon y por las escuelas de arqueología de Inglaterra y EE. UU. Fue Garstang quien descubrió la evidencia de los muros caídos, y esta evidencia fue fotografiada por él y por posteriores investigadores.

Los muros habían caído de dentro hacia afuera. Sus fundamentos no habían sido minados, sino que debieron ser derrumbados por un potente temblor de tierra. También había evidencia de un violento incendio de la ciudad. La revisión de Miss Kathleen Kenyon de esta identificación en base a la cerámica asociada con la cronología de Egipto no tiene en cuenta la necesaria revisión de la estructura cronológica de la historia de Egipto.

En base a la revisión de Velikovsky y Courville, la destrucción de Jericó concuerda perfectamente con todos los detalles físicos de la destrucción y con los restos arqueológicos, y no se puede objetar a la identificación efectuada por Garstang en 1930-1936, ni a la fecha de 1400 a.C. Los restos correspondientes a la conquista correspondían a una doble muralla de ladrillos, con un muro exterior de 2 m. de espesor, un espacio vacío de alrededor de 4,5 m. y un muro interior de 4 m.

Estos muros tenían en aquel entonces 9 m. de altura. La ciudad, muy pequeña, estaba entonces tan superpoblada que se habían construido casas en la parte alta de la muralla, por encima del espacio vacío entre las dos murallas (cf. la casa de Rahab, Jos. 2:15). El muro exterior se hundió hacia afuera, y el segundo muro, con sus edificaciones encima, se hundió sobre el espacio vacío. Así, la arqueología nos da, en realidad, una evidencia totalmente armónica con el relato de las Escrituras.

Jericó es la ciudad que Josué, hacia el año 1200 a. C., conquistó de manera pacífica (Jos 2,1-4,24) gracias a las famosas trompetas que, en la simbología bíblica, manifiestan la intervención de Dios: el asedio en Jericó del pueblo de la Alianza mosaica fue un don de Dios.

En esta antiquísima ciudad, la ciudad fortificada más antigua conocida hasta la fecha en Oriente, que se remonta a 8.000 ó 9.000 años, se sitúa el Tel- Es-Sultan, una pequeña colina de 15 metros en la que, en los años 1955-56, miss Kenyon dirigió unas excavaciones arqueológicas.

Jericó es también el lugar evangélico en el que Jesús curó a dos hombres enfermos: Bartimeo, herido en su físico por la ceguera, y Zaqueo, herido en su alma por sus pecados (Lc 18-19). Los pocos sicomoros que aún se encuentran en la actual Jericó recuerdan a los peregrinos el sicomoro sobre cuyas ramas se subió Zaqueo para ver a Jesús.

La pequeña iglesia católica latina está dedicada a Jesús, el Buen Pastor, porque, tanto para Bartimeo como para Zaqueo, Jesús fue efectivamente un auténtico Buen Pastor. Es la iglesia parroquial de una pequeña comunidad de alrededor de 200 árabes cristianos.

A pocos pasos se encuentra la iglesia ortodoxa, que cuenta con unos 250 fieles. Dos escuelas católicas (una masculina y otra femenina) reúnen a todos los hijos de las familias católicas y ortodoxas, y a un buen número de niños musulmanes. Jericó cuenta con unos 25.000 habitantes árabes musulmanes.

http://www.primeroscristianos.com/

sábado, 14 de enero de 2017

Historia de Jericó

Situado cerca del río Jordán, Jericó es una de las ciudades más antiguas del mundo, cuyas ruinas son de un asentamiento que data de 8000 años antes de Cristo. La orilla oeste del río Jordán es para los cristianos el lugar habitual de peregrinación que conmemora el bautismo de Jesús por Juan el Bautista. Fue aquí, en Jericó, donde Jesucristo devolvió la vista a Bartimeo y convirtió al rico Zaqueo realizando, a favor de estos dos personajes, su ministerio de Buen Pastor.

Importante ciudad del valle del Jordán (Dt. 34:1, 3), en la ribera occidental del río, a unos 8 Km. de la costa septentrional del mar Muerto, y aproximadamente a 27 Km. de Jerusalén. Jericó se halla en la parte inferior de la cuesta que conduce a la montañosa meseta de Judá. La ciudad era conocida como la ciudad de las palmeras (Dt. 34:3; Jue. 3:13); la primera mención en las Escrituras se da en relación al campamento de los israelitas en Sitim (Nm. 22:1; 26:3).

La situación de Jericó, ciudad muy fortificada, le daba el dominio del bajo Jordán y de los pasos que llevaban a los montes occidentales; la única manera de que los israelitas pudieran avanzar al interior de Canaán era tomando la ciudad. Josué envió a dos espías para que reconocieran la ciudad (Jos. 2:1-24), el pueblo atravesó milagrosamente el Jordán en seco, y plantaron las tiendas delante de la ciudad.

Por orden de Dios, los hombres de guerra fueron dando vueltas a la ciudad, una vez por día, durante seis días consecutivos. En medio de los soldados, los sacerdotes portaban el arca del pacto, precedida por siete sacerdotes tocando las bocinas. El séptimo día dieron siete veces la vuelta a la ciudad; al final de la séptima vuelta, mientras resonaba el toque prolongado de las bocinas, el ejército rompió en un fuerte clamor, las murallas se derrumbaron, y los israelitas penetraron en la ciudad. En cuanto a la fecha, sería alrededor del año 1403 a.C.

La ciudad había sido proclamada anatema. A excepción de Rahab, que había dado refugio a los espías, y su familia, todos los demás habitantes fueron muertos. El oro, la plata, los objetos preciosos, entraron al tesoro de Jehová. Josué lanzó una maldición contra quien reconstruyera la ciudad (Jos. 5:13-6:26). Fue asignada a Benjamín; se hallaba en los límites de Benjamín y Efraín (Jos. 16:1, 7; 18:12, 21). Eglón, rey de Moab, hizo de ella su residencia en la época en que oprimió a los israelitas (Jue. 3:13). En el reinado de Acab, Hiel de Bet-el fortificó la ciudad; en el curso de esta fortificación perdió, o sacrificó, a sus dos hijos, en cumplimiento de la maldición de Josué (1 R. 16:34).

Durante el ministerio de Eliseo había en Jericó una comunidad de profetas (2 R. 2:5). Elías, al ir a ser arrebatado al cielo, atravesó Jericó con Eliseo (2 R. 2:4, 15, 18). En Jericó fueron puestos en libertad los hombres de Judá que habían sido hechos prisioneros por el ejército de Peka, rey de Israel (2 Cr. 28:15). Los caldeos se apoderaron de Sedequías cerca de Jericó (2 R. 25:5 Jer. 39:5 52:8). Después del retorno del exilio, algunos de sus habitantes ayudaron a construir los muros de Jerusalén (Neh. 3:2). Báquides, general sirio, levantó los muros de Jericó en la época de los Macabeos (1 Mac. 9:50). Al comienzo del reinado de Herodes los romanos saquearon Jericó (Ant. 14:15, 3). Después Herodes la embelleció construyendo un palacio y, sobre la colina detrás de la ciudad, levantó una ciudadela que llamó Cipro (Ant. 16:5, 2; 17:13, 1; Guerras 121, 4, 9).

Jericó se halla a casi 240 m. por debajo del nivel del mar Mediterráneo, en un clima tropical, donde crecían las balsameras, la alheña, los sicómoros (Cnt. 1:14; Lc. 19:2, 4; Guerras 4:8, 3).Las rosas de Jericó eran consideradas extraordinariamente bellas (Eclo. 24:14).La antigua Jericó se elevaba muy cerca de las abundantes aguas llamadas en la actualidad 'Ain es-Sultãn; ésta es indudablemente la fuente que Eliseo sanó (2 R. 2:12-22; Guerras 4:8, 3). La Jericó moderna, en árabe «Er-Riha», se halla a 1,5 Km. al sureste de la fuente.

sábado, 7 de enero de 2017

Epifanía en Belén con el nuevo Custodio de Tierra Santa

Imagen relacionadaMelchor Gaspar y Baltasar. Los reyes magos que forman parte del Belén tuvieron un papel fundamental en el nacimiento de Jesús. Llegados de diferentes partes del mundo, recibieron la revelación de que aquel Niño era el Mesías, el Salvador.

Esta manifestación, o epifanía, es recordada el 6 de enero. La fiesta fue celebrada por la comunidad franciscana y por los cristianos locales en la Iglesia de Santa Catalina, anexa a la Basílica de la Natividad.

El nuevo Custodio de Tierra Santa, Francesco Patton, dijo en su homilía: “La solemnidad de la Epifanía es una fiesta bellísima, porque es la manifestación del Niño Jesús a través de aquellos que reúnen a la humanidad entera en una sola familia: todos los pueblos de la tierra vienen a adorarlo. Traen sus bienes más preciados: El oro, en reconocimiento de su esencia de rey, el incienso, en reconocimiento de su esencia de Dios, y la mirra, en reconocimiento de su venida para dar la vida por nosotros.”

En la vigilia de la Epifanía, el Custodio, P. Francesco Patton, hizo la tradicional entrada solemne en la ciudad de Belén. En la plaza del pesebre, fue acogido por varios grupos scouts y por las autoridades civiles y religiosas. La entrada concluyó con una ceremonia litúrgica celebrada por los franciscanos. Por la tarde se rezaron las primeras vísperas en la Iglesia de Santa Catalina.

Los franciscanos y fieles se dirigieron en procesión des de la parroquia latina hasta la Gruta de la Natividad. Con las notas del cántico de María, en latín Magnificat, el Custodio incensó la estrella, signo del nacimiento de Jesús, y después el lugar en el que Él fue colocado en el pesebre.

El Custodio dijo también en su predicación: “Desde Belén somos nuevamente enviados como “magos” a toda la humanidad, para anunciar que ha nacido el Salvador y que nuestra vida ha sido transformada y para anunciar que nosotros, por nuestra parte, debemos comprometernos para que la Paz que Él ha venido a traernos, se convierta en real y concreta en nuestro mundo y en nuestra historia.”