Decimocuarta estación: dan sepultura al cuerpo de Jesús.
Nos dirigimos a la Tumba del Señor. Se trata de una tumba vacía, pues Jesucristo a los tres días resucitó de entre los muertos. En la última estación contemplamos el cuerpo muerto de Jesús que es depositado en la tumba. Para entrar en este lugar tan especial habitualmente hay que hacer una larga cola, que a veces rodea la tumba por fuera. Entramos en una primera estancia donde está la antesala. Allí hay un trozo de roca en el centro que -según la tradición- pertenece a la auténtica roca que tapaba el agujero para acceder a la tumba. Allí hay que seguir esperando pues las personas sólo pueden entrar de tres en tres o de cuatro en cuatro. No cabe más gente de rodillas dentro delante de la losa. Al entrar normalmente sólo se disponen de pocos segundos para poder rezar. Casi todo el mundo coincide que es uno de los lugares que más impresión produce. Es especialmente conmovedor poder celebrar o asistir a la Santa Misa en este lugar. Aquí fue depositado el cuerpo muerto del Señor y aquí resucitó a los tres días con su cuerpo glorioso. En la Santa Misa vuelve a hacerse presente el Señor en la Eucaristía, sobre el altar, en esta tumba, con su cuerpo glorioso. Celebrar aquí es una oportunidad que he tenido varias veces y que ha constituido un privilegio verdaderamente escepcional.
Nos dirigimos a la Tumba del Señor. Se trata de una tumba vacía, pues Jesucristo a los tres días resucitó de entre los muertos. En la última estación contemplamos el cuerpo muerto de Jesús que es depositado en la tumba. Para entrar en este lugar tan especial habitualmente hay que hacer una larga cola, que a veces rodea la tumba por fuera. Entramos en una primera estancia donde está la antesala. Allí hay un trozo de roca en el centro que -según la tradición- pertenece a la auténtica roca que tapaba el agujero para acceder a la tumba. Allí hay que seguir esperando pues las personas sólo pueden entrar de tres en tres o de cuatro en cuatro. No cabe más gente de rodillas dentro delante de la losa. Al entrar normalmente sólo se disponen de pocos segundos para poder rezar. Casi todo el mundo coincide que es uno de los lugares que más impresión produce. Es especialmente conmovedor poder celebrar o asistir a la Santa Misa en este lugar. Aquí fue depositado el cuerpo muerto del Señor y aquí resucitó a los tres días con su cuerpo glorioso. En la Santa Misa vuelve a hacerse presente el Señor en la Eucaristía, sobre el altar, en esta tumba, con su cuerpo glorioso. Celebrar aquí es una oportunidad que he tenido varias veces y que ha constituido un privilegio verdaderamente escepcional.
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Algunos restos de muros fueron puestos a la luz debajo del piso y alrededor del perímetro de la rotonda. En cada lugar en que se excavó el lecho de la roca, había indicaciones de un trabajo de cantera en períodos antiguos. La operación de cantera hizo bajar el nivel del piso alrededor del sepulcro, por lo cual éste se encuentra por encima de su entorno. Un estudio arquitectónico del muro exterior de la rotonda -35 metros de diámetro y algunas secciones conservadas a una altura de 10 metros- demuestra que éste mantiene su forma original, del siglo IV. El Sepulcro en sí está rodeado por un ruedo de doce columnas - grupos de tres columnas entre cuatro pares de pilas cuadradas. Es posible que las columnas de la rotonda del siglo IV fueran removidas de su ubicación original en la fachada del templo romano. La renovación de las pilas indicó que las columnas eran originalmente mucho más altas, y que los cruzados las cortaron por la mitad para usarlas en la rotonda del siglo XII.
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