Debe tenerse en cuenta que todo el edificio se construyó con hermosa piedra caliza roja y blanca del país, que podía pulirse como el mármol. No podemos creer que un monumento tan suntuoso se construyera sobre la tierra sin cimientos. Además Ezequiel nos dice (12, 8) que descansaba sobre un cimiento de seis codos de alto, que formaba alrededor de él un margen de cinco codos de ancho.
Se accedía al pórtico por una escalera de diez peldaños [Ezequiel, 40, 49 (9)], lo que en la época antigua era siempre más bien alto. En la parte alta de la escalera sobre los cimientos había dos pilares de metal fundido cada uno de dieciocho codos de alto y doce de circunferencia (1 Reyes, 7, 15). Los pilares eran huecos, pero el metal era de cuatro dedos de espesor (Jeremías, 52, 21). Los capiteles que los coronaban eran de cinco codos de alto, y sus partes superiores estaban modeladas en forma de lirios. Estaban ricamente adornadas con redes, guirnaldas, granadas, follaje, etc., pero pese a los detalles proporcionados por la Biblia (1 Reyes, 7, 16-19; 2 Crónicas, 3, 13-17), es muy difícil reconstruirlos en su verdadera forma.
El pilar que estaba a la derecha de la puerta del pórtico se llamaba
Jachin, “Él fundará”, y el de la izquierda
Booz, “en fortaleza”. No hay mención en el texto de basa o pedestal, pero alguna clase de basamento no habría estado fuera de lugar. Pese a su forma rechoncha estos magníficos pilares recuerdan a los obeliscos ante los pilones de los templos egipcios
En el hekal, ante la puerta del debir estaba el altar del incienso, un mueble rectangular de madera de cedro, cada lado del cual medía un codo de ancho y dos codos de alto. La madera estaba completamente cubierta de láminas de oro (1 Reyes, 6, 20,22; 7, 48; 1 Crónicas, 28, 18; 2 Crónicas, 4, 19).
En el lado norte estaba la mesa en la que se ponían los panes de la proposición cada Sábado. 1 Reyes, 7, 48, habla de sólo una mesa de oro para estos panes sagrados, mientras que 1 Crónicas, 28, 16 y 2 Crónicas 4, 19 mencionan varias, pero el texto ha sido mutilado por el copista, pues en otras partes (2 Crónicas, 13, 11 y 29, 18) hay similar mención de sólo una. Las diez mesas de 2 Crónicas 4, 8 eran las que tenían los candelabros.
A cada lado de los patios norte y sur había cinco candelabros de oro puro adornados con flores que sostenían lámparas de aceite doradas, probablemente en número de siete. Las despabiladeras, cuencos, cuchillos, morteros, copas, incensarios y otros recipientes eran igualmente todos de oro puro (1 Reyes, 7, 48-50; 2 Crónicas 4, 8-9; 21-22).
El arca de la alianza hecha por Moisés en el desierto, con sus varales, estaba en el debir (1 Reyes, 8, 6). Contenía un recipiente de oro que tenía maná, la vara de Aarón y las dos tablas de la Ley (Hebreos, 9, 4). En los extremos del Arca había dos querubines con las alas extendidas de diez codos de alto, labrados en madera de acebuche y recubiertos de oro. Las alas interiores se juntaban por encima del asiento de la misericordia o cobertura del Arca y las alas exteriores tocaban las paredes.
A los lados norte, sur y oeste del edificio había un patio de unos veinte codos de ancho que se extendía frente a la casa a una distancia de cien codos por cada lado (Ezequiel, 40, 47). Este era el “patio interior” (1 Reyes, 6, 36), también llamado “patio de los sacerdotes” (2 Crónicas 4, 9), porque sólo ellos entraban en él, y sólo se admitía a los laicos en circunstancias excepcionales (cf. 2 Reyes, 12, 12; Jeremías, 35 1 y s. y 36) (10). Estaba rodeado por un muro de tres filas de piedras pulimentadas y una fila de vigas de cedro (1 Reyes, 6, 36), probablemente colocadas de canto en forma de barandilla.
El patio estaba pavimentado con losas de piedra (2 Crónicas, 7, 3) y se entraba en él por tres puertas en los lados norte, sur y este (Jeremías, 38, 14; 52, 24; Ezequiel, 40, 28,32,35), la última era llamada la “puerta del rey” (1 Crónicas, 9, 18). En este patio frente a la entrada del pórtico y a una distancia de veintidós codos estaba el altar de bronce de los holocaustos (1 Reyes 8, 64), que era de veinte codos de largo y ancho y diez codos de alto (2 Crónicas, 4, 1). La subida al mismo se hacía por una rampa que daba al este.
Según Ez., 43, 13 y s., el altar consistía en una base cuadrada que medía veinte codos por lado y un codo de alto, con una zanja alrededor del borde; sobre la base había una ancha sección de dieciocho codos por lado y dos de alto, encima de la cual había una segunda sección de dieciséis codos por lado y cuatro de alto. Finalmente venía el
harel, “montaña de Dios”, que medía catorce codos por lado y dos de alto. La parte superior del altar consistía en el
ariel, “corazón de Dios”, que tenía en cada esquina un cuerno de un codo de alto, y en una sección de un codo de alto rematada por una corona.
Entre el Templo y el altar, pero algo más hacia el sur, estaba el famoso “mar de bronce fundido”, un recipiente “todo redondo”, de altura de cinco codos y diámetro de diez codos. El borde exterior, que era del espesor de una mano (cuatro dedos) estaba adornado con calabazas. Tenía una capacidad de 2.000 bates (1 Reyes 7, 23-26). (La capacidad debe haber sido duplicada por el copista, pues un bate equivale a 36,4 litros; pero el diámetro interior del recipiente en vez de permitir una capacidad de 72.800 litros apenas permite 36.000). El mar de bronce descansaba sobre doce bueyes, igualmente de bronce, que estaban en cuatro grupos, enfrentando los cuatro puntos cardinales. Este magnífico recipiente se utilizaba por los sacerdotes para lavar sus manos y pies a las horas del sacrificio. Junto a cada una de las alas derecha e izquierda del Templo había dispuestos cinco recipientes de bronce móviles.
Sobre cuatro ruedas de un codo y medio de diámetro había una basa de cuatro codos de ancho y largo y tres de alto; los bordes estaban decorados con figuras de bueyes, leones y querubines. Sobre este vehículo se fijaba un cilindro de un codo y medio de diámetro y un codo de alto, sobre el que se colocaba un recipiente amplio de cuatro codos de diámetro con forma de plato alargado. Cuatro asas sujetas a las cuatro esquinas de la basa sostenían el recipiente (1 Reyes, 7, 27-39). Estos recipientes móviles, cada uno de los cuales tenía una capacidad de cuarenta bates, se utilizaban principalmente para lavar la carne de las víctimas. Recientemente se ha descubierto en Larnaca, Chipre, un recipiente fenicio de bronce que se corresponde en los más mínimos detalles con el descrito en la Biblia.
El patio interior (1 Reyes, 6, 36), también llamado “patio superior” (Jeremías, 36, 10), implica la existencia de un patio exterior e inferior, y el patio de los sacerdotes (2 Crónicas 4, 9) supone otro para laicos. Hay aún mención de otro en la época de Josafat (2 Crónicas, 20, 5), pero tenemos muy poca información interesante relativa a estos patios que deben haber sido completados y adornados por los sucesores de Salomón. Se afirma, por ejemplo, que Joatham “construyó la puerta más alta de la casa del Señor” (2 Reyes, 15, 35), que se refiere a una nueva puerta, probablemente al norte de un patio.
Por otro lado Acaz reemplazó el altar del holocausto por otro, cuyo modelo había visto en Damasco. También quitó los doce bueyes de bronce y las basas grabadas de los diez recipientes móviles y cambió la puerta del Sábado y la entrada exterior para el rey (2 Reyes, 16, 10-18). Ezequías vació el tesoro del Templo y se llevó las planchas de oro y plata con que él mismo había cubierto las puertas y dinteles, y las dio para comprar la paz con Senaquerib (2 Reyes, 18, 15-16). Manasés profanó el Templo de Jehová por el culto a los ídolos (2 Reyes, 21, 4). Al final el monumento de Salomón, más célebre en la antigüedad por su esplendor que por su tamaño, fue reducido a cenizas por Nabucodonosor en 586.