sábado, 31 de octubre de 2009

Indicaciones para usar los polvos de la Gruta de la Leche

Devoción a Nuestra Señora de la Leche. Por el don de sanación de problemas maternos.


(Estas son las indicaciones que aparecen en la hojita que los franciscanos facilitan junto con las bolsitas que venden de polvo de la Gruta de la Leche)

Conservar un pequeño pedazo de la piedra en caso que se acabe el polvo, de este modo podrán todavía continuar la devoción, teniendo la piedra en mano. El resto de las piedras se reduce en polvo, un poquito cada vez que se necesite, usando la punta de un alfiler, luego mezclarlo con un vaso de agua o leche y beber el preparado, esposa y marido juntos. Si son católicos recen el tercer misterio gozoso de Santo Rosario: "El nacimiento de Jesús en Belén", un Padrenuestro y diez Ave Marías pidiendo a la Virgen de la Gruta de la Leche que interceda al Señor para que sane sus enfermedades y así puedan tener hijos. Practicar esta devoción cada día para que el niño nazca. Si , marido y mujer, no fueran católicos, rezar simplemente a la Virgen, para que sean sanados. Si el marido no quisiera practicar esta devoción, lo haga solamente la mujer.
Si, con ayuda de esta devovión se recibe el don de un bebé, se les ruega gentilmente que nos envíen una fotografía de la familia con el neonato y, adjunto, un testimonio escrito del milagro ocurrido, de este modo podremos sumarla a la colección de los "Niños Milagros". Le pedimos también que recuerden en sus oraciones a los conyuges que están practicando esta devoción, y estén seguros ellos también lo hacen por Uds.
Que el Señor con su Divina Misericordia y a través de la intercesión de Santa María Virgen de la Gruta de la Leche, conceda a Uds. uno de sus "pequeños milagros". Amén.
N.B. Se puede practicar esta devoción para obtener la sanación de otras enfermedades.

sábado, 24 de octubre de 2009

Los Hamsín

"Decía también a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: "Va a llover", y así sucede. Y cuando sopla viento del sur, decís: "Viene bochorno", y así sucede» (Lc 12, 54-55)
Hamsín, significa 50 en árabe. Se les llama así a los vientos provenientes del desierto. Son días en que la ciudad aparece como nublada, pero no es porque haya nubes sino por este fenómeno atmosférico que llena de polvo el ambiente. Suele suceder en cambios de estaciones: entre el invierno y la primavera, o entre el otoño y el invierno. Aunque aquí muchas veces decimos que no hay primavera ni otoño: pasamos directamente del verano al invierno y al revés.
Hay distintas teorías de porqué se le llama Hamsín a este fenómeno. Algunos dicen que porque su duración es de 50 horas, un poco más de dos días. Efectivamente más o menos dura eso. Otros dice que porque suele haber unos 50 hamsín al año. Es verdad que hay muchos, pero tanto como 50, tengo mis dudas. Ahora mientras escribo esta entrada estamos en medio de un Hamsín. Lo notas también -sobre todo si es fuerte- en el picor de los ojos, en la nariz y hasta a veces en la boca. No es muy agradable porque sube la temperatura y hace bochorno. El año pasado hubo uno tan fuerte que mucha gente tuvo que ser hospitalizada con problemas respiratorios, especialmente algunas mujeres que estaban embarazadas. Termina con un viento suave, y le sigue un cierto clima fresco.
Todo el mundo sabe si hay hamsín o no, aunque ya la gente está acostumbrada. El Señor en el Evangelio recrimina a algunos el saber interpretar el tiempo, pero tantas veces son capaces de ver lo que es de justicia. Es justo dar gloria a Dios, pues Él nos ha dado la vida; es justo servir a los demás y pensar en ellos pues para eso hemos sido creados, para amar no para el egoismo. A lo mejor los hamsín para los que aquí vivimos pueden ser buenas industrias humanas que nos ayuden a recordar estas ideas tan importantes.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Entrevista completa en Alfa y Omega

Agradezco mucho a la periodista Anabel Llamas la entrevista que me hizo y publicó la semana pasada en Alfa y Omega. Para los que no son españoles he de explicar que esta revista sobre cuestiones religiosas la publica el diario ABC en España todos los jueves. Por razones de espacio no pudo ser publicada entera. Por eso aprovecho ahora para reproducirla en su totalidad.

¿Qué hace un sacerdote español en Tierra Santa?
Soy un sacerdote del Opus Dei. La Obra está extendida por los cinco continentes y tiene vocación universal. Muchos Obispos de regiones donde no hemos comenzado solicitan al Obispo Prelado que vayan miembros de la Obra a sus países. Cuando vamos a vivir a un país nos proponemos hacernos del lugar. Poco a poco la gente va conociendo la Obra, y al cabo de un tiempo –cuando Dios quiere- empieza a haber vocaciones del propio país. Al cabo de unos años ya no hace tanta falta que vaya gente de fuera. Si la labor es difícil –depende de los sitios- siempre vienen bien refuerzos. En Tierra Santa llevamos pocos años todavía. Por tanto, que haya venido a vivir a Tierra Santa tiene que ver con la labor de la Obra en este país. Creo que era necesario explicar esto para responder a la pregunta. Pude saludar al Papa en su reciente viaje a Tierra Santa. Al decirle que era del Opus Dei y que llevaba tres años estudiando árabe, lo primero que le salió –pues conoce bien la Obra y la quiere mucho- fue decir: -Se ve la universalidad del Opus Dei.
He venido a Tierra Santa para servir a la Iglesia de esta manera, con la finalidad de promover la santificación de los cristianos en su vida ordinaria, en su vida familiar y en su trabajo profesional, ayudándoles a hacerlo con perfección y ofreciéndoselo a Dios. Pienso que esto es algo muy necesario en todo el mundo, pero en esta Tierra de un modo especial es importante la virtud de la justicia en el trabajo y en las relaciones sociales.
Cuando me dijeron si quería venir a vivir aquí me llevé un buen susto. Lo primero que pensé fue en las bombas. Después recordé la ilusión que me hacía conocer la Tierra del Señor, los lugares Santos. Finalmente –y esto es lo que más importaba- me atrajo poder servir a todas las personas que viven en estos lugares tan especiales, tanto árabes como hebreos. Me ilusionó aprender idiomas tan exóticos como el árabe y el hebreo para poder ayudarles. Además, cada vez hay más gente que viene de peregrinación. Es un impacto fortísimo poder rezar en los lugares Santos. Aquí hay mucha gracia de Dios, y es necesario que haya sacerdotes, pues somos dispensadores de Su gracia.
Principales dificultades con las que se ha encontrado en todo este tiempo.
Los idiomas son una dificultad grande. Ya sabía algo de inglés, y poco a poco lo he ido mejorando. Era necesario para entenderme, para atender a las personas, para la predicación. Pero el inglés no es el idioma del país. Los idiomas son el árabe y el hebreo. Unos meses antes de venir empecé a estudiar árabe clásico con un profesor libanés en Zaragoza. Cuando llegué aquí tuve que empezar de nuevo, pues el árabe dialectal es distinto, al menos en las palabras más usuales. En Jerusalén más o menos la gente habla inglés. Pero cuando iba a Nazaret me encontraba con personas que sólo hablaban árabe o hebreo. Después de estos años me manejo con el árabe, pero todavía noto que me queda. Cuando me sienta más seguro espero empezar con el hebreo. Muchas veces llaman a casa por teléfono y tengo que pasar al inglés si me hablan en hebreo. También hay muchos rusos en el país. Nos hemos encontrado personas que viven en lugares de Israel donde sólo hablan ruso. En fin, el problema de los idiomas aquí es grande. Pero nunca he dejado de entenderme con alguien que tuviera real interés en hablar conmigo.
Otra dificultad es la distinta cultura del país. Es una forma de vida distinta. Esto varía lógicamente si hablamos de árabes o hebreos. Son distintos, cada uno con sus modos de ver la vida y de actuar. Al haber tan pocos cristianos se echa en falta una cultura cristiana. Por ejemplo, en Jerusalén durante las navidades no se ven adornos navideños, ni belenes por las calles. Se ven algunos en la ciudad antigua. Para ver ese ambiente hay que irse a Belén.
También cansan bastante los constantes controles de seguridad requeridos por la situación. Al entrar o salir del país son notables los chequeos que nos hacen. También al desplazarse por la ciudad se ven muchos militares armados siempre. Hay mucha policía por las carreteras. En broma decimos que si no ves un coche de policía delante es que lo tienes detrás. Para ir a Cisjordania, hay que cruzar Check Points, a veces esperando tiempo para pasar, por las largas colas que se forman.
¿Qué idea tienen allí de España?
España, en general, se ve desde aquí como un país desarrollado que está pasando una crisis grande. No sólo crisis económica, sino sobre todo de valores. La moralidad pública en Tierra Santa, en general, está mucho más alta que en España.
Mi impresión es que se considera España y, en concreto, a los españoles como gente abierta, simpática y agradable de trato. Cuando me han contado árabes o judíos sus viajes a España siempre han vuelto encantados del país y de sus gentes.
También se conoce mucho el país por la afición que empieza a haber aquí al fútbol. Al comprobar que eres español en un Check Point a veces te dicen: ¡España. Real Madrid! o ¡Me gusta el Barcelona! Me ha llamado la atención ver cómo se sigue desde aquí el fútbol de Europa. Retransmiten muchos partidos, y la gente suele ser de un equipo europeo. Durante la Eurocopa, en Nazaret, muchas casas tenían colgando banderas de distintos países a los que apoyaban. Ahora, como España va bien deportivamente, se sigue mucho.
¿Cómo viven otros españoles que conoce allí?
Conozco algunos españoles que viven aquí, pero no les veo mucho. Casi siempre estoy con palestinos o israelíes. La verdad es que no es un lugar fácil para adaptarse, en parte por las dificultades que he contado antes: los idiomas, cultura distinta... Es una cultura y mentalidad oriental. Los españoles que conozco suelen estar pocos años, pues después tienen que abandonar el país. Muchos tienen ganas de regresar a España pues sienten la tensión del país. Esto se nota más en Jerusalén, pues es la ciudad deseada por todos. No me refiero a la tensión del miedo a que haya violencia o atentados terroristas –últimamente hay muchos menos-, sino a la inquietud que se respira en el ambiente. Al conducir por Jerusalén a veces queda reflejada la poca educación, enfados, se toca mucho el claxon… En otras partes del país, como Nazaret o Haifa, esto es distinto.
Cuenta usted en su blog que trabaja con niños, entre otros. ¿Cómo son los niños de allí…? ¿Cree que se parecen mucho a los españoles?
He atendido durante tres años los clubes que tenemos aquí, y he podido conocer bien a niños y niñas de estos lugares. Antes de venir –ya siendo sacerdote- también estuve con niños unos nueve años en Zaragoza. Los niños de aquí son iguales que en todos lados. Tienen las virtudes de los niños: sencillez, confianza, audacia… Y también las dificultades de la sociedad actual: se distraen mucho, están todo el día jugando con el ordenador o la Play Station. Si están fuera de su casa llevan siempre su móvil y no paran de jugar con él. Les encanta el fútbol y están pensando todo el día en jugar a ese deporte.
También, como he comprobado en España, para el trato con Dios –si se les enseña- tienen una piedad especial, facilitada por las virtudes que decía antes: sencillez, confianza… Les atraen mucho las cosas de Dios si se les presentan de forma adecuada. Muchas veces dan ejemplo a sus padres para que recen más y se acerquen a Dios. Mi experiencia es que -sean de la religión que sean- los niños, sobre todo son niños. Se les puede tratar con toda confianza. No están todavía maleados. Es más fácil que comprendan que todos somos iguales y que hay que querer a todo el mundo. Y en esas estamos.
¿Cómo encuentra la fe de los cristianos allí? La visión de muchos es muy pesimista. Hablan de que se sienten solos, la pobreza, el “ostracismo” por parte de los judíos… ¿Hay conversiones? ¿Es fácil vivir allí para un cristiano? Me imagino por otro lado que no es lo mismo Jerusalén o Tel Aviv
Los cristianos aquí tienen muy poca formación. No suelen conocer bien su fe, aunque tienen una profunda conciencia de su identidad cristiana. Viven de la tradición que han recibido de sus familias. Pertenecen a una religión determinada, y se agarran a eso con gran seguridad y convicción. Les falta conocer y profundizar en su fe. No suelen hablar de cuestiones de religión con otras personas, en parte porque les faltan ideas, argumentos. Esta es una de nuestras primeras labores aquí: dar formación cristiana. San Josemaría decía que el Opus Dei era una gran catequesis.
Otra tarea que también tiene que ver con la fe es el optimismo. Efectivamente la visión que nos encontramos aquí es muy pesimista. Muchos árabes cristianos han ido –poco a poco- abandonando esta Tierra para irse a vivir fuera. En líneas generales los que se quedan aquí conviven con la mentalidad de que no hay esperanza. Es cierto que algunos han visto cómo durante muchos años se intentaba conseguir la paz, y todavía no se ha alcanzado. Pero, eso se ha trasladado también sin darse cuenta, al aspecto personal: una visión de la vida negativa. Un árabe empresario de Nazaret se había propuesto dar charlas a chicos que terminaban el colegio. Quería transmitirles la idea de que si se quieren hacer cosas se puede. Para ello lo primero es huir de la mentalidad de que todo es muy difícil. Efectivamente, muchas veces no es fácil, pero si se quiere se puede.
Es verdad que hay lugares -especialmente en Cisjordania- donde las dificultades son mayores. Hay situaciones de pobreza, problemas reales para encontrar trabajo, fronteras cerradas que impiden el libre comercio. Por otro lado también hay dificultad para hallar –sobre todo las mujeres- hombres con quienes casarse. Y se dan con frecuencia situaciones muy duras en que cristianas se casan con musulmanes y dejan de ver a sus padres y hermanos.
Conversiones hay, como en todo el mundo. Pero son pocas. De todas formas se puede decir que hay un interés muy grande por el catolicismo. Lo comprobamos en el seguimiento del viaje del Papa a Tierra Santa. En esos días algunos policías me hicieron algunas preguntas sobre nuestra fe con verdadero interés. Muchos no cristianos están interesados en conocer mejor nuestra religión. Por ejemplo, en las Misas de nochebuena, la mitad de los asistentes no son cristianos, pero quieren conocer lo que hacemos.
La vida para un cristiano en Tierra Santa no es fácil, como en tantos otros sitios del mundo. Pongamos el caso más frecuente: el de los cristianos árabes. Su vida aquí es una vocación a mantener viva la fe en la Tierra donde nació, vivió, murió y resucitó nuestro Señor Jesucristo. A los que rezan y profundizan en la fe esto les llena de ilusión, y les lleva a quedarse y procurar formar un núcleo familiar cristiano que vaya poco a poco influyendo en la sociedad. Es necesario que así sea. Y esa es nuestra misión aquí. Nuestra Señora, Reina de Tierra Santa, nos ayudará para conseguir esto, y sabemos que nos protegerá en su Tierra mirándonos siempre con especial cariño.

miércoles, 7 de octubre de 2009

La costumbre del saludo en los árabes

Algo que llama la atención en el mundo árabe es la costumbre que tienen de saludarse prolongadamente y con mucha educación. Hay distintos tipos de saludos, y los usan con muchísima frecuencia. Sólo con los palabras que intercambian al encontrarse pueden pasar un buen rato hablando. Para ellos es una norma básica de cortesía. El problema es cuando uno tiene prisa o llega tarde a algún sitio. No es fácil saludar rápidamente. Quizá por eso el Señor en el Evangelio para indicarles que fueran directos y con cierta prisa a cumplir su misión, les animó a que no se pararan a saludar si se encontraban a alguien por el camino.
"Después de estas cosas, el Señor designó a otros setenta, a los cuales envió delante de Sí de dos en dos, a toda ciudad y lugar a donde Él había de ir. Y les decía: "La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies. Id: he aquí que yo os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias, y no saludéis a nadie por el camino". (Lc 10, 1-4)
En la lengua árabe el saludo es lo que primero se debería aprender, pues es lo que más se usa. Muchos saludos hacen referencia a Dios, dando gracias, acudiendo a su protección... Un ejemplo de conversación inicial, con algunos saludos típicos en el árabe coloquial, podría ser:
-ahlan wa sahlan. Bienvenido
-marhaba. Hola. Kif halak? ¿Como estás?
-Al Hamdou li-lah. Alabado sea Dios.
-Shu ahbarak. Que noticias tienes (como va todo)
-Shukran. Mniha. Gracias. Bien (Todas las cosas bien).
-Kif il-haal? ¿Cómo está la situación? (¿cómo te va?)
-Nushkur Alla. Demos gracias a Dios (demos gracias porque todo va bien)
-Kull ishi tamam? ¿Todo perfecto?
-in shaa' Allah. Si Dios quiere
-ma9 salame. La paz sea contigo.
-nshufak. Nos vemos.
En la época de nuestro Señor seguro que se saludaban así, utilizando estas expresiones que son tan características y que tienen siglos de tradición.

sábado, 3 de octubre de 2009

Nuestra Iglesia, la Iglesia del Calvario

Recientemente ha tenido lugar el Sínodo para Oriente Medio. Ha sido del 10 al 24 de octubre. Reproduzco algunas palabras de su Beatitud Mn. Fouad Twal, patriarca latino de Jerusalén, en una entrevista concedida a Radio Vaticana, tras las reuniones mantenidas la semana pasada para poner en marcha la organización del Sínodo, que llevaba por tema: “La Iglesia Católica en Medio Oriente. Comunión y testimonio. La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma”. Así hablaba el Patriarca:

“Nos sentimos felices por esta convocatoria del Sínodo para Medio Oriente y -considerando la situación que viven los cristianos y que vive toda la región, también los musulmanes, los judíos- hemos sentido la necesidad de poner sobre la mesa nuestros temores, nuestras angustias, nuestras aspiraciones, y quizá algunas propuestas para el futuro, con el fin de confirmar a nuestros fieles en su fe, consolidar su presencia contra esta hemorragia humana de la emigración. Sentimos la necesidad de estar junto a la Santa Sede, bajo el auspicio del Santo Padre, aquí en Roma. La Iglesia en el Medio Oriente es todavía una Iglesia del Calvario, una Iglesia que lleva la Cruz, y a menudo nos parece que este camino de Cruz no tiene un final. Venimos aquí ya heridos, sufriendo, pero también llenos de esperanza y, tras el paso del Santo Padre entre nosotros por Tierra Santa, Jordania, Palestina e Israel, vengo a pedir también la solidaridad y la oración de toda la Iglesia universal, exhortando a las Conferencias Episcopales, a los cristianos, a sentirnos unidos y responsables de la comunidad cristiana que se ha quedado en Tierra Santa. Es el mismo llamamiento que el Santo Padre hizo y que no hago sino repetir, pidiendo más oraciones, más solidaridad, más cercanía a nosotros y ¡seréis todos bienvenidos a Tierra Santa! Deseo que esta Tierra no permanezca para siempre como una tierra de conflicto. Nos toca a nosotros dar tiempo al tiempo, no perder nunca la esperanza. Uno de los aspectos fundamentales de los que se hablará en el Sínodo es la necesidad de la comunión entre los católicos de los diversos ritos. Luego, el diálogo con el Islam y con Israel. Son muchos los problemas que nos preocupan. Espero que se puedan remediar tantas angustias, tantos temores, tantos obstáculos, tantas dificultades como vivimos. Un día tendremos la alegría de vivir en paz, de tener una vida normal. No pedimos ningún privilegio. Queremos vivir como todos los otros pueblos una vida normal, y esto no lo tenemos todavía. El Señor nos lo dijo: “Si alguno quiere seguirme, que cargue con su Cruz. Nosotros la llevamos, en la esperanza de que tendremos un día la alegría de vivir en paz”.
Quería recoger esta entrevista y estas palabras de su Beatitud, pues pienso que pueden ayudar a quienes las lean para rezar más por la Iglesia en Tierra Santa.