El Museo de Israel, que guarda los milenarios Rollos del Mar Muerto, unos misteriosos documentos bíblicos, muestra ahora, y por tres meses, un fragmento antiguo del Génesis, nunca expuesto antes al público.
“Esto es parte de la copia del libro de Génesis, el único testimonio físico de este documento en el mundo”, cuenta el encargado de la exposición, Adolfo Roitman. El fragmento del manuscrito se encuentra en una vitrina, cubierta con un cristal inteligente diseñado para proteger cualquier tipo de degradación, una innovación tecnológica israelí de última generación.
“El contenido del fragmento expuesto es la columna diez del Génesis y trata sobre el patriarca bíblico Noé después del diluvio universal”, explica.
En la versión bíblica del Pentatéuco, el Dios de Israel, ordena a Noé que salga del arca con su familia. Una vez fuera, el patriarca realiza un sacrificio de agradecimiento, pero en el fragmento del Génesis, se nos dice que el sacrificio no se hizo fuera del arca, sino dentro de ella”, dice, desvelando uno de los contenidos destacados del excepcional pergamino.
“Las luces que iluminan el documento, se encienden cada 30 segundos. Están integradas dentro del propio cristal, una novedad tecnológica que permite al público ver el manuscrito y también evitar todo el daño posible al pergamino, que ya de por sí es enormemente sensible”, añade el encargado, que considera los rollos del Mar Muerto como “una ventana al mundo antiguo”.
El documento, escrito en arameo hace 2100 años, “es una copia excepcional de las historias del libro del Génesis, nos permite conocer mejor las interpretaciones de estos pasajes bíblicos y saber cómo eran entendidos por los judíos de hace dos milenios”.
El Santuario del Libro, compuesto por tres espacios en el Museo de Israel, “tiene una división tripartita que se inspira en los templos judíos antiguos”, remarca Roitman.
Los Manuscritos del Mar Muerto, un total de ocho rollos, fueron descubiertos por beduinos en el año 1947 en las cuevas de Qumrán, a orillas del mar, y desde 1965 están expuestos en el Santuario del Libro, cuya tercera sala tiene una forma ovalada coronada por una cúpula blanca, elementos que recuerdan la tapa de la vasija donde se encontraron los documentos antiguos.
“Intentamos preservar los manuscritos como se preservaron durante 2000 años en las grutas de Qumrán, sin embargo, no podemos evitar su destrucción, porque los pergaminos son materiales orgánicos destinados a desaparecer, pero hacemos más lento su proceso de degradación cuidando el nivel de humedad y de temperatura en que se exhiben”, agregó Roitman.
“El propósito es exponer el manuscrito original, pero siempre teniendo en cuenta que nuestra obligación es preservarlo para las próximas generaciones”, comenta el encargado, que subraya el valor del contenido del manuscrito.
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