Hoy he podido estar en Belén, pero la Nochebuena ayer la celebré en casa. Al llegar esta mañana a Belén me ha dado la impresión de que había más gente que nunca. Y sobre todo muchísimas filipinas. Al caer este año la fiesta en sábado han podido ir a festejar a Belén y lo han hecho muchísimas. Cuando he llegado a la basílica me ha impresionado que la fila para besar la gruta salía bastantes metros fuera de la basilíca. Cuando he podido entrar en la gruta los franciscanos estaban coordinando el a la gente. Para que nadie se quedara sin pasar por el lugar del nacimiento de Jesús, no permitían que nadie besara la estrella. Ha sido un instante el estar allí, pero suficiente para imaginarme a la Sagrada Familia y pedirle al Señor por tantas intenciones mías, y de familiares, amigos y conocidos del blog que me han ido pidiendo. He vuelto a casa con la satisfacción de haber vuelto a visitar el lugar del nacimiento del Señor en el día en que se festeja.
Un amigo, que tenía entradas y pudo estar ahí en la Misa de Nochebuena me la ha transmitido con detalle. Algunas partes -como lo que cuenta del final de la procesión- las ha escrito siguiendo el texto del folleto para seguir la ceremonia que lleva por título: in Nativitate Domini.
"De Jerusalén a Belén habían decorado la carretera con luces festivas. Al llegar a Belén estaban todas las calles llenas de motivos navideños. Las calles se encontraban abarrotadas de gente. Había mucho tráfico al entrar en Belén. Nos metimos detrás de unos coches diplomáticos y, así, conseguimos que nos dejaran aparcar en la misma plaza de la Natividad, donde sólo había unos 20 automóviles. Tras pasar los rutinarios controles pudimos entrar en la basílica. Nos pusimos atrás de pie pues, aunque habíamos llegado casi con dos horas de antelación, estaba toda la iglesia llena de fieles y todos los bancos ocupados. Durante el tiempo de espera ensayamos las canciones en latín para la Misa. Había gente de todos los países: llamaba mucho la atención la universalidad. A las 12 en punto sonaron las campanas, y los concelebrantes junto con el Patrirca recorrieron el pasillo central hasta el prebiterio. La Misa fue en latín. Las homilias fueron en frances, castellano, italiano, alemán, inglés y árabe. El mesaje fue común: hoy es un día de alegría pues el Señor nos ha salvado, esta junto a nosotros, y ha venido para traernos la paz verdadera. En esta ocasión Abu Mazem permaneció más tiempo en la ceremonia. Se quedó hasta después de darse el signo de la paz. En la homilia asentía con frecuencia a lo que el Patriarca iba diciendo acerca de la paz. Al terminar la Misa el coro comenzó con un canto la procesión hacia la gruta. Los concelebrantes iban delante y el Patriarca al final con el Niño en brazos. La gente intentaba tocar al Niño y el Patriarca lo facilitaba acercando la imagen. La procesión continuó por el claustro hasta llegar a la gruta. Allí los sacerdotes concelebrantes besaban la estrella y finalmente llegó el Patriarca. Empezó a leer el Evangelio un diácono y cuando llegó al momento del nacimiento de Jesús se dirigió hacia la estrella y dijo:
-AQUI nació su hijo primogénito
Y en ese momento envolvió en pañales al Niño. Después trasladó la imagen al pesebre –cuyo lugar está a tres metros- y dijo:
-Y lo reclinó en ESTE pesebre, porque no había lugar en la posada.
Terminó el Evangelio y se cantó el Gloria in exelsis Deo. Después el Te Deum mientras la procesión se retiraba a la sacristia.
A la salida un gran ambiente de alegría y felicitaciones en todas la lenguas. Impresionaba pensar que Dios se ha hecho hombre para salvar a todos los hombres, de todas las razas, lenguas y naciones".
Un amigo, que tenía entradas y pudo estar ahí en la Misa de Nochebuena me la ha transmitido con detalle. Algunas partes -como lo que cuenta del final de la procesión- las ha escrito siguiendo el texto del folleto para seguir la ceremonia que lleva por título: in Nativitate Domini.
"De Jerusalén a Belén habían decorado la carretera con luces festivas. Al llegar a Belén estaban todas las calles llenas de motivos navideños. Las calles se encontraban abarrotadas de gente. Había mucho tráfico al entrar en Belén. Nos metimos detrás de unos coches diplomáticos y, así, conseguimos que nos dejaran aparcar en la misma plaza de la Natividad, donde sólo había unos 20 automóviles. Tras pasar los rutinarios controles pudimos entrar en la basílica. Nos pusimos atrás de pie pues, aunque habíamos llegado casi con dos horas de antelación, estaba toda la iglesia llena de fieles y todos los bancos ocupados. Durante el tiempo de espera ensayamos las canciones en latín para la Misa. Había gente de todos los países: llamaba mucho la atención la universalidad. A las 12 en punto sonaron las campanas, y los concelebrantes junto con el Patrirca recorrieron el pasillo central hasta el prebiterio. La Misa fue en latín. Las homilias fueron en frances, castellano, italiano, alemán, inglés y árabe. El mesaje fue común: hoy es un día de alegría pues el Señor nos ha salvado, esta junto a nosotros, y ha venido para traernos la paz verdadera. En esta ocasión Abu Mazem permaneció más tiempo en la ceremonia. Se quedó hasta después de darse el signo de la paz. En la homilia asentía con frecuencia a lo que el Patriarca iba diciendo acerca de la paz. Al terminar la Misa el coro comenzó con un canto la procesión hacia la gruta. Los concelebrantes iban delante y el Patriarca al final con el Niño en brazos. La gente intentaba tocar al Niño y el Patriarca lo facilitaba acercando la imagen. La procesión continuó por el claustro hasta llegar a la gruta. Allí los sacerdotes concelebrantes besaban la estrella y finalmente llegó el Patriarca. Empezó a leer el Evangelio un diácono y cuando llegó al momento del nacimiento de Jesús se dirigió hacia la estrella y dijo:
-AQUI nació su hijo primogénito
Y en ese momento envolvió en pañales al Niño. Después trasladó la imagen al pesebre –cuyo lugar está a tres metros- y dijo:
-Y lo reclinó en ESTE pesebre, porque no había lugar en la posada.
Terminó el Evangelio y se cantó el Gloria in exelsis Deo. Después el Te Deum mientras la procesión se retiraba a la sacristia.
A la salida un gran ambiente de alegría y felicitaciones en todas la lenguas. Impresionaba pensar que Dios se ha hecho hombre para salvar a todos los hombres, de todas las razas, lenguas y naciones".