Su identificación se basa en el conjunto de los datos proporcionados por las fuentes literarias y la arqueología. Fue construida a mediados del siglo I a.C. Se conserva prácticamente toda la planta, bastante amplia, con unos muros de hasta un metro de altura.
Es de construcción irregular y sencilla, rústica, pero formando un bloque cerrado con una sola puerta exterior en el noreste. Los pavimentos estaban construidos a base de un lecho de piedras cubiertas con una capa de tierra apisonada.
Esta 1ª fase subsistió hasta el siglo IV, si bien desde el siglo I d.C. experimentó ciertos cambios al convertirse en un lugar de veneración y culto de la primera comunidad cristiana, lo que se llama iglesia doméstica: el pavimento de tierra se sustituyó por un revestimiento de mortero blanco, además de la decoración de las paredes con pintura.
Restos de la casa de San Pedro. Cafarnaún Durante la 2ª fase la domus-ecclesia fue ampliada y reforzada por un gran arco central y se construyó un nuevo pavimento policromado y algunos muros se pintaron de nuevo.
Todo el bloque de la antigua vivienda se aíslo del resto del poblado por un muro de 11 metros de perímetro con forma trapezoidal, con dos puertas al Norte y al Sur.
A esta fase se refiere Egeria cuando dice: “En Cafarnaún, la casa del príncipe de los apóstoles ha sido convertida en Iglesia, y sus paredes están como entonces”. Esto indica que la reforma respetó la estructura original primitiva.
En la investigación aparecieron gran cantidad de fragmentos con restos de dibujo policromo y cantidad de grafitos en griego, arameo, latín,…, que demuestran el carácter cristiano de la casa de Pedro.
La 3ª fase se corresponde con la iglesia octogonal de mediados del siglo V, construida sobre la casa de Pedro. Tenía un templete central sobre el lugar de culto de la fase anterior y un pórtico exterior abierto que la circundaba por cinco de sus lados. El extremo oriental terminaba en un arco y ábside dentro del cual pueden verse restos del baptisterio. El pavimento era de mosaico, destacando el del octógono interior, que representa un pavo real.
La sinagoga se hallaba construida sobre una plataforma, lo que realzaba la blancura de sus piedras calcáreas, con una decoración muy atrevida, alejada de los cánones del judaísmo, que la hacía resaltar con respecto a las casas de basalto oscuro, lo que la convertía en símbolo de la riqueza y prestigio de la ciudad.
El edificio, de estilo helenístico-romano, se componía de dos partes principales: la sala de oración, de planta rectangular y tres naves, orientada en dirección N-S, y un patio porticado al este, de planta trapezoidal.
Las naves se hallaban separadas por las filas de columnas que sostenían los muros perimetrales y una galería de las mismas dimensiones que el deambulatorio. No es ésta la sinagoga en la que predicó Jesús, como se ha afirmado muchas veces y no hay seguridad de que la sinagoga del siglo IV esté en el emplazamiento exacto de la sinagoga construida por el centurión en el siglo I.
Es discutida la funcionalidad de una pequeña sala exterior cuadrada adosada al muro, aunque parece claro que tenía una dependencia estrecha con la sinagoga. También se ha discutido sobre el origen de algunos juegos conservados en ciertas losas del patio, aunque hay motivos para pensar que son de origen árabe.
La investigación arqueológica parece haber zanjado la polémica sobre el origen de la sinagoga. La estratigrafía muestra que el edificio principal y la salita norte fueron construidos a finales del siglo IV. En cambio el patio oriental fue construido en una segunda fase, avanzado ya el siglo V. Cerca de la puerta de salida todavía pueden verse algunas piedras de la sinagoga con la Menorá o Candelabro de Siete Brazos y un militar de tiempos de Adriano.
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