Es posible que los peregrinos presentes en el Santo Sepulcro este martes 22 de marzo se hayan preguntado a qué tipo de ceremonia han asistido al final de la mañana. Griegos ortodoxos, franciscanos y armenios se han reunido para bendecir... ¡los andamios!
Durante los últimos meses, en secreto, los responsables de las Iglesias de Tierra Santa que custodian la basílica de la Resurrección han trabajado promoviendo una serie de estudios sobre la posibilidad de restaurar la Tumba de Cristo. Sin embargo, no es ningún secreto para nadie que la Tumba, situada en el centro de la rotonda del Santo Sepulcro, está en un estado de deterioro avanzado.
Los trabajos y consultas han dado lugar a una conferencia a principios de marzo en Atenas en presencia de distintos ministros del gobierno griego, de los patriarcas greco ortodoxos de Atenas y de Jerusalén, Teófilo II, del custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, y del patriarca armenio Nurhán Manuguián, así como de un centenar de invitados. Durante el encuentro, ladoctora Antonia Maropoulou, profesora de la Universidad Técnica Nacional de Atenas, presentó los resultados del estudio dirigido por ella sobre el estado del edificio. El estudio, multidisciplinar, ha estado realizado en colaboración con muchos otros científicos griegos.
La profesora Moropoulou puso en evidencia los defectos estructurales del edificio desde su construcción. Además, reveló que algunos factores contemporáneos contribuyen a hacerlo todavía más frágil.
En primer lugar está la gran afluencia de peregrinos y turistas a la basílica. La causa principal de la torsión de los bloques de mármol se debe a la alteración de la argamasa, causada por la humedad creciente producida por la condensación de la respiración de los visitantes. Además, el estudio termográfico del lado Sur del edículo ha mostrado que el uso de las velas, consumidas durante horas a pocos centímetros de la estructura (si es que no la tocan directamente), son causa de las fuertes presiones térmicas sobre el mármol.
A todo esto se añade el humo, que provoca una acumulación de depósitos negros y oleaginosos que deterioran el mármol creando las condiciones para que se produzcan reacciones físico-químicas que aceleran la oxidación y el deterioro de las superficies arquitectónicas.
Los trabajos han comenzado al finalizar las fiestas de la Pascua católica y después de las fiestas ortodoxas. Previstos para una duración de al menos ocho meses, terminarán a comienzos de 2017, es decir setenta años después de la colocación de la armadura metálica, instalada durante el Protectorado británico. Los trabajos de restauración se documentarán continuamente por un equipo compuesto por cerca de treinta profesores de distintos departamentos de la Universidad Técnica Nacional de Atenas, así como otros expertos por parte de los católicos y de los armenios que formarán parte del equipo. Durante los trabajos el lugar santo será todavía accesible para el culto y la devoción de los fieles.
El acuerdo al que han llegado las distintas Iglesias es el de llevar a cabo una restauración para su conservación. Se intentará desmontar el edículo para reconstruirlo de forma idéntica. Solo las partes más frágiles o rotas serán sustituidas. Las piezas de mármol que se puedan conservar serán pulidas y la estructura que las soporta se verá consolidada.
Los trabajos van a estar financiados por las tres confesiones cristianas del Santo Sepulcro: los griegos ortodoxos, los franciscanos y los armenios. A ellos se unirá la participación de financiación pública por parte del gobierno griego y benefactores privados. El Fondo Mundial para los Monumentos (World Monuments Fund, WMF) ha manifestado su interés en participar.
http://www.fundaciontierrasanta.es/
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