Medianoche. Un canto resuena en la iglesia abarrotada de Santa Catalina en Belén: “Gloria in excelsis deo”. El órgano suena con fuerza, redoblan festivas las campanas, la multitud se levanta.
Es la Navidad que ha llegado. La primera frase del Gloria es proclamada por el Administrador Apostólico del patriarcado latino, Pierbattista Pizzaballa, que celebró la misa de medianoche del 24 de diciembre donde todo comenzó.
Sobre el altar, una pequeña estatua de Jesús para recordar la presencia de aquel Niño pequeño, pobre, que ninguno quiso acoger y que nació allí, en un establo de Belén.
«A raiz del Jubileo de la Misericordia podemos entender la Navidad como la puerta que Dios mantiene abierta para salir al encuentro del hombre e invitarlo a entrar en comunión con Él», dijo Pizzaballa en la homilía. «Tenemos miedo de lo que sucede en el mundo, nuestras esperanzas aquí, como en muchos países del mundo, naufragan en medio de la corrupción, del imperio del dinero, de la violencia sectaria, del miedo – apuntó Pizzaballa refiriéndose a los acontecimientos actuales – en Siria, Irak, Egipto, Jordania. Pero también en nuestra Tierra Santa continúa creciendo la sed de justicia y dignidad, de verdad y de amor verdadero». ¿Cuál es la respuesta a todo esto? «Tú eres nuestra esperanza: no seremos defraudados», concluyó.
Al finalizar la celebración, se dirigió en procesión a la Gruta de la Natividad. Sentado en primera fila se encontraba el Presidente de las Autoridad Nacional palestina Mahmud Abbás, entre otros ministros, embajadores, cónsules y diplomáticos.
El 24 de diciembre empezó desde por la mañana como un día de fiesta y de oración por la comunidad cristiana. Mons. Pierbattista Pizzaballa dio comienzo a la jornada a las 11:15 en la sede del Patriarcado latino con los tradicionales saludos de Navidad para los cuales el hijo del mukhtar, el responsable de la comunidad latina en Jerusalén, leyó un discurso en representación de su padre.
Después, una procesión de coches partió rumbo a Belén. La primera etapa, Mar Elías, después la tumba de Raquel y, para terminar, en una breve parada fuera de programa, Pizzaballa bajó del coche para saludar a un grupo de palestinos que le esperaban con pancartas y fotos en el exterior de un campo de refugiados a la entrada de Belén.
Al llegar a la Plaza del Pesebre, delante de la iglesia de la Natividad, hizo su entrada solemne, precedido de los scout que desfilaban con uniformes y tambores. En la iglesia de Santa Catalina comenzaron así las oraciones de Navidad con las primeras Vísperas a las 14:00 y la primera procesión a la Gruta Sagrada a las 16:00.
El custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, bendijo el belén colocado en el exterior de la iglesia, donado por la provincia autónoma de Trento al Papa Francisco el año pasado y regalado de nuevo por el pontífice a Belén. «La bendición del belén tiene el significado de acoger este regalo, acoger siempre el misterio que este don representa: la encarnación de nuestro Señor Jesucristo», dijo fray Patton.
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