El Santo Sepulcro corre el peligro de colapsar, si no se aplican medidas adecuadas para consolidar sus fundamentos inestables. La advertencia llega del mismo equipo de arqueólogos y expertos que han completado con éxito la restauración del Edículo (estructura que, dentro del santuario, contiene los restos de una cueva venerada al menos desde el siglo IV de nuestra era como la tumba de Jesús). Todo el complejo del Santo Sepulcro – ha declarado a National Geographic la arqueóloga griega Antonia Moropoulou, docente en la National Technical University de Atenas (NTUA) y coordinadora científica del proyecto de restauración que acaba de terminar – podría verse amenazada por “una falla estructural importante”. Y si esto ocurriese – ha añadido la arqueóloga griega, “no sería un proceso lento, sino más bien catastrófico”.
Las hipótesis alarmantes han tomado forma durante los estudios realizados en el Santo Sepulcro por el equipo de expertos encargados de la restauración del Edículo. Al terminar el trabajo, la investigación del equipo, comunicado a National Geographic, ha puesto de manifiesto que todo el complejo, cuya última restauración se remonta al siglo XIX, parece estar construido en gran parte sobre una base inestable de restos de estructuras anteriores, con un subsuelo atravesado por galerías y canales.
El santuario realizado por el emperador Constantino, construido sobre los restos de un templo romano anterior alrededor de lo que se veneraba como la tumba de Jesús, había sido parcialmente destruido por los invasores persas en el siglo VII, y luego por los fatimíes en 1009. La iglesia fue reconstruida en mitad del siglo XI.
Los detalles técnicos del expediente, recogidos también gracias al uso del geo-radar y de cámaras robóticas, describen una situación alarmante en cuanto a la estabilidad del santuario, visitado cada año por millones de peregrinos y turistas, muchos de los pilares de 22 toneladas que sostienen la cúpula descansan sobre un metro y medio de escombros poco consolidados.
La restauración entorno al Edículo, que se celebró el miércoles, 22 de marzo, con una ceremonia ecuménica en la que estaba presente el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I – contó con la cooperación eclesial de las tres componentes que comparten la responsabilidad de la basílica (Patriarcado greco-ortodoxo de Jerusalén, Patriarcado armenio apostólico de Jerusalén y la Iglesia Católica, a través de la Custodia de Tierra Santa).
A la financiación de las obras también contribuyó el Rey de Jordan Abdullah II - que en abril el año 2016 envió como “beneficencia real” (Makruma) una donación personal sustancial para el proyecto - y el presidente palestino, Mahmud Abbas, con una “contribución personal”, el pasado octubre (véase Fides 18/10/2017).
Ahora, el equipo griego que, después de la conclusión de los trabajos de restauración del Edículo, ha dado la alarma sobre la debilidad estructural del complejo, ha estimado que se necesitan al menos seis millones de euros para la realización de las obras necesarias para asegurar la basílica. El sábado 18 de marzo, un comunicado difundido por la Custodia de Tierra Santa ha informado de que “la Santa Sede ha asignado 500 mil dólares como contribución para comenzar la nueva fase de consolidación y restauración en el Santo Sepulcro. Esta contribución “será concedido después de que las comunidades titulares del Status Quo habrán establecido de mutuo acuerdo un comité especial”.
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