Teológicamente la palabra Iglesia designa al pueblo creyente que Dios llama y reúne de todas partes para formar la asamblea de todos aquellos que, por la fe y el Bautismo, forman parte de un solo cuerpo, con Cristo a la cabeza. En la actualidad también designamos mediante la palabra iglesia al lugar físico dónde se reúne esa asamblea, aunque una palabra más exacta para referirse a él sería "templo".
¿Cuál fue el origen de estos lugares de encuentro que, a lo largo de la historia del cristianismo, han dado lugar a verdaderas joyas arquitectónicas? Para averiguarlo qué mejor que acudir directamente a la Biblia, concretamente a los Hechos de los Apóstoles, dónde ya se habla de una pequeña comunidad de discípulos que se reunían en el Cenáculo junto con la Virgen María y los once apóstoles en los días posteriores a la Ascensión de Jesucristo
¿Qué es el Cenáculo? Es el salón en el que Cristo celebró la última cena e instituyó la Eucaristía. También es el lugar dónde a los 50 días de la resurrección del Señor, el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles en el día de Pentecostés: es el comienzo “oficial” de las actividades de la Iglesia.
La Tradición la sitúa en la colina occidental de Jerusalén, que hoy conocemos erróneamente como el Monte de Sión (El verdadero monte Sión de la época bíblica era el Monte del Templo, situado algo más al norte, dónde David trajo el arca de la alianza y donde más tarde su hijo Salomón mandó construir el primer Templo). Es una estructura de dos pisos dentro de un gran complejo de edificios en la cima del Monte Sión. El piso superior recuerda precisamente al relatado en los evangelios, mientras que el inferior contiene un cenotafio que, desde el siglo XII, es considerado como la tumba de David. Bajo este complejo se encuentran cimientos cruzados, bizantinos y, más abajo, romanos.
La vivienda que acogió el Cenáculo ha sufrido innumerables modificaciones a lo largo de la historia. Ya en los primeros siglos, se construyó una pequeña iglesia para acoger el lugar, la cual fue aumentando de tamaño con el tiempo. En el siglo IV d.C. los bizantinos transformaron esta pequeña iglesia en una gran Basílica a la que denominaron “Santa Sión”, pero solamente cien años después fue totalmente destruida por los persas. Hubo que esperar a la conquista de la ciudad de Jerusalén por el ejército cruzado para la reconstrucción en esos cimientos de un monasterio y la iglesia de Santa María del Monte Sión y del Espíritu Santo.
Esta nueva edificación no corrió mejor suerte que la anterior y por orden del Sultán Al Hakem en el año 1219 fue demolida dentro de un plan urbanístico de toda la ciudad que conllevaba la eliminación de las murallas y contrafuertes que rodeaban a la ciudad de Jerusalén. Sólo quedo en pie la capilla del Cenáculo con el cenotafio y la tumba de David debajo de él. Hubo que esperar a la llegada en el siglo XIV de los franciscanos, los cuales recibieron en custodia y propiedad estos terrenos para que levantaran en la parte sur un pequeño convento cuyo claustro todavía se puede visitar en la actualidad.
En 1552 los frailes franciscanos fueron obligados a marcharse de Tierra Santa y el santuario volvió a caer en manos musulmanas, el edificio fue nuevamente modificado para convertirse en una mezquita. El Cenáculo cayó en zona israelí en 1948, y los musulmanes lo abandonaron. La volvieron a adquirir en propiedad los Franciscanos, hasta que fueron finalmente desplazados por los judíos.
En el año 2000, el papa Juan Pablo II ofició en el Cenáculo del Monte Sión una misa privada. Ese día fuentes oficiales del vaticano manifestaron la gran expectativa que este hecho había suscitado y expresaron que “…Los cristianos, y especialmente el Papa Juan Pablo II, quisieran que el Cenáculo, actualmente propiedad del estado de Israel, volviera a ser un lugar de culto católico, debido a su importancia capital para la historia del cristianismo”.
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