Este es un relato que escribe mi madre para un blog que se llama www.madresdesacerdotes.blogspot.com". En este lugar que se ve en la foto es donde pusieron el cuerpo del Señor y desde donde resucitó. Los franciscanos encima de esta lápida ponen un tabla que sirve como altar, y ahí tenemos la oportunidad de celebrar la Santa Misa en algunas ocasiones. Es una oportunidad muy especial que pude vivir con mis padres. Lo cuentan ellos:
"Somos padres de sacerdote. Nuestro hijo vive en Jerusalén. En un principio nos preocupó que fuese a esas tierras tan conflictivas. También nos daba pena –como es lógico- tenerle tan lejos. Ya han pasado tres años, y por lo que nos cuenta, está encantado. Nosotros estamos contentos de verle feliz. De todas formas somos conscientes de que su vida allí y su trabajo no son fáciles. Además del inglés, tiene que aprender los idiomas de aquellas tierras, como son el árabe y el hebreo. Ha comenzado con el árabe. Son muy necesarios estos idiomas pues allí hay mucha gente que sólo habla su propia lengua.
Hemos ido a verle alguna vez, y con él hemos vivido experiencias muy bonitas. Una que recordamos especialmente emocionados fue cuando -en un viaje que hicimos a Jerusalén- nos sorprendió con que había conseguido reservar para celebrarnos una Misa en el Santo Sepulcro. Ya conocíamos ese lugar tan impresionante, donde Nuestro Señor estuvo muerto y desde donde Resucitó. Fue en una peregrinación. Cuando lo visitamos, como había mucha gente, tuvimos que hacer cola un buen rato, y cuando nos llegó el turno, casi sólo pudimos entrar, besar la tumba, rezar rápidamente, y salir.
Llegó el día de la Misa. Muy temprano por la mañana. llegamos a la Basílica del Santo Sepulcro. Por el status quo que hay en ese lugar Santo sólo se permite celebrar en la tumba muy pronto por la mañana. Nuestro hijo fue a la sacristía para a revestirse. Cuando salió le seguimos, y nos metimos delante de él nosotros solos dentro del Santo Sepulcro. Los franciscanos -que son los encargados de los Santos Lugares- habían preparado con detalle todo para la Misa. Encima del Sepulcro pusieron una hornacina con el mantel. Las velas estaban ya encendidas, y también se encontraban preparados sobre el altar el cáliz, la patena y todo lo necesario para la celebración. Se trata de un espacio reducido, y allí estábamos los tres, viviendo un momento impresionante.
La Misa empezó y la emoción también. Yo no paré de llorar de la impresión que me producía ver a nuestro hijo consagrando donde Jesús Resucitó. Cuando dijo las palabras de la Consagración, Jesús se hizo presente con su cuerpo glorioso. Él estaba allí, había venido a ese lugar, como cuando lo hizo al Resucitar hace dos mil años.
Sin duda es una de las experiencias más bonitas e inolvidables que hemos vivido nunca."
Hemos ido a verle alguna vez, y con él hemos vivido experiencias muy bonitas. Una que recordamos especialmente emocionados fue cuando -en un viaje que hicimos a Jerusalén- nos sorprendió con que había conseguido reservar para celebrarnos una Misa en el Santo Sepulcro. Ya conocíamos ese lugar tan impresionante, donde Nuestro Señor estuvo muerto y desde donde Resucitó. Fue en una peregrinación. Cuando lo visitamos, como había mucha gente, tuvimos que hacer cola un buen rato, y cuando nos llegó el turno, casi sólo pudimos entrar, besar la tumba, rezar rápidamente, y salir.
Llegó el día de la Misa. Muy temprano por la mañana. llegamos a la Basílica del Santo Sepulcro. Por el status quo que hay en ese lugar Santo sólo se permite celebrar en la tumba muy pronto por la mañana. Nuestro hijo fue a la sacristía para a revestirse. Cuando salió le seguimos, y nos metimos delante de él nosotros solos dentro del Santo Sepulcro. Los franciscanos -que son los encargados de los Santos Lugares- habían preparado con detalle todo para la Misa. Encima del Sepulcro pusieron una hornacina con el mantel. Las velas estaban ya encendidas, y también se encontraban preparados sobre el altar el cáliz, la patena y todo lo necesario para la celebración. Se trata de un espacio reducido, y allí estábamos los tres, viviendo un momento impresionante.
La Misa empezó y la emoción también. Yo no paré de llorar de la impresión que me producía ver a nuestro hijo consagrando donde Jesús Resucitó. Cuando dijo las palabras de la Consagración, Jesús se hizo presente con su cuerpo glorioso. Él estaba allí, había venido a ese lugar, como cuando lo hizo al Resucitar hace dos mil años.
Sin duda es una de las experiencias más bonitas e inolvidables que hemos vivido nunca."
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