"Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: "Voy a pescar." Le contestan ellos: "También nosotros vamos contigo." Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Díceles Jesús: "Muchachos, ¿no tenéis pescado?" Le contestaron: "No." El les dijo: "Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis." La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: "Es el Señor", se puso el vestido - pues estaba desnudo - y se lanzó al mar. Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos. Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. Díceles Jesús: "Traed algunos de los peces que acabáis de pescar." Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: "Venid y comed." Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres tú?", sabiendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos (Jn 21, 1-14)".
Este impresionante relato evangélico tuvo lugar en la llamada playa del Primado de Pedro. Como explicamos en una entrada sobre esta iglesia el año pasado, alrededor del año 381 la peregrina española Egeria visitó esta zona y pudo estar en este lugar, que se encuentra muy cerca del de la multiplicación de los panes y los peces. Aquí decía: "Se encuentran algunos escalones sobre los que el Señor estuvo". Efectivamente, Jesús les esperaba en la orilla, entendieron que era Él al ver el milagro de la pesca, y después cuando arrivaron Jesús ya les había preparado el desayuno: "Unas brasas y un pez sobre ellas y pan". Egeria no menciona que hubiera una iglesia en aquel lugar, pues fue construida a finales del siglo IV. Es fácil identificar la roca, como la mesa donde el Señor les ofreció ese desayuno a los discípulos. Esta iglesia está construida sobre la roca. En latin delante del altar están las palabras "Mensa Christi" señalando el lugar donde se presupone que Jesús les tenía preparada esa comida a los discípulos cuando llegaron a la orilla. A la derecha de la iglesia -dando al lago- hay unos escalones, que fueron esculpidos en el segundo o tercer siglo. Debajo de las escaleras hay seis corazones que forman dobles bloques de columnas, y que son conocidos como los doce tronos. Cuando el nivel del lago está alto algunos pueden quedar ocultos. Originariamente diseñados para el ángulo de una columna, fueron probablemente tomados de edificios en desuso que habían estado aquí situados para conmemorar a los doce apóstoles.
Estuve hace unos meses visitando este lugar con un sacerdote experto en arqueología. Me dijo que esta roca es lo que más le había impresionado de todos los lugares del mar de Galilea. Además, imaginarse aquí a Jesús, la escena de la pesca milagrosa, y después la del Primado de Pedro, hace que este lugar y esta roca tengan un colorido especial. Jesús nos sigue esperando desde la orilla, y nos sigue preguntando si le amamos: espera que nos lancemos como Pedro, y que le pidamos perdón por no quererle lo suficiente para entonce volcarse dándonos toda su gracia y convirtiéndonos en instrumentos suyos.
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