"Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá,No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;Porque de ti saldrá un guiador,Que apacentará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino" (Mt 2, 1-12).
Hemos comenzado el tiempo de Adviento, cuenta atrás para conmemorar el Nacimiento del Señor. Durante estas semanas hablaremos -a través de un artículo de la Revista Ciencia y Fe- de la Estrella de Belén, los Magos, y la posible datación del Nacimiento de Jesús en Belén.
En las representaciones artísticas tradicionales del nacimiento de Jesús de Nazaret siempre se hace una referencia de naturaleza astronómica. Aparece una señal en el cielo que habitualmente se llama “Estrella de Belén. Se empieza a hablar de esta estrella pues viene recogida en el Evangelio según san Mateo (cfr. Mt 2,1-11). También se le ha llamado utilizando un lenguaje más común “Estrella cometa”. De hecho, en la mayor parte de los belenes, artísticos y aquellos familiares, se muestra frecuentemente como la aparición de un cometa.
Las posiciones en el ambiente astronómico y científico en relación a la “estrella de Belén” nos son ciertamente unívocas, y van desde querer evitar toda posible asociación con fenómenos naturales a la meticulosa búsqueda de una posible correspondencia con alguno de ellos. Las distintas posiciones de los astrónomos pueden diferenciarse entre las emblemáticas de Tycho Brahe (1546-1601) quien sostenía que la estrella no era un fenómeno natural, hasta la de Johannes Kepler (1571-1630) que la identificó con una Nova y después con una conjunción planetaria. Se han hecho todo tipo de indagaciones. Una es la de asociarla con la aparición de la estrella Nova o supernova. También se ha barajado la posibilidad de que fuera una estrella cometa, como la del cometa Halley. Otros han dicho que podía haberse tratado de un meteorito o un relámpago. Asímismo se ha llegado a afimar que podía haber sido una estrella variable, es decir, un tipo de estrella que varía su luminosidad con el paso del tiempo. Si fuera este el caso la mejor posicionada, según los expertos, sería la estrella de Mira.
La que parece más adecuada es la hipótesis de la conjunción planetaria. Cuando dos o tres objetos celestes, estrellas o planetas, aparecen angularmente muy cercanos entre sí, se dice que hacen una “conjunción”. Aunque estén muy lejanos entre sí, el ángulo y la perspectiva pueden hacer que se fundan en un único objeto visible. Así , esta coincidencia produce un gran aumento de su luminosidad. En 1603 Kepler asistió antes de Navidad a una conjunción entre Júpiter y Saturno. Calculó que en el siglo 7 a.C. sucedió una conjunción semejante, pero con unas características aun más interesantes: en ese año la conjunción se repitió tres veces: desde mayo hasta diciembre los planetas se acercaron y alejaron entre sí tres veces. Esto científicamente es posible, aunque es una coincidencia muy rara. Y al año siguiente Kepler observó cómo se producía de nuevo -después del paso de unos meses- una conjunción esta vez triple: entre Júpiter, Saturno y Marte. No se llegaban a fundir en perspectiva, pero producían un efecto maravilloso. Estudió que esto se realizaba cada 805 años. Entre las posibles asociaciones con los fenómenos que hemos propuesto, esta es la que tiene más consenso en el ámbito científico, la de la triple conjunción entre Jupiter y Saturno. Sus características de fenómeno raro, la concordancia con la fecha más probable de la muerte de Herodes, y su mitología hacen que sea la opción preferida.
Esta mitología a la que nos referimos era helenista. En la Grecia antigua Saturno (Krónos) era sustituido por Júpiter (Zeus), su hijo como jefe de todas las divinidades, ofreciendo así un cierto paralelismo con la espera de un Hijo de Dios. Es muy posible que los Reyes Magos, sabios, conocedores del firmamento y de las distintas mitologías, vieran en esta coincidencia la señal que les impulsó a hacer el viaje en busca del Hijo de Dios.
"Stella di Betlemme", artículo publicado en la revista "Scienza e Fede", por Michele Crudele.
En las representaciones artísticas tradicionales del nacimiento de Jesús de Nazaret siempre se hace una referencia de naturaleza astronómica. Aparece una señal en el cielo que habitualmente se llama “Estrella de Belén. Se empieza a hablar de esta estrella pues viene recogida en el Evangelio según san Mateo (cfr. Mt 2,1-11). También se le ha llamado utilizando un lenguaje más común “Estrella cometa”. De hecho, en la mayor parte de los belenes, artísticos y aquellos familiares, se muestra frecuentemente como la aparición de un cometa.
Las posiciones en el ambiente astronómico y científico en relación a la “estrella de Belén” nos son ciertamente unívocas, y van desde querer evitar toda posible asociación con fenómenos naturales a la meticulosa búsqueda de una posible correspondencia con alguno de ellos. Las distintas posiciones de los astrónomos pueden diferenciarse entre las emblemáticas de Tycho Brahe (1546-1601) quien sostenía que la estrella no era un fenómeno natural, hasta la de Johannes Kepler (1571-1630) que la identificó con una Nova y después con una conjunción planetaria. Se han hecho todo tipo de indagaciones. Una es la de asociarla con la aparición de la estrella Nova o supernova. También se ha barajado la posibilidad de que fuera una estrella cometa, como la del cometa Halley. Otros han dicho que podía haberse tratado de un meteorito o un relámpago. Asímismo se ha llegado a afimar que podía haber sido una estrella variable, es decir, un tipo de estrella que varía su luminosidad con el paso del tiempo. Si fuera este el caso la mejor posicionada, según los expertos, sería la estrella de Mira.
La que parece más adecuada es la hipótesis de la conjunción planetaria. Cuando dos o tres objetos celestes, estrellas o planetas, aparecen angularmente muy cercanos entre sí, se dice que hacen una “conjunción”. Aunque estén muy lejanos entre sí, el ángulo y la perspectiva pueden hacer que se fundan en un único objeto visible. Así , esta coincidencia produce un gran aumento de su luminosidad. En 1603 Kepler asistió antes de Navidad a una conjunción entre Júpiter y Saturno. Calculó que en el siglo 7 a.C. sucedió una conjunción semejante, pero con unas características aun más interesantes: en ese año la conjunción se repitió tres veces: desde mayo hasta diciembre los planetas se acercaron y alejaron entre sí tres veces. Esto científicamente es posible, aunque es una coincidencia muy rara. Y al año siguiente Kepler observó cómo se producía de nuevo -después del paso de unos meses- una conjunción esta vez triple: entre Júpiter, Saturno y Marte. No se llegaban a fundir en perspectiva, pero producían un efecto maravilloso. Estudió que esto se realizaba cada 805 años. Entre las posibles asociaciones con los fenómenos que hemos propuesto, esta es la que tiene más consenso en el ámbito científico, la de la triple conjunción entre Jupiter y Saturno. Sus características de fenómeno raro, la concordancia con la fecha más probable de la muerte de Herodes, y su mitología hacen que sea la opción preferida.
Esta mitología a la que nos referimos era helenista. En la Grecia antigua Saturno (Krónos) era sustituido por Júpiter (Zeus), su hijo como jefe de todas las divinidades, ofreciendo así un cierto paralelismo con la espera de un Hijo de Dios. Es muy posible que los Reyes Magos, sabios, conocedores del firmamento y de las distintas mitologías, vieran en esta coincidencia la señal que les impulsó a hacer el viaje en busca del Hijo de Dios.
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