Junto a los comentarios de naturaleza espiritual y teológica, entre los cuales algunos han calificado la estrella de “hecho milagroso”, en el curso de la historia no faltan preguntas sobre la posibilidad real y sobre la naturaleza de un fenómeno celeste como el que aparece descrito en el Evangelio. Todavía se investiga qué habrá dado origen al fenómeno visto por los Magos. Cuál es la relación entre la revelación bíblica y el mundo natural. En el ámbito teológico, esa indagación se referirá a la búsqueda del significado, alegórico o simbólico, que viene unido a la estrella, y que se puede estudiar a través de la tradición teológica y eclesial. En el ámbito científico se trata de ver cómo viene asociada a un determinado fenómeno astronómico que pudo suceder realmente en aquel momento (La fotografía es de la población de Belén, con una gran estrella que se colgó en la plaza donde está situada la Basílica de la Natividad).El evangelio de san Mateo es la única fuente del Nuevo Testamento que habla de este objeto, señalándolo con el nombre de estrella. El texto del Evangelio de san Mateo que nos ha llegado está en griego. Sobre la existencia de un posible original en arameo hay solo suposiciones. Las palabras en têi anatolêi dei han sido traducidas habitualmente en pasado con la forma “vimos su estrella en oriente”, haciendo parecer que se refiere al momento pasado en que la vieron y al “lugar” en el que los Magos se encontraban cuando contemplaron la estrella.
En el Antiguo Testamento, en el libro de los Números se hace la siguiente afirmación: “Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel” (Números, 24, 17). Son palabras de Balaam, adivino o mago que, llamado por el rey Moabita Balac para maldecir a Israel, en cambio lo bendice y le profetiza un futuro radiante porque recibe una revelación divina. La estrella que saldrá de Jacob podría ser el mismo Mesías: así se entendía también por algunos comentadores hebreos de los primeros siglos antes de Cristo.
"Stella di Betlemme", artículo publicado en la revista "Scienza e Fede", por Michele Crudele.
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