"A primera hora de la tarde del 14 de marzo de 1994 salimos del aeropuerto de Ciampino, con destino a Tel Aviv, don Álvaro, don Javier Echevarría, don Joaquín Alonso y yo. Don Álvaro hacía aquel viaje a Tierra Santa por su gran amor a Jesucristo, es decir, por devoción, pero también por un motivo pastoral, pues desde hacía poco había algunos fieles del Opus Dei que vivían y trabajaban en Jerusalén y desarrollaban allí una incipiente labor apostólica. El viaje había sido costeado por un amigo como regalo a don Álvaro por su 80 cumpleaños. Nunca agradeceré bastante el privilegio de haber podido acompañar a don Álvaro durante aquellos días, que me permitieron vivir una experiencia familiar irrepetible en un clima sereno de cariño humano y buen humor.
El embajador de Uruguay en Israel, Aníbal Díaz, había puesto su coche a disposición de don Álvaro. El día 15 nos dirigimos con ese coche de Tel Aviv a Nazaret pasando por el Monte Carmelo. En Haifa, una turista portorriqueña reconoció a don Álvaro y le pidió que permitiera a su marido fotografiarla con él. Don Álvaro accedió. Escenas parecidas se repetirían en los días siguientes. Ya enNazaret, por la tarde, don Álvaro celebró la Santa Misa en la basílica de la Anunciación. En la homilía habló del Misterio de la Encarnación y también del dolor como regalo de Dios: sin duda pensaba en Aníbal, que en aquel momento padecía una grave enfermedad y que asistía a la Misa con su esposa.
El día 16 por la mañana estuvimos en la iglesia del Primado de Pedro; más tarde en el monte de las Bienaventuranzas, donde Don Álvaro celebró la Misa; después en Cafarnaún... Por la tarde hicimos media hora de oración a la orilla del mar deTiberiades. Don Álvaro, don Javier y don Joaquín se sentaron sobre un tronco caído. Don Joaquín leyó algunos pasajes del Evangelio sobre la presencia de Jesucristo en aquel lugar. Don Alberto Steinworth —uno de los sacerdotes del Opus Dei que vivían en Jerusalén— y yo nos acomodamos en una roca, detrás de don Álvaro.Tuve la neta sensación de que aquel momento era importante, y procurando no distraerles hice algunas tomas de vídeo. Junto a la orilla se veía también a una religiosa y, en otro lugar, a un religioso. Cuando ya nos íbamos, llegaron cuatro chicos jóvenes de diferentes razas y se pusieron a rezar juntos en voz baja. En el camino de vuelta arrancamos hojas de algunas plantas como recuerdo.
Al día siguiente, 17 de marzo, viajamos de Nazaret a Jerusalén pasando por el MonteTabor, donde don Álvaro celebró la Misa. En Jerusalén, después de rezar en el Santo Sepulcro y en el Calvario, don Álvaro acudió a los dos Centros del Opus Dei que había en la ciudad".
El día 16 por la mañana estuvimos en la iglesia del Primado de Pedro; más tarde en el monte de las Bienaventuranzas, donde Don Álvaro celebró la Misa; después en Cafarnaún... Por la tarde hicimos media hora de oración a la orilla del mar deTiberiades. Don Álvaro, don Javier y don Joaquín se sentaron sobre un tronco caído. Don Joaquín leyó algunos pasajes del Evangelio sobre la presencia de Jesucristo en aquel lugar. Don Alberto Steinworth —uno de los sacerdotes del Opus Dei que vivían en Jerusalén— y yo nos acomodamos en una roca, detrás de don Álvaro.Tuve la neta sensación de que aquel momento era importante, y procurando no distraerles hice algunas tomas de vídeo. Junto a la orilla se veía también a una religiosa y, en otro lugar, a un religioso. Cuando ya nos íbamos, llegaron cuatro chicos jóvenes de diferentes razas y se pusieron a rezar juntos en voz baja. En el camino de vuelta arrancamos hojas de algunas plantas como recuerdo.
Al día siguiente, 17 de marzo, viajamos de Nazaret a Jerusalén pasando por el MonteTabor, donde don Álvaro celebró la Misa. En Jerusalén, después de rezar en el Santo Sepulcro y en el Calvario, don Álvaro acudió a los dos Centros del Opus Dei que había en la ciudad".
Dr. José María Araquistain
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