"Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. Al divisar de lejos una higuera cubierta de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no era la época de higos. Dirigiéndose a la higuera, le dijo: "Que nadie más coma de tus frutos". Y sus discípulos lo oyeron. (...) A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la higuera se había secado de raíz. Pedro, acordándose, dijo a Jesús: "Maestro, la higuera que has maldecido se ha secado" (Mc 11, 12-14; 20-21)
Las brevas salen hacia finales de abril en Tierra Santa, pero en la semana antes de Pascua ya suelen estar maduras para comerse. Los higos en cambio se recogen en agosto, pues es en esa época cuando están listos. Cuando Jesus fue a buscar higos, efectivamente, no era el tiempo adecuado. Pero, aunque así fuera, tampoco era normal que el árbol tuviera solo hojas.
Las higueras dan tres cosechas de higos en Tierra Santa. Primero están los higos tempraneros, que no son muchos en número, pero que pueden encontrarse de gran tamaño. Suelen madurar un mes antes que los de la cosecha principal; en cambio ésta se recoge en verano y se consume habitualmente en agosto y septiembre; por otro lado están los llamados higos de invierno, que son los que permanecen en los árboles hasta más tarde, en el otoño. Se mencionan en la Escritura los higos primeros como muy deseados (Oseas 9, 10); y lo fácil que es conseguirlos cuando se sacude el árbol (Nahum 3, 12). La cosecha de verano que no se come como fruta fresca, se coloca en los techados, para consumirla en los meses de invierno. Vemos así cómo la higuera, por tanto, se ha convertido en un signo de las estaciones. Este árbol es especial, en cuanto que muestra señal de follaje más tarde que los otros árboles frutales de estas tierras. El desarrollo de las hojas y el oscurecimiento de su color, se pueden interpretar como señales de que el verano se acerca. Jesús se refirió a esto: “De la higuera aprended la parábola; Cuando ya su rama se enternece, y las hojas brotan, sabéis queel verano está cerca” (Mt. 24, 32; Mc. 13, 28). El amante en el Cantar de los Cantares, indica que el invierno ha pasado y el verano está cerca porque“ la higuera ha echado sus higos tiernos" (Cant. 2,11-13).
Vemos una relación entre Cristo y la higuera. Para poder entender por qué un día el Señor maldijo a la higuera, es necesario conocer la costumbre del crecimiento de las hojas y el advenimiento del fruto en la higuera. El hábito normal de las higueras es que la fruta comience a formarse en el árbol pronto, cuando empiezan a aparecer las hojas. También las hojas y el fruto suelen desaparecen al mismo tiempo. Por eso, que sólo hubiera hojas no era justificación para la higuera, pues algún fruto se podría haber encontrado.
El Señor quiere hacer ver que siempre podemos tener frutos en nuestra vida. El que sólo haya hojas no es excusa. También se refería a aquellos que pretendían aparentar un fruto que en realidad no tenían, como los fariseos que profesaban ser muy religiosos, pero cuyas vidas eran infructuosas. Por eso Cristo maldijo a la higuera, refieriéndose a aquellos hombres que, pudiendo dar fruto sólo dan hoja, y a aquellos que queriendo aparentar que su vida da fruto, solo se encuentra apariencia de fruto, afán por quedar bien.
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