Decimotercera estación: Jesús es bajado de la Cruz y entregado a su Madre.
Entre el altar católico donde Jesús es clavado en la Cruz, y el altar ortodoxo donde Jesús muere, hay otro pequeño altar con una escultura de la Santísima Virgen que lleva por nombre "Nuestra Señora de los Dolores". Está en la zona católica. Aparece Nuestra Madre con una espada. que le atravíesa el alma. Es una representación muy piadosa de madera pintada. Se talló en 1778. Esta imagen fue un reglalo de la reina María de Portugal. Después la fueron enriqueciendo con joyas regalo de peregrinos que iban dejando sus donativos con ese fin en el Santo Sepulcro.
Allí estaría nuesra Santísima Madre, rota de dolor, contemplando a su Hijo ya muerto por nosotros. Allí le dejarían en sus brazos. Allí se cumplirían las palabras de Simeón: "una espada traspasará tu alma". Muchas veces me he encontrado gente rezando frente a esa imagen, de pie o sentados, apoyándose en la columna que hay enfrente de este altar.
Entre el altar católico donde Jesús es clavado en la Cruz, y el altar ortodoxo donde Jesús muere, hay otro pequeño altar con una escultura de la Santísima Virgen que lleva por nombre "Nuestra Señora de los Dolores". Está en la zona católica. Aparece Nuestra Madre con una espada. que le atravíesa el alma. Es una representación muy piadosa de madera pintada. Se talló en 1778. Esta imagen fue un reglalo de la reina María de Portugal. Después la fueron enriqueciendo con joyas regalo de peregrinos que iban dejando sus donativos con ese fin en el Santo Sepulcro.
Allí estaría nuesra Santísima Madre, rota de dolor, contemplando a su Hijo ya muerto por nosotros. Allí le dejarían en sus brazos. Allí se cumplirían las palabras de Simeón: "una espada traspasará tu alma". Muchas veces me he encontrado gente rezando frente a esa imagen, de pie o sentados, apoyándose en la columna que hay enfrente de este altar.
Habitualmente suelo hacer el Via Crucis de San Josemaría y cuando llego a esa estación leo y medito las siguientes palabras:
"Anegada en dolor, está María junto a la Cruz. Y Juan, con Ella. Pero se hace tarde, y los judíos instan para que se quite al Señor de allí. Después de haber obtenido de Pilatos el permiso que la ley romana exige para sepultar a los condenados, llega al Calvario un senador llamado José, varón virtuoso y justo, oriundo de Arimatea. El no ha consentido en la condena, ni en lo que los otros han ejecutado. Al contrario, es de los que esperan en el reino de Dios (Lc XXIII,50- 51). Con él viene también Nicodemo, aquel mismo que en otra ocasión había ido de noche a encontrar a Jesús, y trae consigo una confección de mirra y áloe, cosa de cien libras (Ioh XIX,39).
Ellos no eran conocidos públicamente como discípulos del Maestro; no se habían hallado en los grandes milagros, ni le acompañaron en su entrada triunfal en Jerusalén. Ahora, en el momento malo, cuando los demás han huido, no temen dar la cara por su Señor. Entre los dos toman el cuerpo de Jesús y lo dejan en brazos de su Santísima Madre. Se renueva el dolor de María. ¿A dónde se fue tu amado, oh la más hermosa de las mujeres? ¿A dónde se marchó el que tú quieres, y le buscaremos contigo? (Cant V,17). La Virgen Santísima es nuestra Madre, y no queremos ni podemos dejarla sola."
"Anegada en dolor, está María junto a la Cruz. Y Juan, con Ella. Pero se hace tarde, y los judíos instan para que se quite al Señor de allí. Después de haber obtenido de Pilatos el permiso que la ley romana exige para sepultar a los condenados, llega al Calvario un senador llamado José, varón virtuoso y justo, oriundo de Arimatea. El no ha consentido en la condena, ni en lo que los otros han ejecutado. Al contrario, es de los que esperan en el reino de Dios (Lc XXIII,50- 51). Con él viene también Nicodemo, aquel mismo que en otra ocasión había ido de noche a encontrar a Jesús, y trae consigo una confección de mirra y áloe, cosa de cien libras (Ioh XIX,39).
Ellos no eran conocidos públicamente como discípulos del Maestro; no se habían hallado en los grandes milagros, ni le acompañaron en su entrada triunfal en Jerusalén. Ahora, en el momento malo, cuando los demás han huido, no temen dar la cara por su Señor. Entre los dos toman el cuerpo de Jesús y lo dejan en brazos de su Santísima Madre. Se renueva el dolor de María. ¿A dónde se fue tu amado, oh la más hermosa de las mujeres? ¿A dónde se marchó el que tú quieres, y le buscaremos contigo? (Cant V,17). La Virgen Santísima es nuestra Madre, y no queremos ni podemos dejarla sola."
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