sábado, 27 de diciembre de 2008

Nochebuena en Belén 2008 años después

El día de Navidad pude ir a Belén. Allí recé delante del lugar donde nació el Señor y del sitio que conmemora el lugar del pesebre. Había muchísima gente este año, y largas colas para entrar en la gruta. Finalmente lo conseguí y cumplí mi promesa de rezar por todos los que leen estas entradas del blog.
En la vigilia de Navidad, la nochebuena, el Patriarca celebró la Santa Misa, en la que dijo cosas muy bonitas, y sobre todo habló de la paz. A los dos días asistimos de nuevo a la guerra en esta Tierra. Hay que seguir rezando y pidiendo oraciones. Y esto es lo que hago en la entrada de esta semana -semana de Navidad-, pediros oraciones para que se acabe de una vez la guerra y venga la paz tan deseada a esta Tierra bendita.
En esta imagen vemos al Patriarca Fouad Twal rezando después de dejar al niño Jesús en el pesebre. He querido transcribir las preciosas palabras que dijo en la noche santa porque hablan mucho de la necesidad que tenemos de paz. Aunque he querido resumir las palabras de la homilía, no he podido conseguirlo. Es una homilía que vale la pena leer entera y meditarla.
Queridos hermanos y hermanas, queridos amigos: En mi nombre y en el de los habitantes de Belén, saludo a nuestros huéspedes y a los peregrinos de Tierra Santa. Saludo al señor Presidente de la Autoridad Palestina y a la Delegación que lo acompaña. Os deseo a todos una feliz fiesta y un nuevo año de paz, estabilidad y seguridad. Las tinieblas cubrían el universo y todos los pueblos de la tierra eran esclavos del mal y del pecado, este país estaba doblegado bajo el yugo del Imperio romano, y el pueblo esperaba a un Salvador que restaurase la monarquía y le devolviese su libertad. En aquella noche, la voluntad de Dios entró en la historia humana por la Encarnación de Cristo Jesús, Hijo de Dios y de la Virgen María. Se cumplió el tiempo. La redención comenzó… Un decreto ha sido emitido por Cesar Augusto que manda censar a todos los habitantes del Imperio romano, cada uno en su país de origen. En la ciudad de Beit Sahour, los pastores velan sobre sus rebaños. La noche es tenebrosa y fría, sin luna. El universo no puede esperar más… cuando de improviso resplandece la luz y el coro de los Ángeles se aparece cantando: “Gloria a Dios en el Cielo y paz en la Tierra a los hombres que Él ama” (Lc 2, 14) anunciándoles a la vez a los pastores: “Hoy os ha nacido un Salvador” (Lc 2, 11). En esta noche, Cristo divide la historia en dos: desde ahora, hay un antes de Él y un después de Él. Lo que era imposible antes de Él llega a ser posible. Esta Noche bendita que ha cambiado el curso la historia, la celebramos hoy con el corazón lleno de alegría. Nosotros que hemos venido de diferentes países, de cerca y de lejos, como los pastores, esta Noche abrazamos el Niño de la Gruta para adorarlo y agradecerle por haber iluminado nuestra historia humana por su Encarnación.
¡Bienvenido sea este Niño Divino! ¡Bienvenido el mensaje de Navidad, la alegría de Navidad y a los regalos de Navidad que devuelven la sonrisa sobre las caras de los pequeños y de los adultos! Este nuevo Niño es el fruto del Amor del Padre Eterno por el género humano, Amor que quiere para nosotros más de lo que queremos nosotros para nosotros mismos: la paz, que hemos perdido y que nos hemos resignado de haber perdido; la mutua Caridad que ya no existe, al punto de haber desaparecido también de nuestro vocabulario; el respeto y la dignidad que a menudo han sido escarnecidas demasiado por los malos tratos, los insultos y la sangre. ¡Sí!, ¡Bienvenido sea este Niño que nos recuerda la infancia, la dulzura y la ternura, en un mundo que ama la dureza, que desprecia la debilidad y el miedo, y se place en el odio y la irreverencia!
En esta Noche, el silencio de la Gruta será más fuerte que el sonar de los cañones y de las ametralladoras. El silencio de la Gruta dará vida a aquellos cuyas las lágrimas han ahogado la voz y que se han amparado en el silencio y la impotencia. Sobre la Estrella que señala el lugar del Nacimiento de Jesús, a algunos metros de aquí, la historia ha escrito su palabra: “Aquí ha nacido Cristo”. ¡Sí!, Aquí en Belén Cristo ha nacido, Aquí los Ángeles han cantado: “¡Gloria a Dios en los Cielos!” y nos han anunciado: “¡Hoy os ha nacido un Salvador!” ¡Tal es la causa de nuestra gran alegría! Pues, como los pastores, nosotros venimos a visitar el lugar del Nacimiento. El Emmanuel está con nosotros… Él ha plantado su tienda entre nosotros… Y nosotros, le debemos donación, obediencia y adoración. El Nacimiento de Jesús ha suscitado una nueva vida para los Pastores y los Magos, a quienes Él ha abierto el corazón e iluminado la ruta y la conciencia: “Y aquí tenéis la señal que os es dada: encontraréis a un recién nacido envuelto en pañales y recostado en un pesebre” (Lc 2, 12). Visitando Belén y el pesebre y adorando al Niño, los pastores se han convertido en los prototipos de aquéllos que velan y esperan el regreso de su Señor. Con la conversión de los pastores ha empezado el proceso de la fe en Dios hecho carne; viniendo a adorar al Niño, Ellos han trazado también el camino de los peregrinos hacia este Lugar Santo. Dios ha hecho de Belén su casa y el lugar de su encuentro con los hombres. Belén, ciudad de la paz, del amor divino y de la reconciliación. Aquel que ha podido curar a los enfermos y resucitar a los muertos es también capaz de reunir a los pueblos en la paz y la seguridad. Aquel que ha enseñado el amor, la justicia y la igualdad, es capaz de hacer de la pobre Gruta una escuela de reconciliación, dónde los dirigentes y los responsables de los destinos de los pueblos son instruidos sobre el sentido del bien, de la justicia y de la estabilidad. La paz es un derecho para todos los hombres; también es la solución a todos los conflictos y a todas las disputas. La guerra no produce la paz, y las prisiones no garantizan la estabilidad. Los más altos muros no aseguran la seguridad. Ni el agresor ni el agredido gozan de paz. La paz es un don de Dios y sólo Dios dona esta paz: “Mi paz os doy” –nos dice Jesús- “y no al modo como el mundo que Yo os la doy” (Jn 14,27). ¡Ay Niño de Belén, larga es nuestra espera, y estamos cansados de nuestra situación, e incluso cansados de nosotros mismos! Buscamos de todo, menos a Ti, nos apegamos a todo, menos a Ti, Escuchamos todo menos Tu voz.... estamos aturdidos por los hermosos discursos y promesas. Las lágrimas de las viudas y de los niños se mezclan con el ruido de los cañones y las ametralladoras, nos parten el corazón y rompen el silencio de la Gruta y del Pesebre… ¡Tenemos tanta necesidad de calma, de silencio! Tenemos una gran necesidad de paz, es cierto, pero sobre todo necesitamos de infancia y de inocencia. ¡Tú, el Pobre, a pesar de tu pequeñez, debilidad y pobreza, eres el único capaz de darnos lo que nos falta! ¡Oh Niño de Belén, ven para que la fiesta sea más fiesta! ¡Bienvenido seas Tú!, que nos enseñas que el amor es un martirio continuo, y que el martirio del amor, de la paz y de la justicia no morirá jamás; ¡Bienvenido seas Tú! que nos recuerdas que la riqueza está en el don y en la reconciliación, que la grandeza reside en la humildad y la dulzura; ¡Bienvenido seas Tú! que nos recuerdas por tu Nacimiento y tu Muerte que el amor sólo construye, y que su fuerza es más potente que todo porque se hace comida para los hambrientos, vestido para los que están desnudos y mano tendida a todos los hombres que cura y reconcilia, lejos de las divisiones, de las cercados y del odio. En esta Noche bendita, lanzamos a las naciones, a los individuos y a las familias un llamamiento al perdón. Y que Dios, que perdona nuestros pecados, nos de el ánimo, la fuerza y el amor de perdonar a los que nos han ofendido. ¡La Paz sea sobre Belén y sobre todos los habitantes de Tierra Santa! ¡La Paz esté sobre todos los peregrinos y visitantes!¡La Paz esté sobre todos aquellos que buscan la paz!

sábado, 20 de diciembre de 2008

La historia de Belén

“En aquellos días se promulgó un edicto de César Augusto, para que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria. 3 Todos iban a inscribirse, cada uno a su ciudad. José, como era de la casa y familia de David, subió desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David llamada Belén, en Judea, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y cuando ellos se encontraban allí, le llegó la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento”. (Lc 2, 1-7)
Después del nacimiento del Señor, según narra el evangelio de san Lucas, los primeros en ir a adorarle fueron los pastores, por anuncio del ángel. Después –no sabemos cuando- los Reyes Magos -siguiendo la estrella- llegaron a Belén para adorar al Niño que acababa de nacer. No mucho tiempo después la Sagrada Familia -huyendo del rey Herodes- tuvo que abandonar Belén camino de Egipto.
Conozcamos la historia de lo que ha sucedido hasta el día de hoy en la gruta de Belén. El año 135, el emperador Adriano cubrió el lugar de la cueva con un templete y un bosque dedicado a Adonis, para intentar ahogar el crecimiento del cristianismo. Orígenes (185-253), en “Contra Celso”, 1, 51, dice:"Si alguien pide otro argumento para convencerse de que Jesús nació en Belén, según la profecía de Miqueas y los Evangelios, que sepa que todo esto es bien conocido en aquellos lugares, también por los que son extraños a la fe: esto es, que en aquella gruta vino al mundo el que es adorado y admirado por los cristianos". En el 330 Constantino la restituyó al culto cristiano, y bajo la inspiración de su madre, Santa Elena, construyó una grandiosa basílica. Desde el principio hubo personas que peregrinaban a Belén y no pocos se quedaban allí. La basílica Constantiniana pronto se vio rodeada de comunidades monásticas. Es el caso de S. Jerónimo, que se trasladó a Belén hacia el 380. Allí vivió hasta su muerte ocurrida el 30 de septiembre del 419. Durante la revuelta de los samaritanos entre 521 y 530, la Iglesia fue gravemente dañada. Inmediatamente el emperador Justiniano en 540, la rehizo y la rodeó de nuevas murallas. El año 600 los peregrinos la llamaron "locus splendidissimus ". Esa remodelación se ha mantenido básicamente hasta nuestros días con algunos añadidos postizos. En el 614 los persas invadieron Palestina y llegaron a Belén. Destruyeron otras Iglesias pero respetaron esta, al parecer, porque en lugar bien visible estaban representados los Magos con atuendo Persa, y probablemente reconocieron en esas imágenes a sus connacionales antepasados. En el 638 llegaron los musulmanes que también respetaron la Iglesia. Es más, el califa Omar entró a orar en el ábside meridional. Los árabes conservaron esta costumbre hasta el s X. En 1.009 los musulmanes de Al-Hakim dañaron la Iglesia. Los musulmanes locales impidieron que se cumpliera la orden de destrucción total dada por el califa fatimita Al-Hakim Ocupada en 1099 por los cristianos cruzados, fue reconstruida con un gran castillo de defensa. En 1.187 Saladino se apoderó de Belén, pero respetó el Santuario. El culto se restablece en 1.192 bajo pago de tributo. En 1.342 el Papa Clemente VI encarga a los Franciscanos la custodia y el culto de las iglesias de Tierra Santa. En 1479, fue rehecha toda la madera del techo, con otras maderas preparadas en Venecia, y transportadas desde allí en galeras de la Republica a Jafa. Los costes fueron sostenidos por el duque de Borgoña, Felipe el Bueno. El plomo para el techo fue donado por Eduardo IV de Inglaterra. Con el s. XVI entramos en el periodo de la luchas por la posesión del Santuario entre Franciscanos y Griegos, propiedad que pasa de unos a otros según el favor que gozaban ante la "Sublime Puerta" las naciones en las cuales se apoyaban las dos comunidades. Durante la guerra entre el Imperio Otomano y la Republica de Venecia, 1645-1669, los griegos reciben la autorización para apoderarse de la Gruta y de la Basílica. En 1757 los griegos vuelven a tomar la basílica. En 1831 los cristianos expulsaron a los musulmanes, cuyo barrio fue destruido después de una revuelta en 1834 por orden de Ibrahim Bajá. Desde aquel tiempo Belén comenzó a florecer con población casi enteramente cristiana. Pero, con motivo del establecimiento del nuevo Estado de Israel, de nuevo se han refugiado los musulmanes en ella, llegando ahora a superar la población musulmana a la cristiana. En 1847 los griegos roban la estrella de la Gruta de Belén. En 1858 se establece el "Statu quo" en la Basílica. En 1917 tiene lugar la ocupación aliada de Palestina. En 1948 Belén entra a formar parte de Jordania. Y en 1967 Belén pasa a ser zona ocupada por Israel.
El próximo 25, día de Navidad, si Dios quiere, iré a ese lugar tan especial, a la gruta de Belén donde nació el niño-Dios, y le pediré por todos los que han entrado en este blog y por sus familias.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Camino de Belén

Se acerca la Navidad. Momento muy especial en Tierra Santa, recordando la venida de nuestro Dios al mundo. Jesús va a nacer. Y, una semana antes –más o menos por los días del año en los que estamos- María y José se llevan el gran susto. Tienen que ir a empadronarse a Belén. A la Virgen le queda una semana para dar a luz, y no es el mejor momento para viajar. Hoy quería escribir una entrada acerca de aquel viaje en el que cruzaron de norte a sur el país, que nos ayude a acompañar con la imaginación en estos días a la Sagrada Familia camino de Belén.
Había por aquel entonces tres posibles caminos para ir desde Nazaret hasta Belén: el más directo era a través de los montes de Samaría; un segundo camino que se hacía dando un pequeño rodeo y bordeando el jordán; el tercero posible era recorriendo la costa del Mediterraneo. Empezaremos por este último camino de la costa. Era la llamada Via Maris, una calzada antigua que había sido remozada por los romanos para permitir que circulasen por ella personas y carromatos de carga. Se podía pasar por Cesarea Marítima, que ya visitamos hablando de San Pablo en una entrada reciente. Se pasaba por Joppe y Lida para llegar finalmente a Jerusalén. Este camino, aunque dispusiera de buenas condiciones para el viaje, no era casi utilizado por los judíos de Jerusalén, pues cruzaba por regiones pobladas casi totalmente por gentiles de cultura griega o romana. El último tramo iba por vaguadas y desfiladeros que podrían ser peligrosos, sobre todo por los bandidos al acecho de los peregrinos.
El camino a través de Samaría. Bajaba desde Nazaret hasta el valle del Esdrelón. Era la via más corta para llegar a Jerusalén. Se dejaba atrás el monte Tabor, y se enfilaba un camino de rango secundario en la red romana de comunicaciones, pero que era transitado desde hacía más de mil años por pastores y caravanas. El camino discurre a veces a través de desfiladeros. El viaje a pie por estos montes es duro. Hacia el centro de Samaría se llega a la aldea de Sicar, entre los montes Ebel y Garizim, junto a la antigua ciudad de Siquem. La comarca estaba muy paganizada, y los samaritanos eran enemigos acérrimos de los judíos, por lo que no facilitaban la hospitalidad, especialmente si eran peregrinos que se dirigían a Jerusalén. Por ello tampoco era un camino muy frecuentado por judíos.
Parece que la mayor parte de los galileos que se desplazaban a la Ciudad Santa, seguían el camino que iba por el este, siguiendo el curso del río Jordán. Son unos 150 kilómetros que se realizaban andando o en asno. Resultaban viajes muy duros, sobre todo debido a la aridez del terreno por el que discurre el sendero. Se viajaba junto a los meandros que rodean el río Jordán, hasta cerca de su desembocadura en el mar Muerto. Seguirían probablemente la orilla izquierda, por la Transjordania, ya que ésta formaba parte –como Galilea- de la tetrarquía de Antipas, de manera que así se ahorrarían trámites administrativos. Casi 100 kilómetros de descenso por la depresión del Jordán, hasta llegar al precioso oasis de Jericó, que se encuentra a más de 300 metros bajo el nivel del mar. Ahí ya estaban a las puertas de Judea y cerca de la Ciudad Santa. En Jerusalén hay una calle que se llama Deer Betlehem, y que era la que habitualmente se recorría para llegar a Belén.
Ayuda recordar al recorrer estos caminos -ya sea desde el mar Muerto hasta Jerusalén, o desde Jerusalén hasta Belén- pensar que por allí pasaron la Virgen –con Jesús en su vientre- y San José camino de la ciudad donde nacería nuestro Señor.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Los cristianos de Gaza

Como sabéis por las noticias la situación en Gaza es alarmante. El otro día en el retiro del Patriarcado el sacerdote que atiende la parroquia católica de Gaza nos contaba por teléfono que en esos momentos estaban sin electricidad y pasándolo un poco mal. Este sacerdote es palestino y llevaba 8 años sin poder ir a ver a su familia que vive en Cisjordania. Finalmente tuvo un permiso de dos semanas para salir de la franja. Aprovechando esta ausencia el nuncio en Israel Arzobispo Antonio Franco decidió ir a celebrarles Misa en esas fechas. El problema fue que en el check point le retuvieron durante tres horas, a pesar de llevar el permiso concedido por las autoridades israelíes. Finalmente los cristianos de Gaza se quedaron sin Misa dominical pues el nuncio no pudo pasar. A la semana siguiente, tras las oportunas quejas a las autoridades israelíes volvió a intentar entrar en la franja. Esta vez pudo pasar y celebrar Misa en la Iglesia de la Sagrada Familia de Gaza. Los fieles estaban muy contentos y agradecidos por el detalle y el esfuerzo realizado por el nuncio para estar con ellos, celebrarles la Santa Misa y acompañarles con su cariño. Asimismo, Monseñor Franco habló en la homilía de la proximidad del Papa Benedicto XVI a los fieles de Gaza, con quienes está muy unido a través de la oración en estos momentos de prueba. Les prometió además que transmitiría al Santo Padre sus felicitaciones para la Navidad. Ahora los cristianos de Gaza esperan al Patriarca de Jerusalén que tiene intención de celebarles Misa unos días antes de Navidad. En la foto aparecen algunos de los niños cristianos de Gaza que asistieron a la Santa Misa.
Esta parroquia será próximamente encomendada a un sacerdote de la familia religiosa del Verbo encarnado. La misión de esta institución es ayudar a las diócesis en lo que puedan necesitar. Tengo un amigo que se llama Gabriel, y es un sacerdote de esta institución que vive al lado de Belén, en Beit Jalla e imparte clases en el Seminario. Es precioso el servicio que realizan en las iglesias particulares, escogiendo muchas veces los lugares más difíciles como Gaza para ayudar con su ministerio.
Escribir esta entrada me ha ayudado para rezar más por estos hermanos nuestros de Gaza que lo están pasando tan mal. Me gustaría pedir a todos los que lean estas líneas oraciones por ellos. Quizá nos podemos acordar más de rezar por ellos cuando acudamos a la Santa Misa.