sábado, 27 de agosto de 2011

Peregrinación de la iglesia Montalegre I

"A lo largo de los siete días de peregrinación hemos recorrido todos aquellos lugares que se visitan por primera vez, empezando por Nazareth y acabando en Jerusalem. El primer día fue dedicado al viaje. Desembarcamos en el aeropuerto de Ben Gurion, en Tel-Aviv y nos dirigimos hacia Tiberiades, una población turística, que también le da el nombre al Lago, aunque su nombre propio es Lago Kineret; también Lago Genetsaret, o Mar de Galilea, según si lo reconocemos con su nombre original antes de que naciera Jesucristo en Belén o con los nombres bíblicos y del Evangelio. Nos acompañó durante tres días un nublado rojo producido por el polvo del desierto del Sahara y el de Arabia Saudí, pues en aquel territorio confluyen diferentes vientos que incluso provocan olas en el Lago.
El centro de cada jornada fue siempre la Santa Misa. Parecía que, en el segundo día de peregrinación, después de aquel revivir de nuestra alma en Nazareth en la misma gruta donde la Virgen Santísima fue visitada por el Ángel no iba ser posible sentir algo mejor. Allí celebramos la primera Misa. Pero solo era el preámbulo de un acercamiento cada vez mayor al corazón de la Virgen, a la Palabra de Dios y a la predicación de Nuestro Señor Jesucristo. Visitamos la ciudad, convertida hoy en una de las más populosas del país; por la tarde nos dirigimos al Monte Carmelo en lo alto de la ciudad de Haifa, una de las ciudades más extensas y con un tráfico tremendo, y que por otra parte la vimos con ojos de tristeza pues nos costó más de dos horas atravesarla, cosa que nos impidió hacer más cosas en esa jornada.
El tercer día de peregrinación fue una delicia, fuimos primero a Cafarnaún, estuvimos en la casa de Pedro, paseamos por la sinagoga, y rezamos un ratito en la iglesia de construcción moderna que allí se ha erigido. En la paz de la sinagoga de Cafarnaum, te parecía sentir la tertulia y la polémica de los hombres de entonces, que se sabían de memoria la Sagrada Escritura, y que por ello plateaban abiertamente sus dudas, y cómo Jesús aclaraba los textos, haciéndolos más entendibles. Seguimos hacia el Monte de las Bienaventuranzas con la Santa Misa, al aire libre teniendo al fondo el Lago, allí donde Jesucristo hizo tantos milagros, lugar que al verlo se entiende que fuera a predicar Jesús en más de una ocasión. Seguidamente en el Mensa Christi disfrutamos del Lago con el agua hasta las rodillas recogiendo conchas y caracolillos como auténticos mariscadores; y sin dilación seguimos la ruta hasta el paseo en barca, en medio de aquel mar tranquilo, sin ruidos de ninguna clase. Te llevaba la imaginación al surcar de aquellas mismas aguas junto a Jesús, pensando que lo hiciera de la misma manera, pues aquel paisaje no ha variado en nada, solo el transcurso de los años. Vimos con nuestros ojos la otra riba…. los montes del Golán…
Por la tarde los 11 matrimonios que participamos en la peregrinación tendríamos una celebración: renovamos nuestras promesas matrimoniales en Caná de Galilea, muy cerca de Natzareth. La celebración fue especial no solo por el lugar sino por la peculiaridad de que éramos muchos matrimonios celebrando lo mismo al mismo tiempo. No importaba el tiempo pasado ni las fechas, todos queríamos renovar nuestra fidelidad y nuestro amor a nuestro esposo o esposa, ante Dios. Fue un acto feliz pues experimentamos nervios, emociones muy diversas, también hubo lágrimas… teniendo en cuenta que el matrimonio más joven solo había cumplido su 33 aniversario…. Acabada la celebración en la iglesia, erigida en el mismo lugar donde se celebraron las Bodas de Caná, degustamos unos dulces dulcísimos! de aquella región.
El cuarto día nos iba a crecer en emociones pues se trataba de subir al mismo lugar donde Jesús mostró su divinidad en lo alto del monte Tabor, allí se puede contemplar todo el Valle de Armagedón, el valle que daba paso a todas las caravanas, un valle lleno de riqueza natural, donde se producen tres recolecciones anuales de frutas y hortalizas de todas clases, allí donde antes era un desierto, hoy se ha convertido en un vergel, y donde puedes comprender que Moisés al ver aquel lugar, dijera que aquella tierra era la tierra prometida por Dios a su pueblo. Continuamos hacia el sur, siguiendo el río Jordán, y nos paramos casi en el punto donde sale del Lago, una zona en la que tradicionalmente muchos peregrinos renuevan sus promesas bautismales por inmersión en sus aguas, aunque no se tratase del mismo sitio donde Jesús recibió el bautismo de Juan. A continuación nos dirigimos hasta el desierto de Qumram. Durante muchos kilómetros pudimos ver las miles y miles de palmeras replantadas que producen millones y millones de deliciosos dátiles, que desde tiempo inmemorial alimentaron a Israel, pues se trata de una fruta que tarda un año en descomponerse. El sol de justicia en el desierto era abrasador, a pesar de que estábamos en primavera. Por la tarde, el que quiso experimentó algo nuevo en el Mar Muerto, todo un balneario natural. Estabas en un lugar que no distinguías entender si era un trocito del Ganges, o realmente estabas en medio de un mar de lodo por el que patinabas con el riesgo evidente de caerte y probar sin duda aquellas aguas saturadas de sal. Se dice de ellas, ya desde tiempos muy antiguos, que son muy curativas, en especial de enfermedades de la piel. Después de flotar o hundirse, se trataba de frotarse y embadurnarse con aquel lodo y recuperar la belleza y la salud de años atrás… Luego a la vista de todos y uno de tras de otro íbamos pasando por las duchas al sol para deshacernos de todo el fango y miserias".

Escrito por Isabel Hernández Esteban

sábado, 20 de agosto de 2011

La Asunción de la Virgen en Jerusalén IV. La tumba de María.

Hay otro lugar Santo en Jerusalén, que se llama "la tumba de María" y que se encuentra muy cerca de Getsemaní. En concreto, está localizada al lado de la gruta del prendimiento.
Sobre la tumba de María hemos de decir que no existe certeza precisa de ningún lugar que haya sido el sepulcro de la Virgen María. También se afirma que el lugar de la tumba pudo haber estado en Éfeso, pero no parece que así haya sido –según afirma además la mayor parte de la tradición- pues la Virgen vino a Jerusalén. Todo apunta a que lo más probable es que en esta ciudad pasara sus últimos días en la tierra. Tampoco hay nada fidedigno sobre el lugar de la tumba de la Virgen en Jerusalén. San Epifanio, en el siglo III, pronunció las siguientes palabras, aunque no son textuales:
-Después de haber investigado cuidadosamente en Palestina no he encontrado ningún lugar donde haya una tumba de María.
Este santo, asegura que hizo un estudio sobre el terreno buscando una posible tumba de María. Después de visitar los lugares mencionados, como conclusión terminó por decantarse por que no existía tal tumba de María. Afirmó finalmente que esta suposición tiene su lógica, pues la Virgen fue Asunta a los cielos, y por tanto hay Asunción y no tumba.
Otra cosa es tratar de descubrir cuál pudo ser el lugar donde la Virgen murió y aquel otro donde pudo ser depositado su cuerpo. Que la Virgen haya muerto es muy probable, ya que ella quería imitar en todo a su Hijo que, siendo Dios, murió por los hombres. Así ella es corredentora con Jesucristo de forma más plena, y de esta manera se identifica más con la vida y la muerte de su Hijo.
Algunos autores dicen que la Virgen bien pudo morir en el lugar de la Dormición, al lado del Cenáculo, por estar allí la casa de Marcos. Y también es posible que, después de morir, fuera trasladado su cuerpo al lugar denominado la tumba de María, actual lugar ortodoxo que se encuentra al lado de Getsemaní. Son sitios muy bonitos y de gran devoción entre los fieles, pero no hay inscripciones muy antiguas como en otros lugares Santos, sino sencilla devoción popular. Donde si que hay inscripciones antiguas sobre la Virgen es en la parte baja del Cenáculo, donde estaba la antigua iglesia de Santa María del Monte Sión.
Muchos peregrinos pasan por estos lugares relacionados con el transito al cielo de Nuestra Madre, y se hacen y nos hacen muchas preguntas acerca de cómo y donde sucedieron estos hechos del final de la vida de la Virgen. No lo sabemos ciertamente, pero quizá hayamos podido arrojar algo de luz con estas líneas, y con las tradiciones que hemos recogido.

sábado, 13 de agosto de 2011

La Asunción de la Virgen en Jerusalén III

En 1309 los franciscanos se establecieron en el Monte Sión, y construyeron el Cenáculo y la Sala del Espíritu Santo, con la financiación del rey de Nápoles, Roberto II de Saboya. Nicolás de Poggibonsi describe una de las partes de la nueva construcción como el lugar donde la Virgen murió: “al lado del lugar donde San Juan acostumbraba a decir la Santa Misa hay un muro adyacente, hecho de piedra seca, en el que se encuentra una roca, como un altar, que es blanca. En ese lugar la gloriosa Virgen María pasó de esta vida a la otra, y allí estuvieron juntos todos los Apóstoles en el momento de su santa Asunción”. Durante este siglo la construcción franciscana volvió a ser derruida, y en 1436 los franciscanos volvieron a levantarla. Pero en 1452, bajo el sultán al-Zahir, se derribó de nuevo y los musulmanes tomaron posesión del lugar. En 1462 volvió a ser eventualmente reconstruida, y de nuevo destrozada 6 años después de la muerte del sultán. En 1488-9 los frailes construyeron una capilla en honor de la Virgen María fuera del Cenáculo. En el siglo XVI los franciscanos recuperaron la propiedad, pero luego les fue expropiada en varias ocasiones. En 1524 un Decreto de Suleiman les arrebata también la llamada “sala alta” y en 1551 del conventito que tenían cerca.
En el siglo XIX se toleraba la visita de cristianos a la Sala alta o lugar del Cenáculo, pero no la celebración de Misas. Más o menos como sucede hoy en día, solo que antes estaba en poder de los musulmanes y hoy de los judíos. En efecto, en 1948 el Cenáculo cayó en zona israelí y los musulmanes lo abandonaron. Los judíos lo convirtieron en Monumento nacional al suponer que estaba allí la tumba de David y para conmemorar el holocausto.
En Jerusalén hay un lugar que representa la memoria de la Asunción de la Virgen. Se trata de una iglesia que está también en el monte Sión, muy cercana del lugar donde se encuentra el Cenáculo. Fue construida entre los años 1901 y 1910 por los Padres Benedictinos. La Iglesia de la Dormición, también conocida como la Abadía de la Dormición, es uno de los edificios más destacados y bellos de Jerusalén. Construida en estilo románico, el sitio marca el lugar donde la Virgen María cayó en su "sueño eterno". El nombre latino de la iglesia es Dormitio Sanctae Mariae significando el adormecimiento de Santa María. Tiene un precioso mosaico del pavimento, en el centro del cual se insertan tres círculos, que simbolizan la Trinidad. Desde este punto central rayos irradian hacia el exterior en dos círculos concéntricos. El primero contiene los nombres de algunos profetas: Daniel, Isaías, Jeremías y Ezequiel; el segundo los nombres de los doce apóstoles. La bóveda del ábside es un mosaico de la Virgen y el Niño. La principal característica de la iglesia es la Capilla de la Dormición en la cripta situada en la parte inferior de una escalera en espiral. La escultura de tamaño real que retrata la Virgen María yacente tiene encima -en la cúpula- un mosaico que representa a Cristo recibiendo su alma.

sábado, 6 de agosto de 2011

La Asunción de la Virgen en Jerusalén II

La iglesia Santa María del Monte Sión estuvo en pie hasta mayo del 966 en que fue atacada y quemada por musulmanes. Luego la volvieron a dañar todavía más en el 1009 bajo al-Hakim. Posteriormente sufrió el terremoto devastador que acaeció en 1033 o 1034. Entonces los oficiales al cargo destruyeron más la iglesia del Monte Sion para llevarse las piedras grandes y así poder reconstruir el Muro que había quedado dañado. Cuando llegaron los cruzados en junio de 1099 describieron la iglesia del Monte Sión como una iglesia en ruinas. En la descripción de la iglesia arruinada que hace en 1102-3 el peregrino inglés Saewulf, dice que ahí había ciertamente una capilla, que es el lugar donde murió la Virgen María, y donde Jesús se apareció a los discípulos después de la Resurrección. En el 1106-8 el ortodoxo ruso Abad Daniel, afirma que en este lugar expiró la Santa Madre de Dios. Fuentes del temprano siglo XII apuntan que la iglesia fue reconstruida en el siglo XI y que la dormición de Santa María se conmemoraba en la parte noroeste de la iglesia. Quedó escrito en 1160: “En el sur está el Monte Sión, donde una bonita iglesia fue construida en honor de Santa María, pues desde allí partió hacia el cielo…”. Es interesante la descripción que hace John de Wurzburg en el 1165: “En la misma iglesia, hacia la derecha de la entrada norte, está el lugar donde la Bienaventurada Virgen María se dice que entregó el espíritu y partió de esta vida: y allí, en una pared adyacente su Hijo Jesucristo está dibujado recibiendo el alma de la Madre en presencia de los apóstoles. Alrededor de una pequeña edificación que está construida encima del mismo lugar se lee la inscripción: “Exaltata est sancta Dei Genitrix super choros angelorum”, “Exaltada es la Santa Madre de Dios por encima de los coros de los ángeles”. Teodorico en el 1172 describiendo el Monte Sión decía: “Allí está la iglesia donde hay un mosaico en el que se representa a Nuestro Señor Jesucristo recibiendo el alma de su amada Madre, y llevándola al cielo”. Antes de que cayera la ciudad de Jerusalén a manos de Saladino, el griego John Phocas en 1177 la describe así: “Hay una iglesia, la madre de las iglesias, donde la bienaventurada Virgen María se durmió. En este lugar hay una pequeña celda rodeada de una barandilla de hierro, y dos crucerías en el lugar donde la Virgen María entregó su alma a su Hijo”.
Consta que en el siglo XII había procesiones en el día de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen que iban hasta el monte Sión, donde murió la Virgen, y desde allí se dirigían hasta su tumba en el valle de Josafat. Después la iglesia fue ocupada los musulmanes de Saladino, pero no la destruyeron. Su destrucción pudo acaecer cuando al–Muazzam Isa demolió los muros de la ciudad. Los ortodoxos Sirios pudieron abandonar definitivamente la destruida iglesia alrededor de 1244. Poco después, un escrito encontrado del que es autor un peregrino anónimo, hablaba de esta iglesia como el lugar en el que la Virgen había vivido 14 años, después de la Ascensión del Señor, hasta que falleció. Durante esos años la Virgen habría asistido a la Santa Misa celebrada por el apóstol San Juan, en el mismo lugar donde se instituyó el Sacramento de la Eucaristía, el sitio donde el Señor celebró la primera Misa.