sábado, 27 de junio de 2009

Hebrón. Las tumbas de los patriarcas.

En Hebrón hay una mezquita donde tradicionalmente se encuentra la tumba de los patriarcas Abrahám, Isaac y Jacob. Abrahám -dice el Antiguo Testamento- compró un terreno en Quiriat Arba, al lado de Hebrón. Por encontrarse aquí estas tumbas ha habido presencia contínua judia desde siempre hasta 1929, en el que hubo conflicto. Después la presencia de los hebreos en ese lugar ha sido a través de diversos asentamientos. Es un sitio en el que no he podido estar todavía. Me envían una colaboración contando la visita a este lugar tan interesante.

"Ayer tuve la oportunidad imprevista de ir a Hebrón, en Cisjordania, Palestina. Me ilusionaba tanto la posibilidad de ver la tumba de Abraham, que siempre me ha parecido un personaje un poco lejano, no sólo en el tiempo, sino también en el espacio. Por eso, cuando me hablaron de ir a Hebrón, no me lo pensé dos veces. Seguramente es la primera y última vez, puesto que pronto termina nuestra estancia en Tierra Santa. Es cierto que ir a estas tierras entraña cierto peligro, hay que cruzar check points en medio de la ciudad. Es muy conveniente ir acompañado de un guía local. A nosotras nos acompañó Walid, que trabaja en la organización Hebron Rehabilitation Committee, apoyada por el gobierno español a través de Cooperación Española. Primero nos mostró una presentación sobre la actual situación del centro antiguo de la antiquísima ciudad de origen cananeo. Dividida, fragmentada en partes sin conexión posible entre sí, por la cuña que hacen los colonos judíos ultraortodoxos que van tomando posiciones en cada casa abandonada, o derruida por la última guerra. De ahí que la asociación de Walid busque rehabilitar el mayor número posible de casas y alquilarlas. Así se consigue evitar que los colonos se adueñen de partes clave del centro de la ciudad, e impidan todavía más el contacto entre la gente palestina. Porque palestinos y colonos judíos viven juntos, muy juntos, en Hebrón. En ningún sitio como aquí se puede ver esa “convivencia” forzada. Los judíos son superiores en fuerza, armamento, medios, como en todas partes… Un ejemplo más de esa cercanía a pesar de las vallas y los pasos controlados, es la Mezquita de Abraham, que en el lado judío es Sinagoga, naturalmente. Nada para los cristianos, que también somos hijos de Abraham. Cuando se entra en la Mezquita, hay que descalzarse, claro, y –como mujeres- cubrirse cuerpo y cabeza con unas capas con caperuza preparadas ad hoc. Me puse de frente al Mirhab, el lugar santo para los musulmanes, donde adoran la presencia de Dios, y recé un padrenuestro mirando los restos de la metralla que dejó en una columna el colono enloquecido que, en 1994, entró durante la oración y mató a decenas de fieles. La primera Intifada. Él también murió unos metros más allá, seguramente iba ya preparado para ello…
La tumba del Patriarca Abraham, o más bien su catafalco, se encuentra en una habitación cerrada a la que no se tiene acceso. Se puede mirar por una ventana enrejada, y al fondo se divisa a los colonos judíos, que hacen lo propio desde su ventana. Los restos de Abraham, en realidad, están a 17 metros bajo ese nivel. Desde un ventanuco en el suelo se divisan las velas que han colocado al fondo del pozo, para que uno pueda hacerse a la idea de cuán profundos están los restos. En la amplia sala de la Mezquita encontramos también las tumbas de Isaac y Rebeca. Es muy emocionante estar junto a ellas, pero entristece saber que las de Jacob y Lía no se pueden visitar, porque están en el lado judío… De todas maneras, los judíos sólo pueden visitar las de Jacob y Rebeca 9 días al año, coincidiendo con las festividades judías. E imagino que, como cristiano, es posible entrar en la Sinagoga. Ya en el Génesis se hace referencia a esta ciudad, porque aquí compró Abraham una cueva con la intención de enterrar en ella a su mujer, Sara, cuya tumba se encuentra a la entrada del complejo. Fue el primer trozo de tierra prometida, de Canaán, que compró Abraham, de ahí el valor para los judíos, que se basan en esto para reclamar que siempre estuvieron presentes en Hebrón y pusieron el grito en el cielo cuando comprobaron que la ciudad había caído dentro de los territorios adjudicados a los palestinos. Unos y otros dicen tener razón, y ambos la pierden por los métodos violentos que utilizan. Hebrón, la ciudad cananea donde David fue proclamado rey de Israel, espera una nueva oportunidad para la paz.
Cristina Moreno Alconchel

sábado, 20 de junio de 2009

Año del Sacerdocio. Adopta un sacerdote.

Año del Sacerdocio

El Papa ha convocado un año del sacerdocio. Empezó el pasado 19 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Es un año para profundizar en el sacerdocio, rezar por los sacerdotes y pedir al Señor que envíe vocaciones sacerdotales. Copio algunas de las palabras del Papa en la carta que anuncia este año:
"He resuelto convocar oficialmente un "Año Sacerdotal" con ocasión del 150 aniversario del "dies natalis" de Juan María Vianney, el Santo Patrón de todos los párrocos del mundo, que comenzará el viernes 19 de junio de 2009, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús -jornada tradicionalmente dedicada a la oración por la santificación del clero-. Este año desea contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo, y se concluirá en la misma solemnidad de 2010"
El Papa ha puesto como modelo a San Juan Maria Vianney, el Santo Cura de Ars. Seguía diciendo en su carta el Santo Padre: "La enseñanza y el ejemplo de san Juan María Vianney pueden ofrecer un punto de referencia significativo. El Cura de Ars era muy humilde, pero consciente de ser, como sacerdote, un inmenso don para su gente: "Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina". Hablaba del sacerdocio como si no fuera posible llegar a percibir toda la grandeza del don y de la tarea conf iados a una criatura humana: "¡Oh, qué grande es el sacerdote!" (...) "Parecía sobrecogido por un inmenso sentido de la responsabilidad: "Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor... Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra... ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes... Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias... El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros".
El Papa ha insistido mucho en la necesidad de cuidar al Señor en la Eucaristía, viviendo muy bien la Santa Misa, y también de acudir con frecuencia al Sacramento de la Penitencia. Recojo unas palabras de esta carta que expresan muy bien, a través de la vida del Santo cura de Ars, lo que el Santo Padre nos quiere transmitir de la piedad con la que hemos de procurar acudir a estos sacramentos: "Les decía: "Todas las buenas obras juntas no son comparables al Sacrificio de la Misa, porque son obras de hombres, mientras la Santa Misa es obra de Dios". Estaba convencido de que todo el fervor en la vida de un sacerdote dependía de la Misa: "La causa de la relajación del sacerdote es que descuida la Misa. Dios mío, ¡qué pena el sacerdote que celebra como si estuviese haciendo algo ordinario!". Siempre que celebraba, tenía la costumbre de ofrecer también la propia vida como sacrificio: "¡Cómo aprovecha a un sacerdote ofrecerse a Dios en sacrificio todas las mañanas!". Esta identificación personal con el Sacrificio de la Cruz lo llevaba -con una sola moción interior- del altar al confesonario. Los sacerdotes no deberían resignarse nunca a ver vacíos sus confesonarios ni limitarse a constatar la indiferencia de los fieles hacia este sacramento. En Francia, en tiempos del Santo Cura de Ars, la confesión no era ni más fácil ni más frecuente que en nuestros días, pues el vendaval revolucionario había arrasado desde hacía tiempo la práctica religiosa. Pero él intentó por todos los medios, en la predicación y con consejos persuasivos, que sus parroquianos redescubriesen el significado y la belleza de la Penitencia sacram ental, mostrándola como una íntima exigencia de la presencia eucarística. Supo iniciar así un "círculo virtuoso". Con su prolongado estar ante el sagrario en la Iglesia, consiguió que los fieles comenzasen a imitarlo, yendo a visitar a Jesús, seguros de que allí encontrarían también a su párroco, disponible para escucharlos y perdonarlos. Al final, una muchedumbre cada vez mayor de penitentes, provenientes de toda Francia, lo retenía en el confesonario hasta 16 horas al día. Se comentaba que Ars se había convertido en "el gran hospital de las almas"."
Y terminaba con estas palabras: "Confío este Año Sacerdotal a la Santísima Virgen María, pidiéndole que suscite en cada presbítero un generoso y renovado impulso de los ideales de total donación a Cristo y a la Iglesia que inspiraron el pensamiento y la tarea del Santo Cura de Ars. Con su ferviente vida de oración y su apasionado amor a Jesús crucificado, Juan María Vianney alimentó su entrega cotidiana sin reservas a Dios y a la Iglesia. Que su ejemplo fomente en los sacerdotes el testimonio de unidad con el Obispo, entre ellos y con los laicos, tan necesario hoy como siempre. A pesar del mal que hay en el mundo, conservan siempre su actualidad las palabras de Cristo a sus discípulos en el Cenáculo: "En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33). La fe en el Maestro divino nos da la fuerza para mirar con confianza el futuro. Queridos sacerdotes, Cristo cuenta con vosotros. A ejemplo del Santo Cura de Ars, dejaos conquistar por Él y seréis también vosotros, en el mundo de hoy, mensajeros de esperanza, reconciliación y paz".

Adopta un sacerdote

Este año nos podemos proponer todos rezar más por los sacerdotes. Una buena idea, que ya sugirió hace algunos años http://www.catholic.net/, es la de adoptar un sacerdote para rezar por su ministerio. Ya lo hizo Santa Teresita del Lisieux en distintas ocasiones pidiendo por sacerdotes que estaban trabajando en lejanos países de misión. Ella misma escribía al Padre Roulland: «Me siento verdaderamente dichosa de colaborar con usted en la salvación de las almas. Con este fin me hice Carmelita. ¡No pudiendo ser misionera de vanguardia, quise serlo por el amor y la penitencia».

Si entras en esta página lo puedes hacer. Los sacerdotes que desean ser adoptados y los fieles que desean rezar por ellos se inscriben. Desde esa página web se les asigna un sacerdote, por el que se comprometen a rezar unas oraciones. El link es el siguiente: http://es.catholic.net/oracionsacerdotes/listado.php

sábado, 13 de junio de 2009

El Cenáculo cristiano

En la Solemnidad del Corpus Chirsti quiero hablar del lugar donde se instituyó la Eucaristía. Ese sitio está bajo propiedad de los judíos. Fue requisado a los franciscanos alegando que allí estaba la tumba del rey David. Los franciscanos adquirieron un terreno cercano al lugar. Allí tienen un convento que se llama de San Salvador. En cualquier caso los franciscanos siguen llamándose “guardianes del Monte Sión”. En la Iglesia Católica se están haciendo intentos para recuperar el lugar auténtico del Cenáculo. Después del último viaje del Papa se comenta que ha habido conversaciones en este sentido. Recemos para que lleguen a buen término y el Cenáculo vuelva a manos cristianas.
La iglesita del Convento se le llama de forma común en italiano el “Cenacolino”. Ahí -haciendo la pertinente reserva- se puede celebrar la Santa Misa. Recuerdo lo que me dijo un sacerdote mayor cuando le dí la noticia de que me venía a Tierra Santa:
-Tendrás que prepararte muy bien para celebrar la Santa Misa en el Cenáculo. Es un momento especialmente importante para un sacerdote.
Efectivamente, se trata del lugar de la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio. He tendido la fortuna de celebrar varias Misas en ese lugar y es impresionante.
Pero además, para los miembros del Opus Dei, cooperadores y amigos, aparte de todas las personas que tienen devoción al que fue Obispo Prelado del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo, es especial también ese lugar. Allí celebró su última Misa d. Álvaro en 1994. No había podido visitar nunca la Tierra de Jesús, y le hacía muchísima ilusión. Por fin, pudo realizar una peregrinación a Tierra Santa como regalo que le hicimos sus hijos por su 80 cumpleaños. La última Misa de su vida fue en Tierra Santa, precisamente en el lugar de la institución de la Eucaristía. Por la tarde volvería a Roma, y esa misma noche falleció. El Papa Juan Pablo II recordó la gracia de Dios tan grande que había recibido d. Álvaro, de poder celebrar la última Misa de su vida en el Cenáculo. Ahora está abierto su proceso de Beatificación.
En cualquier caso el "Cenacolino" es un lugar que hay que visitar. Al menos para hacer la visita al Santísimo, pues allí está -reservado en el Sagrario- el mismo Jesucristo, con su Cuerpo y con su Sangre.

sábado, 6 de junio de 2009

Seguridad israelí en la visita del Papa.

Las medidas de seguridad que se organizaron en Israel para la venida del Papa merecen una atención especial. Con unas breves anécdotas creo que los lectores se harán cargo del nivel de seguridad que llegamos a tener. El día 11 llegó el Papa a Jerusalén. Por la tarde, tendría lugar el encuentro en el auditorio de Notre Dame con instituciones que trabajan en labores ecuménicas. Notre Dame es un enorme albergue para peregrinos, construido por los franceses en 1888, que está al lado de donde vivo. El encuentro estaba programado para la 18.00. Pensábamos salir a la calle para saludar al Papa, pues pasaría al lado de nuestra casa. El día antes leí en la prensa que no se podría saludar al Papa, pero no lo creí, pues pensé que nadie me podría impedir asomarme a la calle que da a mi casa. Unas cuatro horas antes estaba viendo al Papa por televisión cuando llamó a la puerta un policía de dos metros vestido de negro, y acompañado por varios soldados. Seguramente sería agente del Shavak: centro de los servicios de inteligencia israelíes. Este es el cuerpo que se encarga de la seguridad nacional. ----"Buenos días, dijo, no les importaría que entráramos en su casa. Es por motivos de seguridad". Sacó a relucir un brillante pin en la solapa y una tarjeta con su foto colgando del cuello. Entró la comitiva militarizada y tres soldados se apostaron en las escaleras exteriores del edificio mientras el jefe iba entrando en todas las habitaciones que dan a Notre Dame. Mientras pasaba de una habitación a otra iba haciendo preguntas:
-"Qué es esto, quién vive aquí, allí, cuándo van a volver...
Otros soldados se apostaron en la terraza de la casa. Efectivamente nos confirmaron que no podríamos salir del edificio en ese momento. Cuando estaba ya a punto de pasar el Papa, uno de nosotros le preguntó al militar que estaba en la terraza si podía simplemente asomarse a la terraza que da a la calle para ver cómo pasaba el coche. El militar al principio contestó afirmativamente. Pero el que lo preguntaba insistió:
-"¿Y los guardias que están rodeando el edificio no me pegarán un tiro desde abajo si me asomo?" El militar contestó pensándolo mejor:
-"Es verdad, mejor no te asomes".
No se podía acceder a ninguna de las calles por la que iba a pasar el Papa: un policía cada 5 metros, un dirigible sobrevolando la zona con una cámara, francotiradores en las azoteas...
En la Misa con el Papa en Jerusalén, en el torrente Cedrón, había más policías que personas. Delante de los sacerdotes que concelebrábamos había una larga fila de policías mirándonos. Le pedimos al jefe que los apartara para poder concelebrar con cierta tranquilidad. Desde donde estábamos se divisaba el imponente muro del templo con sus almenas. Antes de la Misa, un sacerdote que estaba junto a mí, me hizo notar los militares que estaban apostados entre las almenas.
Antes de la Misa pude ver al Papa en el Patriarcado. En un momento dado decidí subir de la iglesia –donde tenía mi sitio reservado- al coro. Lo hice con cierto miedo de ser visto, pues la entrada estaba vigilada. A través de mis amigos seminaristas conseguí finalmente estar con ellos de pie en el coro antes de que llegara el Papa. Mientras me encontraba allí ya tranquilo, observé cómo se acercaban dos policías israelíes, una chica y un chico. Comprobé con horror cómo se acercaban a mí, y casi perdí el aliento. Pensé que se había acabado mi estancia en ese lugar privilegiado. Mi asombro fue grande cuando escuché su pregunta:
-"¿Nos podría decir qué hay que hacer para ser Cardenal?
Me quedé atónito. Siguieron haciéndome cantidad de preguntas, interesándose mucho por la Iglesia católica y por su jerarquía. Me agradecieron mucho las contestaciones que les dí, y luego -a la salida, cuando ya se había ido el Papa- uno de ellos volvió para darme de nuevo las gracias.
Se nota la sed de Dios que tiene la gente.