sábado, 28 de julio de 2018

El templo de Salomón I

Templo de Jerusalén.jpgPor orgullo David había ordenado el recuento de su pueblo, en castigo de lo cual Dios diezmó a los iraelitas con una epidemia. Un día el rey vio cerca de la era de Ornán (Areuna) el jebuseo un ángel que estaba a punto de herir a la gente de la ciudad, después de lo cual David se humilló ante el Señor, quien le perdonó y detuvo la plaga. El rey se apresuró a comprar la propiedad del jebuseo por cincuenta siclos de plata y construyó un altar en la era, sobre el cual ofreció holocaustos y ofrendas de paz (2 Samuel, 24).

Esta colina, que es el Monte Moria (2 Crónicas 3,1) del Génesis (22,2) estuvo desde entonces destinada a ser el emplazamiento del Templo de Yahveh, para el que David había amasado ya grandes tesoros, pero cuya construcción se reservaba a Salomón. Como hasta entonces los hebreos no habían cultivado las artes, Salomón se dirigió a Hiram, rey de Tiro en Fenicia, para conseguir constructores y obreros hábiles en la piedra, metal y la madera de cedro y ciprés del Líbano. Tras siete años y medio de trabajo, el rey pudo dedicar solemnemente el templo del Dios verdadero. 

Junto al recinto sagrado construyó después grandes edificios, entre los cuales la Biblia hace mención especial del palacio del rey, el de la reina, hija del Faraón, la casa del bosque, el pórtico del trono y el de las columnas.

El Monte Moria, que se extiende de norte a sur, es un largo espolón o promontorio, lindando al norte con el Monte Bezetha y limitado al este y al oeste por dos estrechos valles que se juntan en su extremidad sur. Entre sus dos empinados declives la cima de la colina sólo permite un estrecho espacio para edificaciones, y para asegurar un adecuado emplazamiento para el Templo, los patios, y los palacios reales se construyó una plataforma levantando muros de sostén de bellas piedras cuidadosamente labradas que medían ocho o diez codos (1 Reyes 5,17; 7,9-10). Según la tradición judía el Templo estaba en el punto más alto del Monte Moria, mientras que las habitaciones reales se construyeron al sur de su recinto y en un nivel más bajo.

Se admite generalmente que la “roca sagrada” en el centro de la Mezquita de Omar constituía la base del altar de los holocaustos en el Templo de Jerusalén. En esta colina, según una antigua tradición, Abrahám se dispuso a sacrificar a su hijo Isaac; aquí, junto a la era de Ornán, el ángel exterminador volvió a guardar su espada en su vaina; y en esta era, que según la costumbre estaba situada en el punto más alto, erigió David un altar al Señor.

Si esta roca prominente fue constantemente preservada en las diversas reconstrucciones de la plataforma debe haber sido por sus asociaciones. Además, se corresponde con todos los requisitos del Éxodo (20,24 y s.) para el altar de los holocaustos. Es una roca de piedra caliza, sin labrar e irregular, de cincuenta y ocho pies de largo por cuarenta y cinco de ancho, y que sobresale tres o cuatro pies por encima del suelo. Además, casi en el nivel superior de su superficie hay un agujero por donde se cree que la sangre y el agua de las abluciones fluía en la cavidad inferior para ser llevada por un conducto subterráneo al valle del Cedrón. La Mishna (Yoma, II,I) afirma que bajo el altar de los holocaustos había un canal de esta clase. Admitido este punto, la “roca sagrada” servirá como señal para descubrir el sitio exacto de la casa de Yahveh, porque esta última se abría hacia el este, enfrente del altar de los holocaustos y consiguientemente al oeste del patio de los sacerdotes que contenía el altar.

Las principales fuentes de información relativas al plano, construcción y adorno del Templo son, en primer lugar 1 Rey. 6,7; luego el relato paralelo de 2 Crón. 3 y 4, que tiende a magnificar inconmensurablemente las dimensiones.

El profeta Ezequiel describió el Templo a la luz de una visión celestial, y aunque su descripción es simbólica concuerda en sus rasgos esenciales con la del Libro de los Reyes; según todas las apariencias describen la casa del Señor tal como la vio mientras realizaba sus tareas sacerdotales.

La información suministrada por Josefo y el tratado Middoth de la Mishná inspira menos confianza; parece basada más bien en el Templo de Herodes que en el de Salomón. En realidad sólo poseemos una breve descripción del primer Templo y los términos técnicos utilizados por la Biblia no son siempre fácilmente inteligibles en los tiempos actuales; de ahí que haya una gran diversidad de opiniones entre los autores que han intentado reconstruir el Templo de Salomón en sus detalles arquitectónicos.

Salomón reprodujo en materiales sólidos y proporciones dobles el Tabernáculo que Moisés había construido en el desierto (Sabiduría 9,8), cuyo entero plano estaba por tanto esbozado (Éxodo, 26, 36). Con respecto al estilo adoptado por los arquitectos fenicios simplemente sabemos que en ese periodo la arquitectura de todos los pueblos semíticos era muy similar a la de los egipcios. Un codo tenía la anchura de seis manos o veinticuatro dedos y era igual a un pie y cinco pulgadas y tres cuartos; la anchura de un codo real era una mano (tres pulgadas) más. El codo menor de seis manos, o veinticuatro dedos, existía en el imperio oriental, pero era algo más largo, al ser igual a un pie y siete pulgadas y un tercio. 

La anchura del codo real era igualmente mayor, siendo igual a un pie y nueve pulgadas y un sexto. Ahora bien a juzgar por las excavaciones hechas en Taanath y Megiddo en Palestina, el codo real de Babilonia, introducido por la larga dominación caldea, era el único en uso en es época (Benzinger, "Hebr. Archaologie", 190). Es probable que en la época de la Cautividad de Babilonia sólo estuviera en uso el codo pequeño, de ahí que el autor sagrado (2 Crón. 3,3) dé las dimensiones del Templo por la “primera medida”, o codo antiguo, y Ezequiel (40,5 y 43,13) añade a cada codo una mano (el antiguo palmo menor, un sexto del codo pequeño) para obtener la longitud dada en el Libro de los Reyes. El codo real babilonio fue por tanto la medida auténtica (Ezequiel, 43, 13) usada en la construcción del Templo de Salomón.







sábado, 21 de julio de 2018

Residencia señorial de la época del rey David

La existencia del reino de David y Salomón en el siglo X a.C. ha recibido un respaldo indirecto gracias a la datación con radiocarbono de una residencia señorial descubierta en las excavaciones de Tel ´Etón, 40 km al suroeste de Jerusalén, a mitad de camino desde Gaza. El descubrimiento fue publicado por Avraham Faust y Yair Sapir en la revista "Radiocarbon", y recogido por la Universidad de Bar Ilan y National Geografic, entre otros.

El edificio es una estructura arquitectónica conocida como casa de cuatro secciones, construida en la parte alta de una colina de al menos dos plantas , ocupando la inferior mas de 225 metros cuadrados. Se encontraron grandes sillares de alta calidad en las esquinas y entradas del edificio y cientos de vasijas y otros hallazgos arqueológicos. Una residencia de ese tipo era frecuente entre los israelitas, pero no entre cananeos o filisteos.

El lugar padeció un gran incendio en el siglo VIII a.C., durante una de las campañas asirias. Lo que se ha descubierto ahora, gracias al estudio con Carbono 14 del suelo y de un depósito inferior, es que el edificio ya estaba construido en el siglo X a.C., justo la época en la que David y Salomón reinaron sobre los reinos unidos de Judá e Israel, que por tanto extendieron sus dominios mucho más allá de las cercanías de Jerusalén.

¿Por qué este hallazgo apoyaría la historicidad de ambos reyes? Lo explican los autores: la datación en esa fecha sugiere que se en esas tierras altas estaba surgiendo un nuevo y prestigioso poder político.

La construcción de semejante residencia en lo alto de una colina, visible desde una gran distancia, además del crecimiento significativo del tamaño de la ciudad en aquella época, demuestran que se produjo un acontecimiento importante. Precisamente la ausencia hasta ahora de construcciones reales en esa zona había sido argumentada por algunos autores para cuestionar el esplendor de la monarquía unificada: David y Salomón habrían sido solo jefes locales con poder en Jerusalén y su entorno.

Se ha calculado con precisión que la última piedra de esa construcción se puso en el año 921 a.C. Por tanto, si justo en esa época se estaban construyendo a tanta distancia de Jerusalén edificios propios de grandes estructuras administrativas, la imagen arqueológica del reino de David y Salomón se aproxima notablemente a la imagen bíblica.

sábado, 14 de julio de 2018

Tumba de Jonás y palacio de Senaquerib

Es “irónico”, explica Matthew Archbold en National Catholic Register, pero el ansia de destrucción de Estado Islámico en Irak ha permitido un hallazgo arqueológico que se suma a otros tantos que demuestran la verocidad histórica de la Biblia, en este caso la historia de Senaquerib.

A principios de junio de 2014, terroristas del Estado Islámico (ISIS, Daesh) tomaron Mosul y comenzaron su oleada de represión contra los cristianos que aún quedaban en la ciudad iraquí y contra los propios musulmanes desafectos, y además ponían en marcha un plan sistematizado de destrucción del patrimonio artístico incompatible con el islam.

Entre los monumentos destruidos figuró una mezquita que alojaba la tumba del profeta Jonás, un lugar que veneran tanto los cristianos como los musulmanes. Las imágenes de su voladura dieron la vuelta al mundo.

Pero desde finales de 2016, el ejército iraquí empezó la liberación de la ciudad, aún no completada pero que ya ha permitido el regreso de algunas familias cristianas que tuvieron que huir tras caer bajo el control yihadista. Una de las zonas recuperadas es precisamente la que ocupaba la tumba de Jonás, la cual, al estar reducida a escombros, permitió descubrir debajo de ella lo que los arqueólogos identificaron enseguida como el viejo palacio de Senaquerib, rey asirio que se caracterizó por su cruel persecución a los judíos a finales del siglo VIII y principios del siglo VII a.C., cuando asedió infructuosamente la ciudad de Jerusalén, combatió a Ezequías, rey de Judá, y arrasó Babilonia.

Pero no pudo conquistar Jerusalén ni rendir a los judíos, a pesar de que bravuconeó con ello dirigiéndose a los sitiados: “No os engañe Ezequías ni os seduzca con vanas promesas. No le creáis. Ningún Dios de ninguna nación o reino ha podido salvar a su pueblo de mi mano, ni de la mano de mis padres. ¡Cuánto menos podrán vuestros dioses libraros de mi mano!” (2 Crón 32, 15).

A lo que Yahveh respondió cumplidamente: “Yavé envió un ángel que exterminó a todos los mejores guerreros de su ejército, a los príncipes y a los jefes que había en el campamento del rey de Asiria. Este volvió a su tierra con gran vergüenza y al entrar a la casa de su dios, allí mismo, sus propios hijos lo mataron a espada” (2 Crón 32, 21).

Aunque parece que los terroristas de Estado Islámico han arrancado numerosas piezas de los restos del palacio para venderlas y financiarse, el descubrimiento es “extraordinario”, según un arqueólogo que examinó la zona, y viene a confirmar una vez más la exactitud histórica de los relatos bíblicos.

En tiempos recientes se están sucediendo este tipo de hallazgos. En junio de 2015 se encontró en una tinaja la referencia a un personaje de tiempos del Rey David, Eshbaal, que hasta ahora solo se conocía por la Bíblia. Y en agosto de ese mismo años, unos restos evidenciaron ser de la ciudad filistea de Gat, patria del gigante Goliat, con detalles que también corroboran la historia de las Sagradas Escrituras.

Todo el potente avance de la arqueología bíblica en las últimas décadas, lejos de sugerir que dichos textos sagrados sean “míticos” (como pretende la crítica racionalista), no ha servido sino para ratificar que la Biblia es un libro extraordinariamente veraz y preciso en sus narraciones históricas.

sábado, 7 de julio de 2018

Mons. Pizzaballa visita el Saxum Visitor Center

Mons. Pizzaballa visita el Saxum Visitor CenterSaxum Visitor Center recibió a un importante visitante: Mons. Pierbattista Pizzaballa, Administrador Apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén. 

El arzobispo había estado en Saxum en noviembre de 2016 para presidir la Misa de acción de gracias que se celebró con ocasión de Holy Land Dialogues.

Durante su visita, el arzobispo estuvo acompañado por Mons. Joaquín Paniello, Vicario del Opus Dei en Jerusalén, y recorrió el tour multimedia del Visitor Center

Disfrutó de las pantallas interactivas sobre los Lugares Santos, comentando la importancia de conocer bien la historia de Tierra Santa. Al ver la pantalla sobre la Anunciación en Nazaret, sonrió ante el contraste entre la pequeña iglesia que antiguamente albergó la gruta de la Virgen, y la grandiosa basílica que hoy la cubre.

Después del tour, se informó del programa “Amigos de Saxum”, que anima a personas de todo el mundo a peregrinar a Tierra Santa. Comentó cómo esta tierra puede ayudar a la gente a descubrir la humanidad de Cristo, y la singularidad de Jerusalén como ciudad donde se encuentran y conviven todas las iglesias, religiones y naciones.

Antes de partir, estrenó nuestro libro de firmas, escribiendo que espera que muchas personas puedan encontrar a Cristo a través de Saxum Visitor Center.