viernes, 31 de diciembre de 2010

Resumen del año: en busca de la paz y la libertad

En la última entrada del año quería hacer un resumen de lo que hemos vivido en Tierra Santa estos meses. Los días de Navidad son muy especiales, y en ellos queremos hablar de paz, amor, esperanza y libertad. Y eso es lo que ha hecho el Patriarca latino de Jerusalén en su mensaje de Navidad al resumir el año. Me gustaría recoger algunas ideas de las que dijo para que le agradezcamos al Señor todo lo que nos ha dado y siguamos pidiéndole por el futuro de Tierra Santa.
En primer lugar valoró el Sínodo para Oriente Medio, celebrado en Roma del 10 al 24 de octubre como una ocasíón única que nos brindó el Santo Padre para invitar a los cristianos que vivimos en Oriente Medio para que seamos buenos creyentes y buenos ciudadanos. Ya que, explicaba, la fe -lejos de alejarnos de la vida pública- nos hace implicarnos más en la edificación de nuestra sociedad, tanto en los países árabes como en Israel. En el Sínodo pudimos poner el dedo en nuestras llagas y en nuestros miedos, pero al mismo tiempo, también pudo ser una ocasión para expresar nuestras expectativas y nuestras esperanzas. Además subrayó la importancia del diálogo ecuménico e interreligioso: tenemos la esperanza de que este diálogo pueda progresar no sólo dentro de los círculos intelectuales, entre expertos y teólogos, sino en todas las clases de la sociedad, conviertiéndose cada vez más en un diálogo de vida. Asimismo, el Sínodo condenó la violencia, el fundamentalismo religioso, el antisemitismo, el antijudaísmo, el anticristianismo y la islamofobia, e invitó a las religiones a “asumir sus responsabilidades en la promoción del diálogo de las culturas y de las civilizaciones en nuestra región y en el mundo entero".
Otro motivo de esperanza es que el turismo religioso y las peregrinaciones a Tierra Santa están conociendo cifras récord. Hasta el mes de noviembre de 2010 tres millones de personas han visitado Tierra Santa. Este número podría aumentar hasta alcanzar los 3.400.000 visitantes, cifra nunca alcanzada hasta ahora, ni siquiera en el año jubilar del 2000, que había obtenido, por lo demás, resultados considerables. Esto refleja de modo significativo la dimensión universal de Jerusalén, de Belén y de Nazaret. También nos parece importante subrayar la buena acogida ofrecida a los peregrinos por el pueblo árabe -especialmente en su iglesias y lugares Santos-, la acogida del pueblo israelí, y el trabajo de calidad llevado a cabo por los Ministerios de Turismo tanto en Israel como en Palestina.
El Patriarca expresó también su agradecimiento respecto a la obtención de visados para religiosos, seminaristas y voluntarios, pues ha experimentado una notable mejoría en este año.
Por otro lado el pasado 7 de diciembre se retomaron los coloquios entre la Santa Sede y la Autoridad Palestina con el objetivo de poner en práctica el Acuerdo de base estipulado en 2000. Estos se refieren principalmente a la libertad religiosa y la legislación en materia fiscal. Rezamos por el éxito de estos coloquios y de la misma forma por los que ya están en marcha con Israel.
El pasado mes de noviembre el Patriarca pudo visitar diversos países de América Latina: Chile, Argentina, Honduras y Colombia. Se vio con los obispos de estos países, con las máximas autoridades civiles, y sobre todo con los fieles que viven “en la diaspora”. Sólo en Chile hay más de 400.000. Se trata en su mayor parte de emigrados entre 1900 y 1950 a causa de problemas debidos a la pobreza y a las condiciones de inseguridad. Comprobó que actualmente están bien integrados, y muchos de ellos le expresaron su disponibilidad para sostener nuestros proyectos y para venir en peregrinación a Tierra Santa.
También el Patriarca mencionó algunos grandes proyectos que el Patriarcado Latino está intentando llevar a cabo. Mencionó el nuevo Hospital Psiquiátrico de Belén, que llevará el nombre de Benedicto XVI, la Universidad de Madaba -en Jordania-, que comenzará su actividad el próximo octubre, y el nuevo Sitio para peregrinos en Jordania, en los lugares del Bautismo de Cristo.
Por último el Patriarca se refirió al terrible incendio que devastó bosques enteros en Haifa. Espresó su agradecimiento por la solidaridad internacional. Señalaba además que el hecho de que la Autoridad Palestina pusiera a disposición cuadrillas de bomberos ha sido además un gesto muy significativo. Puede representar el comienzo de una colaboración fructífera y confiamos en que pueda continuar en condiciones favorables, cuando la paz tan deseada reine sobre esta tierra martirizada.
Termino con unas palabras pronunciadas recientemente por el Papa Benedicto XVI, con motivo de la masacre llevada a cabo contra los cristianos de Bagdad en la Iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, y que el Patriarca quiso citar al final de su mensaje. Expresan la esperanza ante la plaga de fundamentalismo y violencia que estamos viviendo: “Ante los crueles episodios de violencia, que siguen devastando las poblaciones de Oriente Medio, quisiera finalmente renovar mi llamamiento apremiante a la paz: esta es don de Dios, pero es también el resultado de los esfuerzos de los hombres de buena voluntad, de las instituciones nacionales e internacionales. ¡Que todos unan sus fuerzas para que termine toda violencia!
Formulamos junto con el Patriarca al final de este año, nuestros cordiales augurios de una reconciliación entre nuestros pueblos, entre israelíes y palestinos. Es tiempo de comprometerse juntos por una paz sincera, justa y definitiva. Le pedimos al Señor que la alegría y la paz de la Navidad se difunda en los corazones de todos los hombres.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Homilía de Navidad en Belén

Publico la homilia que el Patriarca latino de Jerusalén predicó en Belén el día de Nochebuena. Vale la pena leerla pues pronuncia unas palabras que rezuman esperanza. A pesar del daño que hace el odio y el fundamentalismo, el Patriarca quiere subrayar que ha de prevalecer el Amor de Dios. Por eso el Señor se ha querido encarnar y asumir nuestra naturaleza humana, para salvarnos del pecado y abrirnos las puertas del Cielo. El Señor va a triunfar. A pesar de las dificultades que podamos encontrar, el Nacimiento del Señor nos invita a no perder nunca la alegría y a la esperanza. Recojo exactamente las palabras del Patriarca:
"Queridos Hermanos y Hermanas, ¡Feliz Navidad! Os doy a todos la bienvenida, y, particularmente al Sr. Presidente Mahmoud Abbas, así como al Primer Ministro, Sr. Salam Fayaad, acompañados de su delegación: gracias por vuestra presencia entre nosotros. Navidad es una fiesta para todos los habitantes de la Tierra Santa, y para todos los artífices de Paz. Saludo a los peregrinos que nos acompañan en esta noche, a todos los fieles de Palestina, Jordania e Israel, y también a todos aquellos que nos acompañan en este momento gracias a los medios de comunicación.
Queridos hermanos y hermanas, ya desde hace milenios, nuestros ancestros en la fe rezaban: « Que los cielos destilen el rocío, y las nubes lluevan la justicia. Que se abra la tierra y germine la salvación ». (Is 45, 8). Toda la Creación sufría, gemía: ella esperaba la Salvación anunciada. Cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Salvador prometido nació en la Gruta de Belén. Es, entonces, que los Ángeles anunciaron la Buena Noticia a simples pastores que velaban sus rebaños, no lejos de aquí. Es a ellos que los ángeles harán oír su canto: « Gloria a Dios en lo más Alto del Cielo y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad. Os ha nacido hoy un Salvador en la ciudad de David: que es Cristo, el Señor ». (Lc 2, 10-11). ¡Se trata verdaderamente de una Buena Noticia, pues numerosos son los males de los que tenemos necesidad de ser salvados!
Tenemos necesidad de ser sanados de todas nuestras heridas espirituales, causa de sufrimiento para nosotros y para nuestro entorno. El Niño de Belén, nacido en una gruta, nos da también una enseñanza de humildad, de simplicidad, de dulzura, en nuestro mundo construido sobre la fuerza y la voluntad de poder. Toda la vida de Jesús nos invita a esto: « quien quiera ser grande que se haga vuestro servidor » y también: « el que se eleve será humillado, y el que se abaje será elevado » (Mt 20, 26 y Mt 23, 12). Este Divino Niño ha nacido en el seno de una familia unida, que tenía la experiencia del Amor y de la ternura. La familia es esencial para la vida y el buen desarrollo de la persona: el hombre nace y crece en la cuna de amor de la familia, que es también la primera célula de la sociedad. Si la familia es sana, es el conjunto de la sociedad que se beneficia. De igual modo, los desgarros en su seno y la falta de consideración que se le dirigen tienen consecuencias nefastas sobre el conjunto del cuerpo social. Cada familia está invitada por Cristo a seguir el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret. Navidad nos recuerda el valor único de la vida humana, que es un don de Dios. Cada niño nacido o por nacer tiene una dignidad única y merece un gran respeto, pues es creado a imagen del Niño de la Gruta. ¡Cómo es doloroso el constatar que millones de abortos son cometidos cada año en el mundo, a causa del egoísmo y de la dureza de corazón, a causa del rechazo de la vida que comienza desde los primeros instantes de la concepción! Y ¡Cómo es doloroso el pensar en los sufrimientos de quien comete tales acciones: son heridas que destruyen a las personas en lo más profundo de su ser! Estas personas tienen necesidad de ser ayudadas y de dirigirse al Dios de misericordia. Estamos, de igual modo, entristecidos por las difíciles situaciones en las cuales crecen alrededor del 80% de los niños de la Humanidad. Pensamos particularmente en los niños de nuestros países medio-orientales, que se encuentran debajo del nivel de la pobreza. Muchos conocen condiciones precarias, en los campos de refugiados, o bien, viven situaciones familiares dramáticas, privados de la ternura de sus padres. En un mundo herido por la violencia y el integrismo, que legitima las peores acciones, llegando hasta los asesinatos en las iglesias, el Niño de Belén viene a recordarnos que el primer mandamiento es el del Amor. Él nos enseña el perdón y la reconciliación, incluso con nuestros enemigos. « Vosotros habéis oído que ha sido dicho: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues bien, Yo os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por quienes os persiguen, a fin de ser verdaderos hijos de vuestro Padre que está en los cielos » (Mt 5, 43-45). Jesús es, de igual modo, portador de un mensaje de unidad, para nuestras familias, nuestros barrios o entre nuestros pueblos. Esta enseñanza se dirige también a los responsables de las naciones, que tienen en mano el destino de las naciones. El Apóstol Pablo nos recuerda esta exigencia de la unidad querida por Cristo mismo: « Yo, que estoy en prisión a causa del Señor, os exhorto a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados: con toda humildad, dulzura y paciencia, soportándoos unos a otros con amor; poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza a que habéis sido llamados » (Ef 4, 1-4).
Queridos hermanos y hermanas, quisiera dirigiros algunas palabras sobre el tema del Sínodo para Medio Oriente que ha tenido lugar en Roma en octubre pasado. Los padres sinodales han dirigido en dicha ocasión un Mensaje al Pueblo de Dios, así como recomendaciones que deseamos poner en práctica gradualmente. Entre los principales temas están el de la comunión, la caridad fraterna, la colaboración, la apertura a los otros, el diálogo y la ciudadanía. El diálogo es una disposición de corazón, un valor indispensable en todos los niveles: ante todo, entre las diferentes iglesias católicas de Medio Oriente, que pasa por la colaboración entre los diferentes Patriarcados, pero también a nivel inter-confesional e interreligioso. Este diálogo es un imperativo, es la respuesta al ateísmo moderno y a los integrismos que amenazan al Pueblo de Dios. Así, el fanatismo ha recientemente golpeado la comunidad cristiana de Irak de una manera trágica. Tales acciones son unánimemente condenadas por cristianos y musulmanes. El Mensaje del Sínodo invita a intensificar el diálogo con nuestros hermanos judíos y musulmanes: se trata de reunirnos en torno a nuestros valores comunes, que son numerosos, como la oración, la piedad, el ayuno, la limosna y, sobre todo, los valores éticos. En esta Navidad, deseamos que Jerusalén llegue a ser no solamente la capital de dos Naciones, sino también un modelo para el mundo entero de buen entendimiento y de coexistencia entre las tres religiones monoteístas.
Nuestro deseo para esta Fiesta es que el sonido de las campanas de nuestras iglesias cubra el ruido de las armas en nuestro Medio Oriente herido. ¡Que la alegría se dibuje sobre todos los rostros, que la alegría penetre todo los corazones! Rezamos por la paz: deseamos que ella descienda sobre el pueblo de Israel así como sobre el pueblo Palestino y sobre todo el Medio Oriente, a fin que nuestros niños puedan vivir y crecer en un entorno sereno.
Queridos hermanos y hermanas, queridos peregrinos, queridos amigos, ¡la paz del Niño de la Gruta esté con vosotros! No nos dejéis solos en estas situaciones difíciles. Rezad por nosotros, nosotros haremos lo mismo por vosotros. ¡Feliz Navidad!"
+ Fouad Twal Patriarca. Belén, Nochebuena del 2010

sábado, 25 de diciembre de 2010

Un amigo me cuenta la Nochebuena en Belén

Hoy he podido estar en Belén, pero la Nochebuena ayer la celebré en casa. Al llegar esta mañana a Belén me ha dado la impresión de que había más gente que nunca. Y sobre todo muchísimas filipinas. Al caer este año la fiesta en sábado han podido ir a festejar a Belén y lo han hecho muchísimas. Cuando he llegado a la basílica me ha impresionado que la fila para besar la gruta salía bastantes metros fuera de la basilíca. Cuando he podido entrar en la gruta los franciscanos estaban coordinando el a la gente. Para que nadie se quedara sin pasar por el lugar del nacimiento de Jesús, no permitían que nadie besara la estrella. Ha sido un instante el estar allí, pero suficiente para imaginarme a la Sagrada Familia y pedirle al Señor por tantas intenciones mías, y de familiares, amigos y conocidos del blog que me han ido pidiendo. He vuelto a casa con la satisfacción de haber vuelto a visitar el lugar del nacimiento del Señor en el día en que se festeja.
Un amigo, que tenía entradas y pudo estar ahí en la Misa de Nochebuena me la ha transmitido con detalle. Algunas partes -como lo que cuenta del final de la procesión- las ha escrito siguiendo el texto del folleto para seguir la ceremonia que lleva por título: in Nativitate Domini.
"De Jerusalén a Belén habían decorado la carretera con luces festivas. Al llegar a Belén estaban todas las calles llenas de motivos navideños. Las calles se encontraban abarrotadas de gente. Había mucho tráfico al entrar en Belén. Nos metimos detrás de unos coches diplomáticos y, así, conseguimos que nos dejaran aparcar en la misma plaza de la Natividad, donde sólo había unos 20 automóviles. Tras pasar los rutinarios controles pudimos entrar en la basílica. Nos pusimos atrás de pie pues, aunque habíamos llegado casi con dos horas de antelación, estaba toda la iglesia llena de fieles y todos los bancos ocupados. Durante el tiempo de espera ensayamos las canciones en latín para la Misa. Había gente de todos los países: llamaba mucho la atención la universalidad. A las 12 en punto sonaron las campanas, y los concelebrantes junto con el Patrirca recorrieron el pasillo central hasta el prebiterio. La Misa fue en latín. Las homilias fueron en frances, castellano, italiano, alemán, inglés y árabe. El mesaje fue común: hoy es un día de alegría pues el Señor nos ha salvado, esta junto a nosotros, y ha venido para traernos la paz verdadera. En esta ocasión Abu Mazem permaneció más tiempo en la ceremonia. Se quedó hasta después de darse el signo de la paz. En la homilia asentía con frecuencia a lo que el Patriarca iba diciendo acerca de la paz. Al terminar la Misa el coro comenzó con un canto la procesión hacia la gruta. Los concelebrantes iban delante y el Patriarca al final con el Niño en brazos. La gente intentaba tocar al Niño y el Patriarca lo facilitaba acercando la imagen. La procesión continuó por el claustro hasta llegar a la gruta. Allí los sacerdotes concelebrantes besaban la estrella y finalmente llegó el Patriarca. Empezó a leer el Evangelio un diácono y cuando llegó al momento del nacimiento de Jesús se dirigió hacia la estrella y dijo:
-AQUI nació su hijo primogénito
Y en ese momento envolvió en pañales al Niño. Después trasladó la imagen al pesebre –cuyo lugar está a tres metros- y dijo:
-Y lo reclinó en ESTE pesebre, porque no había lugar en la posada.
Terminó el Evangelio y se cantó el Gloria in exelsis Deo. Después el Te Deum mientras la procesión se retiraba a la sacristia.
A la salida un gran ambiente de alegría y felicitaciones en todas la lenguas. Impresionaba pensar que Dios se ha hecho hombre para salvar a todos los hombres, de todas las razas, lenguas y naciones".

sábado, 4 de diciembre de 2010

La lámpara y el celemín

“Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto de un monte; ni se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa. Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos” (Mt 5, 14-16).Efectivamente ese ejemplo lo pone el Señor pues en aquella época para tener luz se utilizaban unas lámparas como la que aparece en la foto. Se mantenían con aceite, como también se cuenta en la parábola de las virgenes necias. Se ponían en lo alto de la casa para que alumbaran. Esta es una lámpara de la época. La pude fotografiar en Taybe que es el antiguo Efraín donde estuvo el Señor antes de la Pasión. Allí han hecho un museo que llaman de las parábolas. Hay todo tipo de objetos de la época del Señor. Entre ellos estaba esta lámpara de aceite de la época. Como dice el Señor en el evangelio la lámpara se pone en un candelero. El candelero es un utensilio que sirve para mantener derecha la vela o candela, y consiste en un cilindro hueco unido a un pie por una columnilla. En cambio no esta hecha para ponerla bajo un celemín, que es una vasija que se utiliza para medir cantidades de grano o de semillas. Es semejante a un cubilete, como se puede observar en la imagen. No tendría sentido poner la lámpara debajo de un celemín, pues quitaría toda la luz, cuando la función de la lámpara es precisamente iluminar.
La lámpara sobre el candelero es nuestro Señor Jesucristo, la verdadera luz del mundo. Esa luz que nos trae brilla para todos. El candelero es la Iglesia, porque la Palabra de Dios brilla a través de su predicación. Así los rayos de la Verdad pueden iluminar al mundo entero. Pero con una condición: no esconderla bajo el celemín, que sería vivir según la carne. Por el contrario, puesta sobre el candelero, la Iglesia, ilumina a todos los hombres.