sábado, 31 de diciembre de 2011

Censos históricos y monedas en el Nacimiento de Jesús

Vamos a hablar ahora de la fecha del Nacimiento del Señor. La pregunta es: ¿Por qué podemos pensar que la fecha del Nacimiento de Jesus es el 1 a.C o después de Cristo y el no el 4 a.C como dicen la mayoría de los historiadores? Para explicarlo nos referiremos a los censos de población que los gobernantes realizaron alrededor del momento del nacimiento del Señor, y también a las monedas que muestran en que años fueron los distintos reinados.


"En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria". Este censo citado en Lc. 2,1 es finalmente otro dato importante para establecer la fecha del nacimiento de Jesús. Habitualmente se piensa en el censo que se hizo en el año 8 a.C., pero hay quien sostiene que este se aplicó solamente a los ciudadanos romanos. Orosio, un historiador del siglo quinto afirma que por sus 25 años de reinado –es decir, en torno al 2 a.C- el emperador Augusto ordenó un censo –que se inició el año anterior- que debía hacerse con juramento de fidelidad al imperio romano, y que Jesús fue inscrito en las listas de este censo poco después de nacer. Esta tesis concuerda con la de Pratt en la que afirma que el nacimiento de Jesús fue en el siglo 1 a.C.


Otra de las principales objeciones a la datación de la muerte de Herodes en el 1 a.C en vez del 4 a.C. está basada en el reinado de sus hijos Arquelao y Filipos, que fueron sus herederos. Hay monedas del 1 d.C. donde se señala que estos hijos están ya en el año 5 de su reinado. Para poder sostener que la muerte de Herodes ha tenido lugar en el 1 a.C ó d.C, habría que afirmar que sus sucesores retrocedieron ficticiamente el inicio de su gobierno. Esto era una práctica común en esa época. Para dar mayor prestigio a un reinado, se consideraba que el nuevo monarca había sido asociado al gobierno de su padre en los últimos años de su mandato. Cuando el nuevo monarca comenzaba a reinar llevaba pues, según estos cálculos, varios años reinando. La confirmación de esta hipótesis vendría por el hecho de que nunca se encontraron monedas antes del año quinto de los reinados de Arquelao y Filipo. Para este periodo histórico y esta zona geográfica, por la cantidad de monedas conservadas, no parece verosimil que de varias emisiones seguidas de monedas -se emitian cada año- no se hayan descubierto al menos una decena de ejemplares, ni siquiera uno solo, como de hecho se han encontrado de todos los demás años. El año 1 a.C ó d.C sería, por tanto, el primer año del reinado real de Arquelao y Filipo después de la muerte de su padre. Pero de derecho se consideraba que estos dos reinados se habían iniciado en el año 4 a.C, en los últimos años de la vida de Herodes, y así se registró en los anales.
Quedan todavía algunos nudos que desatar y la búsqueda historiográfica no ha concluido definitivamente su función de indagar en la cronología de Jesús. La falta de referencias cronológicas universales, algunas discrepancias notables entre las diversas fuentes, y una falta manifiesta de datos del periodo 6 a.C. - 4 d.C., hacen complejo el trabajo de interpretación. Probablemente deberemos estar atentos al descubrimiento de nuevas fuentes –como por ejemplo lápidas o inscripciones- que nos ayuden a resolver la cuestión.


"Stella di Betlemme", artículo publicado en la revista "Scienza e Fede", por Michele Crudele.

sábado, 24 de diciembre de 2011

La fecha del Nacimiento de Jesús

La identificación astronómica de la estrella de Belén y la fecha de nacimiento de Jesús están estrechamente relacionadas. Las informaciones disponibles pueden dar elementos de valoración a los dos eventos. Tiene mucho interés, como es lógico, la fecha de la muerte de Herodes.
Nuestro calendario parte del año 1 d. C., y está precedido del año 1 a.C. En los cálculos astronómicos, en cambio, por comodidad se introduce el año cero, pero en las fechas se escribe con el + no con el -, y no con a.C o d.C. Por tanto el 6 a.C corresponde al año -5. En el siglo VI Dionigi Piccolo pensó que quizá sería oportuno tener una referencia cristiana para el calculo de las fechas, en vez de contar los años –como se hacía hasta ese momento- a partir del nombramiento de Diocleciano como emperador, que además había sido uno de los mayores perseguidores de la nueva religión. Dionigi calculó que Jesús había nacido en el año 753 ab Urbe condita, es decir después de la fundación de Roma. Casi todos los estudiosos sostienen que había errado el calculo en más o menos 6 años. No era una tarea fácil también a causa de los diversos métodos de cálculo que estaban en vigor en los primeros siglos antes y después de Cristo, refiriéndose siempre a eventos de Reyes, pero sin tener regla fija sobre la definición “al inicio del primer año del reinado…”: el día que fue nombrado, el de la toma de posesión, el primer día del siguiente año, o algún otro. Dionigi apuntó que Jesús había nacido el 25 de diciembre del año 1 a.C, y que el año 1 d.C. empezó una semana después, el 1 de enero. Hicieron falta todavía dos siglos para comenzar a utilizar el nuevo sistema del cómputo de los años, que es ahora universalmente utilizado.
Un límite inferior para la fecha del nacimiento de Jesús puede ser deducido de Lc 3,23 que escribe: “Jesús cuando comenzó su ministerio tenía alrededor de 30 años”. En cambio en Lc 3,1-2, introduciendo el ministerio del Bautista, se lee: “En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto”. Sabiendo que el año 15 del imperio de Tiberio corresponde al intervalo entre los años 27-29 d.C. –la incertidumbre se debe a los diversos modos que tenían los romanos de calcular los años- y calculando un máximo de 34 años –alrededor de 30 años- se llega al 8-7 a.C. La muerte de Jesús nos proporciona otros elementos: sabemos por la narración evangélica que fue en viernes, el día 14 –o quizá el 15- del mes hebreo del Nisán. Esta coincidencia entre el día de la semana y su datación mensual se verifica en los años 30 y 33, calculados según el cálculo anual de Dionigi, y aquel de la era cristiana universal.
Los límites superiores para calcular el nacimiento de Jesús, en cambio nos vienen dados por la muerte de Herodes, ya que él en vida fue protagonista habíendo nacido ya Jesús. Recordamos que generalmente se le llama Herodes el Grande para distinguirlo de su hijo Herodes Antipas, que reinó en Judea en los años de la vida pública de Jesucristo. La fuente principal de la fecha es Flávio Josefo, historiador hebreo que, después de la destrucción de Jerusalén, se dedicó por cuenta de los romanos, a escribir la historia del pueblo elegido. Sus obras son de finales del siglo primero. Según Flavio Josefo, Herodes, originario de Idumea, conquistó Jerusalén y empezó a reinar en el 37 a.C, y lo hizo por 34 años. Murió presa de fuertes dolores, después de un eclipse de luna en la primera Pascua de aquel año. Esta fecha está universalmente aceptada, aunque se han presentado objeciones que tienen fundamento: los asesinatos que cometió, los funerales solemnes de siete días, y otros periodos de luto por patriotas asesinados, habrían sucedido antes de la Pascua, periodo en el cual el luto era prohibido en la Mishnah. El eclipse total del 15 de septiembre del siglo 5 a.C parece una fecha muy lejana de la Pascua sucesiva. No es lógico que Arquelao haya esperado 6 meses antes de partir a Roma par obtener la confirmación de su sucesión: sabemos que partió después de la fiesta. En los siglos 3 o en el 2 no hubieron eclipses visibles en Palestina, por lo que habría que desplazarse y a el del 10 de enero del siglo 1 a. C., o al eclipse parcial que hubo el 29 de diciembre del mismo año. Según Pratt (1990) esta sería la hipótesis más probable porque fue perfectamente visible después de la puesta del sol, habiendo ya comenzado esta. De este modo se explicaría porqué Falvio Josefo cita solo este eclipse de sol en sus anales. Por tanto Pratt sostiene que Herodes murió al inicio del siglo 1 d.C. De esto se deduciría que una fecha posible para el nacimiento de Jesús sea el siglo 1 d.C, antes de aquel 21 de agosto en el que los Magos vieron una conjunción de Venus con Júpiter. Hay otras opiniones como la de que existen determinados hechos históricos que se situarían alrededor de la muerte de Herodes en el siglo 4 a.C, pero parece que la tesis de Pratt es la más acertada.
"Stella di Betlemme", artículo publicado en la revista "Scienza e Fede", por Michele Crudele.

sábado, 17 de diciembre de 2011

El viaje de los Magos tras la estrella

Llegar a identificar su proveniencia puede ayudar a estimar el tiempo que recorrieron desde su tierra a Jerusalén. Según la localización del vecino Oriente mesopotámico, las distancias con la Ciudad Santa varían entre los 800 y los 2000 kilómetros. Con una media de 50 kilómetros al día –una andadura tranquila para los camellos de las caravanas que atravesaban el desierto- la duración neta del viaje podría haber sido de entre 15 y 40 días. No se excluye que un viaje de este tipo implicase un tiempo todavía más largo. Sobre su proveniencia Tertuliano dijo que venían de Arabia, aplicando a la letra uno de los salmos mesiánicos: “Los reyes de Arabia y Saba le ofrecerán tributos” (Sal 72,10).
Es razonable hipotizar, siempre a la luz de los pocos datos presentes en los Evangelios, que la visita de los magos no fuera en el lugar -pues era evidentemente provisional- donde nació Jesús. En el versículo 11 del texto de Mateo se utiliza el término “casa”, en griego oikía. La cronología de los sucesos parece situar la visita después de la circuncisión, que tuvo lugar ocho días después del nacimiento (Cfr. Lc 2,21) y la posterior presentación de Jesús en el templo con la purificación de su madre a los cuarenta días del parto (Cfr. Lc 2,22).
Se pueden hacer algunas consideraciones sobre las condiciones mínimas para dar una explicación natural sobre la “estrella de Belén” en cuanto fenómeno físico realmente aparecido. La estrella tuvo que ser vista en un país al este de Palestina en el momento de su aparición. No debió ser un fenómeno tan llamativo como para ser claramente visible desde Jerusalén. De otro modo no se entendería la sorpresa y la turbación de Herodes –y con él de toda la ciudad- cuando los Magos hablaron de la aparición de la estrella. Es posible también pensar que en Jerusalén el fenómeno haya sido visto, pero no fuera asociado al nacimiento del Mesías. Estamos, por tanto, ante un fenómeno cuyas características sean lo suficientemente claras como para motivar un viaje a Jerusalén, y al mismo tiempo un fenómeno lo suficientemente discreto como para ser reconocido fácilmente solo por “profesionales” de la observación del firmamento. El texto evangélico no habla de ningún modo de una estrella que indique el camino desde el país de los Magos hasta Jerusalén. El versículo 9 diciendo que “la estrella les precedía” se refiere solamente a la parte final del trayecto, la que fue desde Jerusalén a Belén.
En la narración puede parecer extraño el hecho de que Herodes no haya seguido o hecho seguir por alguien a los Magos en su camino a Belén, sabiendo que ésta población solo se encuentra a 10 kilómetros de Jerusalén. Es posible que Herodes se haya fiado de ellos, tratándose de unos visitantes tan ilustres. Menos extraño es que los convocara en secreto: esto se situaría en la línea de que no quería que la gente supiera que podía existir ese posible Mesías que lo apartaría del trono. En la visión judía de la época el Mesías de hecho era esperado como un Rey y un liberador terreno, que rescataría al pueblo de la dominación extranjera.
Al salir de nuevo rumbo a Belén los Magos vieron nuevamente la estrella, que “les precedía hasta que se paró encima de lugar donde se encontraba el Niño” (Mt 2,9). Esta descripción, interpretada a la letra, es la más difícil de asociar a un fenómeno natural. Se está diciendo sobre todo que la “Estrella” se vio en Jerusalén hacía el sur, es decir, en la dirección hacia Belén, pero no es claro el significado “se paró encima”, que puede indicar una posición vertical, en alto, o también abajo hacia delante, viendo desde lejos la casa. El verbo griego, en su forma pasiva, indica simplemente el “estar parado”, mientras que el adverbio “encima” nos habla de la posición. El texto señala finalmente que los Magos se llenaron de una “gran alegría” al volver a ver la estrella, en cuanto que su reaparición fue inmediatamente interpretada como una confirmación de lo acertado de su decisión de ir a Belén. Una emoción particular, quizá no lejana de aquella que siente un estudioso cuando recibe una confirmación experimental sobre una deducción teórica o de una previsión científica. Pero más aun la de confirmar que se acercaba el momento de poder ver con sus ojos al Hijo de Dios hecho hombre.

"Stella di Betlemme", artículo publicado en la revista "Scienza e Fede", por Michele Crudele

sábado, 10 de diciembre de 2011

La estrella de Belén en la Sagrada Escritura

Junto a los comentarios de naturaleza espiritual y teológica, entre los cuales algunos han calificado la estrella de “hecho milagroso”, en el curso de la historia no faltan preguntas sobre la posibilidad real y sobre la naturaleza de un fenómeno celeste como el que aparece descrito en el Evangelio. Todavía se investiga qué habrá dado origen al fenómeno visto por los Magos. Cuál es la relación entre la revelación bíblica y el mundo natural. En el ámbito teológico, esa indagación se referirá a la búsqueda del significado, alegórico o simbólico, que viene unido a la estrella, y que se puede estudiar a través de la tradición teológica y eclesial. En el ámbito científico se trata de ver cómo viene asociada a un determinado fenómeno astronómico que pudo suceder realmente en aquel momento (La fotografía es de la población de Belén, con una gran estrella que se colgó en la plaza donde está situada la Basílica de la Natividad).
El evangelio de san Mateo es la única fuente del Nuevo Testamento que habla de este objeto, señalándolo con el nombre de estrella. El texto del Evangelio de san Mateo que nos ha llegado está en griego. Sobre la existencia de un posible original en arameo hay solo suposiciones. Las palabras en têi anatolêi dei han sido traducidas habitualmente en pasado con la forma “vimos su estrella en oriente”, haciendo parecer que se refiere al momento pasado en que la vieron y al “lugar” en el que los Magos se encontraban cuando contemplaron la estrella.
En el Antiguo Testamento, en el libro de los Números se hace la siguiente afirmación: “Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel” (Números, 24, 17). Son palabras de Balaam, adivino o mago que, llamado por el rey Moabita Balac para maldecir a Israel, en cambio lo bendice y le profetiza un futuro radiante porque recibe una revelación divina. La estrella que saldrá de Jacob podría ser el mismo Mesías: así se entendía también por algunos comentadores hebreos de los primeros siglos antes de Cristo.
La profecía a la que se refiere Mateo 2, 6 de los sacerdotes a los que Herodes pregunta pertenece al libro de Miqueas: “Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel”. Se puede observar la diferencia con la transcripción por parte de Mateo que le da un cambio a la afirmación “así de pequeña” diciendo “en verdad no eres la más pequeña”. Esto no cambia el sentido, sino que más bien lo refuerza. Es una de las numerosas demostraciones del uso de las citas del Antiguo Testamento –tan frecuentes en san Mateo- a la luz de los eventos acaecidos en el Nuevo Testamento. A diferencia de nuestra postura moderna el autor no se interesaba por la perfecta correspondencia textual, sino más bien se fijaba en el sentido y el simbolismo de las profecías. Los otros evangelistas no hablan de Magos, ni de la estrella. No sorprende en Marcos y Juan pues su narración comienza con la vida pública de Jesús. En cambio, Lucas, quien detalla mucho la infancia, curiosamente no cita nada de este episodio. Quizá Lucas conocía el evangelio de Mateo y no quería repetir lo que allí se encontraba escrito. También hay quien atribuye a Lucas una cierta prudencia a la hora de hablar bien de los persas –pueblo del que provenían los Magos-, ya que eran enemigos de Roma.

"Stella di Betlemme", artículo publicado en la revista "Scienza e Fede", por Michele Crudele.

sábado, 3 de diciembre de 2011

La estrella de Belén en la astronomía

"Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá,No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;Porque de ti saldrá un guiador,Que apacentará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino" (Mt 2, 1-12).


Hemos comenzado el tiempo de Adviento, cuenta atrás para conmemorar el Nacimiento del Señor. Durante estas semanas hablaremos -a través de un artículo de la Revista Ciencia y Fe- de la Estrella de Belén, los Magos, y la posible datación del Nacimiento de Jesús en Belén.
En las representaciones artísticas tradicionales del nacimiento de Jesús de Nazaret siempre se hace una referencia de naturaleza astronómica. Aparece una señal en el cielo que habitualmente se llama “Estrella de Belén. Se empieza a hablar de esta estrella pues viene recogida en el Evangelio según san Mateo (cfr. Mt 2,1-11). También se le ha llamado utilizando un lenguaje más común “Estrella cometa”. De hecho, en la mayor parte de los belenes, artísticos y aquellos familiares, se muestra frecuentemente como la aparición de un cometa.
Las posiciones en el ambiente astronómico y científico en relación a la “estrella de Belén” nos son ciertamente unívocas, y van desde querer evitar toda posible asociación con fenómenos naturales a la meticulosa búsqueda de una posible correspondencia con alguno de ellos. Las distintas posiciones de los astrónomos pueden diferenciarse entre las emblemáticas de Tycho Brahe (1546-1601) quien sostenía que la estrella no era un fenómeno natural, hasta la de Johannes Kepler (1571-1630) que la identificó con una Nova y después con una conjunción planetaria. Se han hecho todo tipo de indagaciones. Una es la de asociarla con la aparición de la estrella Nova o supernova. También se ha barajado la posibilidad de que fuera una estrella cometa, como la del cometa Halley. Otros han dicho que podía haberse tratado de un meteorito o un relámpago. Asímismo se ha llegado a afimar que podía haber sido una estrella variable, es decir, un tipo de estrella que varía su luminosidad con el paso del tiempo. Si fuera este el caso la mejor posicionada, según los expertos, sería la estrella de Mira.
La que parece más adecuada es la hipótesis de la conjunción planetaria. Cuando dos o tres objetos celestes, estrellas o planetas, aparecen angularmente muy cercanos entre sí, se dice que hacen una “conjunción”. Aunque estén muy lejanos entre sí, el ángulo y la perspectiva pueden hacer que se fundan en un único objeto visible. Así , esta coincidencia produce un gran aumento de su luminosidad. En 1603 Kepler asistió antes de Navidad a una conjunción entre Júpiter y Saturno. Calculó que en el siglo 7 a.C. sucedió una conjunción semejante, pero con unas características aun más interesantes: en ese año la conjunción se repitió tres veces: desde mayo hasta diciembre los planetas se acercaron y alejaron entre sí tres veces. Esto científicamente es posible, aunque es una coincidencia muy rara. Y al año siguiente Kepler observó cómo se producía de nuevo -después del paso de unos meses- una conjunción esta vez triple: entre Júpiter, Saturno y Marte. No se llegaban a fundir en perspectiva, pero producían un efecto maravilloso. Estudió que esto se realizaba cada 805 años. Entre las posibles asociaciones con los fenómenos que hemos propuesto, esta es la que tiene más consenso en el ámbito científico, la de la triple conjunción entre Jupiter y Saturno. Sus características de fenómeno raro, la concordancia con la fecha más probable de la muerte de Herodes, y su mitología hacen que sea la opción preferida.
Esta mitología a la que nos referimos era helenista. En la Grecia antigua Saturno (Krónos) era sustituido por Júpiter (Zeus), su hijo como jefe de todas las divinidades, ofreciendo así un cierto paralelismo con la espera de un Hijo de Dios. Es muy posible que los Reyes Magos, sabios, conocedores del firmamento y de las distintas mitologías, vieran en esta coincidencia la señal que les impulsó a hacer el viaje en busca del Hijo de Dios.
"Stella di Betlemme", artículo publicado en la revista "Scienza e Fede", por Michele Crudele.