sábado, 28 de abril de 2012

Pescando en el mar de Galilea: pesca de noche


"Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tenéis algo para comer?". Ellos respondieron: "No". Él les dijo: "Tirad la red a la derecha de la barca y encontraréis". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!" Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: "Traed algunos de los pescados que acabáis de sacar". Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: "Venid a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres?", porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos" (Jn. 21, 2-14).
Pesca de noche. Los pescadores galileos a menudo salen de pesca por las noches. Alumbran su camino con una antorcha encendida. Utilizan dos sitemas: o al ver el pez arrojan su arpón, o bien arrojan su red a la mar cuando llegan a zonas donde preveen que pueda haber más peces. Algunas noches se pueden pasar trabajando horas sin pescar nada. De igual manera les sucedió a Simón Pedro y los otros discípulos."Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos cogido" (Lc. 5,5).
Para los pescadores es muy interesante la localización de manchas de peces. Las van buscando para echar las redes. Un pescador Galileo fue observado una vez usando una red de mano mientras se introducía con su barca en las aguas del lago. Arrojaba su red varias veces pero la sacaba vacía. Su compañero que se quedó en la orilla, observó que había una mancha de peces en uno de los lados. Le gritó que arrojara la red hacia la izquierda, y cuando lo hizo, su compañero sacó la red con peces. En ocasiones, las manchas de peces se ven mejor por los que están en la playa, mientras quedan escondidas a los pescadores cuando están en el agua. Esto pudo ser lo que pasó con el Señor en la segunda pesca milagrosa.
En cualquier caso, esta habilidad para ver desde la playa lo que los pescadores en una barca no pueden ver, no quita que Jesús pudiera realizar un milagro. En cualquier caso no es normal que sean tantos los que se pesquen ni que sean todos grandes. Fue el poder del Señor el que aseguró que ese gran número de peces estuvieran en ese lugar preciso. Luego los discípulos obedeciendo a las palabras del Señor recogieron la pesca.

sábado, 21 de abril de 2012

Pescando en el mar de Galilea: red de mano y red barredera

"En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a la orilla del lago Genesaret; y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar". Simón le respondió: "Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes". Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: "Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador". Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas. Desde ahora serás pescador de hombres". Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron". (Lucas 5, 1-11).
Primero hablaremos de la atarraya, o red de mano. Esta clase de red es de forma circular y dispone de alrededor de cinco metros de diámetro. Tiene unas buenas mallas. Todos los bordes de la red están rodeados de plomos que sirven para hundirla. Un pedazo de cordel largo se asegura en el centro de la red. Este cordel se sostiene con la mano izquierda, y la red se recoge con la mano derecha. Después se arroja al mar efectuando un vuelo ancho con el brazo. Habitualmente se realiza esta operación sobre aguas poco profundas que se encuentran cerca de la ribera, pero también se puede hacer donde se observe que hay una mancha de peces. El centro de la red posteriormente es agarrado por el cordel, y llegados a este punto ya puede el pescador entrar en el agua para recoger la pesca.
Red barredera, o dragadora. Jesús usó esta clase de pesca o base para una de sus parábolas. “ Asimismo el reino de los cielos es semejante a la red, que echada en la mar, recoge toda clase de peces; la cual estando llena, la sacaron a la orilla; y sentados, recogieron lo bueno en cestas, y lo malo echaron fuera" (Mt. 13. 47, 48). La red es grande. Algunas veces puede llegar a medir unos cien metros de largo y unos dos y medio de ancho. Los cordeles se situan en los extremos de la red. Se le ponen corchos a lo largo de uno de los lados para mantenerla flotando mientras que el otro lado tiene pedazos de plomo con objeto de hundirla. Algunas veces la red la echaban entre dos barcos, tirando de ella desde los dos lados. Los barcas se tenían que situar de tal manera que tenían que encerrar un espacio circular. De esta forma, cuando los barcos se acercan entre sí, se va haciendo cada vez más pequeño el circulo, y los peces quedan dentro. Los peces son cercados como en un saco, y luego metidos en los barcos. Algunas veces se coloca la red de tal manera que puede sacarse desde tierra. Entonces, uno de los extremos los lleva una de las barcas mar adentro, tan lejos como es posible. Luego vuelve con el extremo de red trayéndolo en derredor y con un giro hacia el lugar en que comenzó. En ese momento los hombres usan el mismo método de tirar de las redes y traer el pescado a tierra.
De nuevo las dos barcas extienden la red entre ellos a cierta distancia de la playa, forzando a los peces a entrar a ella. No debe haber obstrucciones rocosas para que este proceso llegue a buen resultado. Esta manera de pescar ilustra el valor del esfuerzo cooperativo. Varios hombres trabajan juntos. Algunos remando, otros tirando de las cuerdas con gran fuerza, y otros arrojando piedras, o simmplemente tratando de asustar a los peces para que no se salgan. Cuando se acercan a la playa sujetan los bordes de la red y la sacan a tierra. Ya solo queda recoger los peces. Después de haber recolectado el pescado se divide en los distintos tipos de peces, como hemos leído que se indica en la parábola de Jesús. Los que no sirven los echan fuera.

sábado, 14 de abril de 2012

Pescando en el mar de Galilea. La caña y el arpón

En las próximas entradas hablaremos de la pesca en el mar de Galilea. En concreto de los distintos sistemas de pescar que se utilizaban en aquel momento. En Palestina los principales lugares para la pesca estaban en Gaza, a lo largo de la costa del Mediterráneo, y en el Mar de Galilea. Los israelitas en el desierto decían: "Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto" (Num. 11, 5). Nos interesa más la pesca, en concreto en Galilea, por causa de los sucesos del Evangelio conectados con Jesús y sus discípulos, algunos de los cuales eran pescadores. Los judíos acometieron un gran negocio de pescadería en las aguas del Mar de Galilea en la época del Señor. Vamos a hablar de los sistemas de pesca más habituales.
En primer lugar nos referiremos a pesca con caña. No se piensa que los discípulos en Galilea utilizaran este método para pescar habitualmente. Cuando salían buscanban cantidades más grandes que las que se pueden conseguir con cañas. Que este sistema era usado en ocasiones, podemos afirmarlo por el relato del pez que Pedro extrajo de las aguas y en cuya boca encontró moneda para pagar el tributo (Mt. 17, 27). Isaías se refirió a este sistema de pesca relaccionándolo con la pesca en los ríos, cuando escribió: "Los pescadores también se entristecerán; y harán duelo todos los que echan anzuelo en el río"  (Is. 19, 8). También el profeta Amós se refiere a esta clase de pesca cuando escribe: "He aquí, vienen días sobre vosotros que os llevará en anzuelos, y a vuestros descendientes en barquillos de pescador" (Amós 4, 2). La excavación practicada en las trincheras de Gezer sacó un anzuelo viejo, probando con ello el uso antiguo del método de pescar con caña.
Brevemente diremos algo del sistema de pesca llamada "arponeo del pescado". El libro de Job hace referencia a este método de pescar: “¿Cortarás con tu cuchillo su cuero, o con asta de pescadores su cabeza?"  (Job 11, 7). Asimismo, que este método se utilizó en Egipto se puede probar gracias a las inscripciones que retratan a los egipcios usando arpones.
Evidentemente son métodos de pesca que conocerían los discípulos. Siendo pescadores los habrían empleado en alguna ocasión. Aunque para la pesca profesional utilizaban otros sistemas, a los que nos referiremos en posteriores entradas.

sábado, 7 de abril de 2012

Luz de la casa

"En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo
" (Jn. 1, 1-9).
También quería citar al comienzo de esta entrada otro texto del Evangelio de san Juan. Son también palabras del Señor acerca de la luz, en las que dice: "El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios" (Jn. 3, 18-21).
Jesucristo es la luz del mundo. Con su Resurrección ilumina al mundo y a cada hombre con la esperanza de la futura resurrección. El sentido de la luz está muy presente en la vigilia Pascual. Me parecía interesante, por eso,  hablar hoy del significado y la importancia que tenía la luz en una casa Palestina. La lámpara era considerada como un lujo necesario entre los aldeanos. Cuando el sol se ponía, la puerta de la casa se cerraba, y entonces se encendía la lámpara. El dormir sin luz es considerado entre los aldeanos como un signo de extrema pobreza. En la Biblia son sinónimos los términos lámpara, luz y vida. Un viajero retrasado siempre buscaba ver una luz en alguna casa. Si la encontraba estaba salvado, pues entonces sabía que ahí había vida. De ahí se entiende la frase oriental para condenar. El desear que la luz de un hombre se apague sería como desearle una maldición terrible. De hecho, respecto al hombre malvado, en el libro de Job, se dice: "La luz se oscurecerá en su tienda, y apagarase sobre él su lámpara" (Job 18:6). A la vez, el salmista se considera bendito del Señor, cuando se decía a sí mismo en relación con Dios: ”Tú pues alumbrarás mi lámpara" (Sal. 18:28). Esto es lo que significaba para los orientales. Ellos apreciaban el valor aun de una sencilla lámpara de barro en lo oscuro de la noche o en la oscuridad de la casa. Por eso Jesús dijo:"Así alumbre vuestra luz debute de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mat.5:16).
También podemos recordar la referencia del profeta Isaias al pabilo que humea. La profecía de Isaías referente al Mesías fue que "ni apagará el pabilo humeante" (Isa. 42:3). Se han podido ver y examinar antiguas lámparas de arcilla en uso. La mecha se hacía de hebras torcidas de lino que luego se ponían en el depósito de aceite de oliva de la lámpara. Cuando el aceite estaba por terminarse, producía un humo molesto. Esto era indicación para llenar de nuevo el depósito de aceite. El apagar la luz era a veces intencional. Si la mecha estaba muy gastada, la señora de la casa la apagaba, y entonces la reponía con otra."La caña cascada no quebrará, Y el pábilo que humea no apagará, Hasta que saque a victoria el juicio" (Mt 12:20).