sábado, 25 de enero de 2014

Tertulia con el Prelado en Belén

El domingo, 29 de diciembre, tuvo lugar la tertulia general en Belén, en el auditorio de "Catholic Action".

Prelado: Me da mucha alegría estar con vosotros y pensar en la labor que haréis cada una de vosotras y cada uno de vosotros, con muchísima gente. Viéndoos pienso en los cientos de miles de personas –no penséis que exagero– en los cientos de miles de esta tierra estupenda que vendrán a conocer por vuestro trabajo, por vuestro apostolado, a este Dios nuestro que tanto ama a las personas de esta tierra. Tenéis que estar muy contentas y muy contentos. Jesucristo quiso precisamente nacer en Belén para venir a estar con los hombres, con las mujeres, porque le interesan todas y cada una de las personas.
El hecho de que viniese a un pueblo pequeño –porque entonces era un pueblo pequeño– nos tiene que llevara ser mujeres y hombres que tengamos rectitud de intención y que trabajemos no para que nos alaben sino para servir a Dios y de esa manera haremos muchas amistades porque tendremos a Dios con nosotros.

¡Qué labor más bonita tenéis aquí! Tenéis que estar muy contentas y muy contentos porque Dios está con vosotros. Ha querido llegar a este mundo precisamente en esta tierra para que Cristo ha venido a la tierra para conversar con los hombres ¿Y cómo conversa? Pues con la vida corriente, con el trabajo, con la amistad, también con la diversión. Cristo es seguro que se alegraba –y lo cuentan en el Evangelio– cuando ve a unos niños que están cantando en la plaza para alegrar a las personas que están mirando. Cristo ama la diversión y por eso a veces iba a comer a las casas de otras personas ¡y llevaba la alegría suya, la alegría del cielo!Y la alegría humana. Si sois verdaderamente mujeres y hombres que queréis estar con Dios, llevaréis – sabiendo que hay momentos de pena – pero llevaréis la alegría de conocer a Dios a todos los lugares en los que os desenvolváis, en los que estéis. Sois las personas que Dios ha buscado para que llevéis su paz a todo el mundo.

Y quería recordaros lo que quizá ya sabéis: ¿qué es el Opus Dei? El Opus Dei es una institución de la Iglesia que quiere a todas las personas del mundo entero ¿para qué? Para que santifiquen la vida ordinaria: la familia, el trabajo, las amistades, también los tiempos de descanso ¿Y cómo se hace eso? Pues llevando a nuestra petición y a nuestra oración a todas las personas. Yo esta mañana en la Santa Misa, de una manera más especial, he rezado por las personas que estáis aquí en Belén.Y me acuerdo de mi predecesor, que vino aquí a Belén, y tuvo también una tertulia, como estamos ahora, en la que les decía que estaba rezando por ellos desde el principio de la mañana.

Yo sugiero que os metáis muchas veces en Belén, en el Portal de Belén para decirle a Jesús: Tú que has venido aquí a la tierra para ayudarnos a todos ¿Qué puedo hacer yo por las personas que trato? Y no os conforméis solamente con las personas que conocéis. Tenéis que llegar a otras muchas más personas. Tenéis que pensar: ¿A ver cómo ayudo a este compañero de trabajo? ¿A ver cómo ayudo a esta persona de la tienda la que voy a comprar el pan? ¿A ver cómo ayuda a esta persona que me está haciendo un traje? Es necesario que en la vida corriente no solamente busquemos nuestro provecho sino que busquemos la manera de ayudar a las personas con las que coincidimos. Y a eso también ha venido el Opus Dei, aocuparse de todas las personas sin que dejen de interesarnos ninguna de las que coincidimos con ellas.

Y quiero pediros, como es lógico, que recéis por el Papa ¡Cuánto quiere a esta tierra, a toda esta tierra del Medio Oriente! La ama y todos los días pide por vosotros y ya veis que además no deja de hacerlo públicamente, pedir por la paz en el Medio Oriente. No dejéis de ayudar a quien tanto os ayuda con su oración, con su alegría y con su mortificación. Ya sabéis que se suele levantar a las cuatro de la mañana para hacer oración ¿Y qué hace en la oración? Pues pedir por la Iglesia y pedir por toda la humanidad.
Podéis estar convencidas y convencidos de que hoy ha rezado expresamente por ti. Sed agradecidos con el Papa, ¿eh? Sed mujeres y hombres que le acompañéis y que le sostengáis.

¿Y qué queréis decir vosotros? Para que hablemos de lo que os interesa.

Pregunta Lilián en árabe y le traducen al castellano.

Bienvenido a Belén, Padre. Estamos muy contentos de que esté con nosotros y hemos esperado mucho este día. Soy de Nazaret, casada en Belén y tengo dos hijos. En mi trabajo me relaciono con muchas personas ¿Podría hablarnos de cómo testimoniar la fe en la vida diaria y de la importancia de los sacramentos?

El Prelado: Tienes que estar con la gente con la sonrisa que tienes ahora. También cuando estás cansada. También cuando has tenido una contradicción. También cuando tienes una preocupación, por tu marido o por tus hijos, porque a lo mejor tiene un pequeña enfermedad. Que seas una mujer llena de alegría. Porque eres hija de Dios, eres hija del mejor Padre. Y tienes que estar transmitiendo a la gente esa alegría de ese Dios que quiere vivir en tu corazón, que quiere vivir en el alma de todos y cada uno de nosotros.

Y tenemos que dar a Dios. ¿Cómo? Sabiendo escuchar. Cuando nos hablan, poniendo interés en lo que nos cuentan. Y también pensando: ¿qué puedo decir yo a esta persona, para ayudarla, también humanamente, ¿eh? Y le cuentas cómo quieres a tu marido, le cuentas cómo te ocupas de la casa, para que esté bien preparada. Y le cuentas cómo educas a tus hijos, sabiendo que tienen que crecer. Y después de eso ya podrás empezar a hablar de la fe, de los sacramentos ¡Qué maravilla – nos pasa a las mujeres y a los hombres, ¿eh? – cuando alguna vez nos ofenden, probablemente sabemos perdonar!, pero a veces se nos queda metido en la cabeza o en el alma: esta persona me ha ofendido. Dios, este Dios que se ha hecho Niño, que se ha hecho Hombre, para ayudarnos y para que nos acerquemos más a Él, cuando nos perdona en la Confesión se olvida del pecado. Y nos da un abrazo como dice el Evangelio, como dio el padre a su hijo pródigo. Fíjate, un hijo que sin ningún derecho, le dice: ¡dame la herencia ya! Y la gasta mal. Y sin embargo su padre le espera todos los días. Y sale para ver cuando vuelve. Y cuando se está acercando no se queda esperando sino que va al encuentro del hijo. Pues ese es el sacramento de la Confesión: Cristo que sale a nuestro encuentro, no para tratarnos duramente sino para perdonarnos, para pasar el trapo que quita el polvo de nuestra alma. Habla del sacramento, y puedes hacerlo con naturalidad. Háblales de un Dios que perdona. A San Josemaría le gustaba mucho hablar de la Confesión. Que no es solamente para cuando cometemos pecados mortales. La Confesión sirve también para que seamos personas más alegres, más puntuales, más cariñosos, que no nos dejemos llevar por la pereza. Y por eso la Confesión tenemos que llevarla no solamente cuando hay una necesidad por una ofensa grave sino también para quitar las imperfecciones. Nos ayuda a que no seamos antipáticos, a que no seamos personas que se mueven solamente pensando en nosotros mismos. 

Y después habla mucho de la Eucaristía. El Señor no se marchó de este mundo y nos dejó a solas. Quiso quedarse en la Hostia Santa para darnos fuerza. Tú, procura de cuando en cuando hacer alguna visita al Señor. Que le digas, que le digamos todos: yo no te quiero dejar solo. Quiero que estés, aunque sea muy pobre mi amor, quiero que estés con mi amor. Y vete a llevarle a tu familia, a tu marido, a tus dos hijos. Y vete a llevarle a tus amigas. Y vete a llevarle a las personas con las que tratas por tu trabajo profesional. Que seas una mujer que no solamente vivas los sacramentos sino que hables de los sacramentos con las personas. Y de cuando en cuando puedes decir le puedes decir a tus amigas, o a tus amigos: ¡qué contenta estoy hoy! Y te preguntarán: ¿y por qué? Pues porque me he confesado.Y eso da mucha alegría. Sí, da mucha alegría, porque se pone uno en contacto con la fuente del amor. Pues que Dios te bendiga y que sigas haciendo mucho apostolado. No tengas miedo, ¿eh? No tengas respetos humanos. Habla de tu fe, ¿de acuerdo?

Pregunta Bassem en inglés y le traducen al castellano: 

Es un honor tenerlo aquí. Voy a resumir mi historia. Cuando tenía diez años me fui a Nueva Zelanda con mi familia. Ahora tengo treinta y cinco años. Después de veinticinco años volví a Belén, donde nació Jesús. Mi abuelo tenía una fábrica desde mil novecientos veinticinco y volví yo a hacerme cargo de ella porque ninguno de mi familia quiere vivir aquí, por todos los problemas que tenemos aquí al ser cristianos. Estudié Matemáticas en Nueva Zelanda. Mi padre está enfermo y no puede volver y ninguno de mi familia puede vivir en este país ¿Qué podemos hacer? Queremos mantener a los cristianos aquí en Belén. Tenemos un gran problema porque ninguno quiere vivir aquí. Hay muchos cristianos en todo el mundo pero ninguno quierevivir aquí. Yo le pregunto, Padre, ¿qué podemos hacer para convencerles para volver y quedarse a viviraquí, y para que la gente no se marche?

El Prelado: Yo me uno a tu oración y a tu vida, concretamente para que, los que estáis aquí y sois cristianos, tengáis ese santo orgullo de saberos hijas e hijos de Dios. Tú no seas una persona amarga, no seas una persona dura. Tenemos que ser mujeres y hombres que nos acerquemos a la gente con amabilidad. Y cuando alguna vez no nos traten con respeto o con educación, no nos debemos enfadar. Es necesario que seamos personas comprensivas. Te recuerdo concretamente que a San Josemaría muchas veces no le comprendían. Y decía: yo entiendo que no me comprendas pero te quiero como si me comprendieras.

Pues que tú ames de verdad a la gente de esta tierra. Que formen parte de tu vida. Y de esa manera irás haciendo primero una amistad humana. Y después les hablarás de los motivos por los que procedes así. Porque estás con Cristo, que Cristo ha venido para todas las personas. No tengas ni miedo ni te dejesllevar nunca por la desesperanza. Llegará un tiempo en que podrás hablar mucho más y podrá tener mucha eficacia en el mundo entero, tu vida, desde aquí.

Tú que has venido desde Nueva Zelanda, después de haberte preparado profesionalmente, ejercita tu profesión con generosidad. Con deseo de acabar muy bien el trabajo. Para que la gente vea que lo haces bien por el Señor y también para ayudar a las personas de esta tierra. Y al mismo tiempo, todos los días, todos los días ¿eh?, que reces por las personas que están viviendo en esta tierra ¡No te desanimes! ¡Llénate de esperanza! ¡Llénate de alegría! Porque tu oración va a ser muy eficaz. Tu vida va a ser oración eficaz, porque podemos rezar con nuestra vida. Y así ayudarás a las personas que conviven contigo ¡Quiérelas! Es importante que cuando vayas por las calles de Belén, o donde vivas, reces por todas las personas. Que pidas por verdadero interés porque se acerquen a la verdad ¡Son tus hermanos y es lógico que les quieras y que les ayudes! Y ten paciencia. No se arreglan las cosas en una hora, en un día. Pero si eres perseverante verás cómo mucha gente se acerca a ese Dios al que tú amas. Y encomiéndate también a la ayuda de tus padres, que te han educado en la tierra donde nació Jesucristo, para que tú lo comuniques a muchas otras personas. Gracias por lo que estás haciendo y gracias por lo que vas a hacer.

Pregunta en castellano de Muna: Padre, estoy casada y tengo dos hijas y un hijo. Llevo más de un año participando en las actividades espirituales del Opus Dei aquí y me ayudan mucho ¿Nos podría hablar de cómo nosotras, mujeres cristianas, podemos influir positivamente en la sociedad en el ámbito de la moda?


Prelado: Es muy importante. Tenéis, las mujeres, tenéis que vestir y presentaros con cuidado, siendo muy guapas, siendo muy amables, bien peinadas, bien arregladas, con un vestido que sea elegante. Pero no cedáis, ni siquiera en el ámbito familiar, no cedáis a no ir vestidas con corrección.

Te voy a contar una cosa que quizá te llamará la atención. San Josemaría quería mucho a sus padres. Les quería con locura porque le habían hecho crecer en la libertad, en la alegría, en la responsabilidad. Y nos contaba: yo nunca he visto a mi madre y a mi padre no ir vestidos correctamente en la casa.Iban, el papá, con un vestido elegante. Mamá nunca iba con poco vestido, iba con un vestido también elegante. Y así los hijos aprendíamos a respetar a los hombres y a las mujeres. Pues tú di a las mujeres que no son más mujeres porque cedan en una moda que va en contra de la dignidad de la persona.

Te tengo que decir que muchas personas, muchas chicas, muchas mujeres, cuando se les habla dicen: muchas gracias. Nunca me habían dicho estas cosas y ahora me doy cuenta en qué puedo mejorar. Por eso no tengas respetos humanos y cuando veas que una persona no cuida el vestido, la moda, también la manera de hablar, la manera de presentarse, llámala aparte. Hay que hablar sin herir, sin decirlo en público, pero llama aparte a esa persona y dile: mira, harías mucho mejor y harás un bien muy grande si te vistieses más correctamente, si no fueses una persona que no defendieses la dignidad de la persona.Y te lo agradecerán. No tengas miedo. Habla con cariño. Nunca seas amarga, nunca seas dura, pero habla con claridad para que ellas quieran rectificar y se den cuenta de que la sociedad aquí en Belén y en todos los sitios la podéis hacer las mujeres. Sois la fuerza de esta sociedad. Mujeres que os portáis como lo que sois: hijas de Dios y que queréis defender esa dignidad como hizo nuestra Madre Santa María ¡Qué gran mujer! Y qué gran mujer, que vivió enteramente para Dios y también atendiendo a José y atendiendo principalmente a Jesús.

Pregunta: Bienvenido, Padre. Tengo seis hijos, cinco nietos. Mi pregunta es: ¿cómo podemos aumentar el amor con el paso del tiempo y mantener la fidelidad matrimonial?

El Prelado: Yo te digo lo que he vivido ¡durante treinta años! He estado al lado de San Josemaría que era un amor a Dios y un amor a las personas ¡diario! Se esforzaba por vivir cerca de Dios y participar de su caridad para darla a las demás personas. Hace poco he leído unas palabras de él que son muy bonitas, porque nos decía que la cosa más bonita del amor es el sacrificio.Si de verdad buscamos la manera de ayudar a las personas que están a nuestro alrededor siendo amables, siendo cariñosos, ofreciendo alguna incomodidad, también escogiendo lo peor para nosotros, para que los demás estén más contentos, creamos ese ambiente, de fidelidad, de alegría y de ocuparnos los unos de los otros.

Es necesario que en todos los ambientes nos demos cuenta de que la gente necesita que se les quiera.Y tenemos que darles ese cariño ¿Cómo? También sacrificándonos. También escogiendo las maneras de servir sin que se note.

Que tengas interés por tu marido, por tus hijos y por tus nietos. Que tu marido, tus hijos, tus nietos, también tus nueras o tus yernos, puedan decir: esta no es una mujer cualquiera, es también nuestra madre. Una madre que sabe dar la vida todos los días por su marido, por sus hijos y por sus nietos. Y serás muy feliz porque no pensarás en ti sino en los demás.

Palabras finales del Prelado:

Le doy gracias a Dios por haber coincido con todos vosotros. Y os pido la limosna de vuestra oración para que yo también me convierta, y sea más amable, más cariñoso, más trabajador, más puntual. Os pido por amor de Dios que recéis por el Papa, por la Iglesia, y por esta partecita de la Iglesia que es el Opus Dei ¡Con qué alegría se vino a trabajar a esta Tierra Santa! Con qué alegría vienen, como me dice esta amiga vuestra, a trabajar aquí, en Belén. Y me da mucha alegría que cada vez se vaya extendiendo. No sé si habéis visto que cuando se echa un poco de aceite en un papel se va extendiendo la mancha. Yo os pido por amor de Dios, que el Opus Dei, que tenemos que ser aceite ¡bálsamo de Dios! lo vayamos echando por todos los lugares para que se extienda el trato con muchísimas personas. Y que de verdad queramos a toda la humanidad y que vosotras y vosotros queráis a toda la humanidad. ¡Empezando por querer a la gente de Belén!¡Tenéis que ser mujeres y hombres que queráis a las personas que tratáis!Y que las queráis haciendo oración por ellas y con ellas, y por ellos y con ellos. Viviendo también el espíritu de mortificación. Y procurando ser también personas simpáticas. No seáis personas serias, tristonas, que tienen una cara como si fuera un pescado aburrido.

Al termino de la tertulia impartió la bendición y, entre aplausos, abandonó el auditorio.

sábado, 18 de enero de 2014

Tertulia en Jerusalén con el Prelado del Opus Dei

La tertulia tuvo lugar el sábado, 28 de diciembre, a las 12.00, en el centro de onferencias Adenauer. Tiene capacidad para unas 200 personas sentadas, y casi se llenó. Haré un resumen de la tertulia, con las preguntas que le hicieron. Comenzó diciendo:

"Doy gracias a Dios de poder encontrarme con vosotros. Lo hago también en nombre de un sacerdote, san Josemaría, que amó esta tierra con locura porque por estos Lugares Santos pasó Jesucristo, el Hijo de Dios. Él nos enseñó concretamente a recorrer los distintos caminos del mundo ofreciéndolos a Dios, y al mismo tiempo queriendo mucho a todas las personas. Me imagino que bastantes de vosotros conocéis lo qué es el Opus Dei, y no lo voy a explicar de un modo técnico En el Opus Dei, queremos ser mujeres y hombres que agradan a Dios. Y ¿cómo podemos hacer esto? Procurando acabar bien las tareas de la vida cotidiana. En la familia, en el trabajo, en la amistad, en el descanso. También cuando nos encontramos a solas, cada uno, sabiendo que no estamos nunca solos, porque ese Dios que ha creado el Cielo y la Tierra, que nos ha creado a cada uno de nosotros, a cada una y a cada uno, nunca nos deja. Por eso, aunque tengáis otra fe, sí que os pido, con sinceridad, que habléis con ese Dios Creador. Que le contéis vuestra vida, porque al habernos traído aquí a la tierra no nos ha dejado nunca a solas, y se ocupa, le interesa todo lo que hacemos.

Tenéis que ser mujeres y hombres con mucha alegría, pensando que ese Ser Supremo – que no está lejos, ¿eh?, está muy cerca de nosotros – ese Ser Supremo nos ama con su infinitud, y quiere concretamente contagiarnos su alegría… Sé que algunos de  vosotros no tenéis la fe católica. Sí que os puedo decir que la persona que está llevando la barca de Pedro, la Iglesia, el Papa Francisco, os quiere muchísimo a todos los que estáis en la Tierra Santa. Y que todos los días reza por vosotros y también que está deseando venir aquí para rezar con vosotros, para animaros a que viváis entre la gente de esta tierra una fraternidad que os lleve a ocuparos con generosidad los unos de los otros.

Aquí en Jerusalén y en la Tierra Santa es muy fácil dejar que el corazón se agrande ¡Pedid por todo el mundo! En estos momentos tenemos que pedir por los palestinos, por los hebreos,… y por todos los peregrinos. Para que saquemos de esta tierra ese fruto de que todos somos hermanos, de que todos tenemos que querernos, de que todos tenemos que ayudarnos. No paséis con indiferencia ante las personas que están a vuestro alrededor. Que todos los días penséis: ¿yo qué he hecho por mi familia? ¿Yo qué he hecho por mis amigos? ¿Yo qué he hecho por las personas que he conocido o que he visto por la ciudad?

Y vosotros, ¿queréis preguntar algo?

Pregunta Hani en árabe y luego el mismo lee la pregunta en castellano: 

Querido Padre, primero quería agradecerle su venida a Jerusalén y a Tierra Santa. Es muy bienvenido. Mi nombre es Hani y hace veinte años que entré en contacto con el Opus Dei. En 1994, en la tertulia que tuvo lugar en Belén, como la que tenemos hoy aquí, pude conocer y saludar a Álvaro del Portillo, su predecesor. Aquella tertulia me causó una honda impresión. Don Álvaro falleció un día después de su viaje a Tierra Santa. He estado en contacto con la Obra desde entonces. He estado asistiendo con regularidad a los medios de formación de la Obra en Jerusalén. Me puse muy contento cuando me enteré hace unos pocos meses que don Álvaro sería beatificado en 2014. Padre, la pregunta que deseaba hacerle es sobre la oración ¿Podría por favor aconsejarnos y ayudarnos a profundizar acerca de la importancia y el poder que tiene la oración, también sobre el poder de la intercesión de los santos? Y más en concreto, Padre ¿cómo acudir a personas como don Álvaro que hemos conocido y que son santas para que intercedan por nosotros? Gracias.

Contesta el Prelado: me da mucha alegría la pregunta que me haces. Quería deciros que la oración es hablar con Dios para contarle nuestras cosas. Cada uno con la fe que tiene, pero es importante que tengamos esa conversación. Me imagino que todos vosotros entendéis la grandeza del amor humano. Habéis visto dos personas enamoradas que se hablan, que se miran, y aunque digan palabras que parece que no tienen importancia y que siempre son las mismas palabras. Cuando se dicen: te amo, no es una repetición de las palabras que han dicho en otros momentos sino una renovación de ese enamoramiento que tienen. Pues ese Dios que está en los Cielos quiere que cada uno de nosotros le cuente y le refiera su vida. Le interesa toda nuestra vida, la externa y la interna. Es el mejor amigo y está constantemente pendiente de nosotros para asistirnos en todas las necesidades que tengamos. Por eso, hacer oración es también trabajar bien, hacer oración es también ser serviciales, mujeres y hombres que se ocupan de que la vida en la familia sea amable. Hacer oración es también vivir con las amistades una sinceridad clara, para ayudarles si hay algo que tienen que corregir o para aprender de ellos.

Eso es lo que tenemos que vivir con Dios y eso es hacer oración. Pararnos de cuando en cuando unos minutos para decirle: Señor, te voy a contar lo que llevo dentro…¡Él lo conoce, es el Omnisciente, lo conoce todo! Pero de la misma manera que un padre o una madre escuchan con cariño a sus hijos, y una enamorada escucha a su enamorado, y una hermana escucha a su hermano, y una amiga escucha a su amigo, así pasa con Dios. Porque todo el amor que podemos tener las mujeres o los hombres en la tierra viene de ese Dios que es el amor perfecto. Pues reza, habla mucho de tu vida… Que habléis mucho de vuestra vida con el Señor.

Y después es importante que recurramos a las personas que han sido fieles a Dios porque están en la presencia del Señor, como por ejemplo don Álvaro. Si acudimos a él intercederá por nosotros. Mirad, he visto muchas veces a San Josemaría despidiéndose, o también acompañando a alguna persona que dejaba esta tierra para marcharse al otro mundo. Les decía: ¡no nos separamos nunca! ¡Nos veremos dentro de los años que sean! Pues que sepáis que las personas que se nos han marchado al Cielo ¡no nos han dejado! Nos siguen queriendo como aquí en la tierra…¡Aun más! Y por lo tanto, si acudimos a su intercesión, ellos presentarán al Señor, a la Trinidad, a Dios, presentarán concretamente nuestras peticiones.

Os sugiero, también a los que no sois católicos: acudid a don Álvaro, que pasó por esta tierra con tanto cariño, ¡cómo disfrutó! – ya estaba anciano –, y además el Señor lo llamó a su presencia el mismo día que dejó esta tierra. Pero ¡qué alegría tuvo por estos caminos, rezando por todas las personas – a vosotros también– a los que estáis ahora aquí, a los que vendrán a lo largo de los tiempos. Iba con ese amor de Cristo, llevando a todas las personas, su vida, sus intenciones. Acudid a don Álvaro ¡Es vuestro amigo! ¡Os quiere con toda el alma! ¡Vino aquí para aprender!  Tenemos filmada una película que hicieron cuando iba en el avión y se despidió de la gente, pero no con tristeza sino con alegría diciendo: nos volveremos a ver. Don Álvaro si le tratáis os ayudará a que le veáis y a que conozcáis más a Dios.

Pregunta Nathan primero en hebreo y luego en español, pues es de origen argentino

Mi nombre es Nathan Goldschmidt. Soy arquitecto… Me ocupo del diseño del proyecto de Saxum en Abu Gosh y represento a un grupo de más de veinticinco empresas de arquitectos e ingenieros que desde hace más de dos años están dedicándose a este proyecto con mucha dedicación y con mucho amor. La pregunta es: ¿Cuál es la expectativa de este edificio que tiene que empezarse en los próximos días a construir?

Contesta el Prelado: No te puedes imaginar cuánta gente en el mundo entero está encomendando Sáxum, Nathan, y a todas las personas que estáis trabajando allí. Para que se hagan las cosas bien. Para que sea luego un lugar de encuentro con muchas personas. Cuando estés en Abu Gosh ten el convencimiento de que rezarán por ti, por tu familia, por todas tus intenciones, gente que no te conoce, pero saben que es un lugar de familia, donde se vive el trato con Dios y el trato con muchas personas.

San Josemaría fue un arquitecto en potencia, porque quiso ser arquitecto pero pasó Dios por medio, y cambió sus planes. Pero entendía muy bien los planos. Yo estoy seguro que desde el Cielo está poniendo en tu mente cómo hacer bien esos planos de Saxum, por donde paserán miles y miles y miles de personas. Cuando dentro de dos siglos no estemos nosotros aquí, esa gente estará pidiendo por Nathan y su familia y pidiendo al Señor que te tenga muy cerca de Él. Que Dios te bendiga.

Pregunta Sawa en árabe y luego le traducen al castellano. 

En Tierra Santa vivimos inmersos en una variedad cultural y religiosa muy amplia ¿Nos podría decir cuál es la misión del Opus Dei en esta variedad?

El Prelado: Recordar a todos, aquí y en el mundo entero,¡que somos hermanos, que nos tenemos que querer! Podemos tener caracteres diferentes, podemos tener una fe diferente, pero esto no puede constituir una muralla, algo que nos separe. Tenemos que estar todos los días, constantemente, tendiendo las manos a la gente que está a nuestro alrededor para servir, para ayudar, como hizo – los católicos lo entendemos así – como hizo Jesucristo. Se dirigió a todas las personas: ricos y pobres, ancianos y jóvenes, sanos y enfermos, que no eran personas que seguían a Jesucristo. Y se dirigía a todos. Pues el Opus Dei quiere seguir esos pasos de Jesucristo, y así nos veamos todos hermanos. 

El Opus Dei ha venido aquí a Tierra Santa en primer lugar para aprender. Queremos aprender de todas las virtudes que hay entre los judíos y los árabes. Nos interesan todas las personas. Y queremos decirles a todos que somos hermanos, hermanos en Jesucristo, y queremos tender las manos para que todos se encuentren comprendidos, queridos y ayudados.

Imad pregunta en árabe y luego leen la tradución al castellano.

Mi nombre es ImadYounis, soy de Nazaret,mi mujer se llama Reem. Soy padre de tres hijos: Dima, Joud y Nada, la pequeña. Aquí la mayoría de las personas cristianas lo son por tradición, aunque están muy orgullosas de serlo. En muchas familias de Israel, Palestina, Jordania, Siria, Egipto, Iraq y del resto de los países del Medio Oriente se basa la formación de los hijos en el miedo. Les hacen mirar el mundo y afrontarlo desde el punto de vista del miedo. Por supuesto hay muchas razones humanas para que se dé este fenómeno. Por ejemplo, en Israel los cristianos son la minoría de una minoría, aunque también en los otros países afrontan otras muchas dificultades. Padre, en su opinión ¿cómo podemos cambiar esta cultura del miedo que ha penetrado poco a poco en el Oriente desde hace cientos de años y sustituirla por una cultura del amor? Pienso que su respuesta será que recemos y que estemos cerca de Jesucristo y yo estoy de acuerdo con usted en que así deberíamos hacer. Pero ¿cómo podemos dirigirnos a una sociedad que tiene miedo, que es materialista, que está dividida y rodeada por un lenguaje de violencia, de manera que podamos hacer que se convenzan y acepten una forma de vida para que ellos, que no tratan a Dios, quizás les parezca extraña e irracional? Y ¿cómo decir a los padres: tenéis miedo a que vuestros hijos crezcan aprendiendo a amar, a querer a los judíos, a los musulmanes, a todos? Padre, ¿que nos sugiere?

Contesta el Prelado: os sugiero varias cosas. En primer lugar, hombres del Medio Oriente, mujeres del Medio Oriente: que aprendáis a querer. Que todos los días deseéis amar más a vuestros vecinos, a las personas que tratáis, a las personas que conocéis. No se puede cambiar una situación en dos horas, en veinticuatro horas, ¡pero empezad en vuestras casad mismas, dando confianza a vuestros hijos! ¡Haciéndoles conocer que estáis orgullosos de ser sus padres! ¡Que queréis interesaros por todo lo que les preocupa a ellos! ¡Que les deis capacidad de que expongan lo que tienen en la cabeza, los problemas! Que empecéis por vuestros hogares propios, creando un ambiente de confianza. Si vivimos después con los vecinos, con los amigos, con los colegas, con las personas que están al lado de nosotros, este ambiente de confianza, de vivir pendientes de los demás, iremos poco a poco abandonando el miedo, abandonando esa especia de obstáculo que nos impide comprender a los demás.


Empezad por las familias vuestras. Comprended a vuestros hijos, comprended a vuestra mujer, comprended a vuestro marido. Y si os ejercitáis en esa comprensión luego llevaréis esa labor a las personas que tratéis. No penséis que vamos a hacerlo inmediatamente, hay que ir poco a poco. Empezad por vuestras familias ¡Que sean hogares de paz, donde de verdad los hijos vayan a hablar con mamá y con papá, con plena confianza! ¡Que el marido y la mujer hablen con plena confianza! Y eso influye en vuestros amigos, influye en las personas que tratéis. Y así poco a poco iremos creando ese ambiente de confianza, de caridad, que es lo importante, no solamente en un círculo pequeñito, sino que lo iremos extendiendo. Sed hombres y mujeres de paz. Sed hombres y mujeres de servicio. Y así iréis quitando en el ambiente que pueda haber de miedo y de prevención de algunas personas.

Terminó con estas palabras: 

Me dice don Joaquín que hemos pasado el tiempo. Que Dios os bendiga. Os pido, si queréis, que de pie, cada uno en su fe, recemos por todas las autoridades de Israel, de Palestina, por las autoridades eclesiásticas, por las autoridades universitarias y por las autoridades civiles. Yo voy a rezar en alto, vosotros haced lo que queráis, rezando por todo el pueblo y por todas las autoridades de esta tierra maravillosa, que es la Tierra Santa.

Después dio la bendición con el Niño Jesús en silencio.

sábado, 11 de enero de 2014

Visita del Prelado a Saxum

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El Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, viajó a Tierra Santa del 27 al 30 de diciembre. En las próximas entradas escribiré acerca de las tertulias generales que hemos tenido en Jerusalén y Belén esos días. Aquí recogeré su visita al terreno de la futura casa de retiros de la Obra en Tierra Santa, que lleva el nombre de Saxum. Se denomina así en honor al venerable siervo de Dios Álvaro del Portillo que, peregrinó a Tierra Santa y se fue al cielo la misma noche de su regreso a Roma. Será beatificado este año. Saxum es una palabra latina que significa "roca". San Josemaría llamaba así a D. Álvaro del Portillo, pues decía que se podía apoyar en él como en una roca.

En la visita de Mons. Javier Echevarría al terreno tuvo lugar una bendición del terreno, y de esta cerámica con el nombre Saxum que aparece en la foto y que, cuando ya esté construida la casa, podrá servir de recuerdo como si se tratara de la primera piedra.

En la carta que el Prelado nos escribió a su regreso a Roma, nos decía sobre este proyecto:

Saxum! Dejo correr la imaginación, considerando la inmensa labor que pondremos en marcha con repercusiones fantásticas en todo el mundo. Como he comentado esta mañana, cuando nos hemos reunido con los que allí trabajan, he contemplado con el pensamiento el gran hormigueo de personas de todos los países, de innumerables lenguas que acudirán para llenarse del "gaudium cum pace" que nos ha traído el Señor. Decidles también a ellos que trabajemos con responsabilidad y, bien unidos, porque de todos los esfuerzos que hagamos se beneficiarán, siempre más personas de los cinco continentes.
Os recuerda y bendice, vuestro Padre
+ Javier
carta del padre saxum





sábado, 4 de enero de 2014

La Basílica de la Natividad

Primero hablaremos del exterior de la Basílica. Desde la plaza que hay delante de la basílica, el visitante tiene la impresión de hallarse frente a una fortaleza medieval: gruesos muros y contrafuertes, con escasas y pequeñas ventanas. Se entra por una puerta tan diminuta que obliga a pasar de uno en uno, y aun así con dificultad: es preciso inclinarse bastante. 

En su homilía durante la Santa Misa de la última Nochebuena, Benedicto XVI se refirió a este acceso al templo: «Quien quiere entrar hoy en la iglesia de la Natividad de Jesús, en Belén, descubre que el portal, que un tiempo tenía cinco metros y medio de altura, y por el que los emperadores y califas entraban al edificio, ha sido en gran parte tapiado. Ha quedado solamente una pequeña abertura de un metro y medio. La intención fue probablemente proteger mejor la iglesia contra eventuales asaltos pero, sobre todo, evitar que se entrara a caballo en la casa de Dios. Quien desea entrar en el lugar del nacimiento de Jesús, tiene que inclinarse. Me parece que en eso se manifiesta una cercanía en esta Noche santa: si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de apearnos del caballo de nuestra razón “ilustrada”. Debemos deponer nuestras falsas certezas, nuestra soberbia intelectual, que nos impide percibir la proximidad de Dios” (Benedicto XVI, Homilía, 24-XII-2011).

En cuanto al interior, la basílica –con planta de cruz latina y cinco naves– tiene una longitud de 54 metros. Las cuatro filas de columnas, de color rosáceo, le dan un aspecto armonioso. En algunos lugares, es posible contemplar los mosaicos que adornaban el pavimento de la primitiva iglesia constantiniana; en las paredes, también se han conservado fragmentos de otros mosaicos que datan de los tiempos de las Cruzadas.

Pero el centro de esta gran iglesia es la Gruta de la Natividad, que se encuentra bajo el presbiterio: tiene la forma de una capilla de reducidas dimensiones, con un pequeño ábside en el lado oriental. El humo de los cirios, que la piedad popular ha puesto durante generaciones y generaciones, ha ennegrecido las paredes y el techo. Allí hay un altar y, debajo, una estrella de plata que señala el lugar donde Cristo nació de la Virgen María. La acompaña una inscripción, que reza: Hic de Virgine Maria Iesus Christus natus est.

El pesebre donde María acostó el Niño, tras envolverlo en pañales, se encuentra en una capillita aneja. En realidad es un hueco en la roca, aunque hoy está recubierto de mármol y anteriormente lo estuvo de plata. Enfrente, hay un altar llamado de los Reyes Magos, porque tiene un retablo con la escena de la Epifanía.