La tertulia tuvo lugar el sábado, 28 de diciembre, a las 12.00, en el centro de onferencias Adenauer. Tiene capacidad para unas 200 personas sentadas, y casi se llenó. Haré un resumen de la tertulia, con las preguntas que le hicieron. Comenzó diciendo:
"Doy gracias a
Dios de poder encontrarme con vosotros. Lo hago también en nombre de un
sacerdote, san Josemaría, que amó esta tierra con locura porque por estos Lugares Santos pasó
Jesucristo, el Hijo de Dios. Él nos enseñó concretamente a recorrer los
distintos caminos del mundo ofreciéndolos a Dios, y al mismo tiempo queriendo
mucho a todas las personas. Me imagino que bastantes de
vosotros conocéis lo qué es el Opus Dei, y no lo voy a explicar de un modo
técnico En el Opus Dei, queremos ser mujeres y hombres que agradan a Dios. Y ¿cómo
podemos hacer esto? Procurando acabar bien las tareas de la vida cotidiana. En
la familia, en el trabajo, en la amistad, en el descanso. También cuando nos
encontramos a solas, cada uno, sabiendo que no estamos nunca solos,
porque ese Dios que ha creado el Cielo y la Tierra, que nos ha creado a cada
uno de nosotros, a cada una y a cada uno, nunca nos deja. Por eso, aunque
tengáis otra fe, sí que os pido, con sinceridad, que habléis con ese Dios
Creador. Que le contéis vuestra vida, porque al habernos traído aquí a la
tierra no nos ha dejado nunca a solas, y se ocupa, le interesa todo lo que
hacemos.
Tenéis que ser mujeres y hombres con mucha alegría, pensando que ese Ser Supremo – que no está lejos, ¿eh?, está muy cerca de nosotros – ese Ser Supremo nos ama con su infinitud, y quiere concretamente contagiarnos su alegría… Sé que algunos de vosotros no tenéis la fe católica. Sí que os puedo decir que la persona que está llevando la barca de Pedro, la Iglesia, el Papa Francisco, os quiere muchísimo a todos los que estáis en la Tierra Santa. Y que todos los días reza por vosotros y también que está deseando venir aquí para rezar con vosotros, para animaros a que viváis entre la gente de esta tierra una fraternidad que os lleve a ocuparos con generosidad los unos de los otros.
Aquí en Jerusalén y en la Tierra Santa es muy fácil dejar que el corazón se agrande ¡Pedid por todo el mundo! En estos momentos tenemos que pedir por los palestinos, por los hebreos,… y por todos los peregrinos. Para que saquemos de esta tierra ese fruto de que todos somos hermanos, de que todos tenemos que querernos, de que todos tenemos que ayudarnos. No paséis con indiferencia ante las personas que están a vuestro alrededor. Que todos los días penséis: ¿yo qué he hecho por mi familia? ¿Yo qué he hecho por mis amigos? ¿Yo qué he hecho por las personas que he conocido o que he visto por la ciudad?
Y vosotros, ¿queréis preguntar algo?
Tenéis que ser mujeres y hombres con mucha alegría, pensando que ese Ser Supremo – que no está lejos, ¿eh?, está muy cerca de nosotros – ese Ser Supremo nos ama con su infinitud, y quiere concretamente contagiarnos su alegría… Sé que algunos de vosotros no tenéis la fe católica. Sí que os puedo decir que la persona que está llevando la barca de Pedro, la Iglesia, el Papa Francisco, os quiere muchísimo a todos los que estáis en la Tierra Santa. Y que todos los días reza por vosotros y también que está deseando venir aquí para rezar con vosotros, para animaros a que viváis entre la gente de esta tierra una fraternidad que os lleve a ocuparos con generosidad los unos de los otros.
Aquí en Jerusalén y en la Tierra Santa es muy fácil dejar que el corazón se agrande ¡Pedid por todo el mundo! En estos momentos tenemos que pedir por los palestinos, por los hebreos,… y por todos los peregrinos. Para que saquemos de esta tierra ese fruto de que todos somos hermanos, de que todos tenemos que querernos, de que todos tenemos que ayudarnos. No paséis con indiferencia ante las personas que están a vuestro alrededor. Que todos los días penséis: ¿yo qué he hecho por mi familia? ¿Yo qué he hecho por mis amigos? ¿Yo qué he hecho por las personas que he conocido o que he visto por la ciudad?
Y vosotros, ¿queréis preguntar algo?
Pregunta Hani en árabe y luego el mismo lee la pregunta en castellano:
Querido Padre, primero quería agradecerle su venida a Jerusalén y a Tierra Santa. Es muy bienvenido. Mi nombre es Hani y hace veinte años que entré en contacto con el Opus Dei. En 1994, en la tertulia que tuvo lugar en Belén, como la que tenemos hoy aquí, pude conocer y saludar a Álvaro del Portillo, su predecesor. Aquella tertulia me causó una honda impresión. Don Álvaro falleció un día después de su viaje a Tierra Santa. He estado en contacto con la Obra desde entonces. He estado asistiendo con regularidad a los medios de formación de la Obra en Jerusalén. Me puse muy contento cuando me enteré hace unos pocos meses que don Álvaro sería beatificado en 2014. Padre, la pregunta que deseaba hacerle es sobre la oración ¿Podría por favor aconsejarnos y ayudarnos a profundizar acerca de la importancia y el poder que tiene la oración, también sobre el poder de la intercesión de los santos? Y más en concreto, Padre ¿cómo acudir a personas como don Álvaro que hemos conocido y que son santas para que intercedan por nosotros? Gracias.
Querido Padre, primero quería agradecerle su venida a Jerusalén y a Tierra Santa. Es muy bienvenido. Mi nombre es Hani y hace veinte años que entré en contacto con el Opus Dei. En 1994, en la tertulia que tuvo lugar en Belén, como la que tenemos hoy aquí, pude conocer y saludar a Álvaro del Portillo, su predecesor. Aquella tertulia me causó una honda impresión. Don Álvaro falleció un día después de su viaje a Tierra Santa. He estado en contacto con la Obra desde entonces. He estado asistiendo con regularidad a los medios de formación de la Obra en Jerusalén. Me puse muy contento cuando me enteré hace unos pocos meses que don Álvaro sería beatificado en 2014. Padre, la pregunta que deseaba hacerle es sobre la oración ¿Podría por favor aconsejarnos y ayudarnos a profundizar acerca de la importancia y el poder que tiene la oración, también sobre el poder de la intercesión de los santos? Y más en concreto, Padre ¿cómo acudir a personas como don Álvaro que hemos conocido y que son santas para que intercedan por nosotros? Gracias.
Contesta el Prelado: me da mucha alegría la pregunta que me
haces. Quería deciros que la oración es hablar con Dios para contarle nuestras cosas. Cada uno con la fe que tiene, pero es importante que tengamos
esa conversación. Me imagino que todos vosotros entendéis la grandeza del amor
humano. Habéis visto dos personas enamoradas que se hablan, que se miran, y
aunque digan palabras que parece que no tienen importancia y que siempre son las mismas
palabras. Cuando se dicen: te amo, no es una repetición de las palabras que han
dicho en otros momentos sino una renovación de ese enamoramiento que tienen.
Pues ese Dios que está en los Cielos quiere que cada uno de nosotros le cuente y
le refiera su vida. Le interesa toda nuestra vida, la externa y la interna. Es
el mejor amigo y está constantemente pendiente de nosotros para asistirnos en
todas las necesidades que tengamos. Por eso, hacer oración es también trabajar
bien, hacer oración es también ser serviciales, mujeres y hombres que se ocupan
de que la vida en la familia sea amable. Hacer oración es también vivir con las
amistades una sinceridad clara, para ayudarles si hay algo que tienen que
corregir o para aprender de ellos.
Eso es lo que tenemos que vivir con Dios y eso es hacer oración. Pararnos de cuando en cuando unos minutos para decirle: Señor, te voy a contar lo que llevo dentro…¡Él lo conoce, es el Omnisciente, lo conoce todo! Pero de la misma manera que un padre o una madre escuchan con cariño a sus hijos, y una enamorada escucha a su enamorado, y una hermana escucha a su hermano, y una amiga escucha a su amigo, así pasa con Dios. Porque todo el amor que podemos tener las mujeres o los hombres en la tierra viene de ese Dios que es el amor perfecto. Pues reza, habla mucho de tu vida… Que habléis mucho de vuestra vida con el Señor.
Y después es importante que recurramos a las personas que han sido fieles a Dios porque están en la presencia del Señor, como por ejemplo don Álvaro. Si acudimos a él intercederá por nosotros. Mirad, he visto muchas veces a San Josemaría despidiéndose, o también acompañando a alguna persona que dejaba esta tierra para marcharse al otro mundo. Les decía: ¡no nos separamos nunca! ¡Nos veremos dentro de los años que sean! Pues que sepáis que las personas que se nos han marchado al Cielo ¡no nos han dejado! Nos siguen queriendo como aquí en la tierra…¡Aun más! Y por lo tanto, si acudimos a su intercesión, ellos presentarán al Señor, a la Trinidad, a Dios, presentarán concretamente nuestras peticiones.
Os sugiero, también a los que no sois católicos: acudid a don Álvaro, que pasó por esta tierra con tanto cariño, ¡cómo disfrutó! – ya estaba anciano –, y además el Señor lo llamó a su presencia el mismo día que dejó esta tierra. Pero ¡qué alegría tuvo por estos caminos, rezando por todas las personas – a vosotros también– a los que estáis ahora aquí, a los que vendrán a lo largo de los tiempos. Iba con ese amor de Cristo, llevando a todas las personas, su vida, sus intenciones. Acudid a don Álvaro ¡Es vuestro amigo! ¡Os quiere con toda el alma! ¡Vino aquí para aprender! Tenemos filmada una película que hicieron cuando iba en el avión y se despidió de la gente, pero no con tristeza sino con alegría diciendo: nos volveremos a ver. Don Álvaro si le tratáis os ayudará a que le veáis y a que conozcáis más a Dios.
Eso es lo que tenemos que vivir con Dios y eso es hacer oración. Pararnos de cuando en cuando unos minutos para decirle: Señor, te voy a contar lo que llevo dentro…¡Él lo conoce, es el Omnisciente, lo conoce todo! Pero de la misma manera que un padre o una madre escuchan con cariño a sus hijos, y una enamorada escucha a su enamorado, y una hermana escucha a su hermano, y una amiga escucha a su amigo, así pasa con Dios. Porque todo el amor que podemos tener las mujeres o los hombres en la tierra viene de ese Dios que es el amor perfecto. Pues reza, habla mucho de tu vida… Que habléis mucho de vuestra vida con el Señor.
Y después es importante que recurramos a las personas que han sido fieles a Dios porque están en la presencia del Señor, como por ejemplo don Álvaro. Si acudimos a él intercederá por nosotros. Mirad, he visto muchas veces a San Josemaría despidiéndose, o también acompañando a alguna persona que dejaba esta tierra para marcharse al otro mundo. Les decía: ¡no nos separamos nunca! ¡Nos veremos dentro de los años que sean! Pues que sepáis que las personas que se nos han marchado al Cielo ¡no nos han dejado! Nos siguen queriendo como aquí en la tierra…¡Aun más! Y por lo tanto, si acudimos a su intercesión, ellos presentarán al Señor, a la Trinidad, a Dios, presentarán concretamente nuestras peticiones.
Os sugiero, también a los que no sois católicos: acudid a don Álvaro, que pasó por esta tierra con tanto cariño, ¡cómo disfrutó! – ya estaba anciano –, y además el Señor lo llamó a su presencia el mismo día que dejó esta tierra. Pero ¡qué alegría tuvo por estos caminos, rezando por todas las personas – a vosotros también– a los que estáis ahora aquí, a los que vendrán a lo largo de los tiempos. Iba con ese amor de Cristo, llevando a todas las personas, su vida, sus intenciones. Acudid a don Álvaro ¡Es vuestro amigo! ¡Os quiere con toda el alma! ¡Vino aquí para aprender! Tenemos filmada una película que hicieron cuando iba en el avión y se despidió de la gente, pero no con tristeza sino con alegría diciendo: nos volveremos a ver. Don Álvaro si le tratáis os ayudará a que le veáis y a que conozcáis más a Dios.
Mi nombre es Nathan Goldschmidt. Soy arquitecto… Me ocupo del diseño del proyecto de Saxum en Abu Gosh y represento a un grupo de más de veinticinco empresas de arquitectos e ingenieros que desde hace más de dos años están dedicándose a este proyecto con mucha dedicación y con mucho amor. La pregunta es: ¿Cuál es la expectativa de este edificio que tiene que empezarse en los próximos días a construir?
Contesta el Prelado: No te puedes imaginar cuánta
gente en el mundo entero está encomendando Sáxum, Nathan, y a todas las
personas que estáis trabajando allí. Para que se hagan las cosas bien. Para que
sea luego un lugar de encuentro con muchas personas. Cuando estés en Abu
Gosh ten el convencimiento de que rezarán por ti, por tu familia, por todas tus
intenciones, gente que no te conoce, pero saben que es un lugar de familia,
donde se vive el trato con Dios y el trato con muchas personas.
San Josemaría fue un arquitecto
en potencia, porque quiso ser arquitecto pero pasó Dios por medio, y cambió
sus planes. Pero entendía muy bien los planos. Yo estoy seguro que desde el
Cielo está poniendo en tu mente cómo hacer bien esos planos de Saxum, por donde paserán miles y miles y miles de personas. Cuando dentro de dos
siglos no estemos nosotros aquí, esa gente estará pidiendo por Nathan y su
familia y pidiendo al Señor que te tenga muy cerca de Él. Que Dios te bendiga.
Pregunta Sawa en árabe y luego le traducen al castellano.
En Tierra Santa vivimos inmersos en una variedad cultural y religiosa muy amplia ¿Nos podría decir cuál es la misión del Opus Dei en esta variedad?
En Tierra Santa vivimos inmersos en una variedad cultural y religiosa muy amplia ¿Nos podría decir cuál es la misión del Opus Dei en esta variedad?
El Prelado: Recordar a todos, aquí y en el mundo entero,¡que somos hermanos, que
nos tenemos que querer! Podemos tener caracteres diferentes, podemos tener una
fe diferente, pero esto no puede constituir una muralla, algo que nos separe.
Tenemos que estar todos los días, constantemente, tendiendo las manos a la
gente que está a nuestro alrededor para servir, para ayudar, como hizo – los
católicos lo entendemos así – como hizo Jesucristo. Se dirigió a todas las
personas: ricos y pobres, ancianos y jóvenes, sanos y enfermos, que no
eran personas que seguían a Jesucristo. Y se dirigía a todos. Pues el Opus Dei quiere seguir
esos pasos de Jesucristo, y así nos veamos todos hermanos.
El Opus Dei ha venido aquí a Tierra Santa en primer lugar para aprender. Queremos aprender de todas las virtudes que hay entre los judíos y los árabes. Nos interesan todas las personas. Y queremos decirles a todos que somos hermanos, hermanos en Jesucristo, y queremos tender las manos para que todos se encuentren comprendidos, queridos y ayudados.
El Opus Dei ha venido aquí a Tierra Santa en primer lugar para aprender. Queremos aprender de todas las virtudes que hay entre los judíos y los árabes. Nos interesan todas las personas. Y queremos decirles a todos que somos hermanos, hermanos en Jesucristo, y queremos tender las manos para que todos se encuentren comprendidos, queridos y ayudados.
Imad pregunta en árabe y luego leen la tradución al castellano.
Mi nombre es ImadYounis, soy de Nazaret,mi mujer se llama Reem. Soy padre de tres hijos: Dima, Joud y Nada, la pequeña. Aquí la mayoría de las personas cristianas lo son por tradición, aunque están muy orgullosas de serlo. En muchas familias de Israel, Palestina, Jordania, Siria, Egipto, Iraq y del resto de los países del Medio Oriente se basa la formación de los hijos en el miedo. Les hacen mirar el mundo y afrontarlo desde el punto de vista del miedo. Por supuesto hay muchas razones humanas para que se dé este fenómeno. Por ejemplo, en Israel los cristianos son la minoría de una minoría, aunque también en los otros países afrontan otras muchas dificultades. Padre, en su opinión ¿cómo podemos cambiar esta cultura del miedo que ha penetrado poco a poco en el Oriente desde hace cientos de años y sustituirla por una cultura del amor? Pienso que su respuesta será que recemos y que estemos cerca de Jesucristo y yo estoy de acuerdo con usted en que así deberíamos hacer. Pero ¿cómo podemos dirigirnos a una sociedad que tiene miedo, que es materialista, que está dividida y rodeada por un lenguaje de violencia, de manera que podamos hacer que se convenzan y acepten una forma de vida para que ellos, que no tratan a Dios, quizás les parezca extraña e irracional? Y ¿cómo decir a los padres: tenéis miedo a que vuestros hijos crezcan aprendiendo a amar, a querer a los judíos, a los musulmanes, a todos? Padre, ¿que nos sugiere?
Mi nombre es ImadYounis, soy de Nazaret,mi mujer se llama Reem. Soy padre de tres hijos: Dima, Joud y Nada, la pequeña. Aquí la mayoría de las personas cristianas lo son por tradición, aunque están muy orgullosas de serlo. En muchas familias de Israel, Palestina, Jordania, Siria, Egipto, Iraq y del resto de los países del Medio Oriente se basa la formación de los hijos en el miedo. Les hacen mirar el mundo y afrontarlo desde el punto de vista del miedo. Por supuesto hay muchas razones humanas para que se dé este fenómeno. Por ejemplo, en Israel los cristianos son la minoría de una minoría, aunque también en los otros países afrontan otras muchas dificultades. Padre, en su opinión ¿cómo podemos cambiar esta cultura del miedo que ha penetrado poco a poco en el Oriente desde hace cientos de años y sustituirla por una cultura del amor? Pienso que su respuesta será que recemos y que estemos cerca de Jesucristo y yo estoy de acuerdo con usted en que así deberíamos hacer. Pero ¿cómo podemos dirigirnos a una sociedad que tiene miedo, que es materialista, que está dividida y rodeada por un lenguaje de violencia, de manera que podamos hacer que se convenzan y acepten una forma de vida para que ellos, que no tratan a Dios, quizás les parezca extraña e irracional? Y ¿cómo decir a los padres: tenéis miedo a que vuestros hijos crezcan aprendiendo a amar, a querer a los judíos, a los musulmanes, a todos? Padre, ¿que nos sugiere?
Contesta el Prelado: os sugiero varias cosas. En primer
lugar, hombres del Medio Oriente, mujeres del Medio Oriente: que aprendáis a
querer. Que todos los días deseéis amar más a vuestros vecinos, a las personas
que tratáis, a las personas que conocéis. No se puede cambiar una situación en
dos horas, en veinticuatro horas, ¡pero empezad en vuestras casad mismas, dando
confianza a vuestros hijos! ¡Haciéndoles conocer que estáis orgullosos de ser
sus padres! ¡Que queréis interesaros por todo lo que les preocupa a ellos! ¡Que
les deis capacidad de que expongan lo que tienen en la cabeza, los problemas! Que
empecéis por vuestros hogares propios, creando un ambiente de confianza. Si vivimos después con los vecinos, con los amigos, con los colegas,
con las personas que están al lado de nosotros, este ambiente de confianza, de
vivir pendientes de los demás, iremos poco a poco abandonando el miedo,
abandonando esa especia de obstáculo que nos impide comprender a los demás.
Empezad por las familias vuestras. Comprended a vuestros hijos, comprended a vuestra mujer, comprended a vuestro marido. Y si os ejercitáis en esa comprensión luego llevaréis esa labor a las personas que tratéis. No penséis que vamos a hacerlo inmediatamente, hay que ir poco a poco. Empezad por vuestras familias ¡Que sean hogares de paz, donde de verdad los hijos vayan a hablar con mamá y con papá, con plena confianza! ¡Que el marido y la mujer hablen con plena confianza! Y eso influye en vuestros amigos, influye en las personas que tratéis. Y así poco a poco iremos creando ese ambiente de confianza, de caridad, que es lo importante, no solamente en un círculo pequeñito, sino que lo iremos extendiendo. Sed hombres y mujeres de paz. Sed hombres y mujeres de servicio. Y así iréis quitando en el ambiente que pueda haber de miedo y de prevención de algunas personas.
Terminó con estas palabras:
Me dice don Joaquín que hemos pasado el tiempo. Que Dios os bendiga. Os pido, si queréis, que de pie, cada uno en su fe, recemos por todas las autoridades de Israel, de Palestina, por las autoridades eclesiásticas, por las autoridades universitarias y por las autoridades civiles. Yo voy a rezar en alto, vosotros haced lo que queráis, rezando por todo el pueblo y por todas las autoridades de esta tierra maravillosa, que es la Tierra Santa.
Empezad por las familias vuestras. Comprended a vuestros hijos, comprended a vuestra mujer, comprended a vuestro marido. Y si os ejercitáis en esa comprensión luego llevaréis esa labor a las personas que tratéis. No penséis que vamos a hacerlo inmediatamente, hay que ir poco a poco. Empezad por vuestras familias ¡Que sean hogares de paz, donde de verdad los hijos vayan a hablar con mamá y con papá, con plena confianza! ¡Que el marido y la mujer hablen con plena confianza! Y eso influye en vuestros amigos, influye en las personas que tratéis. Y así poco a poco iremos creando ese ambiente de confianza, de caridad, que es lo importante, no solamente en un círculo pequeñito, sino que lo iremos extendiendo. Sed hombres y mujeres de paz. Sed hombres y mujeres de servicio. Y así iréis quitando en el ambiente que pueda haber de miedo y de prevención de algunas personas.
Terminó con estas palabras:
Me dice don Joaquín que hemos pasado el tiempo. Que Dios os bendiga. Os pido, si queréis, que de pie, cada uno en su fe, recemos por todas las autoridades de Israel, de Palestina, por las autoridades eclesiásticas, por las autoridades universitarias y por las autoridades civiles. Yo voy a rezar en alto, vosotros haced lo que queráis, rezando por todo el pueblo y por todas las autoridades de esta tierra maravillosa, que es la Tierra Santa.
Después dio la bendición con el Niño Jesús en silencio.
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