sábado, 25 de enero de 2014

Tertulia con el Prelado en Belén

El domingo, 29 de diciembre, tuvo lugar la tertulia general en Belén, en el auditorio de "Catholic Action".

Prelado: Me da mucha alegría estar con vosotros y pensar en la labor que haréis cada una de vosotras y cada uno de vosotros, con muchísima gente. Viéndoos pienso en los cientos de miles de personas –no penséis que exagero– en los cientos de miles de esta tierra estupenda que vendrán a conocer por vuestro trabajo, por vuestro apostolado, a este Dios nuestro que tanto ama a las personas de esta tierra. Tenéis que estar muy contentas y muy contentos. Jesucristo quiso precisamente nacer en Belén para venir a estar con los hombres, con las mujeres, porque le interesan todas y cada una de las personas.
El hecho de que viniese a un pueblo pequeño –porque entonces era un pueblo pequeño– nos tiene que llevara ser mujeres y hombres que tengamos rectitud de intención y que trabajemos no para que nos alaben sino para servir a Dios y de esa manera haremos muchas amistades porque tendremos a Dios con nosotros.

¡Qué labor más bonita tenéis aquí! Tenéis que estar muy contentas y muy contentos porque Dios está con vosotros. Ha querido llegar a este mundo precisamente en esta tierra para que Cristo ha venido a la tierra para conversar con los hombres ¿Y cómo conversa? Pues con la vida corriente, con el trabajo, con la amistad, también con la diversión. Cristo es seguro que se alegraba –y lo cuentan en el Evangelio– cuando ve a unos niños que están cantando en la plaza para alegrar a las personas que están mirando. Cristo ama la diversión y por eso a veces iba a comer a las casas de otras personas ¡y llevaba la alegría suya, la alegría del cielo!Y la alegría humana. Si sois verdaderamente mujeres y hombres que queréis estar con Dios, llevaréis – sabiendo que hay momentos de pena – pero llevaréis la alegría de conocer a Dios a todos los lugares en los que os desenvolváis, en los que estéis. Sois las personas que Dios ha buscado para que llevéis su paz a todo el mundo.

Y quería recordaros lo que quizá ya sabéis: ¿qué es el Opus Dei? El Opus Dei es una institución de la Iglesia que quiere a todas las personas del mundo entero ¿para qué? Para que santifiquen la vida ordinaria: la familia, el trabajo, las amistades, también los tiempos de descanso ¿Y cómo se hace eso? Pues llevando a nuestra petición y a nuestra oración a todas las personas. Yo esta mañana en la Santa Misa, de una manera más especial, he rezado por las personas que estáis aquí en Belén.Y me acuerdo de mi predecesor, que vino aquí a Belén, y tuvo también una tertulia, como estamos ahora, en la que les decía que estaba rezando por ellos desde el principio de la mañana.

Yo sugiero que os metáis muchas veces en Belén, en el Portal de Belén para decirle a Jesús: Tú que has venido aquí a la tierra para ayudarnos a todos ¿Qué puedo hacer yo por las personas que trato? Y no os conforméis solamente con las personas que conocéis. Tenéis que llegar a otras muchas más personas. Tenéis que pensar: ¿A ver cómo ayudo a este compañero de trabajo? ¿A ver cómo ayudo a esta persona de la tienda la que voy a comprar el pan? ¿A ver cómo ayuda a esta persona que me está haciendo un traje? Es necesario que en la vida corriente no solamente busquemos nuestro provecho sino que busquemos la manera de ayudar a las personas con las que coincidimos. Y a eso también ha venido el Opus Dei, aocuparse de todas las personas sin que dejen de interesarnos ninguna de las que coincidimos con ellas.

Y quiero pediros, como es lógico, que recéis por el Papa ¡Cuánto quiere a esta tierra, a toda esta tierra del Medio Oriente! La ama y todos los días pide por vosotros y ya veis que además no deja de hacerlo públicamente, pedir por la paz en el Medio Oriente. No dejéis de ayudar a quien tanto os ayuda con su oración, con su alegría y con su mortificación. Ya sabéis que se suele levantar a las cuatro de la mañana para hacer oración ¿Y qué hace en la oración? Pues pedir por la Iglesia y pedir por toda la humanidad.
Podéis estar convencidas y convencidos de que hoy ha rezado expresamente por ti. Sed agradecidos con el Papa, ¿eh? Sed mujeres y hombres que le acompañéis y que le sostengáis.

¿Y qué queréis decir vosotros? Para que hablemos de lo que os interesa.

Pregunta Lilián en árabe y le traducen al castellano.

Bienvenido a Belén, Padre. Estamos muy contentos de que esté con nosotros y hemos esperado mucho este día. Soy de Nazaret, casada en Belén y tengo dos hijos. En mi trabajo me relaciono con muchas personas ¿Podría hablarnos de cómo testimoniar la fe en la vida diaria y de la importancia de los sacramentos?

El Prelado: Tienes que estar con la gente con la sonrisa que tienes ahora. También cuando estás cansada. También cuando has tenido una contradicción. También cuando tienes una preocupación, por tu marido o por tus hijos, porque a lo mejor tiene un pequeña enfermedad. Que seas una mujer llena de alegría. Porque eres hija de Dios, eres hija del mejor Padre. Y tienes que estar transmitiendo a la gente esa alegría de ese Dios que quiere vivir en tu corazón, que quiere vivir en el alma de todos y cada uno de nosotros.

Y tenemos que dar a Dios. ¿Cómo? Sabiendo escuchar. Cuando nos hablan, poniendo interés en lo que nos cuentan. Y también pensando: ¿qué puedo decir yo a esta persona, para ayudarla, también humanamente, ¿eh? Y le cuentas cómo quieres a tu marido, le cuentas cómo te ocupas de la casa, para que esté bien preparada. Y le cuentas cómo educas a tus hijos, sabiendo que tienen que crecer. Y después de eso ya podrás empezar a hablar de la fe, de los sacramentos ¡Qué maravilla – nos pasa a las mujeres y a los hombres, ¿eh? – cuando alguna vez nos ofenden, probablemente sabemos perdonar!, pero a veces se nos queda metido en la cabeza o en el alma: esta persona me ha ofendido. Dios, este Dios que se ha hecho Niño, que se ha hecho Hombre, para ayudarnos y para que nos acerquemos más a Él, cuando nos perdona en la Confesión se olvida del pecado. Y nos da un abrazo como dice el Evangelio, como dio el padre a su hijo pródigo. Fíjate, un hijo que sin ningún derecho, le dice: ¡dame la herencia ya! Y la gasta mal. Y sin embargo su padre le espera todos los días. Y sale para ver cuando vuelve. Y cuando se está acercando no se queda esperando sino que va al encuentro del hijo. Pues ese es el sacramento de la Confesión: Cristo que sale a nuestro encuentro, no para tratarnos duramente sino para perdonarnos, para pasar el trapo que quita el polvo de nuestra alma. Habla del sacramento, y puedes hacerlo con naturalidad. Háblales de un Dios que perdona. A San Josemaría le gustaba mucho hablar de la Confesión. Que no es solamente para cuando cometemos pecados mortales. La Confesión sirve también para que seamos personas más alegres, más puntuales, más cariñosos, que no nos dejemos llevar por la pereza. Y por eso la Confesión tenemos que llevarla no solamente cuando hay una necesidad por una ofensa grave sino también para quitar las imperfecciones. Nos ayuda a que no seamos antipáticos, a que no seamos personas que se mueven solamente pensando en nosotros mismos. 

Y después habla mucho de la Eucaristía. El Señor no se marchó de este mundo y nos dejó a solas. Quiso quedarse en la Hostia Santa para darnos fuerza. Tú, procura de cuando en cuando hacer alguna visita al Señor. Que le digas, que le digamos todos: yo no te quiero dejar solo. Quiero que estés, aunque sea muy pobre mi amor, quiero que estés con mi amor. Y vete a llevarle a tu familia, a tu marido, a tus dos hijos. Y vete a llevarle a tus amigas. Y vete a llevarle a las personas con las que tratas por tu trabajo profesional. Que seas una mujer que no solamente vivas los sacramentos sino que hables de los sacramentos con las personas. Y de cuando en cuando puedes decir le puedes decir a tus amigas, o a tus amigos: ¡qué contenta estoy hoy! Y te preguntarán: ¿y por qué? Pues porque me he confesado.Y eso da mucha alegría. Sí, da mucha alegría, porque se pone uno en contacto con la fuente del amor. Pues que Dios te bendiga y que sigas haciendo mucho apostolado. No tengas miedo, ¿eh? No tengas respetos humanos. Habla de tu fe, ¿de acuerdo?

Pregunta Bassem en inglés y le traducen al castellano: 

Es un honor tenerlo aquí. Voy a resumir mi historia. Cuando tenía diez años me fui a Nueva Zelanda con mi familia. Ahora tengo treinta y cinco años. Después de veinticinco años volví a Belén, donde nació Jesús. Mi abuelo tenía una fábrica desde mil novecientos veinticinco y volví yo a hacerme cargo de ella porque ninguno de mi familia quiere vivir aquí, por todos los problemas que tenemos aquí al ser cristianos. Estudié Matemáticas en Nueva Zelanda. Mi padre está enfermo y no puede volver y ninguno de mi familia puede vivir en este país ¿Qué podemos hacer? Queremos mantener a los cristianos aquí en Belén. Tenemos un gran problema porque ninguno quiere vivir aquí. Hay muchos cristianos en todo el mundo pero ninguno quierevivir aquí. Yo le pregunto, Padre, ¿qué podemos hacer para convencerles para volver y quedarse a viviraquí, y para que la gente no se marche?

El Prelado: Yo me uno a tu oración y a tu vida, concretamente para que, los que estáis aquí y sois cristianos, tengáis ese santo orgullo de saberos hijas e hijos de Dios. Tú no seas una persona amarga, no seas una persona dura. Tenemos que ser mujeres y hombres que nos acerquemos a la gente con amabilidad. Y cuando alguna vez no nos traten con respeto o con educación, no nos debemos enfadar. Es necesario que seamos personas comprensivas. Te recuerdo concretamente que a San Josemaría muchas veces no le comprendían. Y decía: yo entiendo que no me comprendas pero te quiero como si me comprendieras.

Pues que tú ames de verdad a la gente de esta tierra. Que formen parte de tu vida. Y de esa manera irás haciendo primero una amistad humana. Y después les hablarás de los motivos por los que procedes así. Porque estás con Cristo, que Cristo ha venido para todas las personas. No tengas ni miedo ni te dejesllevar nunca por la desesperanza. Llegará un tiempo en que podrás hablar mucho más y podrá tener mucha eficacia en el mundo entero, tu vida, desde aquí.

Tú que has venido desde Nueva Zelanda, después de haberte preparado profesionalmente, ejercita tu profesión con generosidad. Con deseo de acabar muy bien el trabajo. Para que la gente vea que lo haces bien por el Señor y también para ayudar a las personas de esta tierra. Y al mismo tiempo, todos los días, todos los días ¿eh?, que reces por las personas que están viviendo en esta tierra ¡No te desanimes! ¡Llénate de esperanza! ¡Llénate de alegría! Porque tu oración va a ser muy eficaz. Tu vida va a ser oración eficaz, porque podemos rezar con nuestra vida. Y así ayudarás a las personas que conviven contigo ¡Quiérelas! Es importante que cuando vayas por las calles de Belén, o donde vivas, reces por todas las personas. Que pidas por verdadero interés porque se acerquen a la verdad ¡Son tus hermanos y es lógico que les quieras y que les ayudes! Y ten paciencia. No se arreglan las cosas en una hora, en un día. Pero si eres perseverante verás cómo mucha gente se acerca a ese Dios al que tú amas. Y encomiéndate también a la ayuda de tus padres, que te han educado en la tierra donde nació Jesucristo, para que tú lo comuniques a muchas otras personas. Gracias por lo que estás haciendo y gracias por lo que vas a hacer.

Pregunta en castellano de Muna: Padre, estoy casada y tengo dos hijas y un hijo. Llevo más de un año participando en las actividades espirituales del Opus Dei aquí y me ayudan mucho ¿Nos podría hablar de cómo nosotras, mujeres cristianas, podemos influir positivamente en la sociedad en el ámbito de la moda?


Prelado: Es muy importante. Tenéis, las mujeres, tenéis que vestir y presentaros con cuidado, siendo muy guapas, siendo muy amables, bien peinadas, bien arregladas, con un vestido que sea elegante. Pero no cedáis, ni siquiera en el ámbito familiar, no cedáis a no ir vestidas con corrección.

Te voy a contar una cosa que quizá te llamará la atención. San Josemaría quería mucho a sus padres. Les quería con locura porque le habían hecho crecer en la libertad, en la alegría, en la responsabilidad. Y nos contaba: yo nunca he visto a mi madre y a mi padre no ir vestidos correctamente en la casa.Iban, el papá, con un vestido elegante. Mamá nunca iba con poco vestido, iba con un vestido también elegante. Y así los hijos aprendíamos a respetar a los hombres y a las mujeres. Pues tú di a las mujeres que no son más mujeres porque cedan en una moda que va en contra de la dignidad de la persona.

Te tengo que decir que muchas personas, muchas chicas, muchas mujeres, cuando se les habla dicen: muchas gracias. Nunca me habían dicho estas cosas y ahora me doy cuenta en qué puedo mejorar. Por eso no tengas respetos humanos y cuando veas que una persona no cuida el vestido, la moda, también la manera de hablar, la manera de presentarse, llámala aparte. Hay que hablar sin herir, sin decirlo en público, pero llama aparte a esa persona y dile: mira, harías mucho mejor y harás un bien muy grande si te vistieses más correctamente, si no fueses una persona que no defendieses la dignidad de la persona.Y te lo agradecerán. No tengas miedo. Habla con cariño. Nunca seas amarga, nunca seas dura, pero habla con claridad para que ellas quieran rectificar y se den cuenta de que la sociedad aquí en Belén y en todos los sitios la podéis hacer las mujeres. Sois la fuerza de esta sociedad. Mujeres que os portáis como lo que sois: hijas de Dios y que queréis defender esa dignidad como hizo nuestra Madre Santa María ¡Qué gran mujer! Y qué gran mujer, que vivió enteramente para Dios y también atendiendo a José y atendiendo principalmente a Jesús.

Pregunta: Bienvenido, Padre. Tengo seis hijos, cinco nietos. Mi pregunta es: ¿cómo podemos aumentar el amor con el paso del tiempo y mantener la fidelidad matrimonial?

El Prelado: Yo te digo lo que he vivido ¡durante treinta años! He estado al lado de San Josemaría que era un amor a Dios y un amor a las personas ¡diario! Se esforzaba por vivir cerca de Dios y participar de su caridad para darla a las demás personas. Hace poco he leído unas palabras de él que son muy bonitas, porque nos decía que la cosa más bonita del amor es el sacrificio.Si de verdad buscamos la manera de ayudar a las personas que están a nuestro alrededor siendo amables, siendo cariñosos, ofreciendo alguna incomodidad, también escogiendo lo peor para nosotros, para que los demás estén más contentos, creamos ese ambiente, de fidelidad, de alegría y de ocuparnos los unos de los otros.

Es necesario que en todos los ambientes nos demos cuenta de que la gente necesita que se les quiera.Y tenemos que darles ese cariño ¿Cómo? También sacrificándonos. También escogiendo las maneras de servir sin que se note.

Que tengas interés por tu marido, por tus hijos y por tus nietos. Que tu marido, tus hijos, tus nietos, también tus nueras o tus yernos, puedan decir: esta no es una mujer cualquiera, es también nuestra madre. Una madre que sabe dar la vida todos los días por su marido, por sus hijos y por sus nietos. Y serás muy feliz porque no pensarás en ti sino en los demás.

Palabras finales del Prelado:

Le doy gracias a Dios por haber coincido con todos vosotros. Y os pido la limosna de vuestra oración para que yo también me convierta, y sea más amable, más cariñoso, más trabajador, más puntual. Os pido por amor de Dios que recéis por el Papa, por la Iglesia, y por esta partecita de la Iglesia que es el Opus Dei ¡Con qué alegría se vino a trabajar a esta Tierra Santa! Con qué alegría vienen, como me dice esta amiga vuestra, a trabajar aquí, en Belén. Y me da mucha alegría que cada vez se vaya extendiendo. No sé si habéis visto que cuando se echa un poco de aceite en un papel se va extendiendo la mancha. Yo os pido por amor de Dios, que el Opus Dei, que tenemos que ser aceite ¡bálsamo de Dios! lo vayamos echando por todos los lugares para que se extienda el trato con muchísimas personas. Y que de verdad queramos a toda la humanidad y que vosotras y vosotros queráis a toda la humanidad. ¡Empezando por querer a la gente de Belén!¡Tenéis que ser mujeres y hombres que queráis a las personas que tratáis!Y que las queráis haciendo oración por ellas y con ellas, y por ellos y con ellos. Viviendo también el espíritu de mortificación. Y procurando ser también personas simpáticas. No seáis personas serias, tristonas, que tienen una cara como si fuera un pescado aburrido.

Al termino de la tertulia impartió la bendición y, entre aplausos, abandonó el auditorio.

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