sábado, 31 de enero de 2015

La vida cotidiana, costumbres y vida social en tiempos bíblicos

COSTUMBRES Y VIDA SOCIAL

Había tres fechas, aparte de las religiosas, que predominaban en la memoria de cualquier familia israelita: el día del nacimiento, el del matrimonio y el de la muerte.

Nacimiento: En Israel siempre se veía la esterilidad como una calamidad, y se era feliz en proporción al número de hijos que se tenía, especialmente si éstos eran varones.

Cuando nacía el primogénito, la madre pasaba a ser ‘la madre de…’ en lugar de ‘la hija de…’ Una hija no era tan bienvenida por su posición subordinada. Era una ventaja para la familia sólo como trabajadora.

Al nacer se frotaba al recién nacido con sal para afirmar su piel, y se le envolvía en pañales para que crecieran bien sus miembros. Se le ponía un nombre escogido cuidadosamente de antemano, el cual indicara previamente alguna cualidad moral o física que se presumía iba a caracterizarle en el transcurso de su vida.

El varón era circuncidado a los ocho días y el primogénito era redimido un mes después de su nacimiento mediante su presentación en el Templo y una ofrenda al sacerdote. No era destetado sino hasta los dos o tres años de edad.

Matrimonio: Los matrimonios los arreglaban los padres ya que era deber de todos el casarse. Como la novia constituía una ventaja laboral, los futuros suegros debían pagar un precio o dote por ella a sus padres.

Lo primero de todo era una ceremonia formal de firma del compromiso, con intercambio de regalos. Llegada la tarde del día de la boda, el novio y sus amigos hacían una procesión hasta la casa de la novia, en donde ella y su familia les esperaban. La pareja recibía la bendición y entonces el novio llevaba a su esposa por las calles del pueblo hasta su propia casa, mientras los invitados se alineaban en las orillas de las calles con antorchas encendidas. Luego seguía una gran fiesta que podía durar hasta una semana.

Muerte: Una muerte en la familia daba inicio a un ceremonial de luto muy complicado. Se pagaba a plañideras profesionales para los lloros y lamentos del caso.

En un clima tan caliente había que enterrar el cuerpo del muerto antes de las 24 horas posteriores al fallecimiento. Se lavaba el cadáver y se le envolvía en ropas. En tiempos del Nuevo Testamento se le ungía y envolvía en vendas especiales, poniéndole un sudario de lino.

A los pobres se les enterraba en una fosa común o en sencillas cuevas, mientras que los ricos tenían tumbas cavadas especialmente para ellos en las rocas, selladas con una piedra grande en forma de rueda. Esta fue precisamente la tumba en donde fue enterrado Jesús, la cual era propiedad de José de Arimatea.

LA EDUCACION Y LA JUSTICIA

En tiempos del Antiguo Testamento no existían escuelas para los niños de la gente común y sencilla. Sus padres debían enseñarles las ocupaciones corrientes, y también explicarles la Ley y los festivales religiosos. En tiempos de Jesús la educación de las niñas estaba enteramente en manos de su madre, pero cada varón asistía a la escuela de la Sinagoga a partir de los seis años.

El Antiguo Testamento era su único libro de texto mientras aprendían la historia, geografía y literatura, así como la Ley de su pueblo. Si el niño era lo suficientemente inteligente y contaba con los medios necesarios, podía enviársele a Jerusalén a sentarse a los pies de algún rabino famoso para asimilar su enseñanza.

Además del conocimiento de la Ley, el niño judío debía aprender algún oficio. Tanto esto como el significado de las fiestas era tarea de su padre. Cuando el muchacho cumplía los trece años llegaba a su Bar Mitzvah, o sea que pasaba a ser un hijo de la Ley, y a efectos religiosos era considerado ya un hombre. Reunía las condiciones necesarias para ser incluido en el Minyau, el grupo mínimo de diez hombres imprescindibles para celebrar la asamblea en una Sinagoga. Al siguiente sábado el muchacho leía una porción de la Ley en hebreo y recibía la bendición del rabino principal.

En aquella época no existía en Israel una marcada separación entre la ley civil y la religiosa. Los sacerdotes levitas y los ancianos cumplían el mismo propósito y participaban en la administración de la justicia. En la puerta de la ciudad o del pueblo se ventilaban los procesos legales y se juzgaban los casos.

La Corte Suprema en tiempos neo testamentarios era el Sanedrín. Este cuerpo de 70 hombres se reunía en el Templo. Las autoridades romanas les permitían emitir la sentencia sobre cualquier tema bajo la ley judaica, menos la pena de muerte ni en aquellos casos regidos exclusivamente por la ley romana. Las querellas locales las resolvían siempre los ancianos en la puerta de la aldea, tal como se indicó anteriormente.

sábado, 24 de enero de 2015

Clases sociales y vida laboral judía en tiempos bíblicos



En el aspecto socio económico, en la época de Jesús por lo general no existía la clase media. Sólo habían dos estratos sociales, sin tomar en cuenta a los esclavos: los ricos y los pobres.

Los ricos eran pocos en número, pero muy poderosos. Eran conservadores en temas religiosos y también en los asuntos políticos. Generalmente pertenecían al grupo de los saduceos, quienes eran los grandes comerciantes y terratenientes. Varios de ellos eran ancianos, miembros del Sanedrín.


Los sacerdotes jefes de familia eran integrantes de la aristocracia de Jerusalén, y pertenecían a unas dieciséis familias aproximadamente. Era gente muy rica, con los grandes ingresos y poder que producía una religiosidad y culto montados en relación al Templo. Eran además los principales administradores del tesoro, y esta administración llevaba un dominio usufructual, pues se aprovechaban de todas sus rentas. También las familias de los Sumos Sacerdotes se encontraban entre las más ricas del país.

Sin embargo, la mayor parte de la población estaba compuesta por gente pobre, entre quienes se encontraban:

Jornaleros: Asalariados que ganaban el sustento con su trabajo. Se les pagaba un denario más la comida, por cada día de trabajo de sol a sol.

Escribas: No tenían un oficio concreto ni ejercían el comercio. Como la enseñanza de la Ley debía ser gratuita, estos escribas eran generalmente pobres y vivían de las ayudas que recibían de sus seguidores, de la hospitalidad espontánea que les ofrecían, y de las invitaciones a tomar parte en los banquetes celebrados en otras casas. El Evangelio dice acerca de ellos: “Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes, y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa” (Marcos 12:38-40).

Esclavos: La mayoría de ellos estaban en el palacio de Herodes y venían a ser como criados domésticos no libres. Los judíos solo podían ser esclavos durante seis años, y si el dueño no era judío, el esclavo debía ser rescatado por sus parientes. El servicio de esclavo no era considerado deshonroso; inclusive el jornalero vivía de forma mucho más insegura que el propio esclavo.

Mendigos: Jerusalén era ya en tiempos de Jesús un centro de mendicidad. Los mendigos se concentraban en torno al Templo y vivían de la limosna de la gente piadosa. La limosna era una de las tres prácticas fundamentales de la piedad judía, junto con la oración y el ayuno.

‘Am ha’aretz’: Así se denominaba al pueblo de la tierra, los campesinos, quienes eran considerados por los sacerdotes como ignorantes de la Ley e incapaces de cumplirla.

La clase media prácticamente no existía, y la poca que había estaba concentrada en Jerusalén. Pertenecían a ella pequeños comerciantes, artesanos propietarios de sus talleres, y los dueños de las hospederías de Jerusalén.

LA ALIMENTACION

La familia campesina tenía que trabajar arduamente para poder vivir. El hombre labraba el campo mientras que la mujer y los niños se encargaban de los quehaceres domésticos, sacando agua del pozo del pueblo antes de que calentara el día, con un balde hecho de cuero de cabra o en tinajas.

Luego escogían la semilla para eliminar así cualquier partícula contaminada. Mientras algunas semillas eran colocadas en una lamina de metal caliente, la mayor parte se trituraba en el molino de mano y se formaban tortillas que eran cocidas en hornos de barro. El pan crecía en tamaño al añadirle parte de una masa con levadura, preparada el día anterior.

LA VESTIMENTA

La vestimenta estaba condicionada por el clima. Se usaban mantos largos y holgados para mantenerse fresco, pero el tipo de tela lo determinaba la riqueza y el estatus social de cada persona.

El campesino usaba un delantal o una túnica, y manto. La túnica del hombre era blanca y llegaba hasta la rodilla, de manera que para trabajar o correr había de recogerla alrededor de la cintura, lo cual se conocía como ceñirse los lomos. La túnica de la mujer era parecida, pero más adornada y colorida. El manto externo era largo y de lana, con franjas alternadas de tonos color café, partido desde los hombros hasta los brazos.

Como la mayoría de los telares judíos median tan solo un metro de ancho, se cosían juntos dos pedazos de tela para así poder lograr la longitud deseada. La túnica inconsútil de Jesús fue la excepción.

Los ricos podían darse el lujo de poseer telas teñidas en brillantes colores, y usaban una chaqueta corta encima de la túnica. A menudo la ropa era la señal de la profesión de la persona.

El calzado del pobre, si lo tenía, era una suela de cuero atada al tobillo por una faja que pasaba entre los dedos de los pies. Si se era más pudiente podía usarse zapatillas de cuero.

Como había que proteger del sol la cabeza, se usaba un turbante o una tela cuadrada sujetada a la cabeza con un cordón.

Los pobres no tenían qué ponerse para dormir. Simplemente se aflojaban el cinturón y se envolvían en el manto.

VIDA LABORAL

Los israelitas vivían principalmente como una comunidad agrícola, por lo cual su trabajo se relacionaba básicamente con la agricultura, o con algún tipo de trabajo manual artesano domestico común.

Había cuatro tipos de trabajos básicos en la época de Jesús que eran llevados a cabo por la gente sencilla:

Agricultura: Era la ocupación más importante. Cuando las lluvias tempranas del otoño suavizaban la tierra se hacían eras con un sencillo arado de madera tirado por un buey. La semilla se esparcía a mano y las lluvias tardías de la primavera producían la cosecha.

Para cosechar se arrancaba la planta de cuajo, o si no, se cortaban los tallos con una hoz de madera en cuyo filo había aristas cortantes. Se llevaba el grano a un piso duro de tierra nivelada, llamado desgranador, en donde por las pisadas de los bueyes se separaba el grano de la paja.

Cuando soplaba la brisa de la tarde se aventaba el grano con un gran tridente. El viento se llevaba la paja liviana, que posteriormente era recogida y amarrada para servir de combustible en los hornos caseros. Se finalizaba la tarea mediante el uso de una pala, que también removía el polvo. Luego el grano puro se medía y se empacaba para su uso o venta.

Otras cosechas importantes eran las uvas, las aceitunas y los higos. Las uvas se pisaban en un lagar y se fermentaba el jugo para preservarlo y elaborar posteriormente el vino. Las aceitunas se majaban también para elaborar el aceite, elemento indispensable para la cocina, las lámparas, la medicina y la limpieza.

Pesca: En tiempos del Antiguo Testamento se pescaba poco y, además, los israelitas no eran buenos marineros, de manera que la pesca se limitaba a unos pocos ríos y lagos, en especial el lago de Galilea.

Pero ya en tiempos de Jesús florecía la industria pesquera en Galilea. En el lago abundaba la pesca, de tal manera que era posible atrapar los peces con solo lanzar un círculo con pesas, o bien una red desde la ribera y luego recogerla hacia la playa. El procedimiento más corriente era el de suspender entre dos barcas una red barredera con pesas abajo y corchos por encima, atrapando así el pescado en un círculo de redes en medio del lago, o si no arrastrándolo hacia la playa para atraparlos en los bajíos. Parte de la pesca se vendía enseguida y el resto se salaba para su conservación.

También se pescaba con arpón y aún con canas y cuerdas. La tarea podía ser peligrosa porque a menudo se levantaban tormentas sin previo aviso, las cuales eran causadas, la mayoría de las veces, por los vientos fríos que bajaban de las laderas nevadas del Monte Hermón, o en otras ocasiones por las corrientes de agua caliente provenientes del lago, que se mezclaban con el aire fresco que cruzaba las colinas cercanas al Mediterráneo.

Pastoreo: Desde los primeros tiempos el trabajo de pastoreo era también muy importante. Como el pastor tenía que alimentar y también proteger a su rebaño, viajaban largas distancias, especialmente durante el caluroso verano.

Todas las noches debía contar el rebaño y se acostaba en la puerta del corral, a la que denominaban la puerta de las ovejas. Debía mantener una vigilancia constante por razón de los animales salvajes que aparecían en los bosques del Valle del Jordán, especialmente chacales y leones.

El pastor normalmente tenía a su cargo un rebaño mixto de cabras y ovejas. A las cabras tenía que arrearlas, pero las ovejas iban detrás del pastor. Tanto la lana como el pelo de la cabra se usaban para fabricar ropa. Además las cabras también daban leche, y juntamente con el queso y la carne, tanto de ovejas como de cabras, se convirtió en una importante fuente de ingresos para el pastor.

Artesanía: Aún en tiempos primitivos se practicaba todo tipo de artesanía doméstica.

El carpintero fabricaba y reparaba implementos agrícolas tales como arados, rastrillos y desgranadores, y también elaboraba los muebles básicos del hogar. Pero había poca madera, ya que no abundaban los árboles en aquella zona.

El albañil sacaba la piedra caliza que constituye la base del suelo de Palestina, dándole la forma necesaria para las construcciones.

El alfarero usaba la arcilla para crear utensilios caseros, para lo cual empleaba un torno manual o que funcionaba con los pies, y un horno primitivo.

El curtidor también tenía una ocupación importante, pero trabajaba fuera del pueblo, junto a algún rio, por motivo del olor. Allí elaboraba sandalias, cinturones y también los odres de cuero de cabra que se usaban para transportar agua, vino o aceite.

sábado, 17 de enero de 2015

La vida cotidiana judía en tiempos bíblicos

Monografias.comPRESENTACIÓN

En ocasiones, cuando leemos un determinado texto bíblico, no captamos totalmente el significado de aquel escrito ya que no conocemos del todo el medio en que se desarrollaba la vida cotidiana de los judíos en la época bíblica, así como sus usos, costumbres y tradiciones contenidos en el texto de la historia que estamos leyendo. Si conociéramos y entendiésemos dichos aspectos de la vida cotidiana de aquel pueblo, nuestra comprensión de los hechos narrados en la Biblia sería más completa y efectiva para cada uno de nosotros.

Y este precisamente es el objetivo del presente estudio: el de dar a conocer de una manera lo más sencilla posible la forma de vida cotidiana del pueblo judío entre el cual vivió, predicó y murió Jesús. Así comprenderemos muchas cosas que hasta ahora habíamos ignorado o malinterpretado.

LA NATURALEZA Y LA FE

La mezcla de culturas ha logrado encubrir los contrastes entre las dos grandes civilizaciones fluviales, la egipcia por el Nilo y la mesopotámica por el Tigris y el Éufrates. Mientras que Mesopotamia estaba expuesta a ser invadida tanto por los pueblos de las montanas como por los nómadas del desierto, Egipto se encontraba más seguro en su aislamiento. Las planicies bajas de Mesopotamia también eran amenazadas por imprevistas inundaciones debido a los caprichos del clima y a los derrumbes que ocasionalmente formaban presas en los grandes ríos tributarios del Tigris.

Las aguas de esta forma contenidas, irrumpían soltando enormes torrentes de agua. La amenaza de salinidad, que tornaba infértil la tierra, quizás explique la migración general hacia el norte, a las planicies medias de Mesopotamia, después de la caída de la civilización sumeria.

DE NOMADAS A ADMINISTRADORES DE LA TIERRA

La llegada de los pueblos del mar a las costas de Palestina, de los cuales los filisteos eran los mejor conocidos, hizo que se introdujera el empleo del hierro, evento muy significativo en aquella época.

La transición efectuada desde nómadas a un estado de vida sedentario por parte de los israelitas en Palestina durante el siglo XII a.C., es reconocida como un evento decisivo en la región. Pero el proceso que dio base a todo ello es de índole más crucial aún, como en el caso de la separación de Abraham del mundo mesopotámico y la posterior emancipación de Moisés de las costumbres egipcias.

El concepto que de la naturaleza tiene el hombre determina su uso de ella. El conocimiento del Dios Creador característico de los israelitas, les inculcaba una actitud muy diferente hacia la naturaleza y el manejo de la tierra, confiando en su promesa: “Y si vosotros obedecéis puntualmente mis mandatos que yo os prescribo hoy, amando a Yahvé, vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, yo daré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, lluvia de otoño y lluvia de primavera, y tú cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite; yo daré a tu campo hierba para tu ganado, y comerás y te hartarás” (Deuteronomio 11:13-15).

LA VIDA DOMESTICA

Los patriarcas, Abraham y los demás, eran semi nómadas. Vivían en tiendas y se trasladaban de un lugar a otro con sus manadas y rebaños en busca de pasto y de agua fresca. Su vida era muy similar a la de los beduinos de hoy en día. Pero después del Éxodo el pueblo de Israel se asentó en la Tierra Prometida. Y desde entonces, a través de los diversos cambios políticos, la aparición de reyes y la división del reino, la vida de la gente común varió muy poco.

La vida domestica estaba centrada en el hogar, el cual era construido para llenar las exigencias del clima y los límites impuestos por el status social. Durante la mayor parte de año el clima era seco y caliente, solamente interrumpido por las lluvias tempranas del otoño y las tardías de primavera. El agua escaseaba, principalmente en la zona meridional, de poca precipitación. Por ello las casas se construían dotándolas del máximo frescor posible, tratando de minimizar en lo que se podía el consumo de agua.

Los pobres vivían en casas de un solo aposento construidas de adobe sobre cimientos de piedra y, posteriormente, de tierra caliza. El techo plano ofrecía espacio para el almacenamiento y servía de azotea, llegándose hasta él por medio de una escalera exterior. Las ventanas eran pequeñas, apenas una rendija, o aperturas tapadas con celosías que impedían la entrada de cualquier intruso, pero admitían la luz del día y el aire.

El interior de la casa era fresco y sombreado. Una plataforma levantada en un extremo proveía el espacio para cocinar y para dormir, y el resto del suelo de tierra servía para almacenar las grandes tinajas y utensilios, inclusive el molino de mano, con capacidad además para el cobijo de los animales.

Los ricos tenían casas construidas con piedra labrada y con las ventanas provistas de rejas metálicas. Algunos construían sus casas de varios pisos, mientras que otros edificaban horizontalmente para permitir uno o más patios, muchos de los cuales tenían atractivos jardines. Los beduinos del desierto eran los más pobres, pues vivían en carpas hechas con piel de cabra, tradicionales desde los tiempos de Abraham.

Dentro de la habitación los pobres se sentaban y dormían en esteras, iluminados por una lámpara de aceite. Por su parte los ricos se sentaban frente a una mesa, dormían en camas y eran atendidos por criados, quienes les servían vino y manjares mientras sonaba música de fondo. Pero los pobres debían conformarse con leche de cabra, aceitunas y pan de cebada, que era su dieta acostumbrada.

sábado, 10 de enero de 2015

El mar muerto

El Mar Muerto es un gran lago situado entre Israel, Palestina y Jordania, y es considerado como el lugar habitado más bajo del planeta, pues está a casi 400 metros debajo del nivel del mar.

Según las historias bíblicas, en estas aguas se encuentran algunas ciudades perdidas por el azote de Dios.

Tiene 76 kilómetros de largo y un aproximada es de 1049 kilómetros cuadrados. Recibe las aguas del río Jordán que entra en el lago desde el norte.

También hay otras corrientes más pequeñas que desembocan en el lago, principalmente desde el este. Como las aguas del Mar Muerto no tienen salida, el aporte de agua dulce se ve reducido por la gran cantidad de evaporación que se produce en este zona cálida y desértica. La presión atmosférica es la más elevada del planeta y en el lugar hay una tasa de oxígeno 15% superior a la que existe al nivel del mar.

Las aguas detienen un porcentaje de sal que no tiene comparación con ninguna concentración de agua salada existente en otra parte del mundo. Eso también determina la presencia de otros minerales que hacen que el agua tenga una densidad tan viscosa como el aceite. La concentración media de sales minerales es de 280 gramos por litro, cuando la media general del índice de salinización en los mares es de 35 g/l . El nombre fue dado en virtud del hecho de la gran cantidad de sal en sus aguas que no permite el desenvolvimiento de ningún tipo de vida.

El nivel de sus aguas es consecuencia de una serie de acontecimientos. El primero de ellos es la ausencia de precipitaciones en la zona, y la segunda que el agua no tiene ninguna salida salvo el de la evaporación. Aunque hemos dicho que es de agua salada, tiene diferentes propiedades que la hacen distinta al agua de los océanos, como por ejemplo el alto grado de salinidad. Debido a que el agua sólo puede escapar por esa evaporación, contiene 10 veces más cantidad de sal que los océanos. Las cifras oscilan dependiendo de la estación del año, ya que en verano, por las altas temperatura, hay mayor grado de evaporación y consecuentemente más sal.

A pesar que la vida no sea posible en esas condiciones, la fama de las aguas es mundial, por las características terapeúticas de sus 21 minerales, 12 de los cuales no son encontrados en ningún otro lugar.También es famoso por sus manantiales térmicos y por el barro negro que se aplica en el cuerpo para limpieza de la piel y mejoría de la circulación sanguínea y de la función respiratoria. Más allá de eso, la zona del mar muerto posee una situación climática muy especial pues la alta presión atmosférica y la gran concentración de oxígeno en el aire, mayor que en el resto del mundo, mejora la filtración de rayos prejudiciales del sol y lo curioso es que eso sucede en una zona desértica.

Se llama Mar Muerto, por esa gran cantidad de sal en el agua. Esto hace que sea casi imposible que sobrevivan seres vivos en él, salvo algunas bacterias o las artémias, un ser vivo que vive en este tipo de condiciones.

Según las historias bíblicas, en estas aguas se encuentran algunas ciudades perdidas por el azote de Dios como son Gomorra, Sodoma, Admá o Seboyin.

sábado, 3 de enero de 2015

Los Reyes Magos llegan a Belén

Es después del mediodía. El sol brilla en el cielo. Un siervo de los tres atraviesa la plaza, por la escalerilla de la pequeña casa entra, sale, regresa al albergue.

Salen los tres personajes seguidos cada uno de su propio siervo. Atraviesan la plaza. Los pocos peatones se voltean a mirar a esos pomposos hombres que lenta y solemnemente caminan. Desde que salió el siervo y vienen los tres personajes ha pasado ya un buen cuarto de hora, tiempo suficiente para que los que viven en la casita se hayan preparado a recibir a los huéspedes.

Vienen ahora más ricamente vestidos que en la noche. La seda resplandece, las piedras preciosas brillan, un gran penacho de joyas, esparcidas sobre el turbante del que lo trae, centellea.

Un siervo trae un cofre todo embutido con sus remaches en oro bruñido. Otro una copa que es una preciosidad. Su cubierta es mucho mejor, labrada toda en oro. El tercero una especie de ánfora larga, también de oro, con una especie de tapa en forma de pirámide, y sobre su punta hay un brillante. Deben pesar, por­que los siervos los traen fatigosamente, sobre todo el que trae el cofre.

Suben por la escalera. Entran. Entran en una habitación que va de la calle hasta la parte posterior de la casa. Se va al huertecillo por una ventana abierta al sol. Hay puertas en las paredes, y por ellas se asoman los propietarios: un hombre, una mujer, y tres o cuatro niños.

Sentada con el Niño en sus rodillas. José a su lado, de pie. Se levanta, se inclina cuando ve que entran los tres Magos. Ella trae un vestido blanco que la cubre desde el cuello hasta los pies. Trenzas rubias adornan su cabecita. Su rostro está inten­samente rojo debido a la emoción. En sus ojos hay una dulzura inmensa. De su boca sale el saludo: "Dios sea con vosotros". Los tres se detienen por un instante como sorprendidos, luego se adelantan, y se postran a sus pies. Le dicen que se siente.

Aunque Ella les invita a que se sienten, no aceptan. Permanecen de rodillas, apoyados sobre sus calcañales. Detrás, a la en­trada, están arrodillados los siervos. Delante de si han colocado los regalos y se quedan en espera.

Los tres Sabios contemplan al Niño, que creo que tiene ahora unos nueve meses o un año. Está muy despabilado. Es robusto. Está sentado sobre las rodillas de su Madre y sonríe y trata de decir algo con su vocecita. Al igual que la mamá, está vestido completamente de blanco. En sus piececitos trae sandalias. Su vestido es muy sencillo: una tuniquita de la que salen los piece­citos intranquilos, unas manitas gorditas que quisieran tocar todo; sobre todo su rostro en que resplandecen dos ojos de color azul oscuro. Su boquita se abre y deja ver sus primeros dientecitos. Los risos parecen rociados con polvo de oro por lo brillantes y húmedos que se ven.

El más viejo de los tres habla en nombre de todos. Dice a Ma­ría que vieron en una noche del pasado diciembre, que se prendía una nueva estrella en el cielo, de un resplandor inusitado. Los mapas del firmamento que tenían, no registraban esa estrella, ni de ella hablaban. Su nombre era desconocido. Nacida por vo­luntad de Dios, había crecido para anunciar a los hombres una verdad fausta, un secreto de Dios. Pero los hombres no le habían hecho caso, porque tenían el alma sumida en el fango. No habían levantado su mirada a Dios, y no supieron leer las palabras que El trazó, siempre sea alabado con astros de fuego en la bóveda de los cielos.

Ellos la vieron y pusieron empeño en comprender su voz. Quitá­ndose el poco sueño que concedían a sus cansados cuerpos, ol­vidando la comida, se habían sumergido en el estudio del zo­díaco. Las conjunciones de los astros, el tiempo, la estación, el cálculo de las horas pasadas y de las combinaciones astronómicas les habían revelado el nombre y secreto de la estrella. Su Nombre: « Mesías ». Su secreto: « Es el Mesías venido al mundo ». Y vinieron a adorarlo. Ninguno de los tres se conocía. Cami­naron por montes y desiertos, atravesaron valles y ríos; hasta que llegaron a Palestina porque la estrella se movía en esta dirección. Cada uno, de puntos diversos de la tierra, se había dirigido a igual lugar. Se habían encontrado de la parte del Mar Muerto. La voluntad de Dios los había reunido allí, y juntos habían con­tinuado el camino, entendiéndose, pese a que cada uno hablaba su lengua, y comprendiendo y pudiendo hablar la lengua del país, por un milagro del Eterno.

Juntos fueron a Jerusalén, porque el Mesías debe ser el Rey de Jerusalén, el Rey de los judíos. Pero la estrella se había ocultado en el cielo de dicha ciudad, y ellos habían experimentado que su corazón se despedazaba de dolor y se habían examinado para saber si habían en algo ofendido a Dios. Pero su conciencia no les reprochó nada. Se dirigieron a Herodes para preguntarle en qué palacio había nacido el Rey de los judíos al cual habían venido a adorar. El rey, convocados los príncipes de los sacerdotes y los escribas, les preguntó que dónde nacería el Mesías y que ellos respondieron: «En Belén de Judá. »

Ellos vinieron hacia Belén. La estrella volvió a aparecerse a sus ojos, al salir de la Ciudad santa, y la noche anterior había aumentado su resplandor. El cielo era todo un incendio. Luego se detuvo la estrella, y juntando las luces de todas las demás estrellas en sus rayos, se detuvo sobre esta casa. Ellos comprendieron que estaba allí el Recién nacido. Y ahora lo adoraban, ofreciéndole sus pobres dones y más que otra cosa su corazón, que jamás dejará de seguir bendiciendo a Dios por la gracia que les concedió y por amar a su Hijo, cuya Humanidad veían. Después regresarían a decírselo a Herodes porque él también de­seaba venir a adorarlo.

« Aquí tienes el oro, como conviene a un rey; el incienso como es propio de Dios, y para ti, Madre, la mirra, porque tu Hijo es Hombre además de Dios, y beberá de la vida humana su amar­gura, y la ley inevitable de la muerte. Nuestro amor no quisiera decir estas palabras, sino pensar que fuese eterno en su carne, como eterno es su Espíritu, pero, ¡Oh mujer!, si nuestras cartas, o mejor dicho, nuestras almas, no se equivocan, El, tu Hijo, es; el Salvador, el Mesías de Dios, y por esto deberá salvar la tierra, tomar en Sí sus males, uno de los cuales es el castigo de la muerte. Esta mirra es para esa hora, para que los cuerpos que son santos no conozcan la putrefacción y conserven su integridad hasta que resuciten. Que El se acuerde de estos dones nuestros, y salve a sus siervos dándoles Su Reino. Por tanto, para ser nosotros santificados, Vos, la Madre de este Pequeñuelo nos lo conceda a nuestro amor, para que besemos sus pies y con ellos descienda sobre nosotros la bendición celestial. »

María, que no siente ya temor ante las palabras del Sabio que ha hablado, y que oculta la tristeza de las fúnebres invocaciones bajo una sonrisa, les presenta a su Niño. Lo pone en los brazos del más viejo, que lo besa y lo acaricia, y luego lo pasa a los otros dos.

Jesús sonríe y juguetea con las cadenillas y las cintas. Con cu­riosidad mira, mira el cofre abierto que resplandece con color amarillento, sonríe al ver que el sol forma una especie de arco iris, al dar sobre la tapa donde está la mirra.

Después los tres entregan a María el Niño y se levantan. Tam­bién María se pone de píe. Se hacen mutua inclinación. Después que el más joven dio órdenes a su siervo y salió. Los tres hablan todavía un poco. No se deciden a separarse de aquella casa. Lágrimas de emoción hay en sus ojos. Se dirigen en fin a la salida. Los acompañan María y José.

Visiones de María Valtorta