sábado, 22 de febrero de 2014

Iglesias antiguas y frágiles I

Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. Foto: Jorge Láscar (CC BY 2.0)
¿Cuántos son los cristianos de Medio Oriente? ¿Cuántas y cuáles son sus Iglesias? Para orientarnos, el punto de referencia son los patriarcados del cristianismo de los primeros siglos, que además de Roma y Constantinopla asignaban un rol de primer orden también a Antioquía, Alejandría y Jerusalén.



LOS COPTOS

Al mirar los números de hoy no se puede partir más que de los cristianos de Egipto, que son los herederos del patriarcado de Alejandría, y específicamente de la Iglesia copta ortodoxa, guiada por el papa Tawadros II, en quien se referencian más del 90% de los cristianos de Egipto.

Se la llama copta ortodoxa, pero se aclara enseguida que no tiene nada que ver con la ortodoxia que es hija del cisma entre Roma y Constantinopla. En realidad, la génesis de una Iglesia autónoma egipcia hunde sus raíces en el rechazo del patriarca de Alejandría a participar en el Concilio de Calcedonia, en el año 451, en la época de las disputas teológicas sobre la naturaleza de Jesús.

Los coptos son hoy la comunidad cristiana más numerosa en Medio Oriente. ¿Pero cuántos son? En los dos últimos censos, de los años 1996 y 2006, la pregunta sobre la religión de pertenencia en Egipto fue omitida en los cuestionarios, siguiendo en tal sentido una indicación proveniente de Naciones Unidas. Sólo que esto ha alimentado dos contabilidades paralelas.

Por una parte, la de la Iglesia copta ortodoxa, que basándose en sus registros sostiene que los cristianos son el 10% de la población del país, vale decir entre 8 y 9 millones de creyentes.

Por otra parte, está la estadística oficial, que sostiene que son mucho menos: en el año 2012 la Agencia gubernamental hablaba de no más de 5.130.000 cristianos. Y también una fuente independiente como el estadounidense Pew Research Center estima incluso en tan sólo 4.290.000 los cristianos en Egipto, equivalente al 5,3% de la población. Se dice, sin embargo, que estos números de la estadística oficial son de por sí más precisos: se debe tener en cuenta que Egipto no es solamente el Cairo y – sobre todo para los distritos más periféricos – los mismos números sobre la población en general son muy dudosos.

Se agrega a ello que el número de los cristianos egipcios incluye también la Iglesia copta católica, de rito copto pero en comunión con Roma, guiada por el patriarca Ibrahim Isaac Sidrak, que cuenta con casi 160.000 fieles. Y también están los cristianos egipcios de matriz evangélica, que se estiman en torno a los 250.000 fieles.

Si son tantas las incertidumbres sobre los coptos en Egipto, el discurso no puede ser diferente para las estimaciones sobre cristianos egipcios que han abandonado el país en los últimos años.

Lo que es cierto es que la comunidad más gruesa de la diáspora es la de Estados Unidos, donde circula el dato de 900.000 personas. Muy grandes son también las comunidades en Canadá (casi 200.000) y en Australia (75.000). Más pequeñas, por el contrario, hasta hace un par de años, resultaba la presencia copta en los países europeos.

Pero a todo esto hay que agregar la red de cuantos han abandonado el país en los últimos dos años. Respecto a esto, el Washington Institute for Near East Policy difundió una estimación que habla de 100.000 cristianos que han huido de Egipto luego de la caída de Mubarak. Pero este dato es refutado por la Iglesia copta ortodoxa, que habla de pocas decenas de miles de personas, si bien también tiene interés en contener el fenómeno.

LOS GRECO-ORTODOXOS

Son los herederos del patriarcado de Jerusalén, que en la Antiguedad permaneció siempre en la órbita de Constantinopla. Pero son también uno de los distintos filones nacidos de la cátedra de Antioquía, el Patriarcado de la historia más conflictiva.

También por este motivo los greco-ortodoxos en Medio Oriente se encuentran hasta ahora bajo la jurisdicción de dos Patriarcados distintos entre sí: el de Jerusalén – guiado actualmente por el patriarca Teófilo III -, que cuenta con cerca de 500.000 fieles y es la comunidad cristiana más densa en Israel, en Palestina y en Jordania; y el greco-ortodoxo de Antioquía, que tiene su sede en Damasco y está guiado desde hace pocos meses por el patriarca Juan X Yazigi, hermano de uno de los dos obispos raptados en Alepo.

Se estima que a este segundo Patriarcado se referencian cerca de 2 millones de fieles, pero incluyendo, además de las de Siria, las comunidades ortodoxas del Líbano, de Turquía y de Irak, y sobre todo los emigrados de la diáspora, presentes en números muy significativos en Estados Unidos, en América latina, en Australia y en Europa occidental.

Esta diáspora había comenzado ya mucho antes de la tragedia que hoy está viviendo Siria, pero ciertamente la guerra la está acentuando. Si en la primavera del 2011 se estimaba que en Siria los greco-ortodoxos eran más de 500.000, hoy a este número no se puede más que agregar muchos signos de interrogación dramáticos. Es elocuente un dato proporcionado por el patriarca melquita Gregorio III Laham, según el cual sobre 1,5 millones de cristianos sirios son al menos 450.000 los que han tenido que abandonar sus casas a causa de la guerra.

LOS MELQUITAS

Los hemos citado recién junto a los greco-ortodoxos del patriarcado de Antioquía y no por casualidad. Los melquitas nacen efectivamente de una escisión interna precisamente en esa comunidad, acontecida en el año 1724, cuando el Patriarca de Constantinopla no reconoció la elección de Cirilo VI a la cátedra greco-ortodoxa de Antioquía, porque se lo consideraba demasiado cercano a Occidente. Cinco años después Cirilo VI volvió a la plena comunión con Roma, pero manteniendo el rito bizantino.

Al igual que los coptos católicos, entonces, también los melquitas son una Iglesia católica de rito oriental. Según las estadísticas del Anuario Pontificio, hoy cuentan con casi 1,6 millones de fieles. Pero de éstos solamente 750.000 viven todavía en Medio Oriente, es decir, menos de la mitad. Y es impresionante constatar cómo un número prácticamente igual reside actualmente en América latina.

En Medio Oriente los melquitas están presentes en varios países: en Siria eran cerca de 235.000 (pero sobre su número actual vale lo mismo que se dijo sobre los greco-ortodoxos sirios), en Líbano casi 400.000, y comunidades más pequeñas están presentes en Israel, en Palestina y en Jordania. También el patriarca melquita tiene su sede en Damasco.

LOS SIRIOS

Pero el bizantino no es el único rostro del cristianismo hijo del Patriarcado de Antioquía. También aquí, efectivamente, un primer cisma se consumó ya en los tiempos del Concilio de Calcedonia, y los herederos de esa comunidad constituyen todavía la Iglesia siro-ortodoxa. Iglesia de grandísima tradición misionera en el primer milenio, atestiguada todavía por el hecho que más de 5 millones de siro-ortodoxos viven en India, contra el millón que reside entre Medio Oriente y el resto de la diáspora.

Otra característica significativa es el hecho que esta Iglesia ha conservado como su lengua litúrgica el arameo, la lengua hablada por Jesús. Desde 1980 la Iglesia siria está guiada por el patriarca Ignacio Zakka I Iwas, quien tiene su sede en Saydnaya, en los alrededores de Damasco, pero reside en Beirut.

Existe también una Iglesia católica siria, con una historia paralela a la de la Iglesia melquita, aun cuando su comunión con Roma se remonta un siglo antes. Los católicos sirios en Medio Oriente son actualmente 140.000 y viven principalmente en Siria y en Irak, guiados por el patriarca Ignacio José III Younan.

Giorgio Bernardelli

sábado, 15 de febrero de 2014

En Israel viven 161.000 cristianos

Mientras que en el Oriente Medio -y especialmente en los territorios palestinos- la población cristiana decrece drásticamente a causa de los conflictos y las persecuciones desatadas por los islamistas; en Israel, esa comunidad religiosa florece.

Según los datos de la Oficina Central de Estadísticas, publicados especialmente para Navidad, en el país viven alrededor de 161 mil cristianos. El 79,8 por ciento de ellos son árabes, y el resto o bien son cristianos que emigraron con sus familias de la antigua Unión Soviética, o ciudadanos de países extranjeros.

Según el informe, el 84 por ciento de los árabes cristianos viven en el norte del país, y el 9,5 por ciento reside en el distrito de Jerusalén.

Los cristianos no árabes se encuentran dispersos en varias regiones del país. Aproximadamente el 38,8 por ciento vive en el distrito de Tel Aviv y las ciudades vecinas, y el 34,4 por ciento reside en el norte del país, incluyendo a Haifa.

Las ciudades con mayor población cristiana son Nazaret (22.400 personas), Haifa (14.600), Jerusalén (11.900) y Shfaram (9.600). Las comunidades más grandes de cristianos no árabes se concentran en tres grandes ciudades - Haifa con 3.400 cristianos, Tel Aviv y Jerusalén con 3.100 con 2.900 respectivamente.


El porcentaje de niños y adolescentes menores de 19 años es del 29,6 por ciento, ligeramente inferior a los judíos y mucho más bajo que el de los musulmanes. El 10,3 por ciento de los cristianos que viven en el país son mayores de 65 años, en comparación con 12,2 por ciento entre los judíos y el 3,6 por ciento entre los musulmanes.

Los datos también indican que la población cristiana local no tiene ningún problema para casarse. La edad media del primer matrimonio de los esposos cristianos ha sido de 28,9 ,un año más que los novios judíos y drusos, y tres años más que los novios musulmanes.

En contraste, la edad promedio de las novias cristianas fue de 24,4 - un año y medio más joven que las novias judías, dos años más que las novias drusas, y tres años más que las novias musulmanas. Una mujer cristiana tendrá 2,2 hijos, según la Oficina. Esta cifra es la más baja comparada con los otros grupos religiosos.

Las estadísticas muestran que los árabes cristianos tienen los porcentajes de éxito más alto en los exámenes de matriculación (bachillerato), en comparación con los alumnos musulmanes, drusos y judíos.

sábado, 8 de febrero de 2014

Programa del viaje del Papa a Tierra Santa

Papa - Tierra Santa 2014El Papa Francisco viajará a Tierra Santa, del 24 al 26 de mayo de 2014. El propio obispo de Roma lo anunció tras el rezo del Ángelus y tendrá como fin el conmemorar el histórico encuentro entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras sucedido hace 50 años un 5 de enero. El Papa pidió oraciones por esa peregrinación.

La visita del Papa comenzará el sábado en Jordania, donde tendrá una misa multitudinaria, como hizo su predecesor Benedicto XVI. También visitará el lugar Santo del Bautismo en ese país.

Posteriormente volará en helicóptero hacia el Aeropuerto Ben Gurión, donde recibirá una recepción oficial. El Papa Francisco se encontrará con el presidente, Shimón Peres, y con varios líderes religiosos.

Después realizará una visita al Museo del Holocausto - Yad Vashem, al Kotel Hamarabí (Muro de los Lamentos).

Más adelante, en Santo Sepulcro se celebrará un encuentro ecuménico con todos los representantes de las Iglesias cristianas de Jerusalén.

El Papa no celebrará una misa en Israel. La idea de una misa en Jerusalén fue abandonada por la brevedad de la visita. En cambio, realizará una multitudinaria misa en Belén. Es muy posible que sea en la gran plaza donde está ubicada la Basílica de la Natividad.

El primer ministro, Biniamín Netanyahu, se reunirá con el Papa en la Iglesia de Notre Dame, en el este de Jerusalén.

sábado, 1 de febrero de 2014

Pablo VI en Tierra Santa hace 50 años

Trece años después de la peregrinación de Juan Pablo II, cuatro después de la de Benedicto XVI, han comenzado, entre bastidores, los preparativos para recibir este año al papa Francisco en Jerusalén.

La decisión de venir en 2014 no es casual. Hace cincuenta años, el 4 de enero, comenzaba en Jordania la histórica peregrinación del papa Pablo VI a Tierra Santa. Ahora que los periodistas usan continuamente el adjetivo «histórico», es precisamente esta palabra la que más conviene a la hora de hablar del viaje de Pablo VI a Tierra Santa. La facilidad con que los pontífices viajan hoy en día no nos debe hacer olvidar que el viaje de Pablo VI no tuvo precedentes. Nunca antes que él un papa había dejado voluntariamente Italia. Desde la época de san Pedro, ningún papa vino jamás a Tierra Santa.

El anuncio del viaje de Giovanni Battista Montini, papa desde el 21 de junio, se hizo público el 4 de diciembre del mismo año, durante el discurso final del pontífice en la segunda sesión del Concilio Vaticano II. «Estamos tan convencidos que para obtener un buen éxito del Concilio se deben elevar pías súplicas, multiplicar las obras, que, tras madura reflexión y muchas oraciones dirigidas a Dios, hemos decidido acercarnos como peregrino a aquella tierra, patria de Nuestro Señor Jesucristo […]. Veremos aquella tierra venerada, de donde san Pedro partió y a la que ningún sucesor suyo ha vuelto jamás. Pero Nosotros, humilísimamente y por brevísimo tiempo volveremos allí en espíritu de devota oración, de renovación espiritual, para ofrecer a Cristo su Iglesia; para reclamar para ella, una y santa, a los hermanos separados; para implorar la divina misericordia a favor de la paz, que en estos días parece aún vacilante y recelosa; para suplicar a Cristo Señor por la salvación de toda la humanidad».

Un mes después, el papa aterrizaba en Jordania para vivir tres días intensos de peregrinación que lo llevaron desde el sitio del bautismo de Cristo hasta Betania, después a los lugares de la Pasión de Cristo (Vía Dolorosa, Santo Sepulcro y Getsemaní), a Galilea (con paradas en Nazaret, Caná, Tabga, Cafarnaún, monte de las Bienaventuranzas y Tabor), y finalmente regreso a Jerusalén con la visita al Cenáculo y, por último, a Belén.

El encuentro con Atenágoras, patriarca de Constantinopla, fue uno de los momentos especialmente fuertes de esta peregrinación. Tuvo lugar gracias a la iniciativa del patriarca que, tras el anuncio de la peregrinación, se lo propuso al soberano pontífice. De hecho, hubo dos encuentros; el primero, la tarde del 5 de enero, en la Delegación apostólica en el monte de los Olivos, con una pequeña delegación; el segundo, el 6 de enero, en la residencia del patriarca griego ortodoxo de Jerusalén, en el monte de los Olivos. Fue este segundo encuentro el que tuvo una gran difusión gracias a los medios de comunicación.

Ver a un papa subir a un avión para viajar hasta Tierra Santa fue una revolución. Verlo rodeado de una gran muchedumbre en cada uno de sus desplazamiento, fue sorprendente. Irene, voluntaria de la Custodia, recuerda que las imágenes de televisión suscitaron en ella el temor por la vida del papa. El padre Lugans, director entonces de la revista Tierra Santa en lengua francesa, escribió a tal propósito: «Se ha hablado de gentío, aglomeración, de un desorden inimaginable, de muchedumbre agitada… o prefiero hablar de entrada triunfal, de alegría popular, de delirio entusiasta e irresistible».

Un papa que quiere ver a «su pueblo», mantenido a distancia en Nazaret por «motivos de seguridad», que visita a un enfermo en su casa, que deja al custodio para ir a bendecir a un niño paralítico, que abandona a los cardenales de su séquito en el almuerzo para continuar, lo más rápidamente posible, camino de Cafarnaún… Viendo cómo Pablo VI desarmó su séquito con su audacia, nos hace estar impacientes en espera de recibir al papa Francisco.

Para revivir la visita de Pablo VI a Tierra Santa, las revistas Tierra Santa de la Custodia han dedicado un dosier al evento. La revista italiana en su número de noviembre-diciembre de 2013; las revistas española y francesa en el de enero-febrero de 2014. Estas tres revistas, ya en la época y cada una según su estilo propio, dedicaron a ello números especiales.

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