sábado, 28 de noviembre de 2015

Doctor árabe y judío. Salvar vidas contra todo prejuicio

Resultado de imagen de El cirujano árabe Ahmed Eid y el anestesista judío Jochanan SchiffmanDos hombres y un destino. Salvar vidas contra todo prejuicio. El cirujano árabe Ahmed Eid y el anestesista judío Jochanan Schiffman se entienden sin necesidad de hablar. Una mirada es suficiente ya sea en el comedor, en el ascensor o en el quirófano del Hospital Universitario Hadassah Mt Scopus de Jerusalén. O donde estamos: en el despacho del primero, en una pausa entre la operación a una víctima de un nuevo apuñalamiento y la visita a un atacante herido gravemente.

Entenderse sin hablar no es un lujo, sino su obligación. El profesor Eid es jefe de Cirugía del hospital y el doctor Schiffman es el máximo responsable de anestesia.

Días de tensión y violencia en Jerusalén donde las sirenas de ambulancias y policías toman la palabra en sus calles. Días de locura para estos dos veteranos que han operado y anestesiado todo lo que uno puede imaginar. Quién les iba a decir en los años 70, cuando compartían pupitre en la Universidad Hebrea de Jerusalén, que un día serían jefazos de este importante centro sanitario. Y que de sus manos dependería la vida de muchísimas personas. Judíos y musulmanes. Israelíes y palestinos. Víctimas y agresores.

El bisturí de Eid no diferencia orígenes, religiones, motivaciones o ideología y atraviesa densas capas de hostilidad y fanatismo. Se declara orgulloso de ser ciudadano árabe de Israel y disipa dudas: "Créame, me da igual la identidad del paciente. Para mí, que sea judío o árabe no tiene importancia. Mi único objetivo cuando recibo al herido es evitar que muera". Schiffman asiente con la cabeza: "Yo no sé quién es la víctima ni el atacante. Les tratamos exactamente igual. Ni más ni menos".

Media mañana. Desde hace varias horas no reciben alertas para correr a urgencias. En el reposo del guerrero recuerdan el momento en que, hace un mes, un niño judío de 13 años llegó a sus manos en estado extremadamente crítico. Naor Ben Ezra presentaba heridas muy profundas en la parte superior del cuerpo tras ser apuñalado por el palestino Ahmed Manasra, de su misma edad, y su primo, de 15 años.

"Llegó casi muerto", apunta Eid. Mientras era operado, su familia, judía practicante, rezaba todo lo que estaba escrito. Pedían en hebreo la ayuda divina para que un árabe salvara la vida a su hijo atacado por otro árabe mientras iba en bicicleta. "Le dije a su padre que haríamos todo lo posible para que siguiese vivo. Estaba en estado de shock y para animarle le comenté en broma: "Un Ahmed apuñaló a tu hijo y otro Ahmed intenta salvarle"".

Resultado de imagen de El cirujano árabe Ahmed Eid y el anestesista judío Jochanan SchiffmanEl atemorizado padre lo agradeció y lamentó: "Ojalá no hubiera aparecido Ahmed y así mi hijo no necesitaría que otro Ahmed le salve la vida". Tras varias semanas en rehabilitación, recibió el permiso de Eid para volver a casa. Naor no necesitaba al ángel del bisturí árabe para tumbar al estereotipo. Cuando salió del hospital quedó con su mejor amigo del cole, el musulmán Ismail.

No es la primera vez que el cirujano palestino salva la vida de un judío que casi es arrebatada por otro palestino. En agosto de 2014 llegó a su mesa de quirófano el soldado Jen Schwartz (19 años) gravemente herido por dos balazos de un palestino en moto. El equipo de Eid obró el milagro.

El hospital se encuentra al lado de la Universidad Hebrea de Jerusalén y delimita algunos barrios palestinos. A escasos kilómetros aparece la Ciudad Vieja. En el camino, el tranvía. "Atendemos a muchos heridos entre otros motivos porque en esta zona se han producido bastantes atentados", cuenta a Crónica el profesor, que durante una época vivió en uno de esos barrios de Jerusalén Este.

Hace unos días, un palestino atacó a varios viandantes en una parada del tranvía a pocos minutos del hospital. "Le frenaron con varios disparos. Le recibimos en estado crítico y lo dimos todo para salvarle. Sabíamos que era el terrorista, pero nos dedicamos a él exactamente igual que a una de sus víctimas. Al final murió, pero le prometo que todos los equipos trabajamos sin pausa para salvarle", señala el anestesista judío.

Schiffman resta importancia al hecho de salvar a alguien que habría deseado asesinarle. Sabe que tras más de 60 apuñalamientos en un mes muchos israelíes prefieren que el agresor no salga con vida de su ataque. "Un familiar me preguntó cómo puedo ayudar a estos terroristas. Entiendo que la situación es muy tensa y las emociones están a flor de piel, pero una vez entramos en el quirófano, todo se queda en la puerta", comenta.

Cuesta creer que la ola de violencia y odio que azota a israelíes y palestinos no acabe arrastrando su trabajo... "Todos tienen sus opiniones sobre la situación, pero aquí somos profesionales" -dice Schiffman. "La sensación en mi equipo no es sencilla porque, por ejemplo, uno teme ser apuñalado en las calles. Pero en el trabajo, la situación no influye para nada. Hacemos operaciones, anestesias y punto" -repone Eid.

Antes de estudiar Medicina, Eid eligió Matemáticas. Sabe que la estadística no le daba en su infancia muchas opciones de acabar siendo jefe de cirugía de Hadassah. Nació hace 65 años en la pequeña localidad árabe de Daburiyya (norte de Israel) en una familia de 12 almas y ningún académico. Confió en el trabajo duro, su cerebro y sus manos.

Cuando en el 68 llegó a Jerusalén, le avisaron de que sin enchufes no podría estudiar en la facultad. "El día que ingresé miré a la derecha y a la izquierda y no vi ningún enchufe", ironiza ante la tímida sonrisa de su colega.

Su padre tenía la esperanza de que su exitoso hijo abriese una clínica en el pueblo. Tendrá que esperar. Tras cuatro años en EEUU regresó a Jerusalén para quedarse. Y triunfar. La prueba del diploma -aunque, a diferencia del algodón, a veces engaña- es rotunda. Numerosas hojas encuadradas en la pared dibujan el camino a la cima.

¿Ser árabe estos días tan convulsos no ha generado reacciones de enfado o críticas? "La tensión y violencia provocan comentarios agresivos, pero yo nunca me he sentido mal o incómodo aquí. Todo lo contrario. Me tratan mejor que a un doctor judío", nos responde.

Recorremos las arterias del hospital guiados por la pareja de moda. Nos topamos con la directora, Osnat Levtzion-Korach, que bromea sobre la fama adquirida por sus dos empleados. "Estamos muy orgullosos de que la convivencia funcione en Hadassah. La medicina demuestra que es un puente para la paz. Aquí no discriminamos a nadie en el tratamiento. El único criterio que seguimos es su situación médica".

Schiffman pide a los líderes de los dos pueblos que aprendan del ejemplo de Hadassah. Enfermos judíos y árabes comparten habitaciones y plegarias. Sus familiares comparten café y deseos. Doctores y enfermeros de distinto credo colaboran en la máxima naturalidad. Hadassah es un Estado dentro de un Estado.

Una burbuja que no es inmune. Varios palestinos lanzaron hace una semana un cóctel molotov contra la entrada del Hospital. "Son chavales que hacen tonterías. Muchos de los palestinos que viven en sus barrios trabajan o son tratados en el hospital, pero no tienen control sobre esos chicos que se sienten discriminados y radicalizan su mensaje", resume Eid.

Antes de entrar en el quirófano, lanza un deseo compartido por su amigo judío: "Espero que los dirigentes intenten mejorar la situación que es mala". La convivencia en Hadassah afronta su examen más exigente de la última década. "Jochanan y yo somos como marido y esposa... todo el día juntos", bromea Eid, a lo que Schiffman añade sonriendo: "Desgraciadamente".

sábado, 21 de noviembre de 2015

Raquel

Situada justo al norte del cruce con la carretera que va hacia Hebrón, en las afueras del norte de Belén, a unos 400 metros al sur de Jerusalén,  se encuentra la tumba de Raquel, en hebreo “Qubbet Rahil”. “Murió Raquel y la enterraron en el camino de Efratá, hoy Belén. Jacob erigió una estela sobre su sepulcro, la misma estela que aún está en el sepulcro de Raquel” (Gn 35,19-20).

Es el tercer lugar más sagrado para el judaísmo después del Monte del Templo y la Tumba de los Patriarcas en Hebrón. Durante los últimos 1.700 años, el sitio ha sido identificado como el lugar donde fue enterrada la matriarca judía, Rachel, y los judíos fueron y son conocidos por ir a rezar en el lugar durante los últimos 3.000 años. Raquel, la amada esposa del patriarca Yaakov, murió durante el parto cuando la familia viajaba a Hebrón.

Según Génesis 35:16-21, “Salieron de Bayt-El, pero cuando aún estaban a cierta distancia de Efrat, Rachel fue a dar a luz. Cuando estaba en su momento más duro, la partera le dijo: “No temas, porque es otro chico para ti”. Pero a medida que expiró su último aliento, mientras se estaba muriendo, nació Benyamin. Así murió Raquel. Fue enterrada en el camino a Efrat, ahora Belén. Sobre su tumba Yaacov erigió un título, que es el pilar de la sepultura de Raquel hasta hoy.

Cuando el pueblo judío tenía penas a lo largo de las generaciones, tradicionalmente son muchos los fieles que van a rezar y llorar por ellos en la Tumba de Raquel, manteniendo la creencia de que sus lágrimas llegarán a Dios. Ella misma no tuvo hijos durante muchos años; por ello, muchas mujeres judías visitan su tumba con el fin de orar para tener hijos, y otros miembros de la comunidad judía que se enfrentan a otros problemas también visitan su tumba. Por lo tanto, como vemos, es el tercer lugar más sagrado para el judaísmo.

Según la tradición judía, la matriarca Raquel siempre ha llorado por su pueblo cuando los judíos la necesitaban. Yosef, el hijo mayor de Raquel, fue el primer judío que rezó junto a su tumba. Según el Midrash, Yosef se separó de sus captores temporalmente en el camino a la esclavitud en Egipto y gritó en su tumba: “Madre, mi madre me dio a luz, despierta, levántate y ve mi sufrimiento.” Rachel respondió: “No temas. Ve con ellos, y Dios estará con vosotros ”.

Los primeros testimonios hablan de un monumento formado por una sencilla pirámide, que se asemejaba al ‘nefes’ de las tumbas judías. Más tarde fueron añadidas doce piedras (1165), en recuerdo de los doce hijos de Jacob, pero algunas crónicas hablan de sólo once piedras: faltaría la de Benjamín, cuyo parto le produjo precisamente la muerte (Gn 35,18). En la época bizantina, y probablemente también después, la Tumba de Raquel fue transformada en lugar de culto cristiano, como se deduce de los datos que aporta el Leccionario de Jerusalén, del siglo V-VIII, que sitúa allí dos conmemoraciones litúrgicas oficiales al año (20 de febrero y 18 de julio). El Calendario Georgiano de Palestina (según el Códice Sinaítico número 34, del siglo X) habla explícitamente de una ‘Iglesia de Raquel’, refiriéndose a las mismas conmemoraciones.

En el siglo XIV, la tumba fue restaurada, añadiéndose a las piedras un sarcófago alto con su parte superior convexa. El padre Amico realizó un dibujo en el que se ve el cenotafio en el centro de una capilla. En los cuatro muros perimetrales se abrían sendas arcadas, que fueron tapiadas en 1560 por Maomet, bajá de Jerusalén, quien, además, sustituyó la pirámide por una cúpula.

En el siglo XIX, Moisés Montefiore mandó añadir dos salas en la antigua entrada cuadrada, dándole así a la tumba el aspecto que presenta hoy. De forma que, más que de una tumba, habría que hablar de un “weli”, monumento funerario musulmán erigido en recuerdo de un santón o un personaje famoso.

Aunque tanto judíos, como cristianos y musulmanes veneran aquí la memoria de Raquel, existen muchas dudas sobre la autenticidad del lugar. Hoy en día la tumba está situada cerca de la pared de división del territorio israelí de la Palestina y se puede visitar sólo con permiso.


sábado, 14 de noviembre de 2015

Un seminarista en Tierra Santa

Un seminarista en Tierra Santa: «Ya nunca leeré las Escrituras sin pensar que recorrí estos lugares»Tony Amato, seminarista norteamericano de 28 años, viajó a Tierra Santa por primera vez en la segunda quincena de julio. Como cualquier otro peregrino, recorrió y oró en numerosos lugares mencionados en el Antiguo y el Nuevo Testamento, en particular aquellos vinculados a la vida de Jesucristo.

"Desde luego ya nunca podré leer de nuevo las Escrituras sin pensar en que recorrí estos lugares", confiesa este futuro sacerdote de la diócesis de Rochester (Estados Unidos), cuyo obispo, Salvatore Matano, le seleccionó para realizar el viaje junto a otros 19 seminaristas de Nueva York y estados limítrofes.

Cafarnaúm, donde Nuestro Señor desarrolló buena parte de su vida pública; el Monte de las Bienaventuranzas, donde pronunció el Sermón de la Montaña; el Monte Tabor, lugar de su Transfiguración; el Monte de los Olivos, donde Jesús oraba con frecuencia y en cuyo Jardín de Getsemaní fue capturado para su Pasión... Son lugares que Amato y sus compañeros recorrieron entre muchos otros en Jerusalén, Nazaret, Caná, Belén, Jericó, Betania... incluso remaron en barca por el Mar de Galilea y se bañaron en el Mar Muerto con una temperatura exterior de casi 42 ºC.

Tan apretada agenda impedía reflexionar in situ sobre cada uno de los acontecimientos de la vida de Jesús como habría deseado, pero encontró una solución: "Ya me habían aconsejado antes de partir de que llevase un diario, y fue muy valioso ir escribiendo todo lo que veía y sentía". Como, por ejemplo, leer todo el eucarístico capítulo 6 del Evangelio de San Juan en el mismo lugar donde el Salvador nos dijo que Él era "el Pan de Vida".

También fue memorable para todo el grupo visitar el lugar de la Anunciación, "donde la Palabra se hizo carne" y el arcángel Gabriel le dijo a María que sería la madre de Jesús: "Yo estaba allí rodillas y todo el mundo lloraba, fue maravillosamente profundo".

O en el Calvario o en el Santo Sepulcro, donde hicieron una noche completa de oración. Arrodillado ante la tumba, confiesa que se le venían continuamente las palabras del Evangelio: "No está aquí, ha resucitado".

Toda la peregrinación fue para Tony Amato un refuerzo a su vocación. En el Mar de Galilea se había imaginado la conversación entre Cristo y Pedro: "Cristo preguntando ´¿Me amas?´ y Pedro respondiendo ´Sí, tú sabes que te amo´", y sintiendo en silencio -confesó- que mantenía el mismo diálogo con Dios pensando en su sacerdocio.

Le llegará en 2017. Ahora acaba de empezar su tercer año de Teología en la Universidad Católica de América en Washington, y el año que viene será ordenado diácono. 

Y ya tiene un objetivo claro: volver a Tierra Santa guiando un grupo de fieles, "y poder decir misa en los lugares donde ahora sólo he podido escucharla". Y describe su experiencia como "agotadora", pero "feliz, llena de oración, maravillosa... ¡no dejo de utilizar la palabra ´maravilloso´!".

sábado, 7 de noviembre de 2015

David y Goliat

Fortificación monumental encontrada en las excavaciones que un equipo de la Universidad de Bar-Irán realiza en la bíblica ciudad filistea de Gat, hogar del gitante. EFE/cortesía de la Universidad Bar-Ilán Arqueólogos de la Universidad israelí de Bal Ilán han descubierto una puerta y una fortificación monumentales de la bíblica ciudad filistea de Gat, hogar del gigante Goliat, que dan una idea de la importancia de esta urbe, considerada la mayor de la zona entre los siglos IX y X a.C.

Los hallazgos fueron localizados en Tel Zalfit, un sitio arqueológico que lleva dos décadas excavándose y que estuvo poblado prácticamente desde el Calcolítico (hace unos 5.000 años) hasta 1948, cuando sus habitantes abandonaron la entonces aldea árabe.

Uno de los estratos que más interesan a los arqueólogos bíblicos ha sido el de la ciudad de Gat, famosa por sus innumerables enfrentamientos con los israelitas y una de las cinco urbes filisteas más importantes, cuyo época de máximo esplendor tuvo lugar en el período que comprende los reinos de David y Salomón (siglo X a.C.).

El lugar se encuentra en la llanura costera del centro del país, en las denominadas "Laderas de Judea", a mitad de camino entre Jerusalén y la ciudad portuaria de Ashkelón.

La expedición arqueológica, encabezada por el profesor Aren Maeir, localizó este año la fortificación y la puerta de acceso a la bíblica Gat, hogar de Goliat según las Escrituras.

Maeir, profesor del Departamento para el Estudio de la Tierra de Israel y Arqueología de la citada universidad, considera la puerta desenterrada la más grande jamás encontrada en el país, reflejo del estatus e influencia de Gat durante ese período.

"A lo largo de veinte años de excavaciones asumíamos que Gat en los siglos IX y X a.C. era la mayor de la zona, no sólo filistea sino en general", explicó Meir a Efe en conversación telefónica.

"Con los últimos hallazgos vemos ahora que no sólo era grande, de unas 50 hectáreas, sino que era dos o tres veces mayor a Jerusalén u otras ciudades de la época como Meguido o Beersheva", destacó.

Enfatiza que la gran fortificación hallada "demuestra lo poderosa que era la urbe, que siguió existiendo hasta el 830 a.C., cuando Hazael de Damasco la destruye".

La puerta de la ciudad filistea aparece en otra referencia bíblica, concretamente en Samuel 21, que relata la historia de cuando David escapó de Saul, primer rey de Israel, y se convirtió en siervo leal de Achich, rey de Gat.

Vista aérea de la bíblica ciudad filistea de Gaza. Unos arqueólogos de la Universidad israelí de Bar-Ilán han descubierto una puerta y una fortificación monumentales de la urbe que era hogar del gitante Goliat, según las Escrituras. EFE/cortesía de la Universidad Bar-IlánAdemás del acceso monumental y la imponente muralla, fueron descubiertos varios edificios aledaños, como un templo y un taller para la producción de hierro.

Los hallazgos, así como la propia ciudad, fueron arrasados por el rey Hazael de Aram Damasco, episodio mencionado en el segundo libro de Reyes (12:18).

Las excavaciones han sacado a la luz restos que apuntan que se produjo un duro asedio y la posterior destrucción del asentamiento a finales del siglo IX a.C., probablemente relacionados con este suceso.

La destrucción de Gat, apunta el investigador, fue un evento dramático que cambió el balance de poder regional, permitiendo el surgimiento del reino independiente de Judea en el siglo VIII a.C.

En las excavaciones han intervenido equipos de varias universidades e instituciones del mundo, que han analizado diferentes estratos de la milenaria población.

Hasta la fecha se han logrado hallazgos como templos filisteos, evidencias de un terremoto en el siglo XVIII a.C., inscripciones antiguas con nombres similares a Goliat, así como utensilios y pruebas de la captura y destrucción de la urbe bíblica.

También se han localizado ruinas de una primigenia ciudad canaanea, o del posterior castillo cruzado "Blanche Garde", en el que se sabe que estuvo Ricardo Corazón de León.

Pero quizá su época dorada se remonta a aquella en la que el relato bíblico describe al gigante Goliat.

"Según el texto bíblico, Goliat era de Gat, y en esa zona se han encontrado dos inscripciones con nombres similares en un alfabeto antiguo europeo", subraya Maeir.

Puntualiza que existe una fuerte tradición sobre que los pobladores de Gat eran "muy grandes"; aunque "no hemos encontrado ningún esqueleto que corrobore esa creencia, si bien podemos constatar que sus habitantes eran poderosos al tener fortificaciones de ese tipo".

"El hablar de la altura es un intento de otorgarles poder y mostrar lo poderosos o fuertes que eran sus residentes. Y Gat, sin duda, fue una ciudad muy poderosa en aquella época", concluye.