sábado, 21 de noviembre de 2015

Raquel

Situada justo al norte del cruce con la carretera que va hacia Hebrón, en las afueras del norte de Belén, a unos 400 metros al sur de Jerusalén,  se encuentra la tumba de Raquel, en hebreo “Qubbet Rahil”. “Murió Raquel y la enterraron en el camino de Efratá, hoy Belén. Jacob erigió una estela sobre su sepulcro, la misma estela que aún está en el sepulcro de Raquel” (Gn 35,19-20).

Es el tercer lugar más sagrado para el judaísmo después del Monte del Templo y la Tumba de los Patriarcas en Hebrón. Durante los últimos 1.700 años, el sitio ha sido identificado como el lugar donde fue enterrada la matriarca judía, Rachel, y los judíos fueron y son conocidos por ir a rezar en el lugar durante los últimos 3.000 años. Raquel, la amada esposa del patriarca Yaakov, murió durante el parto cuando la familia viajaba a Hebrón.

Según Génesis 35:16-21, “Salieron de Bayt-El, pero cuando aún estaban a cierta distancia de Efrat, Rachel fue a dar a luz. Cuando estaba en su momento más duro, la partera le dijo: “No temas, porque es otro chico para ti”. Pero a medida que expiró su último aliento, mientras se estaba muriendo, nació Benyamin. Así murió Raquel. Fue enterrada en el camino a Efrat, ahora Belén. Sobre su tumba Yaacov erigió un título, que es el pilar de la sepultura de Raquel hasta hoy.

Cuando el pueblo judío tenía penas a lo largo de las generaciones, tradicionalmente son muchos los fieles que van a rezar y llorar por ellos en la Tumba de Raquel, manteniendo la creencia de que sus lágrimas llegarán a Dios. Ella misma no tuvo hijos durante muchos años; por ello, muchas mujeres judías visitan su tumba con el fin de orar para tener hijos, y otros miembros de la comunidad judía que se enfrentan a otros problemas también visitan su tumba. Por lo tanto, como vemos, es el tercer lugar más sagrado para el judaísmo.

Según la tradición judía, la matriarca Raquel siempre ha llorado por su pueblo cuando los judíos la necesitaban. Yosef, el hijo mayor de Raquel, fue el primer judío que rezó junto a su tumba. Según el Midrash, Yosef se separó de sus captores temporalmente en el camino a la esclavitud en Egipto y gritó en su tumba: “Madre, mi madre me dio a luz, despierta, levántate y ve mi sufrimiento.” Rachel respondió: “No temas. Ve con ellos, y Dios estará con vosotros ”.

Los primeros testimonios hablan de un monumento formado por una sencilla pirámide, que se asemejaba al ‘nefes’ de las tumbas judías. Más tarde fueron añadidas doce piedras (1165), en recuerdo de los doce hijos de Jacob, pero algunas crónicas hablan de sólo once piedras: faltaría la de Benjamín, cuyo parto le produjo precisamente la muerte (Gn 35,18). En la época bizantina, y probablemente también después, la Tumba de Raquel fue transformada en lugar de culto cristiano, como se deduce de los datos que aporta el Leccionario de Jerusalén, del siglo V-VIII, que sitúa allí dos conmemoraciones litúrgicas oficiales al año (20 de febrero y 18 de julio). El Calendario Georgiano de Palestina (según el Códice Sinaítico número 34, del siglo X) habla explícitamente de una ‘Iglesia de Raquel’, refiriéndose a las mismas conmemoraciones.

En el siglo XIV, la tumba fue restaurada, añadiéndose a las piedras un sarcófago alto con su parte superior convexa. El padre Amico realizó un dibujo en el que se ve el cenotafio en el centro de una capilla. En los cuatro muros perimetrales se abrían sendas arcadas, que fueron tapiadas en 1560 por Maomet, bajá de Jerusalén, quien, además, sustituyó la pirámide por una cúpula.

En el siglo XIX, Moisés Montefiore mandó añadir dos salas en la antigua entrada cuadrada, dándole así a la tumba el aspecto que presenta hoy. De forma que, más que de una tumba, habría que hablar de un “weli”, monumento funerario musulmán erigido en recuerdo de un santón o un personaje famoso.

Aunque tanto judíos, como cristianos y musulmanes veneran aquí la memoria de Raquel, existen muchas dudas sobre la autenticidad del lugar. Hoy en día la tumba está situada cerca de la pared de división del territorio israelí de la Palestina y se puede visitar sólo con permiso.


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