sábado, 29 de noviembre de 2008

Favor de la Virgen

Me ha llegado un testimonio sobre un favor concedido por la Virgen gracias a la gruta de la leche. Algunas veces me han preguntado qué hay que hacer con la cal, cómo se toma y qué se debe rezar. He recomendado lo que dicen los franciscanos custodios de la gruta: echar un poco en un vaso de agua y tomar durante nueve días rezando una oración. Puede servir el Padrenuestro, Avemaría y gloria. Encontré esta oración que me ha parecido bonita para acudir a la Virgen de la gruta de la leche:
"Hermosa Señora de la Leche, amadísima Madre del Niño Jesús y Madre mía, escucha mi humilde oración. Tu corazón de madre sabe todos mis deseos, todas mis necesidades. Sólo a ti, Inmaculada Virgen, tu Hijo Divino ha dado a comprender los sentimientos que llenan mi alma. Tuyo fue el sagrado privilegio de ser Madre del Salvador. Intercede ahora con Él, mi amadísima Madre, para que, de acuerdo con su voluntad, pueda yo ser madre, o madre de otros hijos enviados por Nuestro Señor. Esto pido, Señora de la Leche, en nombre de tu Hijo Divino, mi Señor y Redentor. Amén"
En cualquier caso el mail que me han enviado demuestra que lo más importante es la fe y la confianza en Dios, más que seguir unos procedimientos concretos. Así me escribían:
"Indagando sobre la Gruta de La Leche, encontré su blog y quisiera compartir nuestra historia. Llevamos casados más de 15 años y desde el principio, con problemas congénitos de fertilidad, que frustraban nuestro deseo de tener una familia numerosa a la que transmitir la Fe. Con la ayuda de medicación hormonal, que nunca más volvió a dar resultados, nació nuestro primer hijo, que ya tiene 13 años. Tras infinidad de intentos durante más de 10 años, incluso un doloroso aborto, comenzamos el proceso de adopción, porque seguíamos viendo nuestra vocación a aumentar la familia. En esas estábamos cuando, a principios de marzo de este año, unos familiares visitaron Tierra Santa y pasaron por la Gruta. Además de rezar allí por nosotros, nos trajeron unas piedritas del lugar. Le puedo asegurar que cuando nos las entregaron, yo me reí por dentro como Sara, esposa de Abraham, anciana y estéril, pensando en mis 40 años y todo lo intentado. Nunca he creído en estas cosas… Aún así, fiados de su Fe, las guardé en la cartera como me indicaron, porque no me hablaron ni de las oraciones ni de tomarlas disueltas. A los tres meses se produjo el Milagro del embarazo, al que no dábamos crédito; nos parecía tan imposible que tardamos en ir al médico varias semanas para confirmarlo. Como se puede imaginar, estamos felices de ver la inmensa obra de Dios en nuestra familia. Es un varón que se llamará Marcos, como el Evangelista, y que esperamos para los primeros días de Marzo, justo al año, de recibir las piedras. ¡cómo no ver el Milagro!, tendríamos que estar ciegos… Hemos comprobado que para Dios no hay nada imposible y que hace las cosas cuándo y cómo a Él mejor le parece para nuestra salvación, aunque tantas veces, nosotros no las entendamos.
Damos gracias al Cielo por la bendición de este hijo y animamos a todos los que se encuentren en situaciones parecidas, a no perder nunca la Esperanza y confiar en la Oración para poder aceptar la voluntad de Dios, Padre Bueno, sea cual sea."

sábado, 22 de noviembre de 2008

Parábola de la moneda perdida en la casa

El otro día estuve en Taybe, que antiguamente se llamaba Efraín, donde se piensa que estuvo el Señor días antes de la pasión. El sacerdote del lugar nos enseñó una casa tal y como estaba en la época del Señor. Una de los detalles que hoy quería referir es el del suelo. Las excavaciones arqueológicas muestran que los suelos de la época estaban hechos con piedras redondeadas e irregulares. Por eso en las junturas de las piedras se acumulaba la tierra. Así se entiende bien la parábola que contó el Señor sobre la moneda perdida en la casa.
-“Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: “¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido”.
Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta» (Lc 15, 8-10).

Resultaría muy difícil encontrar cualquier objeto pequeño que cayese al suelo, pues a veces sería fácil también que la misma tierra de las junturas lo enterrase.
El arqueólogo que dirigía la principal compañía de excavaciones en Cafarnaum, Virgilio Corbo, solía bromear con sus alumnos diciendo que la moneda que perdió la mujer, la encontré yo. Explicaba que al realizar las excavaciones y revisar con mucho cuidado lo que iba apareciendo entre las piedras y el polvo, encontraron -en los huecos del pavimento de varias casas- monedas y otros objetos pequeños, que sin duda habían extraviado sus dueños y que habían quedado ahí enterrados durante siglos.
Se entiende mejor la alegría que -según cuenta el Señor- tendría la mujer al encontrar la moneda. Y con esta imagen quiere expresar el gozo que habrá en el cielo por un pecador que se convierta.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Retiros mensuales en el Patriarcado

Los retiros en el Patriarcado son para los sacerdotes católicos de rito latino de Israel y Palestina, y también acuden algunos franciscanos encargados de las parroquias que hay en lugares santos. Desde el principio tenía intención de asistir a los retiros del Patriarcado con los sacerdotes de la diócesis, pero estaba el obstáculo del idioma. Habitualmente son en árabe. Cuando ya llevaba un año en Tierra Santa me decidí a asitir. Los retiros tienen una primera parte en la que se reza alguna hora del breviario, y se medita el evangelio. Es una hora de oración y meditación. Después hay un tiempo, una media hora, en la que algunos sacerdotes aprovechan para rezar, otros para confesarse, y también muchos suelen estar un rato con otros sacerdotes intercambiando impresiones. Después nos reunimos de nuevo, esta vez para una larga sesión en la que se presentan actividades, planes pastorales y se dan avisos varios sobre acontecimientos que han tenido lugar o que se van a celebrar próximamente. Posteriormente es la comida. Este es el esquema básico de los retiros.
Recuerdo el primer día que fui. Al llegar estaban rezando el breviario. El anterior Patriarca muy cariñoso me prestó su breviario en árabe por la página en la que estaban y me señaló la línea. Un detalle por su parte, pues sin saber mucho árabe no es fácil encontrar el salmo. Cuando llegamos a la reunión sobre presentación de actividades, ante mi sorpresa, entendí que el secretario decía mi nombre y afirmaba que el nuevo sacerdote se iba a presentar. La verdad es que me no me lo esperaba, y sin ninguna preparación me lancé en árabe.
-Me llamo Santiago Quemada, soy un sacerdote del Opus Dei, y vivo en Jerusalén desde hace un año.
Después de decir esto, el que es ahora nuevo Patriarca vino en mi auxilio, pues dijo:
-Puedes hablar si quieres en italiano o en inglés. Lo entendemos todos.
Respiré agradecido por el capote, y continué en italiano mi presentación. Conté los de la Obra que vivíamos aquí, los centros que teníamos. y algunas de las actividades que hacíamos.
Los sacerdotes estuvieron muy amables presentándose después. Me decían a qué parroquia pertenecían, y todos me invitaban a ir conocer sus respectivos lugares. En este año he podido visitar algunas parroquias, pero todavía me quedan muchas, sobre todo las que están en territorios.
En este mes el retiro fue un poco especial. La primera parte fue una Misa de difuntos, por tratarse del mes de noviembre. Fue una Misa concelebrada en árabe. Después bajamos a la cripta donde están enterrados los Patriarcas. Allí rezamos –presididos por el Patriarca- un responso. Después la reunión la tuvimos en una sala distinta de la habitual, en la que hay una mesa muy larga como se ve en la foto. El Patriarca había querido que tuviéramos una reunión especial para transmitirnos algunas ideas del Sínodo de Obispos en el que había participado. Nos repartieron una carpetas con el resumen final del Sínodo en árabe y en francés. Se habló de la Palabra de Dios, y de cómo mejorarla en nuestra diócesis. Se nos animó, entre otras cosas, a fijarnos en la segunda lectura de la Misa para la homilía del domingo, y dar así a conocer a los fieles la riqueza de los escritos de san Pablo. Nos dieron algunas noticias de la diócesis. Se habló de los tres seminaristas que se ordenarían el próximo viernes en el Patriarcado en Bet Jalla.
En estas fotos se ve al fondo de la habitación al Patriarca presidiendo, junto con los Obispos de Nazaret y Haifa, y unos 30 o 40 sacerdotes participando. Los retiros mensuales son una ocasión estupenda para conocer a todos los sacerdotes del Patriarcado, para rezar con ellos, y para aprender de su trabajo pastoral, tantas veces realizado en situaciones muy difíciles. Espero contar en alguna entrada detalles de su trabajo, para que los lectores puedan también rezar por estos sacerdotes y por la labor que hacen.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Cesarea Marítima, prisión de san Pablo

Un día fuimos de excursión al norte, a la antigua ciudad de Cesarea Marítima. En este años paulino pensé que no podía ser mejor momento que este para visitar sus ruinas, ya que allí estuvo encarcelado san Pablo durante dos años, bajo los procuradores Félix y Festo. También en ese lugar fue donde se presentó ante el rey Agripa (Hch 26). El apóstol había desembarcado en el gran puerto de la ciudad al regreso de su tercer viaje por las comunidades cristianas del Mediterráneo y había sido apresado por predicar el evangelio. Son unas ruinas espectaculares, y con mucha historia que está ligada a nuestra fe. Allí tuvo lugar el bautismo del dignatario romano Cornelio (Hechos 10, 1-5, 5, 25-28); desde allí zarpó Pablo para sus travesías por el Mediterráneo oriental, y -como hemos dicho antes- desde aquel lugar fue enviado a Roma para ser juzgado por el Cesar (Hechos 23, 23-24).
Cesarea está a orillas del Mediterráneo, aproximadamente a mitad de camino entre Haifa y Tel Aviv. En las excavaciones arqueológicas de las décadas de los 50 y 60 se encontraron restos de numerosos periodos, en particular un complejo de fortificaciones de la ciudad cruzada y el teatro romano. Durante los últimos veinte años, las diversas excavaciones llevadas a cabo han puesto al descubierto impresionantes restos de la grandeza que la ciudad tuvo en la época romana y en la de los cruzados. Fue fundada por el rey Herodes en el siglo I d. C. sobre el lugar de un puesto comercial llamado la Torre de Straton. Recibió el nombre del protector romano de Herodes, el emperador César Augusto. La ciudad fue descrita en detalle por el historiador judío Flavio Josefo. Era una ciudad amurallada, con el puerto más grande de la costa este del Mediterráneo llamado Sebastos, el nombre griego del emperador Augusto. El núcleo de la ciudad y la fuente de su fuerza económica era el puerto. Se construyeron dos rompeolas magníficos, que tenían unos 850 metros de longitud, y que cerraban el puerto para dar seguridad a centenares de naves. El historiador Flavio Josefo nos informa de que en la punta del rompeolas había una torre alta, probablemente un faro. El puerto es todavía hoy visible desde el aire, pero sus detalles sólo pueden ser vistos bajo el agua, ya que el nivel del mar ha subido en los últimos dos mil años. Conectados al puerto, como una parte integrante del mismo, había almacenes para los bienes con los que se comerciaba. El templo de la ciudad, dedicado a César Augusto, se levantaba sobre un alto podio que daba hacia el puerto. Un amplio tramo de escalones conducía hasta el pilar del templo. Se construyeron también -de acuerdo a la tradición imperial- edificios públicos y sofisticadas instalaciones. El palacio del rey Herodes se encontraba en la parte sur de la ciudad. En el año 6 d. C., Cesarea pasó a ser la sede de los procuradores romanos de la Provincia de Judea y de los cuarteles de la X Legión Romana. En los siglos II y III, la ciudad se expandió y se convirtió en una de las más importantes en el área oriental del Imperio Romano, definida como la "metrópolis de la provincia de Siria Palestina". El teatro se encuentra en la parte sur de la ciudad. Fue encargado por el rey Herodes y es la primera instalación romana de esparcimiento construida en su reino. Da hacia el mar y cuenta con miles de localidades dispuestas en una estructura semicircular abovedada. En las excavaciones del teatro se encontró una piedra que muestra partes de una inscripción que menciona a "Poncio Pilatos, prefecto de Judea".
Cesarea continuó siendo el mayor centro urbano de esta parte del Imperio romano. En el siglo IV d. C., cuando la parte oriental del imperio se convirtió al cristianismo, Caesarea llegó a ser una ciudad cristiana, pero tuvo también población judía y samaritana. En la época bizantina la ciudad alcanzó su área máxima y fue rodeada por una muralla. En 639 d. C. Cesarea fue conquistada por los musulmanes, que permanecieron allí. En 1101 fue tomada por los cruzados, que se asentaron en ella, pero la ciudad no se fortificó hasta mediados del siglo XIII, bajo Luis IX de Francia. Catorce años después los musulmanes conquistaron de nuevo la ciudad, que fue destruida y abandonada. Las fortificaciones que Luis IX había construido (muros, torres y foso) son las estructuras impresionantes hoy visibles cerca del puerto.
El día que elegimos para nuestra excursión era soleado, aunque hacía algo de viento. Llegamos a la ciudad y fuimos a las taquillas para informarnos. Los hebreos tienen estas ruinas conservadas como museo. Hay posibilidad de unirse a grupos dirigidos por guias. Nosotros preferimos verla por nuestra cuenta. Primero estuvimos en el anfiteatro, grandioso y muy bien conservado. Después, ya a orillas del mar disfrutamos del momento más emocionante: un letrero nos indicaba que allí estaba el palacio de Herodes, y en ese lugar había estado encarcelado san Pablo durante dos años. Mas adelante vimos otras casas de la ciudad antigua entre cuyas ruinas paseamos. Finalmente estuvimos en el imponente antiguo puerto marítimo. Es un sitio que vale la pena visitar, y pienso que con más motivo en este año paulino. Allí le pedí a san Pablo para que haya muchos apóstoles de las gentes -entre los que nos contemos nosotros- que sean tan audaces, intrépidos y llenos de fe como lo fue él.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Nadie nos ha contratado

Me asombré el otro día al comprobar cómo una parábola que cuenta el Señor en el Evangelio seguía viva en Tierra Santa. Se trata de aquella en la que Jesús dice que “el Reino de los Cielos es como un hombre, dueño de una propiedad que salió al amanecer a contratar obreros para su viña. Después de haber convenido un denario al día, los envió a su viña. Salió también hacia la hora de tercia y vio a otros que estaban en la plaza parados, y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os daré lo que sea justo. Ellos marcharon. De nuevo salió hacia la hora de sexta y de nona e hizo lo mismo. Hacia la hora undécima volvió a salir y todavía encontró a otros parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí todo el día ociosos? Le contestaron: Porque nadie nos ha contratado. Les dijo: Id también vosotros a mi viña”. (Lc, 20,1-7). Cual fue mi sorpresa al darme cuenta que en Jerusalén sigue habiendo trabajadores esperando en un lugar muy concreto para que vaya alguien a contratarlos. Están en un cruce que se encuentra cerca de la ciudad antigua, entre la puerta Nueva y la puerta de Damasco. Al pasar en coche por la mañana temprano siempre veía algunos árabes sentados en la acera, o de pie en grupos, que al paso de los vehículos les hacían señas ofreciéndose para algo. No sabía de qué se trataba hasta que me lo explicaron.
Organizamos el curso pasado un campeonato de futbito que sería un día por la tarde. Conseguimos que nos dejaran unas instalaciones pero solo había unas porterías y dos campos. En otro lugar nos ofrecieron unas porterías pero estaba la dificultad del traslado al lugar de las instalaciones. Entonces surgió la brillante idea de acudir a los trabajadores que están esperando que les contraten. Fuimos al lugar y allí estaban. Mucha gente en Jerusalén cuanto tiene necesidad de contratar rápidamente a alguien se dirige a esa calle. Hay trabajadores manuales, electricistas, camioneros, y algunos tienen sus vehículos para transportar lo que haga falta. Eso era justo lo que necesitábamos. Vimos qué tipo de vehículo nos interesaba y convinimos el precio por trasladar las porterías de un lugar a otro. Fue de gran utilidad.
Me gustó comprobar cómo la parábola sigue viva. Ahí están los trabajadores esperando que se les contrate. Por supuesto también esta enseñanza del Señor está viva en el sentido de que Él hoy sigue llamando gente, personas que todavía no han descubierto la belleza de la fe, o que tienen una vocación específica pero aun no la han visto. Recemos y hablemos de Dios para que mucha gente se convierta y se entregue a Él, para que llegue a todo el mundo el anuncio de Cristo y ninguna persona pueda decir: “Nadie me ha contratado”.