Tony Amato, seminarista norteamericano de 28 años, viajó a Tierra Santa por primera vez en la segunda quincena de julio. Como cualquier otro peregrino, recorrió y oró en numerosos lugares mencionados en el Antiguo y el Nuevo Testamento, en particular aquellos vinculados a la vida de Jesucristo.
"Desde luego ya nunca podré leer de nuevo las Escrituras sin pensar en que recorrí estos lugares", confiesa este futuro sacerdote de la diócesis de Rochester (Estados Unidos), cuyo obispo, Salvatore Matano, le seleccionó para realizar el viaje junto a otros 19 seminaristas de Nueva York y estados limítrofes.
Cafarnaúm, donde Nuestro Señor desarrolló buena parte de su vida pública; el Monte de las Bienaventuranzas, donde pronunció el Sermón de la Montaña; el Monte Tabor, lugar de su Transfiguración; el Monte de los Olivos, donde Jesús oraba con frecuencia y en cuyo Jardín de Getsemaní fue capturado para su Pasión... Son lugares que Amato y sus compañeros recorrieron entre muchos otros en Jerusalén, Nazaret, Caná, Belén, Jericó, Betania... incluso remaron en barca por el Mar de Galilea y se bañaron en el Mar Muerto con una temperatura exterior de casi 42 ºC.
Tan apretada agenda impedía reflexionar in situ sobre cada uno de los acontecimientos de la vida de Jesús como habría deseado, pero encontró una solución: "Ya me habían aconsejado antes de partir de que llevase un diario, y fue muy valioso ir escribiendo todo lo que veía y sentía". Como, por ejemplo, leer todo el eucarístico capítulo 6 del Evangelio de San Juan en el mismo lugar donde el Salvador nos dijo que Él era "el Pan de Vida".
También fue memorable para todo el grupo visitar el lugar de la Anunciación, "donde la Palabra se hizo carne" y el arcángel Gabriel le dijo a María que sería la madre de Jesús: "Yo estaba allí rodillas y todo el mundo lloraba, fue maravillosamente profundo".
O en el Calvario o en el Santo Sepulcro, donde hicieron una noche completa de oración. Arrodillado ante la tumba, confiesa que se le venían continuamente las palabras del Evangelio: "No está aquí, ha resucitado".
Toda la peregrinación fue para Tony Amato un refuerzo a su vocación. En el Mar de Galilea se había imaginado la conversación entre Cristo y Pedro: "Cristo preguntando ´¿Me amas?´ y Pedro respondiendo ´Sí, tú sabes que te amo´", y sintiendo en silencio -confesó- que mantenía el mismo diálogo con Dios pensando en su sacerdocio.
Le llegará en 2017. Ahora acaba de empezar su tercer año de Teología en la Universidad Católica de América en Washington, y el año que viene será ordenado diácono.
Y ya tiene un objetivo claro: volver a Tierra Santa guiando un grupo de fieles, "y poder decir misa en los lugares donde ahora sólo he podido escucharla". Y describe su experiencia como "agotadora", pero "feliz, llena de oración, maravillosa... ¡no dejo de utilizar la palabra ´maravilloso´!".
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