En la Solemnidad del Corpus Chirsti quiero hablar del lugar donde se instituyó la Eucaristía. Ese sitio está bajo propiedad de los judíos. Fue requisado a los franciscanos alegando que allí estaba la tumba del rey David. Los franciscanos adquirieron un terreno cercano al lugar. Allí tienen un convento que se llama de San Salvador. En cualquier caso los franciscanos siguen llamándose “guardianes del Monte Sión”. En la Iglesia Católica se están haciendo intentos para recuperar el lugar auténtico del Cenáculo. Después del último viaje del Papa se comenta que ha habido conversaciones en este sentido. Recemos para que lleguen a buen término y el Cenáculo vuelva a manos cristianas.
La iglesita del Convento se le llama de forma común en italiano el “Cenacolino”. Ahí -haciendo la pertinente reserva- se puede celebrar la Santa Misa. Recuerdo lo que me dijo un sacerdote mayor cuando le dí la noticia de que me venía a Tierra Santa:
-Tendrás que prepararte muy bien para celebrar la Santa Misa en el Cenáculo. Es un momento especialmente importante para un sacerdote.
Efectivamente, se trata del lugar de la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio. He tendido la fortuna de celebrar varias Misas en ese lugar y es impresionante.
Pero además, para los miembros del Opus Dei, cooperadores y amigos, aparte de todas las personas que tienen devoción al que fue Obispo Prelado del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo, es especial también ese lugar. Allí celebró su última Misa d. Álvaro en 1994. No había podido visitar nunca la Tierra de Jesús, y le hacía muchísima ilusión. Por fin, pudo realizar una peregrinación a Tierra Santa como regalo que le hicimos sus hijos por su 80 cumpleaños. La última Misa de su vida fue en Tierra Santa, precisamente en el lugar de la institución de la Eucaristía. Por la tarde volvería a Roma, y esa misma noche falleció. El Papa Juan Pablo II recordó la gracia de Dios tan grande que había recibido d. Álvaro, de poder celebrar la última Misa de su vida en el Cenáculo. Ahora está abierto su proceso de Beatificación.
En cualquier caso el "Cenacolino" es un lugar que hay que visitar. Al menos para hacer la visita al Santísimo, pues allí está -reservado en el Sagrario- el mismo Jesucristo, con su Cuerpo y con su Sangre.
La iglesita del Convento se le llama de forma común en italiano el “Cenacolino”. Ahí -haciendo la pertinente reserva- se puede celebrar la Santa Misa. Recuerdo lo que me dijo un sacerdote mayor cuando le dí la noticia de que me venía a Tierra Santa:
-Tendrás que prepararte muy bien para celebrar la Santa Misa en el Cenáculo. Es un momento especialmente importante para un sacerdote.
Efectivamente, se trata del lugar de la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio. He tendido la fortuna de celebrar varias Misas en ese lugar y es impresionante.
Pero además, para los miembros del Opus Dei, cooperadores y amigos, aparte de todas las personas que tienen devoción al que fue Obispo Prelado del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo, es especial también ese lugar. Allí celebró su última Misa d. Álvaro en 1994. No había podido visitar nunca la Tierra de Jesús, y le hacía muchísima ilusión. Por fin, pudo realizar una peregrinación a Tierra Santa como regalo que le hicimos sus hijos por su 80 cumpleaños. La última Misa de su vida fue en Tierra Santa, precisamente en el lugar de la institución de la Eucaristía. Por la tarde volvería a Roma, y esa misma noche falleció. El Papa Juan Pablo II recordó la gracia de Dios tan grande que había recibido d. Álvaro, de poder celebrar la última Misa de su vida en el Cenáculo. Ahora está abierto su proceso de Beatificación.
En cualquier caso el "Cenacolino" es un lugar que hay que visitar. Al menos para hacer la visita al Santísimo, pues allí está -reservado en el Sagrario- el mismo Jesucristo, con su Cuerpo y con su Sangre.
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