Se acerca la Navidad. Momento muy especial en Tierra Santa, recordando la venida de nuestro Dios al mundo. Jesús va a nacer. Y, una semana antes –más o menos por los días del año en los que estamos- María y José se llevan el gran susto. Tienen que ir a empadronarse a Belén. A la Virgen le queda una semana para dar a luz, y no es el mejor momento para viajar. Hoy quería escribir una entrada acerca de aquel viaje en el que cruzaron de norte a sur el país, que nos ayude a acompañar con la imaginación en estos días a la Sagrada Familia camino de Belén.
Había por aquel entonces tres posibles caminos para ir desde Nazaret hasta Belén: el más directo era a través de los montes de Samaría; un segundo camino que se hacía dando un pequeño rodeo y bordeando el jordán; el tercero posible era recorriendo la costa del Mediterraneo. Empezaremos por este último camino de la costa. Era la llamada Via Maris, una calzada antigua que había sido remozada por los romanos para permitir que circulasen por ella personas y carromatos de carga. Se podía pasar por Cesarea Marítima, que ya visitamos hablando de San Pablo en una entrada reciente. Se pasaba por Joppe y Lida para llegar finalmente a Jerusalén. Este camino, aunque dispusiera de buenas condiciones para el viaje, no era casi utilizado por los judíos de Jerusalén, pues cruzaba por regiones pobladas casi totalmente por gentiles de cultura griega o romana. El último tramo iba por vaguadas y desfiladeros que podrían ser peligrosos, sobre todo por los bandidos al acecho de los peregrinos.
El camino a través de Samaría. Bajaba desde Nazaret hasta el valle del Esdrelón. Era la via más corta para llegar a Jerusalén. Se dejaba atrás el monte Tabor, y se enfilaba un camino de rango secundario en la red romana de comunicaciones, pero que era transitado desde hacía más de mil años por pastores y caravanas. El camino discurre a veces a través de desfiladeros. El viaje a pie por estos montes es duro. Hacia el centro de Samaría se llega a la aldea de Sicar, entre los montes Ebel y Garizim, junto a la antigua ciudad de Siquem. La comarca estaba muy paganizada, y los samaritanos eran enemigos acérrimos de los judíos, por lo que no facilitaban la hospitalidad, especialmente si eran peregrinos que se dirigían a Jerusalén. Por ello tampoco era un camino muy frecuentado por judíos.
Parece que la mayor parte de los galileos que se desplazaban a la Ciudad Santa, seguían el camino que iba por el este, siguiendo el curso del río Jordán. Son unos 150 kilómetros que se realizaban andando o en asno. Resultaban viajes muy duros, sobre todo debido a la aridez del terreno por el que discurre el sendero. Se viajaba junto a los meandros que rodean el río Jordán, hasta cerca de su desembocadura en el mar Muerto. Seguirían probablemente la orilla izquierda, por la Transjordania, ya que ésta formaba parte –como Galilea- de la tetrarquía de Antipas, de manera que así se ahorrarían trámites administrativos. Casi 100 kilómetros de descenso por la depresión del Jordán, hasta llegar al precioso oasis de Jericó, que se encuentra a más de 300 metros bajo el nivel del mar. Ahí ya estaban a las puertas de Judea y cerca de la Ciudad Santa. En Jerusalén hay una calle que se llama Deer Betlehem, y que era la que habitualmente se recorría para llegar a Belén.
Ayuda recordar al recorrer estos caminos -ya sea desde el mar Muerto hasta Jerusalén, o desde Jerusalén hasta Belén- pensar que por allí pasaron la Virgen –con Jesús en su vientre- y San José camino de la ciudad donde nacería nuestro Señor.
Había por aquel entonces tres posibles caminos para ir desde Nazaret hasta Belén: el más directo era a través de los montes de Samaría; un segundo camino que se hacía dando un pequeño rodeo y bordeando el jordán; el tercero posible era recorriendo la costa del Mediterraneo. Empezaremos por este último camino de la costa. Era la llamada Via Maris, una calzada antigua que había sido remozada por los romanos para permitir que circulasen por ella personas y carromatos de carga. Se podía pasar por Cesarea Marítima, que ya visitamos hablando de San Pablo en una entrada reciente. Se pasaba por Joppe y Lida para llegar finalmente a Jerusalén. Este camino, aunque dispusiera de buenas condiciones para el viaje, no era casi utilizado por los judíos de Jerusalén, pues cruzaba por regiones pobladas casi totalmente por gentiles de cultura griega o romana. El último tramo iba por vaguadas y desfiladeros que podrían ser peligrosos, sobre todo por los bandidos al acecho de los peregrinos.
El camino a través de Samaría. Bajaba desde Nazaret hasta el valle del Esdrelón. Era la via más corta para llegar a Jerusalén. Se dejaba atrás el monte Tabor, y se enfilaba un camino de rango secundario en la red romana de comunicaciones, pero que era transitado desde hacía más de mil años por pastores y caravanas. El camino discurre a veces a través de desfiladeros. El viaje a pie por estos montes es duro. Hacia el centro de Samaría se llega a la aldea de Sicar, entre los montes Ebel y Garizim, junto a la antigua ciudad de Siquem. La comarca estaba muy paganizada, y los samaritanos eran enemigos acérrimos de los judíos, por lo que no facilitaban la hospitalidad, especialmente si eran peregrinos que se dirigían a Jerusalén. Por ello tampoco era un camino muy frecuentado por judíos.
Parece que la mayor parte de los galileos que se desplazaban a la Ciudad Santa, seguían el camino que iba por el este, siguiendo el curso del río Jordán. Son unos 150 kilómetros que se realizaban andando o en asno. Resultaban viajes muy duros, sobre todo debido a la aridez del terreno por el que discurre el sendero. Se viajaba junto a los meandros que rodean el río Jordán, hasta cerca de su desembocadura en el mar Muerto. Seguirían probablemente la orilla izquierda, por la Transjordania, ya que ésta formaba parte –como Galilea- de la tetrarquía de Antipas, de manera que así se ahorrarían trámites administrativos. Casi 100 kilómetros de descenso por la depresión del Jordán, hasta llegar al precioso oasis de Jericó, que se encuentra a más de 300 metros bajo el nivel del mar. Ahí ya estaban a las puertas de Judea y cerca de la Ciudad Santa. En Jerusalén hay una calle que se llama Deer Betlehem, y que era la que habitualmente se recorría para llegar a Belén.
Ayuda recordar al recorrer estos caminos -ya sea desde el mar Muerto hasta Jerusalén, o desde Jerusalén hasta Belén- pensar que por allí pasaron la Virgen –con Jesús en su vientre- y San José camino de la ciudad donde nacería nuestro Señor.
1 comentario:
esa última reflexión es la q me hago cuando visito su blog
x ahí pasó Jesús
allí paró o habló o dijo las bienaventuranzas.
quiero ir y estar en el Calvario en comunión dentro de Jesús.
saludos desde España.
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