Espero que esta sea la última entrada que escribo sobre la guerra de Gaza. En una carta que escribió el párroco abuna Manuel los últimos días del ataque militar, contaba la tragedía que estaban sufriendo. En esta foto aparece celebrando la Misa de difuntos, ofrecida también de manera especial por la niña cristiana de su colegio fallecida hace unos días, y por un joven cristiano de la parroquia muerto recientemente. Recojo algunos párrafos de una de las cartas que escribió: "Desde el valle de las lágrimas, desde Gaza bañada en su sangre, una sangre que ha sofocado la felicidad en el corazón de un millón y medio de habitantes, os dirijo estas palabras de fe y esperanza. No utilizaré la palabra "amor", esa palabra se ha quedado atragantada incluso en nuestras gargantas de cristianos. Los sacerdotes de la Iglesia levantan el estandarte de la esperanza para que Dios se apiade y compadezca de nosotros dejando para Él un resto en Gaza, y de esta forma no se apague la lámpara del cristianismo que encendió, en los comienzos de la Iglesia, el diácono Felipe. Que la compasión de Cristo eleve nuestro amor a Dios, aunque en estos momentos se encuentre en un "estado crítico". Desde mi corazón de sacerdote y párroco os pido que recéis por el alma de nuestra hija, nuestra querida hija de la escuela de la Sagrada Familia, la primera cristiana fallecida en esta guerra: Cristina Wadi al-Turk. Murió la mañana del sábado 2 de enero de 2009 a causa del miedo y del frío. Las ventanas de su casa estaban abiertas para proteger a los niños del efecto de la onda expansiva en los cristales. Los cohetes pasaban por encima de su casa, afectando a todos los vecinos y haciendo que todo se moviera amenazadoramente. No pudo soportar todo eso y se fue a quejarse al Creador y a pedirle una nueva casa y un refugio donde no hubiera llanto ni cohetes, ni gemidos sino alegría y felicidad. Queridos hermanos en Cristo, lo que veis en vuestras pantallas de televisión y lo que oís no es en absoluto todo el sufrimiento real por el que está pasando nuestro pueblo de Gaza. Ni la televisión ni la radio pueden transmitir en toda su amplitud lo que está pasando en nuestra tierra. (...) Las casas de la gente sufren graves daños y muchos de los niños fallecidos lo son por este motivo. Nuestros niños viven en un estado constante de pánico y terror, y esto les hace enfermar. Esto y la falta de alimentos, la mala alimentación, la pobreza, el frío... La tragedia que se vive en los hospitales es crítica. En estos hospitales no había, antes de la guerra, dispositivos de urgencias, y ahora se ven desbordados por miles de heridos, enfermos y por estos acontecimientos, hasta tal punto que las operaciones se realizan en los pasillos de los hospitales. Muchos de los heridos se envían por el paso de Rafah hacia Egipto, pero el que consigue pasar no vuelve, pues la mayoría mueren por el camino. La gente en los hospitales está asustada, triste, rozando casi la histeria".
En la última carta contaba lo que estaban sufriendo una vez terminada la guerra. Los muertos en la ofensiva superaban cuando la escribió los 1.300, de los que más de 420 eran niños, 108 mujeres, 120 ancianos, 14 personal sanitario y 4 periodistas. Los heridos superan los 5.450, dos terceras partes de los cuales son civiles. “Estamos viviendo como los primeros cristianos, nuestra gente está viviendo un periodo de grandes persecuciones, persecuciones que dejarán testimonio a las futuras generaciones como una prueba de la fe, de la esperanza y del amor de esta gente. Ahora muchas personas se refugian en la escuela de Unrwa (Agencia de las Naciones Unidas para la asistencia de prófugos palestinos) donde esperaban estar seguros. Pero con 50-60 personas por habitación, la falta de electricidad, agua, camas y alimento, y de un lugar donde lavarse, las condiciones de vida son terribles (…) Nuestra parroquia ha perdido también a Naseem Saba, un católico de 26 años (…) En nombre de la gente de Gaza os queremos decir gracias, amigos de todo el mundo, por vuestra oración incesante y por la ayuda que necesitamos urgentemente y que esperamos llegue rápido. Agradecemos a su santidad Benedicto XVI por haber seguido invocando la paz en Oriente Medio y por su generosa ayuda a los pobres de Gaza. Agradecemos a todos y os recordamos en nuestras oraciones”.
Párroco de Gaza, abuna Manuel Musállan.
1 comentario:
cuanto llanto cuanto dolor , Padre gracias por su labor, el dejarnos ver el dolor y pensamos Dios mio como podemos nosotros hacernos tanto daño. Pero Dios sabe hasta cuando, Jesus dijo qeu amor era la palabra y que mal que amor no nos damos, vivimos en lucha y llanto
que dolor, que impotencia,solo dire Paz para Gaza
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