sábado, 14 de febrero de 2009

Un día con el párroco de Bet Yala

La pasada semana estuve en Bet Yala ayudando al sacerdote de la parroquia que está junto al Seminario. Bet Yala es un pueblo que está colindante a Belén. No es fácil distinguir donde termina uno y empieza el otro. Se me ocurrió una posibilidad para aprender árabe que era pasar días completos en la parroquia. Hablé con abuna Nidál, el párroco, y le pareció muy bien la idea. Le acompañaría a todo lo que hiciera. Llegué el viernes a las 10.00 y organizamos el día. Por supuesto hablamos todo el rato en árabe. Después de hacer el plan salimos a las visitas. Primero fuimos a una casa muy sencilla. Estaban allí una madre y su hija, y bendijimos la casa. Insistieron en que nos quedáramos pero teníamos muchas visitas que hacer. Después fuimos al hospital. Allí recorrimos distintas habitaciones visitando enfermos. Cuando veían llegar al sacerdote se les iluminaba la cara. Estábamos un rato con cada uno, el sacerdote hablaba con ellos, y luego rezábamos una oración todos juntos. Finalmente les daba la bendición. Estuvimos en cuatro o cinco habitaciones. Luego por la tarde volvería –ya sin mí- al hospital. Después fuimos a la casa de un hombre anciano, tendría casi 90 años. Estaba muy solo. No tenía compañía, ni la ayuda de nadie, ni dinero. Solo un familiar le llevaba algo una vez a la semana. Respiraba con dificultad –debía tener muy débil el corazón-, y nos contó en la media hora que estuvimos sus penalidades, en algunos momentos llorando. Nos enseñó el mal estado de la casa, y nos agradeció mucho la visita. Abuna Nidal le animó, y le dejó algo de dinero. Antes de comer tuvimos una reunión con las monjas que atienden la parroquía –se llaman las monjas del rosario- para preparar la Misa con los niños del siguiente domingo. Luego nos fuimos a comer. Ya me empezaba a doler la cabeza del esfuerzo por hablar árabe. Fuimos a un restaurante muy sencillo y hablamos de muchas cosas, sobre todo de nuestra vida sacerdotal. Al volver a la casa rezamos y nos preparamos para la Misa que fue a las 17.00. Al terminar la ceronia un chico de unos 30 años me pidió oraciones para que encontrara trabajo. Le dije que rezaría por él y le di una estampa de san Josemaría en árabe, para que le pidiera el favor. También me contó que tenía un amigo joven que era musulmán. Con el trato, a través de la amistad, había conseguido que se interesara por el cristianismo y, finalmente, que se bautizara como católico. Pero su amigo tenía ahora grandes dificultades. Su madre había muerto y su padre se había alejado de él. La casa pequeñísima en la que vivía se había quemado por completo, y vivía provisionalmente en casa de otro amigo. Me contaba que él le había dado la mitad de su ropa, pues se había quedado sin nada. Le prometí oraciones también por su amigo. Después estuve en una reunión del párroco con señoras de la parroquia, en la que hablaron de varias actividades apostólicas y programaron la fecha del siguiente retiro mensual. A las 19.00 me fui, no sin antes agradecerle al párroco su amabilidad. Ese fue mi intenso día en la parroquia. Me edificó mucho la preciosa labor que este sacerdote hace, y me encantó colaborar con él. Lo haré más veces, pues creo que también supuso un fuerte impulso en mi aprendizaje del árabe.

6 comentarios:

Juanluís dijo...

Una gran cura de humildad para nosotros, los del "primer mundo". Muchas gracias por la entrada; me acordaré de las intenciones.

Chuli dijo...

Aparecí aquí y después de estas semanas, creo que ha sido la providencia quien me ha traído...
¡¡Me alegra mucho!!

He leído varios de las entradas, y he de decir que estoy impresionada.

Me pasaré a menudo por aquí.

Paz y bien!

Unknown dijo...

Estuve en en Enero en Bet Yala, y puedo imaginarme las situaciones que describe. Buena gente, pobre gente.

Anónimo dijo...

Cuente con nuestras oraciones por sus amigos, los amigos de sus amigos... ¡y por usted!

Raúl Cremades dijo...

Muy interesante, don Santiago, la vida cotidiana de un sacerdote en Tierra Santa. Ánimo con el árabe.
Un abrazo.
Raúl Cremades.

Anónimo dijo...

increible lo que pasa la gente por ahí, vaya experiencias debe ser vivir todo eso, lo que mas pena me da es la soledad de algunas personas, eso es lo mas triste de todo...
gracias por acercarnos a las gentes de allí