sábado, 29 de enero de 2011

No jurar por la cabeza

“No juréis en absoluto; ni por el Cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes volver blanco o negro ni un solo cabello” (Mt 5, 34-36).
Este párrafo del Señor viene muy a cuento en los tiempos que corren. Se oye con mucha frecuencia a la gente jurar sin ton ni son, de jurar por cualquier tontería. Y el Señor lo dice claramente: "No juréis en absoluto". Y es que la definición de jurar según la Real Academia de la Lengua Española es: "Afirmar o negar algo, poniendo por testigo a Dios, o en sí mismo o en sus criaturas". Esto estaría bien explicárselo a la gente cuando oímos que juran sin inmutarse.
Pero me quería fijar más bien en la segunda parte del párrafo, cuando dice: "Tampoco jures por tu cabeza..." ¿Por qué habla el Señor de jurar por la cabeza? Esto es muy semítico. En las culturas de estas tierras, sobre todo en la cultura árabe y hebrea antigua había muchas expresiones que se referían a la cabeza. Hoy en día, por lo menos en la lengua árabe, sigue habiendo muchas: si no es verdad, que se me caiga la cabeza. Lo juro sobre la cabeza de mis hijos. Que viene a querer decir: si no es verdad, si no es así, te entrego la cabeza de mis hijos, o puedes matar a mis hijos...
Las palabras más usadas en árabe sobre la cabeza son la expresión ala rasi: sobre mi cabeza. Mientras lo dicen, ponen su mano derecha con la palma extendida sobre la cabeza, queriendo decir: esto te lo digo por encima de mi cabeza, o pongo mi cabeza si no es verdad.
Así se entiende porqué el Señor dice que no juremos por nada, y especifica más en concreto: ni tampoco por vuestra cabeza.