Santa María, huerto cerrado. Lejos estaba de pensar que había un lugar en Tierra Santa que se refiriera a esta alabanza a Nuestra Señora. Me encontré con este lugar en una excursión que hice con unos amigos cerca de Belén. Primero visitamos las llamadas “piscinas o estanques de Suleimán”. Son 3 grandísimos embalses para recoger y almacenar el agua que baja de las montañas de Judea, y que también llegan hasta Belén. No se conoce con seguridad ni el origen histórico de estos estanques, ni el destino primero de sus aguas. Herodes ya se sirvió de ellos para el aprovisionamiento de agua en su fortaleza y poblado del Herodion. Estas piscinas miden cada una 100 metros de ancho, por 200 o 300 metros de largo. Están vacías pues hasta hace dos semanas hemos tenido pocas lluvias. Alrededor se encuentran fuentes de agua natural muy buena. Están los 3 estanques a lo largo de un valle, que desemboca a 2 kilómetros en un huerto grande. El lugar es muy fértil, y al lado del huerto hay un Monasterio precioso que se llama Hortus conclusus o Nuestra Señora del huerto cerrado. El nombre está inspirado en el Cantar de los Cantares (4, 2) “Eres Jardín cerrado, hermana mía, esposa, eres jardín cerrado, fuente sellada”. Se encuentra al lado del pueblo Artás. Estuvimos en el Monasterio y una monjita muy menudita nos explicó que eran las únicas cristianas del lugar, pues el pueblo que está enfrente es totalmente musulmán. Esta es la foto de la imagen de la Virgen que hay fuera del Monasterio, y la vista del pueblo de Artás que se divisa desde allí. Nos contó la monjita que el monasterio lo hizo construir un uruguayo, Mons. Mariano Soler, Obispo de Montevideo, quien recibió para ello mucha ayuda del pueblo argentino. Lo atienden ellas, las religiosas de las hijas de María Santísima del Huerto, desde 1901. El proyecto del Santuario fue una obra bendecida y aplaudida por el Papa León XIII. Mons. Soler compró el terreno en 1894, y construyó allí el templo dedicado a la Virgen María y las instalaciones del Convento y de las obras de Caridad a él anejas. Allí educan a las niñas y cuidan a los enfermos, entre otros menesteres.
Mons. Soler cuenta que una vez al escuchar la antífona “Hortus Conclusus, oh María…" exclamó: -"He aquí la sede clásica, propia y natural de María del Huerto. Este lugar la reclama como su más hermoso símbolo”.