sábado, 1 de septiembre de 2012

Iglesia de san Juan Bautista. Ayn Karem

"Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan". Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre". Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.  Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él. Entonces Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente. "Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas, para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian. Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos, lo sirvamos en santidad y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida. Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz". El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel". (Lc 1, 57-80).
La iglesia está construida en el lugar tradicional de la casa de Zacarías e Isabel, padres de Juan Bautista, y sobre restos de la iglesia bizantina del siglo IV. Fue levantada por los cruzados y restaurada por los franciscanos en 1675.

Bajo el pórtico puede verse, a través de una rejilla, una especie de cripta en donde se conserva un mosaico bizantino, que tiene reproducida la aclamación: ”Salud, mártires de Dios”, que podría aludir a los monjes asesinados por los samaritanos en la sublevación del siglo VI.

La iglesia es de tres naves y cúpula en el crucero. En la capilla situada al fondo de la nave norte hay una gruta que se cree fue parte de la casa de Zacarías e Isabel. Debajo del altar puede leerse una inscripción latina, que traducida dice así:”Aquí nació el Precursor de Dios”. Los muros de la iglesia están recubiertos de azulejos de la Comunidad Valenciana, traídos durante el reinado de Isabel II. Los lienzos que decoran los muros son pintura española de distintas escuela. Sobresale el cuadro que representa la degollación de Juan Bautista, de Ribalta, encima de la puerta de la sacristía; la gran cantidad de obras españolas se debe a que este santuario fue propiedad de España hasta 1980, cuando el gobierno lo cedió a la Santa Sede. Recientemente se ha descubierto una cueva que formó parte de un complejo sistema de agua del siglo VIII a.C., consistente en un gran depósito de agua, o cisterna de 20 metros de profundidad, revocado, tres piscinas al aire libre…
Se cree que se reutilizó como lugar de culto donde se bautizaba en el siglo I siguiendo un ritual; es decir, desde Juan Bautista hasta el siglo II. Más tarde, según los investigadores, se estableció allí una comunidad de monjes que perpetuó la memoria del Bautista, por lo que recibe el nombre de Cueva de Juan Bautista. Como alusivo al Bautista se interpreta un grafito donde aparece un personaje con nimbo en torno a la cabeza, un bastón en la mano izquierda y la mano derecha alzada en ademán de proclamación. Puede considerarse un paralelo iconográfico otro grafito hallado en Nazaret, donde el personaje considerado como el de Juan Bautista, tiene en la mano un estandarte con la cruz cósmica. En el patio exterior de la Iglesia puede verse, escrito en multitud e idiomas, el Benedictus (la oración que recitó Zacarías cuando recuperó el habla, después del nacimiento de su hijo Juan).
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