sábado, 15 de junio de 2013

Tabga, lugar del Primado de Pedro


Tabgha. Se trata de un paraje situado a tres kilómetros al oeste de Cafarnaún, que se extiende por unas pocas hectáreas desde la orilla del lago tierra adentro, hacia las colinas que lo rodean. El nombre parece una derivación árabe del original bizantino Heptapegon, que significa en griego “siete fuentes”: se debe a los manantiales que existían entonces, y que siguen activos todavía hoy. Según la tradición de los cristianos que habitaron aquella zona ininterrumpidamente desde los tiempos de Jesús, allí habría multiplicado los cinco panes y los dos peces para dar de comer a una multitud (Cfr. Mt 14, 13-21; Mc 6, 32-44; Lc 9, 12-17; Jn 6, 1-15); allí habría pronunciado el Discurso de la Montaña que comienza con las Bienaventuranzas (Cfr. Mt 5, 1-11; Lc 6, 17-26); y allí se habría aparecido a los Apóstoles después de resucitado, cuando propició la segunda pesca milagrosa y confirmó a san Pedro como primado de la Iglesia (Cfr. Jn 21, 1-23). Apenas unos cientos de metros separan los tres lugares donde se sitúan estos episodios de la vida del Señor.


Un texto atribuido a la peregrina Egeria, quien visitó Palestina en el siglo IV, nos ofrece un testimonio elocuente de la memoria cristiana sobre Tabgha: «no lejos de Cafarnaún se ven los peldaños de piedra sobre los cuales se sentó el Señor. Allí, junto al mar se encuentra un terreno cubierto de hierba abundante y muchas palmeras y, junto al mismo lugar, siete fuentes manando de cada una de ellas agua abundante. En este lugar el Señor sació una multitud con cinco panes y dos peces. La piedra sobre la cual Jesús depositó el pan ha sido convertida en un altar. Junto a las paredes de aquella iglesia pasa la vía pública, donde Mateo tenía su telonio. Sobre el monte vecino hay un lugar donde subió el Señor para pronunciar las Bienaventuranzas» (El texto aparece en el Liber de Locis Sanctis, escrito por el monje de Montecassino san Pedro Diácono en 1137).


Centraremos nuestra atención en el primer sitio enumerado por Egeria: «los peldaños de piedra sobre los cuales se sentó el Señor». Según esta tradición, se refieren al sitio desde el que Jesús habría indicado a los de la barca que echaran la red a su derecha, durante la aparición del Señor resucitado que narra san Juan al final de su evangelio: “Estaban juntos Simón Pedro y Tomás —el llamado Dídimo—, Natanael —que era de Caná de Galilea—, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Les dijo Simón Pedro: —Voy a pescar. Le contestaron: —Nosotros también vamos contigo. Salieron y subieron a la barca. Pero aquella noche no pescaron nada. Cuando ya amaneció, se presentó Jesús en la orilla, pero sus discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús. Les dijo Jesús: —Muchachos, ¿tenéis algo de comer? —No —le contestaron. Él les dijo: —Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y casi no eran capaces de sacarla por la gran cantidad de peces. Aquel discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: —¡Es el Señor! Al oír Simón Pedro que era el Señor se ató la túnica, porque estaba desnudo, y se echó al mar. Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra, sino a unos doscientos codos, arrastrando la red con los peces. Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez encima y pan. Jesús les dijo: —Traed algunos de los peces que habéis pescado ahora. Subió Simón Pedro y sacó a tierra la red llena de ciento cincuenta y tres peces grandes. Y a pesar de ser tantos no se rompió la red. Jesús les dijo: —Venid a comer. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Tú quién eres?», pues sabían que era el Señor. Vino Jesús, tomó el pan y lo distribuyó entre ellos, y lo mismo el pez. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de resucitar de entre los muertos”


El relato de Egeria no afirma que existiera una iglesia en la orilla donde se apareció Jesús, pero un texto tardío -de los siglos X-XI- atribuye a la emperatriz santa Elena la construcción de un santuario dedicado a los Apóstoles en el lugar donde el Señor comió con ellos. Algunos documentos a partir del siglo IX lo denominan indistintamente ‘Mensa, Tabula Domini’, de los Doce Tronos o de los Carbones, nombres todos que rememoran aquel almuerzo. Por un testimonio de la Edad Media, sabemos también que el templo estaba dedicado en particular al Príncipe de los Apóstoles: «al pie del monte está la iglesia de san Pedro, muy hermosa pero abandonada», afirma el peregrino Saewulfus en 1102 (Saewulfus, Relatio de peregrinatione ad Hierosolymam et Terram Sanctam). Tras diversas vicisitudes, fue definitivamente destruida en 1263. La actual, levantada por los franciscanos en 1933 sobre los cimientos de la antigua capilla, se llama iglesia del Primado para recordar el sitio donde Jesús confirmó a Pedro como pastor supremo de la Iglesia

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