El Papa Francisco recibió el 24 de junio en audiencia a 30 miembros de la Delegación del Comité Judío Internacional para Consultas Interreligiosas. Recordó que los 21 encuentros anteriores ayudaron a reforzar la recíproca comprensión y los lazos de amistad entre judíos y católicos. Este es el primer encuentro del Papa Francisco desde su nombramiento con un grupo oficial de representantes de organizaciones y comunidades judías. El Pontífice dijo que la Declaración 'Nostra Aetate' del Concilio Ecuménico Vaticano II representa para la Iglesia católica "un punto de referencia fundamental con respecto a las relaciones con el pueblo judío".
"A través de las palabras del texto conciliar -dijo el Papa- la Iglesia reconoce que 'los inicios de su fe y de su elección se encuentran, según el misterio divino de la salvación, en los Patriarcas, en Moisés y en los Profetas'. Respecto al pueblo judío, el Concilio recuerda las enseñanzas de San Pablo: 'los dones y la llamada de Dios son irrevocables', y asimismo condena firmemente los odios, las persecuciones, y todas las manifestaciones de antisemitismo. ¡Por nuestras raíces comunes, un cristiano no puede ser antisemita!"
El Santo Padre mencionó que los principios fundamentales de la Declaración fueron señalado un camino de "mayor conocimiento y comprensión recíproca entre judíos y católicos" al cual sus predecesores han dado un "notable impulso" tanto mediante gestos especialmente significativos como a través de la elaboración de documentos que han profundizado la reflexión sobre los fundamentos teológicos de las relaciones.
"Esto -afirmó el Papa Francisco- representa solamente la parte más visible de un vasto movimiento que se ha realizado a nivel local un poco en todo el mundo, y de los que yo mismo soy testigo. Durante mi ministerio como Arzobispo de Buenos Aires he tenido la alegría de mantener relaciones de sincera amistad con algunos exponentes del mundo judío. Hemos conversado a menudo acerca de nuestra respectiva identidad religiosa, de la imagen del hombre contenida en las Escrituras, las modalidades para mantener vivo el sentido de Dios en un mundo secularizado".
"Me he confrontado con ellos en diversas ocasiones sobre los desafíos comunes que tienen judíos y cristianos. Pero sobre todo, como amigos, hemos gustado el uno la presencia del otro, nos hemos enriquecido recíprocamente en el encuentro y en el diálogo, con una actitud de acogida recíproca y esto nos ha ayudado a crecer como hombres y como creyentes."
"Estas relaciones de amistad constituyen en ciertos aspectos la base del diálogo que se desarrolla en el plano oficial", dijo el Papa animando a los presentes a seguir su camino, "tratando -como están haciendo- de involucrar a las nuevas generaciones. La humanidad necesita de nuestro común testimonio a favor del respeto de la dignidad del hombre y de la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, y a favor de la paz que, ante todo, es un don suyo".
"A través de las palabras del texto conciliar -dijo el Papa- la Iglesia reconoce que 'los inicios de su fe y de su elección se encuentran, según el misterio divino de la salvación, en los Patriarcas, en Moisés y en los Profetas'. Respecto al pueblo judío, el Concilio recuerda las enseñanzas de San Pablo: 'los dones y la llamada de Dios son irrevocables', y asimismo condena firmemente los odios, las persecuciones, y todas las manifestaciones de antisemitismo. ¡Por nuestras raíces comunes, un cristiano no puede ser antisemita!"
El Santo Padre mencionó que los principios fundamentales de la Declaración fueron señalado un camino de "mayor conocimiento y comprensión recíproca entre judíos y católicos" al cual sus predecesores han dado un "notable impulso" tanto mediante gestos especialmente significativos como a través de la elaboración de documentos que han profundizado la reflexión sobre los fundamentos teológicos de las relaciones.
"Esto -afirmó el Papa Francisco- representa solamente la parte más visible de un vasto movimiento que se ha realizado a nivel local un poco en todo el mundo, y de los que yo mismo soy testigo. Durante mi ministerio como Arzobispo de Buenos Aires he tenido la alegría de mantener relaciones de sincera amistad con algunos exponentes del mundo judío. Hemos conversado a menudo acerca de nuestra respectiva identidad religiosa, de la imagen del hombre contenida en las Escrituras, las modalidades para mantener vivo el sentido de Dios en un mundo secularizado".
"Me he confrontado con ellos en diversas ocasiones sobre los desafíos comunes que tienen judíos y cristianos. Pero sobre todo, como amigos, hemos gustado el uno la presencia del otro, nos hemos enriquecido recíprocamente en el encuentro y en el diálogo, con una actitud de acogida recíproca y esto nos ha ayudado a crecer como hombres y como creyentes."
"Estas relaciones de amistad constituyen en ciertos aspectos la base del diálogo que se desarrolla en el plano oficial", dijo el Papa animando a los presentes a seguir su camino, "tratando -como están haciendo- de involucrar a las nuevas generaciones. La humanidad necesita de nuestro común testimonio a favor del respeto de la dignidad del hombre y de la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, y a favor de la paz que, ante todo, es un don suyo".
Aciprensa.com
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