En el centro de la explanada de las mezquitas, la cúpula se eleva unos 30 metros de altura sobre la Roca. Está situada sobre un tambor cilíndrico que descansa sobre cuatro pilares separando arcadas de tres arcos. Alrededor de la cúpula fue colocada una construcción octogonal dividida en dos naves por una corona de ocho pilares, separados asimismo por arcadas. Cuatro portales se abren a los cuatro puntos cardinales, y permiten el acceso al interior del edificio. La luz penetra en el interior gracias a dieciséis ventanales abiertos en el tambor, y las cuarenta ventanas (cinco sobre cada lado) que circundan la base octogonal del edificio.
La ornamentación interior, que prácticamente conserva su estado original, resulta impresionante. Las zonas bajas están revestidas de magníficas piedras decoradas con motivos animados. Encima, las paredes se hallan revestidas de mosaicos con fondo de oro representando un jardín maravilloso. Los árboles representados por hojas de acanto y otros motivos vegetales, están cargadas de frutas y de joyas. Hasta los arquitrabes llevan un revestimiento de bronce decorado según el modelo antiguo con palmeras, acanto y uva.
Por primera vez en un edificio islámico se encuentra una inscripción monumental en escritura cúfica y que, como una cinta de mosaico, envuelve las arcadas de la galería interior. Todos los textos proceden del Qur’ân, pero su selección es poco corriente. Debe ponerse en relación con la función particular de la Roca, y con su situación en la "ciudad santa" de los judíos, así como su proximidad inmediata de los santuarios cristianos. Hallamos citas del Qur’ân presentando a Muhammad como "el sello de la Profecía", continuador de todos los profetas. Un extracto particularmente largo trata de Issa y de Maryam, seguido de una exhortación a abrazar el Islam. Todos los textos hacen referencia a la función del edificio: situado en el centro de Jerusalén, tan vinculado al cristianismo y al judaísmo, la cúpula de la Roca tenía que subrayar la magnificencia del Islam.
La inscripción se acaba con esta datación: "Esta cúpula fue elevada por Addal-lâh (el servidor de Al-lâh) el Imán al-Mamun, el comendador de los creyentes en el año 72. ¡Que Al-lâh tenga por bien aceptarlo!" Esta última parte del texto es un enigma, porque el nombre del califa y la fecha no concuerdan: se trata de una falsificación histórica. En el año 831 el califa abbasida al-Mamun procedió a numerosas transformaciones en la cúpula y no vaciló en borrar el nombre del que consideraba "falso califa" Abdel Malik, para sustituirlo por el suyo. Aunque, extrañamente, no rectificó la fecha de construcción, otorgando a esta inscripción un carácter anómalo, como si se nos quisiera indicar que toda temporalidad es susceptible de un nuevo ordenamiento, que acaba siendo superada por un contexto metahistórico.
Hemos hablado hasta aquí de la Roca como un edificio, y podríamos ahondar en las vicisitudes histórico-políticas que motivaron su construcción, incluso hablar de las disputas que aún hoy en día genera. La explanada de las mezquitas ha sido testigo de numerosos acontecimientos, pero nada equiparable en el sentir del musulmán al viaje nocturno. Desde aquí diremos que no importa el lugar geográfico, que la Roca es solo un símbolo, y como tal no debe ser motivo de "apropiación" política: debe permanecer abierto, no convertirse en templo.
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