domingo, 20 de julio de 2008

No sabía que eran santos, pero lo suponía

Hoy, si no fuera domingo, habría celebrado la Misa de san Elías, profeta. Y mañana, lunes, celebraré la de san Jeremías, profeta y martir. También -dentro de pocos días- el 29 de este mes, celebraremos aquí la Misa de san Lázaro y de sus hermanas, santa María y santa Marta.
Esta es una de las sorpresas de vivir en Tierra Santa: las Misas propias y tan especiales de estos lugares santos. Cuando vivía en Madrid o en Zaragoza, celebraba las Misas de santos locales, como san Isidro o san Valero. Pero los santos locales que aquí celebramos aparecen en el Antiguo y Nuevo Testamentos, y son muy conocidos en todo el mundo. Quizá no sabíamos que eran santos, aunque lo suponíamos. Por ejemplo los tres hermanos, amigos de Jesús, que acabo de mencionar. Me gustaría citar otros santos del Antiguo Testamento: san Moisés, legislador y profeta, el 4 de septiembre; san Isaías, profeta y martir, el 9 de marzo; san Eliseo, profeta, el 14 de junio; san David, rey, el 16 de diciembre; san Abraham, el 9 de octubre. También se celebra la memoria de los santos mártires Macabeos, el 3 de agosto.
Llama la atención también algunos santos que celebramos del Nuevo Testamento, como san José de Arimatea y san Nicodemo, el 31 de agosto. Da gusto celebrar el día de san buen ladrón, o más correctamente, el santo ladrón bueno, el 12 de octubre. O el día 16 del mismo mes la memoria de san Longínos, soldado y martir, que se convirtió al pie de la Cruz después de clavar la lanza en el costado del Señor.
Y es que en Tierra Santa uno se encuentra inmerso en la Bíblia con sólo abrir el calendario litúrgico.

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