"Decía también a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: "Va a llover", y así sucede. Y cuando sopla viento del sur, decís: "Viene bochorno", y así sucede» (Lc 12, 54-55)
Hamsín, significa 50 en árabe. Se les llama así a los vientos provenientes del desierto. Son días en que la ciudad aparece como nublada, pero no es porque haya nubes sino por este fenómeno atmosférico que llena de polvo el ambiente. Suele suceder en cambios de estaciones: entre el invierno y la primavera, o entre el otoño y el invierno. Aunque aquí muchas veces decimos que no hay primavera ni otoño: pasamos directamente del verano al invierno y al revés.
Hay distintas teorías de porqué se le llama Hamsín a este fenómeno. Algunos dicen que porque su duración es de 50 horas, un poco más de dos días. Efectivamente más o menos dura eso. Otros dice que porque suele haber unos 50 hamsín al año. Es verdad que hay muchos, pero tanto como 50, tengo mis dudas. Ahora mientras escribo esta entrada estamos en medio de un Hamsín. Lo notas también -sobre todo si es fuerte- en el picor de los ojos, en la nariz y hasta a veces en la boca. No es muy agradable porque sube la temperatura y hace bochorno. El año pasado hubo uno tan fuerte que mucha gente tuvo que ser hospitalizada con problemas respiratorios, especialmente algunas mujeres que estaban embarazadas. Termina con un viento suave, y le sigue un cierto clima fresco.
Todo el mundo sabe si hay hamsín o no, aunque ya la gente está acostumbrada. El Señor en el Evangelio recrimina a algunos el saber interpretar el tiempo, pero tantas veces son capaces de ver lo que es de justicia. Es justo dar gloria a Dios, pues Él nos ha dado la vida; es justo servir a los demás y pensar en ellos pues para eso hemos sido creados, para amar no para el egoismo. A lo mejor los hamsín para los que aquí vivimos pueden ser buenas industrias humanas que nos ayuden a recordar estas ideas tan importantes.
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