sábado, 15 de mayo de 2010

Iglesia del Pater Noster, posible lugar de la Ascensión

Unos metros más al norte, en el lugar donde se conserva el recuerdo de la Ascensión de Jesús, la rica y piadosa matrona romana, Pomenia, levantó un edificio octagonal, denominado Imbomon (en la colina), que fue destruido por los persas y reconstruido por los cruzados con el nombre de Iglesia de la Ascensión. Dentro del edículo estaba la piedra sobre la cual, según la tradición, se posaron los pies de Jesucristo. Con Saladino, en 1187, la iglesia fue transformada en mezquita, y hoy no quedan del antiguo edificio más que el edículo y algunos restos. En un lugar muy cercano, a unos 100 metros, sobre las ruinas de la basílica de la Eleona los cruzados erigieron la Iglesia del Pater Noster. En el claustro del actual convento carmelita, construido sobre las ruinas de la iglesia del s. IV, está escrito el Padrenuestro en muchas lenguas.
En la parte alta del Monte de los Olivos tuvo lugar la Ascensión del Señor y allí se encuentra la gruta y Basílica donde según la tradición Jesús enseñó a rezar el Padre Nuestro. La gruta está protegida a la sombra de un monasterio de Carmelitas de clausura, fundado en 1868 por la princesa de la Tour d'Auvergne, llamado Pater Noster. Según una tradición muy antigua, Jesús y sus apóstoles estuvieron repetidas veces en este lugar. La gruta está junto al camino que desde antiguo unía a Betania y Betfagé con Jerusalén. Según dicha tradición, Jesús instruyó aquí a sus apóstoles sobre muchas cosas y les enseñó el Padre Nuestro, además de hablarles del fin del mundo y la destrucción de Jerusalén. Desde aquí se veía perfectamente Jerusalén, antes de que se levantaran las construcciones que hay delante. El recuerdo debía ser fuerte para que santa Elena tomara la determinación de construir aquí una basílica el año 326, con el nombre de Eleona. Esta constaba de tres naves y estaba precedida de un gran atrio con cuatro pórticos y orientada hacia el este. La gruta quedó como cripta bajo el presbiterio de la basílica. La tradición de este lugar es constante. Los testimonios antiguos se han visto multiplicados desde la Edad Media. El lugar no ha cambiado pero sí desaparecieron las construcciones antiguas. La Eleona construida por decisión de Santa Elena, fue destruida por los persas en el año 614. No obstante, continuó el culto en la cripta, como consta por algunos testimonios posteriores. En el s. XII el peregrino ruso Daniel dice haber visitado, a la distancia de un tiro de piedra de la Ascensión, una gran iglesia bajo cuyo altar está la gruta donde Cristo enseñó a sus discípulos el Pater Noster». En 1345 el agustino Santiago de Verona encontró ya destruida la iglesia cruzada. Gracias a las excavaciones arqueológicas llevadas cabo en 1910 por los Padres Blancos, con la colaboración del dominico P. Vincent, de la Escuela Bíblica de Jerusalén, conocemos la planta de la primera basílica, la de Santa Elena, cuyos restos fueron recubiertos de nuevo. Únicamente en lo que fue la cripta pueden verse una parte de la antigua gruta del lado oeste, y restos de ábside de la cripta bizantina, del lado Este. En 1.920 se comenzó a construir una iglesia dedicada al Sagrado Corazón, que quedó sin terminar, pero que produjo algunos daños en la misma gruta y fue causa de que se mutilase el pórtico occidental del claustro del monasterio.
El recuerdo de la oración enseñada por el Maestro ha motivado que las paredes del claustro aparezcan cubiertas con la oración que nos enseño el Señor, escrita en la lengua nativa de un gran número de pueblos de todo el mundo. Es imposible saber exactamente el lugar de la Ascensión. Fue en la cima del monte de los Olivos, y este lugar está en lo más alto. Muy bien pudo ser aquí. En cualquier caso al mirar al cielo es fácil imaginarse al Señor subiendo, y recordar esas palabras que les dijo a los discípulos: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto» (Lc 24, 46-53).

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