Esta es la segunda lectura del VI domingo de Pascua. Podemos hablar de la ciudad de Jerusalén, que prefigura la Jerusalén Celeste, el Paraiso que nos espera si somos fieles. Esta ciudad es el punto central entre Europa, Asia y Africa: por Tierra Santa pasan todas las aves migratorias y por Tierra Santa pasó el hombre cuando salió de Africa: Rift valley. De la misma manera, Jerusalén se mostraba en los mapas de la Edad Media como el centro del mundo. Jerusalén es una ciudad de contrastes: aquí viven personas de distintos países. A la vez hay dos partes centrales y dos idiomas distintos: el hebreo y el árabe. Al Este se encuentra Palestina, y al Oeste Israel. Al Norte se encuentra la vertiente mediterránea y fértil, al Sur la vertiente seca y desértica. A la vez es Patria y Exilio. Patria, pues es el lugar ansiado por todos los judíos que
dicen cada año, en el laila seder : ha shaná habaá beyerushalayim. Patria también de todos los Palestinos que nacieron allí y llevan tantas generaciones en esta Tierra. Destierro a la vez, pues los Palestinos no tienen estado propio en Jerusalén, son apátridas en su ciudad. También destierro para muchos judíos, pues vienen de fuera, de otras tierras donde vivían.Es la ciudad de la paz (Urusalim: significado etimológico. También Melkisedek, ¨rey de justicia¨, rey de Salem), y la ciudad de la unión de los fieles (cfr. Isaías: todos los pueblos vendrán a Jerusalén) . Pero a la vez es la ciudad de la guerra y de la división religiosa.
Todo esto se junta en una sola ciudad. Como se puede apreciar, se trata de un lugar del mundo muy especial. Aprovecho la ocasión para pedir oraciones por esta ciudad, por la paz en este lugar, que prefigura la paz en el mundo.

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