¿Cómo se lee el Evangelio desde Tierra Santa?
El evangelio es la vida de Jesús. Sus palabras, leídas en cualquier lugar, nos ayudan a conocer cómo fue su existencia en la tierra. El Espíritu Santo siempre nos comunica luces para imitarla. Pero, además, es innegable que lo que nos narran los evangelios sucedió en un lugar concreto, y conocerlo enriquece mucho su lectura. Me atrevo a decir que, el evangelio desde Tierra Santa se puede llegar a ver más claro, porque la humanidad de Jesucristo no puede separarse de su tierra, del lugar concreto donde nació, vivió y murió.
¿Ha cambiado su forma de leer el evangelio desde que vive allí?
No solo ha cambiado mi forma de leer el evangelio, sino también de predicarlo. Ahora cuando leo o hablo de un pasaje concreto estoy contemplando el sitio: lo veo, he rezado allí, me he imaginado in situ lo que se cuenta en las páginas sagradas. Digamos que lo he vivido, y los hechos que uno experimenta quedan más profundamente grabados y se trasmiten con más fuerza. He estado en el lago de Tiberiades un día de tormenta, he visto las flores silvestres que adornan los caminos a las que se refería el Señor, he subido al monte Tabor y podido contemplar desde allí la impresionante vista del valle de Esdrelón. Eso se queda impreso en la memoria y, después, cuando relees los evangelios lo haces con otros ojos, con ojos que han visto.
¿Qué es lo que más le llamó la atención cuando llegó a Jerusalén?
Me acuerdo perfectamente, y eso que ya han pasado diez años. El día que llegué me parecía increíble estar entrando en la Ciudad Santa. Los árabes la llaman al-Quds: la Ciudad Santa, la ciudad por antonomasia. Eran todo edificios de color blanco y me sorprendió mucho la luz tan clara que había. Cuando entré por primera vez en mi casa, desde la ventana del cuarto pude contemplar la iglesia del Sepulcro y del Calvario a poco más de trescientos metros de distancia. Hace veinte siglos, en ese mismo lugar hacia donde dirigía la vista desde mi ventana, se hallaba Jesús muriendo en la Cruz. Me senté asombrado, tratando de caer en la cuenta de donde me encontraba, de lo que estaba viviendo. Hoy, eso mismo es lo que más me sigue impresionando de Jerusalén.
¿Qué es lo que más le gusta de Jerusalén?
Lo que más me gusta de la ciudad es la diversidad tan grande que existe en este lugar. Jerusalén es una ciudad de contrastes: aquí viven personas de distintos países, culturas, razas y religiones. Se puede decir que Jerusalén es un resumen del mundo. En estos años he hecho muy buenos amigos cristianos ortodoxos, protestantes, judíos, musulmanes, drusos… He tenido conversaciones con ellos interesantísimas. A todas esas personas se añaden los peregrinos de innumerables países que han ido pasando por aquí y a los que he podido conocer en estos años.
¿Cómo describiría a los cristianos de Jerusalén?
Los admiro mucho. Son muy pocos: entre cristianos ortodoxos y católicos en la ciudad de Jerusalén puede haber unos doce mil. Casi todos son árabes. En Jerusalén hay más de setecientos mil habitantes, de los cuales doscientos mil son árabes. Por tanto, de entre ellos, los cristianos constituyen una minoría. Viven con un sentido grande de misión. Se saben procedentes de los primeros cristianos, y son conscientes de que viven en la cuna del cristianismo. Valoro mucho su fortaleza. Tienen muchas dificultades, y las afrontan con mucho ánimo.
Le diría que si puede venir que lo haga, que no lo dude. No conozco a ningún peregrino que se haya arrepentido de esa peregrinación. Para un cristiano es el viaje de su vida. En Tierra Santa, mi experiencia como sacerdote me dice que hay mucha gracia de Dios. Los peregrinos que vienen perciben que el Señor les ha invitado a visitar los lugares donde nació, vivió, murió y resucitó, y reciben un fuerte impulso para su vida cristiana porque, en definitiva, el fin de nuestra vida no es otro que el de enamorarnos de Jesucristo. Aquí se toca por todos lados la vida del Señor. Un peregrino al regresar de su peregrinación decía: -“Después de estos días, para mí ya nada es lo mismo: he visto la casa de Jesús, su pueblo, su tierra”.
Una vez allí, ¿qué hay que hacer?
Disponerse lo mejor posible, preparando con oración esos días únicos. Al llegar se comprobará que en este lugar hay muchas posibles distracciones: es una tierra exótica, con muchas razas y culturas tan distintas a aquella de la que se procede. Por eso facilita proponerse interiorizar lo que se va a vivir, que no es otra cosa que un encuentro personal con el Señor, en particular en los lugares Santos. Y, más en concreto todavía, en el Calvario: pienso que es el lugar central de Tierra Santa.
Tengo entendido que la idea de este libro ha surgido de las muchas notas que ha ido escribiendo en su blog “Un Sacerdote en Tierra Santa” durante años: ¿Qué le motivo a abrir este blog? ¿A quién se dirige cuando lo escribe?
Llevaba unos meses viviendo en Tierra Santa y, poco a poco, comencé a darme cuenta de la tremenda riqueza que había en esta tierra. Pensé que todo lo que estaba viendo, los sucedidos, los pequeños descubrimientos que hacía, podían servir a tanta gente en todo el mundo interesada por Tierra Santa. Y que mejor instrumento que un blog para hacer esto. Así que empecé a publicar sin otra pretensión que acercar Tierra Santa a quien no tiene la posibilidad de visitarla, o ha venido pero desea seguir en contacto con estos lugares.
Pero eso no quiere decir que para leer el blog o interesarse por su contenido haya que ser cristiano. De los lugares Santos recojo su historia, la arquitectura de las distintas iglesias, los variados hallazgos arqueológicos de cada sitio. Y también escribo sobre el judaísmo, el islam, los drusos… Hablo de sus culturas, costumbres, etc.
¿En qué se diferencia este libro de los muchos otros con los que comparte la misma temática?
Esta fue la pregunta que yo me hice cuando me plantee empezar a escribir el libro. ¿Va a aportar algo novedoso? Porque si no, para eso no hago el esfuerzo y pierdo el tiempo. Llegué pronto a la conclusión de que no es una “Vida de Jesús” como las muchas que conocía. Es una peregrinación a Tierra Santa a través del evangelio. Nos adentramos en la tierra de Jesús y en su vida de una manera distinta: a través de la vida misma actual de la ciudad Jerusalén, de las poblaciones de Belén o de Nazaret. Esta incursión nos llevará a descubrir de dónde provienen las costumbres, los edificios históricos, o tantas tradiciones que son propias de este lugar del mundo.
¿Puedo leerlo si no soy cristiano?
Pienso que sí. Precisamente por lo que decía antes. Se recogen detalles históricos, arqueológicos, de costumbres. En ese sentido puede gustar a cualquiera conocer esos pequeños descubrimientos que he ido haciendo, no solo a cristianos. Pero, como es evidente, a los cristianos les ayudará más para profundizar en el conocimiento de Jesucristo, a entender mejor el sentido de algunas de sus palabras, o a captar la elección de los ejemplos gráficos de la vida cotidiana que el Señor elegía para las parábolas.
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