sábado, 30 de noviembre de 2013

El grano de mostaza

También dijo: «¿Con qué vamos a comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola podemos usar para describirlo? 31 Es como un grano de mostaza: cuando se siembra en la tierra, es la semilla más pequeña que hay, 32 pero una vez sembrada sube hasta convertirse en la más grande de las hortalizas, y echa ramas tan grandes que las aves pueden cobijarse bajo su sombra" (Mc. 4, 30-32).

Citamos el evangelio de san Marcos pues es cronológicamente el más antiguo. Comienza hablando de la pequeñez de la semilla que, con el tiempo se convierte en una hortaliza muy grande. No dice que se transforma en un árbol sino en una hortaliza que forma un arbusto muy grande y extendido. También pueden ser varios arbustos que han ido creciendo unos junto a otros y han formado un arbusto muy extenso y tupido.

Tanto en Mateo como en Lucas los verbos que se utilizan en esta parábola están en el tiempo pasado o el pretérito. En Marcos, en cambio, se desarrolla en el tiempo presente. Además los verbos empleados son distintos en los respectivos evangelios: Mateo y Lucas hablan de "crecer", refiriéndose a la semilla; Marcos, en cambio, dice sencillamente que el árbol "sube" y se convierte en una gran hortaliza.

Parece que el punto esencial que quiere hacer resaltar el Señor cuando cuenta la parábola es la idea de crecimiento: se llega a convertir en la más grande de las hortalizas. Más que un árbol en realidad habría que hablar de una especie de arbusto. Se trata de una planta que, por lo general, de alto no asciende más de un metro y 50 centímetros. Su extensión tan grande no es hacia arriba sino más bien se produce en horizontal. Puede llegar a ocupar varios metros en derredor.

Los pájaros se cobijan o resguardan bajo sus ramas o su sombra. Cuando hace mucho sol se pueden resguardar bajo su sombra, y cuando llueve bajo sus ramas llenas de flores. Quizá también les sirve de cobijo durante la noche, pues las aves pueden ahí dormir tranquilamente sin ser vistas.
Tanto llega a crecer el pequeñísimo grano de mostaza que al final las aves pueden servirse de esa hortaliza como cobijo. La palabra griega (kataskenun) significa cobijo, protección.

La idea fundamental es, pues, siempre la misma: el reino sembrado por Jesús en el campo del mundo tiene un comienzo minúsculo, aparentemente insignificante: unas pocas personas, quizá poco influyentes, sin cultura; pero un día llegará a ser inmenso. Entonces será algo tan grande y tan nuevo que nadie se lo podrá explicar sabiendo cómo comenzó.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Tradiciones en que se basaba la parábola de la 10 vírgenes

"En aquel tiempo, dijo Jesús: «Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: "¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!" Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan." Pero las prudentes replicaron: "No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!" Pero él respondió: "En verdad os digo que no os conozco."Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora".(Mt. 25, 1-13)

Las procesiones previas a la ceremonia de la boda constituían una parte importante del ritual, como describe el judío Joachim Jeremias: “A última hora de la tarde los invitados se entretenían en la casa de la novia. Después de horas de esperar al novio, cuya llegada era repetidamente anunciada por mensajeros, llegaba finalmente, media hora antes de la media noche, para encontrarse con la novia; iba acompañado de sus amigos; iluminado por las llamas de las candelas, era recibido por los invitados que habían venido a encontrarse con él. La comitivia de la boda se desplazaba entonces, de nuevo en medio de muchas luminarias, en una procesión festiva hasta la casa del padre del novio, donde tenía lugar la ceremonia del matrimonio y el agasajo”.

Mientras llegaba esa hora de la noche la novia debía estar preparada para la llegada del novio. ¿Cuándo regresaría el novio por ella? Nadie lo sabía. Si los amigos e invitados preguntaban al novio cuándo sería la boda, tampoco éste lo sabía, pues en efecto sólo el padre del novio determinaba el momento en que su hijo estaba preparado para ir a buscar a la novia. Aunque en muchos matrimonios judíos de aquellos tiempos el hijo sí sabía el tiempo aproximado en que sería la boda. Pero como señal de respeto al padre y a su autoridad en el hogar -donde viviría después de la boda junto a su mujer- afirmaba que sólo su padre lo sabía

Según las tradiciones hebreas, el novio iba a buscar a la novia generalmente a la medianoche, por ello era necesario que la novia estuviese velando. Estaría con 10 amigas que tenían que estar preparadas con lámparas con aceite para alumbrar el camino al novio cuando llegará en busca de su prometida.

Se llevaban delante de la pareja palmas y ramas de mirto. También se arrojaban sobre ellos grano o monedas, y la música precedía la procesión. Si alguien se encontraba casualmente con esta procesión era obligación religiosa sumarse.

La parábola de las diez vírgenes, que con sus lámparas, estaban a la espera de la llegada del novio, está basada en una costumbre judía. De acuerdo con las autoridades rabínicas, esas lámparas sostenidas por bastones eran de uso frecuente. El número de lámparas era de diez, pues ese era el número de las solemnidades públicas. Las festividades del matrimonio duraban una semana, pero los días nupciales se extendían por todo un mes.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Ambientación de la parábola del buen samaritano

Llama la atención los distintos tipos de paisaje que se pueden encontrar alrededor de Jerusalén. Uno de los que más impresiona es el que hay en dirección a Jericó y el mar muerto, pues en pocos minutos nos podemos encontrar en un paisaje totalmente desértico,. De Jerusalén a Jericó hay unos 27 kilómetros y se puede tardar unas 8 horas en recorrer el camino. Es muy distinto ir a Jericó –es de bajada-, que subir desde esa población a Jerusalén.La ciudad de Jericó fue un gran centro comercial, productor y exportador. Se comerciaban sustancias medicinales y aromáticas, de manera particular el bálsamo. También fuentes judías antiguas atestiguan que había allí una importante comunidad hebrea, y gran número de sacerdotes.

Jericó es la ciudad más baja del mundo, pues se encuentra a 370 metros bajo el nivel del mar. Jerusalén se encuentra a unos 700 metros por encima del nivel del mar. El camino de Jericó a Jerusalén, por tanto, es empinado, y al tratarse de un clima puramente desértico, se hace bastante difícil de recorrer.

Es lógico que al llegar Jericó se los viajeros hicieran siempre una parada en el camino, tanto cuando se venía desde Galilea bordeando el rio Jordán, como al llegar desde la ciudad de Jerusalén camino del norte . Teniendo en cuenta el peligro que suponía para los de Galilea atravesar la zona de Samaría para ir a Jerusalén, se entiende que organizaran sus viajes por el Valle del Jordán, a través de la Perea. Así, Jericó, se convertía en un lugar de paso obligado.

En ese desierto muy montañoso, siempre han existido numerosas cuevas, como aquellas en las que unos pastorcillos encontraron los documentos de Qumram. Por eso era un terreno favorable para forajidos y salteadores. En la época del Señor se oían muchas historias de bandoleros que atacaban a las gentes que viajaban camino de Jerusalén. Hasta el punto que se llegó a conocer el camino a Jericó como “la carretera de la sangre”.

Era muy común el caso de robos y asaltos en la comarca. De hecho, se había creado un tribunal especial que juzgaba los casos de robos, y que tomaba medidas policiales para evitar que se produjeran esos desmanes.

También era bien conocida la posada que había a mitad de camino entre Jerusalén y Jericó. Muchas veces se repostaba ahí o se paraba si la noche se echaba encima. El Señor quizá se refirió a esa posada –que todos tenían en la cabeza- como aquella a la que el buen samaritano trasladó al malherido para curarle.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Los recaudadores de impuestos como Mateo


"En aquel tiempo, vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: Sígueme. Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: ¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores? Mas Él, al oírlo, dijo: No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mt 9, 9-13).


Vamos a hablar hoy de la que fue la profesión de san Mateo antes de ser llamado por el Señor: recaudador de impuestos. En el Imperio romano, una de las funciones oficiales de los funcionarios imperiales era la de recaudar los impuestos sobre las tierras. El derecho de recaudar impuestos sobre las exportaciones, importaciones y el transporte de mercancías por el país lo compraban en subasta pública los mejores postores, que obtenían como ganancia la diferencia entre el dinero que recaudasen y la cantidad que habían pagado en la subasta. Estos hombres, conocidos por el nombre de publicanos, arrendaban a subcontratistas el derecho de recaudar impuestos en ciertas partes de su territorio. Los subcontratistas, a su vez, estaban al cargo de otros hombres que recaudaban personalmente a su vez los impuestos. Este es el caso de Zaqueo, que parece era el jefe de los recaudadores de impuestos de Jericó y sus alrededores. Mateo, en cambio, era uno de los que recaudaban personalmente los impuestos. Debía tener su oficina de impuestos en Cafarnaum o en sus alrededores, que es donde le llamó el Señor.

En Palestina había muchos recaudadores de impuestos judíos. Sus compatriotas los tenían en muy poca estima, pues a menudo exigían un impuesto superior al fijado. Solían evitar su compañía y los situaban en la misma categoría que los pecadores. También guardaban rencor a los recaudadores de impuestos, porque estaban al servicio de Roma, una potencia extranjera.

La economía principalmente rural de Galilea no proporcionaba muchos ingresos y había que pagar la estructura pública y a la potencia extrangera invasora. Como consecuencia sobrevivir económicamente no era fácil, y se puede decir que por la situación la mayor parte de la gente era muy humilde.

La recaudación de impuestos en esa época era rústica. Los ingresos fiscales tenían que establecerse mediante criterios subjetivos, que dependían de cada estructura o cada cobrador.

Como botón de muestra, Galilea tenía que pagar 600 talentos al año. Un talento era lo equivalente a 6.000 dracmas. El salario de un jornalero que trabajara para un propietario de tierras era de una dracma diaria, que equivalía como a 3 o 4 gramos de plata.

A partir de los 14 años era obligatorio pagar impuestos. Había un impuesto que cada varón de más de trece años tenía que pagar, otro por la propiedad de la tierra, otro por la producción agrícola. También había otro tipo de impuestos, como el del cobro de peajes por el uso de los caminos y de las rutas comerciales de la época.

En otro grupo podríamos situar los impuestos religiosos. Había un impuesto para el templo y un diezmo para los sacerdotes. Además de esto, la economía estaba de alguna manera controlada por el consejo de los sacerdotes, el llamado Sanderín, que hacía de banco central de la época. El conjunto era bastante alto, había que pagar mucho y, como es lógico, los impuestos eran bastante impopulares. Hubo incluso bastantes revueltas en esa época que eran sofocadas por las tropas del imperio.

A los recaudadores de impuestos se les llamaba publicanos. Era un sector de la sociedad muy mal visto, y que se juntaban entre ellos. Tenían prohibido participar en las ceremonias religiosas de la época, dado que su oficio era bastante arbitrario. Por lo general solían cobrar de más y quedarse con la diferencia. Por otro lado los publicanos de la época tenían bastante cultura comparado con el resto de la población, porque sabían leer y escribir. Además necesitaban saber algo de griego para tratar con comerciantes internacionales.

Por ejemplo, Mateo cobraría un impuesto por cruzar el lago de Genesareth, ya que estaba cerca de Cafarnaún, y ese era un impuesto que cobraba como arancel o peaje. Esta claro que es otra época, pero muchos de esos impuestos también se cobran hoy en día, aunque reciban nombres distintos: impuestos de peajes, impuestos de la propiedad, o impuestos por la compra de determinados productos.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Descubierta en Galilea la antigua ciudad Dalmanutha


Los arqueólogos mencionan que Dalmanutha estaba ubicada muy cerca de la antigua Magdala: «El lado sur de Dalmanutha recién descubierto se encuentra a sólo unos 150 metros de la ciudad natal de María Magdalena», informó «LiveScience». Según Dark, Dalmanutha existía durante las épocas del período helenístico, romano y bizantino. 

Esta sería la última ciudad visitada por Jesús antes de la milagrosa multiplicación de los panes y de los peces. Está muy cerca de Magdala, y existió durante los períodos helenístico, romano y bizantino. En ella se encontró un barco como el que pudo haber utilizado Jesús para cruzar el mar de Galilea. 

Arqueólogos británicos dicen haber descubierto en el norte de Israel las ruinas de la antigua ciudad de Dalmanutha que es mencionada en la Biblia y que sería, según el Evangelio de San Marcos 8-10, el último lugar que visitó Jesús antes de alimentar milagrosamente a 4.000 personas tras multiplicar unos pocos panes y peces.

Las ruinas, de unos 2.000 años de antiguedad, fueron descubieras en la costa noroeste del mar de Galilea, en el valle de Ginosar. Según el responsable del hallazgo, Ken Dark, de la Universidad de Reading en el Reino Unido, pertenecen a la mencionada ciudad Dalmanutha del siglo I d.C.

De acuerdo con Dark, él y su equipo hablaron con los lugareños, tomaron fotos y buscaron artefactos en la ciudad actual de Migdal, la cual, según afirmó, absorvió con el tiempo a la antigua Dalmanutha. Dark basó sus conclusiones en los hallazgos de cerámicas antiguas y una serie de fragmentos de columnas, incluyendo ejemplos de capiteles - la parte superior de las columnas - tallados al estilo corintio, muy común en esa época. «Los fragmentos de las columnas eran partes de las paredes actuales, las piezas de la antigua fachada de piedra sobresalían del porche delantero de una casa y varias columnas de basalto se hallaban entre los escombros», afirmó.

Ruinas de Dalmanutha. Foto: aleteia.orgLas pruebas por radiocarbono permitieron datar muchos de los artefactos encontrados. Algunos de ellos, ánforas y cristal, indican que los antiguos habitantes de la zona eran ricos. Los pesos y las anclas de piedra, junto con la cercana ubicación de la orilla, adecuada para embarcaciones, indican que la población se dedicó a la pesca. «Dalmanutha fue una ciudad próspera», aseguró Dark en el estudio, publicado en la revista «Palestine Exploration Quarterly». 

El científico también está seguro de que un barco descubierto en 1986, que data de hace unos 2.000 años, fue hallado exactamente en el litoral de Dalmanutha, aunque los autores del descubrimiento no sabían que la ciudad se ubicaba allí. Esta embarcación, de 8,27 metros de longitud y 2,3 metros de ancho, supuestamente fue utilizada por los antiguos pescadores que faenaban en el mar de Galilea. La idea es que Jesús podría haber utilizado un barco parecido para partir de Dalmanutha a la orilla opuesta, donde tuvo lugar el citado milagro.

Traducido por primeroscristianos.com

sábado, 26 de octubre de 2013

San Juan en el desierto


Iglesia de San Juan en el desierto
"En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea; Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías (Is 40, 3-4): Una voz clama: "En el desierto abrid camino a Yahvé, trazad en la estepa una calzada recta a nuestro Dios. Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado; vuélvase lo escabroso llano, y las breñas planicie". (Lc 3, 1-4)



San Juan en el desierto, tercero de los santuarios de Ain Karem después del de la Visitación y del santuario del nacimiento de Juan Bautista, hace memoria del lugar en donde el Precursor encontró refugio huyendo de la matanza de los Inocentes. Comprende el Santuario, la Gruta, la fuente y la Tumba de Isabel.

La figura del Bautista está estrechamente asociada al desierto, lugar de vida ascética y, a la luz de la historia de Israel, lugar privilegiado donde se encuentra la gracia de Dios. Del desierto, según la profecía de Isaías, vendría el precursor del Mesías.

‘Ain el-Habís, a unos 3 kms. de Ain Karem, recuerda el lugar en donde san Juan Bautista vivió su infancia y los años de preparación para el ministerio público. Los testimonios escritos que conocemos –relativamente tardíos- apoyan la historicidad del lugar basándose en el nombre y las ruinas. ‘Ain el-Habís significa fuente del eremita, una definición que bien claramente hace alusión a la figura del precursor, prototipo de los ermitaños. En este lugar los cruzados erigieron, sobre las ruinas que entonces existían, una iglesia y un convento.

Pintura mural en la grutaEl primer testimonio escrito es de un autor anónimo del siglo XII que nos deja una breve mención de la capilla del desierto. Giovanni Zuallardo la describe –aunque ya estaba en ruinas pero era igualmente imponente- diciendo: “Saliendo de la Visitación, apetece continuar dos ó tres millas más adelante para visitar el Desierto, allí donde san Juan Bautista, guiado y confortado por el Espíritu Santo, vivió su infancia hasta el día de su manifestación a Israel predicando el Bautismo de penitencia. Junto a dicho Desierto, por caminos fastidiosísimos y peligrosísimos, nos llenamos de una gran alegría al ver un lugar tan austero a la par que hermoso, a pesar de que en el presente no sea tan boscoso como parece haberlo sido en el pasado, y es además grotesco, áspero y alejado de toda habitación humana. El antro o caverna donde el Santo vivía (que se menciona en el himno que canta la Iglesia y que comienza con Antra deserti…), está excavado en la roca en su mitad y se encuentra al principio de la ladera de una montaña que está llena de arbustos y que inmediatamente se convierte en un precipicio o despeñadero, mirando la profundidad del Valle que está en frente. Esta caverna es bastante grande por dentro y al fondo tiene una elevación a modo de altar, donde dormía el santo. 

La entrada es también muy difícil y estrecha y junto a ella hay una fuentecilla de agua buenísima que se puede coger tanto en la parte alta como en la baja. Arriba hay una pequeña iglesia y un pequeño monasterio en los que no se ven sino algunas partes de los muros, casi todos ellos ya deshechos” (ELS 82). En 1626, el padre Quaresmi habla de una iglesia dedicada a san Juan (ELS 86), lo que lleva a pensar en una restauración o reconstrucción por parte de los franciscanos.

El Desierto de san Juan fue adquirido por la Custodia de Tierra Santa el 10 de noviembre de 1911 al Patriarcado Latino, que a su vez lo había comprado entre los años 1850-55. El Patriarca Mons. Valerga hizo construir un altar en la gruta. La iglesia y el convento del arquitecto A. Barluzzi fueron inaugurados en el 1922.

sábado, 19 de octubre de 2013

Santuario de san Juan Bautista


Iglesia y convento de S. Juan Bautista"A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: -«¡No! Se va a llamar Juan”. Le replicaron:- «Ninguno de tus parientes se llama así”. Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: -«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él". (Lucas 1:57-66).


La Iglesia de Jerusalén como da testimonio un antiguo leccionario conservado en lengua georgiana (ss.VII-VIII) celebraba el 28 de agosto “en la ciudad de Enqarim, en la iglesia de Isabel la justa, su recuerdo”. Según una tradición que se remonta al siglo IX, esta localidad fue considerada como el lugar del nacimiento del Bautista y una iglesia fue construida como recuerdo de los hechos que nos narra el evangelio de San Lucas. “La casa de Zacarías está situada a los pies de un monte a occidente Jerusalén. A la casa de Zacarías llegó María para saludar a Isabel. En aquella misma casa nació Juan el Precursor. 

Plano arqueológicoHoy, una iglesia ocupa este lugar. En su interior, a izquierda bajo un altar se ve una pequeña gruta en la que nació Juan el Precursor” (Abad ruso Daniel, a principios del siglo XII). Esta misma iglesia existe todavía hoy, no habiendo sido nunca destruida, sino que fue convertida en establo por los musulmanes durante más de cuatro siglos hasta que, los franciscanos, a finales del siglo XVII, consiguieron tomar posesión del lugar. Las excavaciones, llevadas a cabo fuera del recinto de la iglesia, por el P. Saller, (1941-42) han demostrado que se encontraba dentro de un área habitada desde el siglo primero por hebreos (baños rituales) y luego por paganos (lagares y una estatua de Afrodita).

En la época bizantina, a partir de los siglos IV-V, se constata un amplia zona de cementerios cristianos al lado de unas veneradas sepulturas de dos “mártires de Dios”, mencionados en una inscripción de un mosaico del pavimento descubierto en el año 1885. En frente de estas sepulturas se encontraron restos de una capilla pavimentada con mosaicos. Y sucesivamente, otra más en la zona sur. Todos estos elementos, aunque no tengan relación directa con San Juan Bautista, son un testimonio de una antigua tradición de culto en el lugar.

La iglesia cruzada del XII siglo fue restaurada en el 1621 por el Custodio de Tierra Santa Tommaso Obicini da Novara y abierta en el 1675. La construcción actual, proyectada por el arquitecto Antonio Barluzzi, es del 1939. El nacimiento de San Juan Bautista, precursor del Señor, se localiza en el pueblecito de Ain Karem, al oeste de Jerusalén (hoy dentro del terreno urbano de la ciudad). Juan es hijo de padres ancianos, Zacarías e Isabel, parientes de María.